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Cuéntame algo bonito. por Un Pan Tostado

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El reloj marcaba las dos con cuarenta y siete de la madrugada cuando unos ruidos provenientes del cuarto de baño le arrancaron de los brazos de su querido amigo Morfeo. La luz del pasillo se colaba por el hueco de la puerta mal cerrada, dándole de lleno en la cara. Demasiado perezoso como para pararse y caminar los mil kilómetros hasta cerrarla — dos metros — enterró la cabeza en las almohadas y trató de retomar el sueño. ¡Con lo mucho que le había costado quedarse dormido! Y lo hubiera logrado de no ser por el molesto flush del inodoro resonando de nuevo cinco minutos después.

A la tercera vez ya le pareció demasiado. Se metió las pantuflas en lo que ajustaba sus ojos a la iluminación y salió del cuarto a investigar que sucedía. La respuesta no tardó ni cinco segundos en aparecer frente a sus ojos:

Onew estaba hecho un ovillo en el sofá, rodeándose con sus brazos por la cintura, con el entrecejo fruncido en una expresión de sufrimiento. 

— ¿Qué te sucede, hyung? — preguntó alarmado una vez acuclillado a su lado, posando su mano con suavidad en el antebrazo del chico como gesto tranquilizador.

— Me duele mi pancita — lloriqueó, haciendo un puchero.

— Te dijimos que no abusaras del pollo, hyung. Tenía demasiada salsa — le reprochó Jonghyun, aunque sonando más enternecido que serio.

— El pollo a mi no me traiciona. Seguramente fue ese pay de queso — replicó.

Jong puso los ojos en blanco.

— Te prepararé un té. Tal vez eso te alivie un poco — le dijo con su voz impregnada por un tono maternal. Apenas se estaba poniendo de pie cuando Onew lo detuvo por la muñeca. 

— No. Quédate conmigo, por favor.

Jonghyun le dedicó una mirada sobrecargada de dulzura y tomó asiento a su lado, en el pequeño espacio que quedaba. Obligó al enfermo a ponerse boca arriba para él deslizar la mano por debajo de su playera y sobarle el abdomen con movimientos circulares, mientras entonaba una canción infantil “curativa”. Onew se limitó a clavar la mirada en el techo, ruborizándose. 

— Cuéntame una historia — pidió Onew cuando Jonghyun había dejado de cantar y los había rodeado silencio.

— ¿Quién es el mayor aquí, eh? — rió.

— Mamá siempre me contaba cuentos cuando me sentía mal.

— ¿Me ves cara de señora? ¿Mujer, siquiera?

— Vamos, Jong, cuéntame algo bonito — insistió, y el pelinegro dejó de hacerse del rogar.

Se detuvo unos momentos a meditar, poniendo un rostro pensativo cuan sabio abuelo tratando de seleccionar una buena anécdota para su nieto.

— Bien, aquí vamos — habló una vez ya aflorada la idea en su cabeza. Se aclaró la garganta y comenzó — Había una vez, en un lugar no muy lejos de aquí, hace muchos, muchos, pero muchos años, un hombre fuerte y atractivo llamado Kim Jonghyun…

— ¡Buu, esa historia no me gusta! — protestó juguetón, pero Jonghyun lo ignoró y continuó su relato.

— Él estaba perdidamente enamorado del panadero del pueblo. Un sujeto llamado Lee Jin Ki — el nombrado dibujó una sonrisilla satisfecha en sus labios al tiempo que cerraba sus ojos para ilustrar mejor la historia en su mente. 

— Seguro era guapo.

— El más guapo de todo el reino.

— Seguro tenía una hermosa voz.

