Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

unstable-enjoyment.com ~ Digital Skin por JHS_LCFR

[Reviews - 293]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Estoy feliiiz :D ya estuve con mis amigas y el cap me salió más largo de lo que esperaba ^^ (Aunque pensaba cortarlo en el "Buenas, ¿En qué puedo ayudarte", pero después dije: NEEEH)

 

No podía dormir, saber que lo estaba dejando marchar a su martirio me taladraba la cabeza. Ya había pasado una hora, y había trapeado toda la casa tres veces, ya no tenía nada más que acomodar ni nada más que doblar, planchar, guardar. Incluso cociné el almuerzo para el día siguiente y ya le había planchado el uniforme, había sacado todo del lavavajillas para mojarlo y secarlo yo mismo, salí a baldear la entrada, trapear, barrer, hasta me aseguré de que las ventanas estuvieran limpias. Terminé con la casa impecable y yo aún seguía inquieto, moviéndome de aquí para allá: no me podía concentrar mirando la tele, tampoco estudiando; los programas de variedad y los ejercicios se deformaban y se volvían en palabras que me recordaban a él, los números de las ecuaciones lograban dibujar su figura, alguna voz parecida a la suya en el televisor me jugaba malas pasadas y me atormentaba. Terminé guardando, apagando todo y me acosté en la cama, decidido a obligarme a dormir. Y ni eso: estaba enojado, tenía ganas de romper algo, quizás voltear el mueble y volver a limpiar todo. No, me lastimaría y despertaría a los vecinos. ¿Y si salía a caminar o correr? No, tenía que estar en casa cuando volviera Kai; podría hacer abdominales, cantar un poco…tampoco, nada me apetecía.

¿Dónde estás? ¿Dónde trabajas? ¿Cuánto dura? ¿Cada cuánto te pagan? ¿Te retan seguido? ¿Cómo es eso de que te “empastillan”? ¿Por qué sigues yendo, si te dije que ya no era necesario? ¿Sabes que me lastima? ¿Entonces por qué? ¿Por qué? ¿Te caigo mal? ¿Y para qué me tratas como me tratas y me haces lo que me haces?

Escuché la puerta de la entrada abrirse ruidosamente, luego el agitar de las llaves y el cerrojo siendo puesto. No me moví de mi lugar, iba a volver a verlo así, hecho un asco, temblando y con ropa que no era de él. Sus pasos ligeros se dirigieron al baño, donde se la pasó encerrado durante más o menos media hora, duchándose. Y quizás quitándose la erección de las pastillas. Sí, a eso debía referirse con ser “empastillado”, no se me ocurría otra cosa.

Después la puerta del cuarto se entreabrió levemente, chirriando y anunciando su llegada; la luz del pasillo entró en forma de hilo dorado a iluminar las penumbras, dándome justo en los ojos. Apareció desnudo y caminó de cuclillas hasta el armario para vestirse, escapándole al hilo de luz.

Tenía que hablar, quería hablarle, porque había algo que no estaba quedándome claro.

-¿Para qué sigues yendo?—Escuché una madera floja del piso sonar mientras se vestía, no me contestó—Te estoy hablando—espeté mientras me levantaba y prendía la lámpara de la mesa de luz.

La repentina iluminación anaranjada nos cegó a ambos, me costó verlo “bien”, sin suciedad en el rostro, sin transpirar en exceso, sin temblar: parecía ignorar su realidad; no, hacerme a mí ignorar su realidad, pues había corrido directo a la ducha para lucir…decente. Se estaba poniendo la ropa para dormir y me miró sorprendido, sin moverse.

-No vayas más, concéntrate en la escuela—le pedí.

-Yo hago lo que quiero, me estés “ayudando” o no.

-¿¡Pero por qué---

-Porque tarde o temprano me echarás a la calle y yo no tendré dinero guardado—contestó colocándose un pantalón—Y no quiero que suceda eso. Fin de la discusión. Abrázame—agregó por lo bajo, como quien no quiere la cosa.

Me obligó a rodearlo con los brazos, usando mi brazo de almohada, empecé a retorcerme. No podía ser verdad, qué hipótesis tan…tonta.

-Jongin, ¿Me estás ocultando al---

-¿Ya has tenido sexo?

¡¡¡Pero qué…!!! ¿¡A qué venía!?

