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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Este capítulo es el más largo de la historia hasta ahora, y ya vamos avanzando en la trama :D

Capítulo 10: Giros

-Oh, joder… -jadeó Kid, apretando la espalda contra los azulejos de la pared para evitar embestir hacia delante.

Después de todo, aquella era la primera vez que Trafalgar Law hacía una mamada, y Kid recordaba lo que le había costado a él controlar los reflejos de su garganta, algo que se había visto empeorado por el crío sin experiencia al que se la había hecho, que se había dejado llevar y casi lo ahoga.

Él no quería hacerle una putada así a Law, además que el moreno estaba demostrando ser un gran alumno a la hora de aplicar lo que Kid ya le había hecho varias veces a él.

Aquella deliciosa lengua hizo otro movimiento y Kid se contuvo como pudo para no apretar el la presa de la mano que tenía en la cabeza de Law.

Una sensación muy conocida comenzó a hacerse notar y Kid gimió, esforzándose por componer una frase coherente.

-Tra-falgar… voy ahhh.

Las manos de Law sostuvieron con más firmeza sus caderas y su boca siguió moviéndose sobre su polla.

Kid bajó la mirada y se encontró con los ojos grises del moreno fijos en su rostro, y comprendió el mensaje que le estaban mandando: adelante, hazlo.

Entre aquella mirada y los inexpertos pero prometedores labios atendiendo su erección, Kid finalmente se corrió, llenando la boca de su compañero, al que apenas sintió esforzarse para tragar su esencia, absorto como estaba en su propio placer, y se dejó caer contra la pared, siendo sostenido por esta y las manos de Law en sus caderas, quien aún seguía lamiendo los últimos rastros de semen de su polla.

Kid movió lentamente la mano que tenía en el pelo de Law, acariciándole la cabeza.

-Desde luego… aprendes rápido.

Finalmente liberando su miembro, Law se echó hacia atrás, todavía de rodillas en el suelo, y le dirigió una sonrisa de suficiencia.

-¿Lo dudabas, Eustass-ya?

-Para nada –aseguró Kid, tirando un poco de su pelo para indicarle que se levantara.

Law lo hizo y el pelirrojo lo besó, con fuerza, sintiendo una curiosa satisfacción al notar su propio sabor mezclado con el que era característicamente Law, y lo apretó contra su pecho, alargando una mano para volver a abrir el chorro del agua.

Después de todo, en teoría estaban dándose una ducha.

--

-¡Eh, Law, Kid! –Gritó Luffy, llamándolos en cuanto entraron en la cafetería-. ¡Nos vamos a la playa! –Exclamó, contentísimo.

Ambos jóvenes se detuvieron y miraron a los demás ocupantes de la mesa en busca de respuestas.

Usopp, Franky, Shachi y Penguin estaban tan emocionados como Luffy, Bepo también parecía emocionado aunque se contenía mucho más que los otros, Nami se encogió de hombros como indicándoles que no había nada que hacer, Zoro y Ace estaban dormidos a pesar del alboroto, Robin les sonrió divertida, Sanji tenía una expresión de pervertido que superaba a cualquier otra que Kid le hubiera visto hasta el momento y Brook, que también estaba allí, parecía dispuesto a unirse a Sanji en sus fantasías acerca de las chicas.

Law simplemente sonrió, aceptando el repentino plan y dijo:

-De acuerdo, pero dejadnos desayunar primero.

-¡Por supuesto! –Exclamó Luffy, para quien era una blasfemia saltarse una comida.

-A la playa, ¿eh? ¿Os importa si llamo a unos amigos? –Preguntó Kid.

-¡Claro, llámalos! –Aceptó Luffy, incluso más emocionado.

-¿Amigos de Kid? Qué miedo… -murmuró Usopp por lo bajo.

-Te he oído, narizotas.

El narizotas en cuestión dio un grito y Kid se alejó de la mesa en busca de un sitio donde poder llamar por teléfono más tranquilo.

Una perversa sonrisa de diversión se extendió por sus labios al imaginarse la reacción de Killer al conocer a esa panda.

--

Cuando Eustass Kid había sido condenado a seis meses de tratamiento psicológico y sus padres habían decidido internarlo, Killer se había visto dividido entre la indignación por el trato injusto hacia su amigo y el impulso de reírse de él por haber acabado en una situación así.

Al ver a Trafalgar Law, porque no podía decirse que lo hubiese conocido en aquel encuentro en el centro comercial, había llegado a la conclusión de que reírse de Kid no serviría de nada, porque entre lo juntos que habían estado cuando los había visto y lo que el pelirrojo le había contado, era obvio que su amigo no se lo estaba pasando precisamente mal en ese lugar.

Cuando hoy Kid lo había llamado para decirle que fuera con Wire y Heat a la playa a encontrarse con él y “los demás” no había sabido qué esperarse exactamente, pero desde luego no eso.

Esta vez Killer había podido conocer a Law, e incluso mantener una conversación con él, y había llegado a la conclusión de que el moreno iba a convertirse en algo mucho más que una aventura rara de Kid mientras estaba internado: por lo que había visto, Trafalgar Law complementaba bastante bien al pelirrojo, teniendo por supuesto su buen número de rarezas propias, y Killer no pudo evitar pensar que hacían muy buena pareja.

Aquella noción le daba un poco de miedo.

El resto del grupo era, cuanto menos, tan peculiar como la pareja, algo que no estaba seguro de cómo catalogar: desde luego, eran mucho más interesantes y soportables que la mayoría de personas a las que Killer conocía y con las que se veía obligado a tratar de forma habitual, pero también eran prácticamente impredecibles.