— La más hermosa en todo el universo. A veces el joven Kim se escondía debajo de la ventana de la panadería para escucharlo tararear mientras horneaba. Cualquier melodía sonaba bien proviniendo de su garganta — Onew tímidamente metió la mano debajo de su playera, rozando la mano de Jonghyun. Él en el momento lo entendió y entrelazó sus dedos — Iba a comprarle pan dulce todas las mañanas. ¡Sus empanadas eran realmente deliciosas! Y siempre procuraba tardarse más en el mostrador, fingiendo estar indeciso entre fresa o piña, esperando que algún día ese torpe y distraído panadero se diera cuenta del efecto que provocaba en él…— desenredó su mano. Jinki iba a protestar, pero se quedó callado cuando la sintió en su mejilla, acariciándole con gentileza. Decidió hacer lo mismo, posando su mano sobre la de él para no dejar que se escapara. En ese acto, se quedaron en silencio unos momentos, hasta que Jong retomó la historia, esta vez con una notable profundidad en sus palabras — Kim Jonghyun quería que Lee Jin Ki se diera cuenta del brillo en sus ojos. Un brillo sobrenatural. Un brillo que ninguna luz, natural o artificial, podría imitar con tanta intensidad. Un brillo del cual él era único culpable….

En ese momento Onew abrió los ojos, y las palabras se materializaron frente a él, a unos pocos centímetros de sus propios ojos. Ahí estaba ese brillo decorando las oscuras pupilas de su compañero. Tan real. Un brillo sobrenatural. Un brillo que ninguna luz, natural o artificial, podría imitar con tanta intensidad.

Un brillo del cual él, el verdadero Lee Jin Ki, era único culpable.

Jonghyun continuó mirándolo y el silencio los envolvió sin que se dieran cuenta. Adoraba perderse en esos pequeños ojos castaños. Podría hacerlo por horas y horas. Reflejaban tanta ternura, bondad e inocencia. Siempre que se quedaban así, tan callados, perdidos en el otro, temblaba de amor, sus manos sudaban, su corazón se desbocaba y el aliento de Onew chocando contra el suyo le aturdía. 

Entonces Jinki cerró los párpados, cerrándole las puertas, dejándole fuera del laberinto que era su mirada hacia el mundo real. Se sintió ligeramente decepcionado por un milisegundo antes de reparar en la razón de esa reacción: 

Inconscientemente Jonghyun se había acercado demasiado.

Con una sonrisa concluyó lo que estaba haciendo, tomando la cara del castaño entre sus manos y oprimiendo sus labios contra los de él. Eran carnosos, suaves, dulces y se amoldaban a la perfección con los suyos.

— No tienes idea de lo mucho que te quiero.

Onew lo abrazaba torpemente por el cuello. No supieron cuanto se quedaron así, intercambiando tiernos y cariñosos besos. Después de ese lapso indeterminado de tiempo el líder concluyó con un besito en la nariz de Jonghyun y escondió la cara en su cuello. Le daba vergüenza que después de tanto tiempo siguiera sonrojándose con cosas así, como un niño pequeño de secundaria. A Jonghyun eso le parecía exageradamente adorable. 

Se abrazaron sin dejar ni siquiera al aire pasar entre sus cuerpos para ambos caber en el reducido espacio del sofá. Jin Ki hundió la cara en el pecho de Jonghyun, y él le acarició la cabeza, reposando el mentón en su coronilla, con los ojos anegados en lágrimas. Sí, él era un llorón, todo el mundo estaba enterado de eso. Pero era comprensible querer llorar de felicidad cuando se tiene a la persona más perfecta a sus ojos entre sus brazos ¿no? Era una sensación embriagante y tierna al mismo tiempo. Cálida como sus manos. Desde que sintió eso por primera vez estaba seguro que nadie más lo habría sentido en jamás, y por ello no tenía nombre ni descripción con palabras exactas. Amaba sentirse así. 

Después de un tiempo, adoptó el nombre de la persona responsable.

Lee Jin Ki era su sensación favorita. 

— ¿El panadero por fin se dio cuenta algún día de los sentimientos del otro hombre?

— Sí. Al menos eso tengo entendido.

— ¿Y lo siguió queriendo así de intensamente, a pesar de que el panadero era tan idiota y distraído?

Jonghyun dejó escapar su melodiosa risa, conmovido. Lo abrazó aun más fuerte y dobló el cuello para que sus labios le acariciaran su oreja.

— Sí. Más que nada en este mundo.

Notas finales:

Hace mucho dije que jamás escribiría algo ghei...y miren ahora en qué foro estoy XD

¡Espero que les haya gustado! ^A^ ¿Reviews?


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