-J…Jongin, te hice un pregun---

-Te quiero.

Se me paró el mundo, todo lo que me rodeaba salvo él se volvió una mancha deforme y blanca que le iluminaba el rostro. Me mareé por el repentino calor en mi cara y el palpitar de mi frente. ¿Qué le pasaba, por qué era así de directo y otras veces me lastimaba tan duramente?

-No…no logro seguirte—declaré, es que era cierto; me resultaba completamente imposible entrar a su mente.

-De acuerdo. Hagamos esto—acercó nuestras cabeza, sus labios carnosos y cálidos apenas apoyados sobre mi labio superior—Sígueme, Hyung.

Y cerrando ambos los ojos, como de acuerdo con ese disparate que pretendía ser discusión y declaración, una confesión al mismo tiempo, me besó. Volví a regocijarme en la sensación de tener atrapado mis labios dentro de los suyos, de poder presionar mi boca contra su piel morena, que (debo confesar) me había atraído a él desde la primera vez que lo vi, a pesar del dolor sufrido segundos después. Es que me encantaba: la textura, el tono del color, la uniformidad, cómo encajaba con su personalidad coqueta y lasciva, todo. Como sus manos, sus largos y delgados dedos que sabían dónde tocar y de qué forma, pero ahora se movían torpemente porque no sabían expresar…cariño, ¿Amor?

Ya se acostaba sobre mi cuerpo, pegando nuestros torsos; de tanto acomodarse se le había arrugado la remera, podía sentir su cuerpo hirviendo contra el mío, tembloroso y frío, ya casi tibio. Su respiración aún era calma: iba despacio, quería hacerlo bien. Sobre todo porque esta no era ninguna de sus películas, era la realidad. Estábamos poniéndolo todo en juego, y esto no podría arreglarse con un repentino “corte” y un descanso de cinco minutos, no. Ahí era el momento, el único, ni siquiera era el momento justo, sino que era el único que teníamos para aprovechar. En el momento justo no habría lágrimas ni perdones, cosa que sucedía mientras apoyaba su frente contra la mía, esperando a que yo recuperara el aire.

-Era miedo, era eso—suspiraba, exaltado—Noona me dijo que no confiara, que no gustara de nadie porque todo iba a salir mal, pero tú…tú, Hyung…tan…despampanante…tan capaz de desestabilizarme…no es justo, no puedo agradecerte lo suficiente.

Me aferré a su mandíbula, callándolo.

-No hay nada—un beso—que agradecer—otro—Sólo—y otro—quiéreme si así lo sientes.

Apartó mis manos, buscándolas con las suyas para entrelazarnos los dedos. Era un “sí”, “sí, lo hago”, “sí…te quiero”. Me estaba abriendo, finalmente, las puertas. No esperaba con los bazos abiertos, pero me había hecho un espacio mucho más grande que el que hubiera esperado. Así que entré, entré y me tomé el atrevimiento de no animarme a salir. Nunca más.

-Te quiero—repitió—Te quiero, te quiero.

Me pareció la melodía más hermosa del mundo. Eran dos palabras, dos simples palabras que eran tan malgastadas, tan apresuradamente utilizadas por la sociedad de hoy en día…pero Jongin logaba darles una carga emocional que me derrumbaba, me hundía en el colchón y a la vez me hacía sentir liviano cual pluma, flotando en el aire. No obstante, no podía permitirme volar por ahí, tenía que concentrarme en el presente, en sus besos ahora hambrientos y en su respiración increíblemente estimulante.

-¿Tú me quieres? Di que sí, hyung. Di que sí, por favor.

Succioné su labio inferior entre los míos y hundí levemente los dientes en la carne pulposa, roja e hinchada, tirando hacia mí, arrancándole desde el fondo de su garganta un gruñido feroz. Lo estaba logrando, me estaba soltando: esto era Kyungsoo. Eso era yo. Posesivo, celoso, alborotado y…sucio, en parte. Cuando mis manos viajaron por su espalda hacia la parte baja, sintiendo el relieve de los huesos de su columna, se estremeció, llorando mi nombre.

-Me da cosquillas—rió nerviosamente, temblando—Kyungsoo—insistió—Tú me quieres, ¿No?