Cuando el moreno con pecas se había quedado frito en el mar, al rubio casi le da algo pensando que le había dado un corte de digestión o similar, y cuando los demás habían reaccionado diciendo que eso era normal, solo la narcolepsia actuando, y lo habían arrastrado a la orilla antes de volver al agua a jugar no había tenido muy claro qué pensar.

El chico de pelo verde, que parecía ser casi tan violento como Kid, y el rubio pervertido no dejaban de pelearse, y Killer había cometido el error de preguntarle a Law cuál era su problema. El moreno le había explicado con todo detalle la relación más rara de la que había oído hablar en su vida mientras Kid se descojonaba al lado de su novio.

Lo de que ahora Trafalgar Law fuera el novio de Kid lo había sorprendido bastante. Kid había tenido rollos, por supuesto, y bastantes amantes para su edad, pero nunca había mantenido una relación que hubiese durado más de una semana. Hasta ahora.

Por supuesto, los pervertidos babeando con cualquier mujer a la que veían, y el tío del pelo azul con sus bailecitos raros eran desconcertantes, pero el que se llevaba la palma era Monkey D. Luffy.

El chaval era absurdamente simpático, no tenía reparos en decir lo que se le venía a la cabeza aunque fuera algo tan grosero que hasta Kid se controlaría, y tenía la capacidad de atención de un niño de seis años en clase de matemáticas.

Unos gritos lo sacaron de su reflexión segundos antes de que un grupo de adolescentes pasase corriendo por delante de él, dos de ellos con las manos en la cabeza, gritando y algunos tratando de aguantarse las lágrimas.

Killer miró hacia la dirección en que habían venido y no se sorprendió tanto como debería al ver a Luffy plantado en la arena, con las piernas separadas y los brazos en posición de pelear, los puños apretados y con un chico castaño de unos catorce años escondido detrás de él.

El rubio no era el único del grupo que se había girado a mirar qué pasaba, pero ninguno tuvo tiempo de preguntar nada antes de que una furibunda mujer se acercara a Luffy.

-¡¿Se puede saber quién te crees que eres, mocoso?! –Le gritó la mujer-. ¡¿Cómo te atreves a pegarle a mi hijo?!

-¡Se estaba metiendo con mi amigo! –Gritó Luffy, y Killer supuso que por amigo se refería al chico castaño que ahora tenía expresión de culpabilidad, aunque Killer estaba bastante seguro de que ese chico no había estado en el grupo cuando llegaron.

La mujer siguió gritándole a Luffy, el chico defendiéndose también a gritos, hasta que la pelea llegó a un abrupto fin cuando Law intervino, diciendo:

-¿Por qué no se larga, señora? No va a conseguir que se disculpe, y a mí empieza a tocarme los cojones.

La expresión de la mujer, completamente roja de rabia y vergüenza al girarse a mirar a Law, sacó varias risitas en el grupo: y es que el moreno no se había molestado en levantar la cabeza del regazo de Kid o dejar de acariciarle las piernas al hablar.

Cuando la mujer se fue, exclamando algunas cosas nada favorecedoras acerca de los desvergonzados jóvenes de hoy en día, Luffy se rio y dijo, como si nada:

-Chicos, este es Chopper.

Killer se asombró al ver la increíble facilidad con la que los miembros de aquel grupo acogieron al recién llegado.

--

Edward Newgate, más conocido como Barbablanca, era el jefe de policía de la ciudad, quien se había visto forzado a retirarse al trabajo de oficina diez años atrás después de recibir una herida que lo dejó en cama por varios meses. El trabajo de oficina nunca había sido su pasión y nunca lo sería, pero aquello le permitía seguir cuidando de los chicos que allí trabajaban, a quienes no podía evitar ver como a sus hijos. Varios de ellos, de hecho, eran hijos adoptivos suyos.

El hombre se rio al leer la queja que tenía en esos momentos en la mano, puesta precisamente contra uno de sus hijos adoptivos. Al parecer, durante el registro de la casa de una detenida, Thatch había gastado una broma con un sujetador.

Dos golpecitos en la puerta llamaron su atención.

-Pasa, Izo –dijo, reconociendo la forma de llamar de otro de sus hijos, el único lo bastante refinado allí como para molestarse en hacerlo la mayor parte del tiempo.

Izo, vestido de hombre muy a su pesar porque la normativa se lo exigía, entró en el despacho con un informe en la mano.

-¿Eso es de los cadáveres de Drake? –Preguntó Barbablanca, sin poder ocultar lo divertida que le parecía la situación.

X Drake podía ser todo lo buen policía que quisiera, pero era incapaz de ir a ningún sitio sin que sucediera algo. Barbablanca habría pensado que cuando lo llamó diciendo que había encontrado un cadáver estaba bromeando, de no ser porque Drake nunca bromeaba, y cuando el equipo forense llegó al lugar y abrió la bolsa se encontraron con que no había uno, sino dos cuerpos allí dentro.

Por supuesto, que Drake no gastase bromas no significaba que no se las gastasen a él, y lo de encontrarse a dos muertos mientras hacía trabajos comunitarios a los chicos les había parecido una mina de oro.

Izo, bastante serio, asintió con la cabeza.

-Acabamos de identificarlos. No te va a gustar –dijo, tendiéndole la carpeta.

Barbablanca la aceptó, curioso ante aquella actitud, y la abrió, su sonrisa desvaneciéndose en el instante en que sus ojos leyeron el primer nombre en el archivo.

-¿Esto va en serio?

Continuará

Notas finales:

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