Lo había perseguido durante días. La primera noche no pudo encontrarlo. En la segunda noche se mantuvo a la distancia. En la tercera noche, lo encontró en las cercanías de Rodorio.
"¿Se te perdió algo?"
Todavía el santo sonaba debidamente irritado. Minos giró hacia él. Simples ropajes blancos de entrenamiento cubrían el cuerpo de Albafica. Casi parecía más impresionante a los ojos del Kyoto, sobretodo porque parecía una belleza desamparada.
Esperar doscientos años... solo para morir comenzando la guerra santa, en las manos de la criatura ante él... Después, todos esos días encerrado en una pintura con su enemigo jurado. Días que parecieron una eternidad...
¿Qué podía argumentar?
La costumbre podía ser mucho más flexible que cualquier otro sentimiento, incluido el odio.
"Sí." Admitió descarado, después de recuperarse, "Tú..."
"Muy valiente, estrella de la nobleza. ¿Qué es lo que quieres?" No parecía sorprendido.
"Sólo quería ver lo que estás haciendo..."
Albafica sólo se apartó continuando su camino.
"¿Y? ¿Qué haces ahora? "Insistió caminando tras él.
"Esperar a que rompan el pacto de paz." dijo sin detenerse, "Y ayudar a fortificar las villas..."
"Pero, ¿Por qué?..." Miró sus alrededores. "¿Quién desearía destruir una villa?"
Albafica giró hacia él, sus ojos estaban llenos de ira.
"¡Tú! ¡Intentaste destruir Rodorio por puro capricho y malicia!"
Al espectro le agradó mucho ver esos ojos llenos de odio, era una sensación tan agradable en su estómago.
Los recuerdos de su primer encuentro...
"No deslices toda la culpa. En última instancia, fue tu culpa..." Le dio a la facilidad relajado. "Si no hubieras sido tan obsesivo protegiendo esa villa, yo no me habría interesado en destruirla."
Albafica llegó al final de su paciencia: "Sólo... Déjame en paz."
"Pero... quiero estar contigo..."Lo siguió por simple impulso interno.
"¿Por qué?" Preguntó en su ira, con algo de curiosidad también.
"Me agrada estar contigo." Admitió... ¿Por qué quiero estar con Piscis?
"¿Y si no me agrada estar cerca de un espectro como tú? " Tiró enojado.
"Oh... pero tendrás que tolerar a este espectro." Sonrió. "Gracias a tu sangre, ahora soy el único que puede resistir tu cercanía." Le recordó. Albafica sólo resopló y siguió su camino ignorando a Minos completamente. Pronto llegaron a un pequeño claro. Las ruinas antiguas rodeaban el lugar.
"¿Qué necesito hacer para que me dejes solo?" Preguntó, mientras lo sentía a su lado.
Con la escasa luz los grandes ojos amatistas resaltaban bajo los flecos plata.
"Bueno, si no me trataras de forma tan hostil quizá no me agradarías. Soy un espectro, ya sabes, entre nosotros ese es el trato normal. Pero, si eres bueno conmigo, te vuelves loco por mi, en resumen: lo veré mal." Sonrió Minos de oreja a oreja.
La mirada zafiro fue inexpresiva por un momento, para después cerrar los ojos y respirar profundo: "Por Atenea..." Frotó sus sienes. "¿Qué hice para merecer esto?"
"Clavarme una rosa en el corazón, quizá... no lo sé." Molestó divertido. "Creo que fue amor a primera vista."
Albafica sonrió con ironía."Amor... un ser como tú hablando de amor... ¡Ja!" Dio un silbido de ira y se sentó en el mármol frío. Griffon encontró el hecho bastante encantador. Tan hermosa criatura... Sin dudarlo, se acurrucó contra él. Olía tan bien.
"¡Basta!"
"No..." Murmuró el Kyoto, hundiendo la nariz en su cuello. "De verdad te quiero."
"Si de verdad es así, deberías respetar mi espacio personal y mantenerte a la distancia."
Minos rió perplejo: "¿Así aman los santos atenienses? Soy un espectro. Mi amor es egoísta y posesivo..." Tiró de Piscis hacia sí mismo, y lo abrazó ceñido. "Quiero que seas mío y sólo mío..."
"Hasta ahora Albafica no ha añadido ni una sola vez que le gusto, o me encuentra atractivo." Pensó Griffon con curiosidad. No estaba seguro del porqué revelaba sus emociones. Sólo sabía que era la verdad y podía decirlo.
Ahora Piscis lo miró tímidamente, aún bajo el calor de sus brazos fuertes: "¿Cómo puedo confiar en tus palabras?"
"Confianza..." Murmuró el Kyoto con el ceño fruncido: "¿Qué tiene eso que ver con esto? Somos enemigos. En algún momento uno de nosotros traicionará al otro de todos modos. Pero hasta que eso ocurra, mi flor solitaria, disfrutaremos el momento... " De pronto, interrumpió la plática con un beso inesperado.
Albafica lo apartó. "Me parece que no tienes una buena perspectiva de esta situación..." Cuando lo miró, algo que no pudo comprender Minos estalló en su interior, sintiéndose muy emocionado de esa mirada triste.
"Podrías demostrarme otra perspectiva..." Sugirió ambiguo.
Albafica frunció el ceño: "Así que... finalmente terminé aquí, contigo... Por lo menos, creo que tengo un deber..."
"Sí... sí.." Suspiró pensativo el platinado, mientras desapercibidamente extendía sus brazos. "Y yo te haré caer poco a poco..."
"¿Qué?"
Dio un grito ahogado de sorpresa e intentó apartar al Kyoto, pero lo había encerrado en sus brazos ya, besándolo apasionadamente.