Asentí con exageración mientras acariciaba su cadera y sus glúteos. Me sorprendió su forma, su redondez y lo bien que encajaban mis palmas abiertas y firmemente sujetas a ellos.

Ay, madres. Discúlpenme.

Me aferré y de la emoción sonreí, mordiéndome el labio. Lo hundí contra mí, la sensación fue…Ay, madres. Maravillosa: vi explosiones de colores, empezaron a pitarme los oídos cuando gimió, agarrándose a mi camisa y arrugándola bajo sus puños.

-Muéstrame—jadeó, chocando la respiración contra mi cuello—Muéstrame cuánto me quieres.

Era la única forma que conocía él. Luego le enseñaría las demás, pero por el momento…

De acuerdo. Está bien.

Volví a devorarle el cuello con frenesí, como si fuese un vampiro alborotado por la sangre que corría en su yugular; intenté no dejar marcas (me daría vergüenza después verlas), pero Kai quería pruebas, pruebas de que quería que fuera mío, de que nadie más debía tocarlo salvo yo, Do Kyungsoo.

-Dime que me quieres—repitió incansablemente—Dime qué es lo que tengo que hacer.

-Sé sólo mío, sé de Do Kyungsoo—supliqué, nervioso, las imágenes de los videos afloraron de repente.

-Lo seré.

-Déjame curarte las heridas, acude a mí cuando estés triste o molesto.

-Lo haré.

-Y no vuelvas a coquetearle a nadie; si yo lo hago, no te gustaría, ¿O sí?

-Me portaré bien. Verás que sí, seré bueno.

“Me portaré bien”.

“Seré bueno”.

Me descoloqué: siempre me llamó la atención el arte del erotismo, pero nunca pude entenderlo. Ver mujeres con vestidos traslúcidos, en poses provocativas…creo que así se pierde el encanto, a mis ojos, el erotismo son palabras, no sucias, sino palabras que sean como una invitación. Y el simple hecho de imaginarme a Kai como un niño bien que luego se deshacía a cada uno de mis toques me desató otro torrente de emociones. Salvajes, temibles a los ojos del antiguo chico que solía ser.

Cuando mis manos le estaban ayudando a deshacerse de su remera, levantó levemente las cejas y me detuvo, tomándome de los hombros. Me quedé atónito por el “stop”, jugando con su remera hecha un bollo en mis manos.

-No me contestaste, ¿Tú ya tuviste sexo?

Ay, madres… ¿Iba a tener que decirlo?

Perdí todo coraje y, colorado, negué con suavidad, queriendo esconderme bajo la cama, bajo la tierra. Pareció no darle tanta importancia a mi pena.

-Entonces ya sé que regalarte—respondió, sonriente.

-¿Q…q…?

-Tú me regalarás tu primera vez…y yo te regalaré la mía—dijo, orgulloso, sentándose sobre mí.

-N…no entiendo. Si tú ya---

-Esta vez lo haré queriendo; así con, ya sabes, sentimientos—me dijo, colorado—Y si quieres también seré activo, dominante.

¿¡Qué!?

¡¡P-p-p-pero si la estaba pasando de lo más bien!!

-¿Qué te parece?

No supe qué responder. La única que vez que parecía que iba a ser pasivo se fue todo al desastre, y eso era algo que no quería revivir. Sin embargo, si uno se colocaba en el cuerpo de Kai y veía con sus ojos, ése era un regalo muy importante: no podía acreditarme su primera experiencia sexual, pues ya la había tenido (claramente), pero tenía razón. En todas había sido sometido, por ende, era pasivo y ni siquiera deseando serlo. Tuve que haberme reído o enfadado.

Pero accedí, recostándome sobre el colchón y dejando que él explorara mi cuerpo con fascinación, con asombro; jugando con cada uno de mis puntos débiles, robándome ruidos que jamás imaginé que iba a hacer. Tocándome en sectores que yo nunca me atrevería a tocar y de formas que jamás hubiera imaginado emplear.

Fue perfecto, y pensándolo mejor, me quedaba mejor el rol pasivo.

 

 

Sabía que iba a hablar, lo podía presentir en su rostro. Apreté los labios y recé porque no dijera palabra, porque me dejara volver a respirar y él también lo hiciera, en silencio, sin comentarios de por medio. Estaba tan nervioso (esta vez iba a pasar en serio y ninguno estaría bajo los efectos del alcohol) que terminé haciendo cualquier cosa: apretujarme contra él, decirle dónde era el lugar…grité mucho también, tendría que corregir eso.

-Wow—susurró.

Sabía. Sabía.

Bufé, acalorado y con el rostro hirviendo. Me pasé una mano por la cara, o sea, ¿Cómo y de qué se hablaba después de…“eso”?

-Sí, la verdad que sí—fue lo único que se me ocurrió.

-No, en serio. WWWOOOW. O sea, a ver, desde donde estaba yo se sentía muy diferente. Sin embargo…se sintió, estupendamente diferente.

-Qué bueno entonces—no sabía qué decirle, lo vi apoyarse en un codo, mirándome con los ojos brillando de la emoción y sonriendo pícaramente.

-¿Cómo estuve?

¡¡¡DIOS SANTO, MADRES!!! ¡Sabía que lo iba a decir! ¿¡Ahora qué le respondo!?

-Bien…bastante bien—carraspeé, había gritado mucho y me daba vergüenza existir después de las cosas que dije. Parecía una porrista, ya que…bueno, no importa.

-De todas formas, esto no se queda así—me explicó, luego levantó las sábanas y me “Miró”—Fíjate lo que es “eso”, muero de intriga por---

-¡¡JONGIN!!—me tapé con las sábanas, avergonzado, ¿Cómo iba a hablar de “eso”? ¿De MÍ “eso”?

-Ya, ya, perdón. Es que se ve muy---

-¡¡¡BUENAS NOCHES!!!—y apagué la lámpara, deseando poder desaparecer, volverme un fantasma, una entidad física y huir de allí hasta ganar coraje.

Las penumbras técnicamente nos devoraron, incluso el faro de la calle estaba apagado, fijé mi vista en algún puntito brillante, alguna estrella en el firmamento que se extendía a lo largo y por encima de los techos de los edificios, casi acariciándolos, pero nada. Últimamente vivíamos con el cielo nublado por culpa de la estación y el clima, y no había una bendita luz, una mísera chispa que me distrajera de lo que había pasado, de lo que estaba viviendo.

-¿Kyungsoo?—preguntó como a lo lejos, temiendo hablarme.

-¿Sí?

-…No me abrazaste.

Me estremecí de pies a cabeza: tenía razón. Ay, madres, ¿Había hecho mal en no abrazarlo? ¿Tenía que hacerlo? Si lo hacía ahora, ¿Iba a quedar como resignando, así abrazándolo cuando él me lo pidiera y no cuando yo quisiera? Dios, había quedado tan mal, había hecho las cosas mal otra vez, íbamos a discutir y…

Alto.

¡Eso es!

-Por supuesto que no—sonreí, agregándole un tono de voz despreocupado a los sonidos temblorosos que brotaban de mi garganta.

-¿Cómo?

-Y pues claro…yo soy el pasivo—sonreí ampliamente, a ver qué hacía ahora.

-Ah~ ¡Cierto! De acuerdo, entonces…—el colchón tambaleó, las sábanas se arrugaron y Kai me volvió a tapar hasta la nariz; sentí el contacto hirviente de su cuerpo contra el mío, abrazándome por detrás.

Estaba encorvado de forma que pudiera abrazar todo mi ser, acapararme sólo para él y por completo. Doblando las piernas ambos, sentí su calor recorrerme de cabeza a pies; cada gesto fue tan dulce: Hundir su nariz en mi trapecio para besarme con miedo el cuello, lenta y silenciosamente; trazar una línea en el medio de mi pecho y dibujarla y redibujarla, acariciándome el torso y dándome cosquillas; sentir su pecho respirar contra mi espalda de forma calma y tranquila…Logré cerrar los ojos y en mi mente se proyectaron antiguos versos, acordes al momento. La manía esa aún no había desaparecido, pero no me molestó tanto esta vez.

 

Abandonaste la pelea,

Me dejaste atrás.

Todo eso está perdonado.

 

Siempre serás mío,

Lo sé bien en el fondo.

Todo eso está perdonado.

 

Desperté con el repentino frío estremeciéndome, haciéndome gruñir el estómago. Se me calaba por los huesos aunque la sábana y la frazada me taparan hasta la nariz, abrí los ojos torpemente y me los froté, tardé en notar la libertad de movimiento que tenía. No había un agarre ni rodillas rozándome las piernas, no había una presión ejercida sobre mi cuerpo adherido a otro.

Estaba solo. Solo.

Me levanté, dando un respingo al tocar las frías baldosas; corrí a vestirme a pesar de no haberme bañado la noche anterior y me coloqué pantuflas en forma de bota, acolchadas y que me cubrieran todo el pie antes de salir caminando con los músculos aún adormilados a la cocina, donde me encontré un plato con la cáscara de un melón y una vaso de leche prácticamente vacío salvo por los restos de los bordes, bañados en un tono blanquecino. Miré hacia mis alrededores, no estaba en la sala; entré al baño, la ducha había sido usada hacía unos momentos porque aún estaban empañados los vidrios y las ventanas por el vapor. Caminé de vuelta al comedor y lo llamé, sin obtener respuesta alguna. Entré en pánico.

No obstante, un pequeño papelito doblado al lado de un plato intacto y presentado como un supuesto desayuno (un vaso de agua, uno de jugo y un plato con un cuarto de sandía) me llamó la atención: ¿Por qué no me dejó  mensaje?

 

<>>

<>>

<<Será la última vez que vaya, te lo prometo>>

<>

 

Otra vez, me había olvidado de decirle: “no vayas más ahí”, “no tengas sexo con otras personas”, “no vendas tu cuerpo”. Ser mío no significaba “no tener sexo con otras personas por trabajo”. Maldición. Suspiré y solté la carta, ofuscado; caminé hasta el cuarto y tomé mi teléfono, esperando que hubiera agendado su número antes de irse.

“Jonginnie”. Sí, lo había hecho. Presioné la tecla y esperé los perturbadores pitidos.

-Sabía que ibas a llamarme, no puedo contestarte ahora, estoy---

-Pásame la dirección, voy a buscarte.

-No digas estupi---

-¿¡Qué te dije anoche!?

Guardó silencio, se escuchaba todo un alboroto, una masa de griteríos de fondo. Su voz saturó, probablemente se tapó la boca con la mano.

 

 

-H-hola.

Necesitaba la ayuda de una persona en particular en estos momentos, pero primero debía disculparme: sabía que no iba a negarse a mi petición, pues ambos estábamos relacionados en esto, y si yo iba a sacar a Kai de allí, él querría sacar a su chico también, a pesar de lo mal que lo tratase. Curioso, ambos pasábamos por lo mismo, ¿No?

La campanilla repiqueteó una vez más al cerrar la puerta, caminé temerosamente, viendo su ceño fruncido a lo lejos, inconscientemente junté mis manos sobre mi pecho, tratando de calmar mi corazón acelerado.

-Buenas—respondió, cortante—¿En qué te puedo ayudar?

-V-vengo a avisarte…q-que Kai te….—Díselo, díselo; quizás logres enmendarlo—….te mintió. Sobre la casa.

-Lo sé—respondió sin más, levanté la cabeza, atónito y me revolvió el cabello—Pero dile que no hay problema. Que todo intento homicida por parte de mí hacia él se ha esfumado, ¿Okey?

¿Matarlo? Ay, madres, ese niño me las iba apagar cuando lo viera. Lo que más me llamó la atención fue que su toque no me conmovió, debía estar demasiado asustado para notar sus muestras de afecto, de todas formas me sonrojé y él se rió estruendosamente.

-Tranquilo, Soo. No pensaba matarlo. ¿Cómo está él, después de todo?—Estaba de buen humor, tanto que quería oír sobre la existencia de Jongin a pesar del altercado ocurrido hace prácticamente...nada.

-Kai está…—¿Qué le iba a decir: está follando (perdón) lo más campante mientras lo filman, ya se puede abrir de piernas (perdón), me desvirgó, cosa que tú no hiciste (perdón) y luego se marchó, dándome la dirección para que vaya a buscarlo, razón principal por la que estoy aquí…para que me ayudes?—Bien, físicamente se recuperó lo suficiente como para volver a…trabajar—suspiré, yéndoseme la vida en cada palabra. El simple hecho de despertarme otra vez solo me asustaba, justo cuando podía patalear y obtener más o menos lo que quería…

Lo vi apresurarse para rodear el mostrador y abrazarme, se sintió tan cálido…y tan carente de amor. Fue consuelo, supe interpretarlo. Sí, nunca pudo haber existido nada entre Yifan y yo, por más que me quisiera, por más que lo quisiese, éramos tan diferentes en ese sentido: yo me quiebro cada cinco segundos, él se mantiene en pie y le hace frente a todo. El problema era que si terminábamos juntos iba a ser una doble carga para él: soportar sus dolores y penas propios, en silencio, y aguantar también los míos, obligado a tranquilizarme porque, hipotéticamente hablando, sería su novio. Por eso y por mi dilema, mi calvario con Kai, lloré, me dolían los ojos de tanto hacerlo. Lloré por él, porque no se dignaba aún a confiar en mí, lloré por mí, por ser así de obstinado, lloré por Yifan, que debía estar pasando por lo mismo, porque nunca me querría y por mí de vuelta, por haber sido tan estúpido de haber esperado que algo imposible sucediera durante años. Pero Jongin…Jongin…

-No quiero verlo ahí, Yifan. No quiero, no puedo. En la escuela lo molestan, en todos lados lo acosan…y el pobre no puede hacer nada, ¡Nada! Porque tiene que mantener a su familia…

Recordé a GaEul, habían pasado muy pocos días pero, ¿Cómo se lo estaría tomando ella?

-¡Nunca volverá a ser el mismo, nunca tendrá oportunidad!—seguí, destrozado—Siempre será recordado por esos videos, Yifan…No importa cuánto intente sacarlo de ahí…

-¿Qué hizo para estar allí?—susurró, acariciándome el cabello, dejándome ver que él estaba igual de nervioso, pues temblaba de pies a cabeza, hundiéndome contra su pecho.

-Sólo necesita dinero…

-¿Y sus padres?

-No….no…

-¿No qué?

Ugh, no salía. Las palabras no salían: GaEul limpiando el plato con ese desenfrenado enojo, dejándolo caer, estallando en gritos y en histeria, llorando mientras dormía, susurrándole maldiciones a su hermana SuJin, vistiéndose cansadamente para ir a trabajar, fumando afuera para no molestarme, saludarme amistosamente…

-…viven.

-…Oh…

Fue todo lo que pudo decir, dejé de sentir su respiración golpeando contra mi cabeza.

-Una de sus hermanas mayores es bailarina exótica…y la otra…--inspiré con fuerza, era un desastre de lágrimas, temblores y saliva—La otra, la del medio, se casó y los dejó así solos, sin más.

Procesó mis palabras quizás, durante algunos minutos y bajó a rascarme la nuca, generándome patéticas cosquillas que no me emocionaban, pues por él ya no sentía absolutamente nada.

-Lo sacaremos de allí—me aseguró—si lo que necesita es plata, estoy más que dispuesto a ayudarte.

“Gracias”, quise decir. “No sabes cuánto te lo agradezco”, pero se me quebraba la voz, me quemaba la garganta, me raspaba, así que arrugué su remera, enviándole el mensaje.

-Pero primero tenemos que encontrarlo—concluyó, agachándose para secarme el rostro con las manos; fijó sus ojos en mí—Soo, ¿Sabes dónde puede estar?

Recordé las pistas que me dio Jongin y asentí; esperamos quince o veinte minutos hasta que llegara el reemplazo de Yifan y empezamos a marchar por las calles. Entre el frío y la gente, me siguió un paso más atrás. Yo hundí la nariz en la bufanda y respiré por la boca.

-Gracias—susurré al fin—Gracias por no haberte enamorado de mí.

Caí tarde: si lo hubiéramos hecho, si nos hubiéramos relacionado sentimentalmente y luego hubiesen aparecido ese chico Tao y Jongin, ¿Qué hubiera pasado? ¿Cómo hubiésemos afrontado la situación estando de novios? ¿Cómo habría terminado todo?

¿Y nosotros?

-Llegamos—dije al fin, reconociendo los edificios de enfrente y los costados.

-¿Es aquí? ¿Ahí?—señaló el rascacielos, asentí y levanté la cabeza, no sin dejar mi tren de pensamientos inconcluso.

No hubiéramos hecho nada.

O hubiésemos terminado al descubrir los secretos sucios del otro.

 

Notas finales:

Me compré "Un Final Perfecto" de John Katzenbach...♥ TT-TT


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).