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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Sanji me obliga a deciros que le estáis tocando las pelotas con tanto comentario acerca de su relación con Zoro, pero que no os va a atizar porque él no ataca a mujeres o.o

Hala, ya lo he dicho u.ú Dentro capi.

Capítulo editado.

Capítulo 6: Malas noticias

La sala de visitas era un salón enorme lleno de sofás y sillones situados alrededor de mesitas cuadradas, grandes ventanales en una de las paredes y en otra una larga encimera sobre la que había máquinas de café, teteras y una buena variedad de dulces. Realmente, las visitas podían entrar en prácticamente cualquier lugar del centro, pero aquel era un sitio en el que se podía estar tranquilo y hablar.

Al menos ese era el objetivo.

Kid dio otro sorbo a su café, estudiando a su madre por encima del borde de la taza. La mujer había venido, según ella misma había dicho, a ver cómo se estaba adaptando al lugar, y lo había sorprendido al devolverle el teléfono, argumentando que podría necesitarlo si pasaba algo malo.

-¿Cómo lo estás llevando, Kid? –Preguntó ella, nerviosa y con la mirada clavada en su taza de té aún sin tocar.

-No es tan terrible como me había esperado –reconoció el pelirrojo, bajando de nuevo su propia taza.

-¿Y con… ese chico? –Quiso saber ella, seguramente sin recordar el nombre de Law. A Kid no se le había olvidado el comentario que su madre había hecho sobre él el primer día, y por un momento se planteó la posibilidad de decirle que había comenzado una relación sexual con el chico solo para ver su reacción, pero descartó la idea.

-Va bien, mamá. No sé qué te esperas de él, pero no es un loco que vaya por ahí hablando de conspiraciones, extraterrestres o religión como si fuera una especie de mesías. Es un tío bastante decente.

Ella le dedicó una mirada escéptica.

-Dijo que tenía alucinaciones, Kid.

El pelirrojo se encogió de hombros.

-Llevo aquí dos días, no he tenido tiempo de ver demasiado, aunque yo no lo he visto hablar solo ni nada por el estilo.

-¿No? ¿Y entonces qué hace?

-Pues… lee mucho. Tiene la estantería petada de libros y se pasa varias horas al día leyendo. Y pasa bastante tiempo con sus amigos.

También suelta muchas insinuaciones sexuales y tiene alguna manía un poco rara. Pensó Kid, pero no lo dijo en voz alta.

-¿Amigos? –Preguntó su madre, curiosa.

Kid se encogió de hombros.

-Son chicos con algún problema que tienen aquí terapia, aunque ninguno está internado. Pasan aquí casi todo el día.

-¿Has hablado con ellos?

-Pues claro, no pienso quedarme aislado seis meses.

Se notaba que a su madre no le hacía gracia aquello, que seguramente pensaba que el que su hijo se relacionase con personas “inestables” no podía ser bueno para su imagen, pero no dijo nada sobre ello. Hacía tiempo ya que sus padres habían asumido que Kid nunca sería un hijo modelo, que no encajaría con los estándares marcados por su nivel de vida, y que discutir alguna de sus decisiones solamente serviría para que esa decisión cobrase aún más fuerza.

-Hay algo que quería comentarte –dijo ella, insegura.

Y ahí estaba, seguramente la verdadera razón por la que había venido a verlo.

-¿Qué? –Preguntó Kid, sintiendo cómo empezaba a ponerse de mal humor. Si ella estaba nerviosa, entonces no podía tratarse de nada bueno.

-Tú padre y yo hemos hablado… -comenzó ella, dudando- y creemos que no deberías empezar la universidad este año.

-¡¿QUÉ?! –Gritó Kid, levantándose.

La mujer se encogió en su sillón.

-Siéntate, Kid, por favor –le suplicó, mirando a su alrededor y a las pocas personas que allí estaban, que se habían girado al escuchar el grito de Kid.

-No me digas que me siente. ¿A qué coño viene esa gilipollez? –Gruñó, apretando con fuerza los puños.

-La gente habla… y creemos que no sería bueno para tu imagen que empezases a ir a clase mientras estás… aquí –dijo ella en voz baja, su atención aún puesta en la gente de la sala.

-Solo voy a estar en este puto sitio hasta después de Navidad –volvió a gruñir Kid. -¿Me vais a hacer perder un año entero por eso?

Ella negó con la cabeza y se irguió en la silla.

-Tu padre ha dicho que no va a pagarte los estudios este año, y yo estoy de acuerdo con él. La gente debe ver que te tomas en serio la terapia, y así dejarán de hablar de este incidente antes.

-Me importa una mierda lo que piense la gente.

-Pero a nosotros no. Nos estás haciendo daño, así como a nuestra reputación, con tu comportamiento. Este año no irás a la universidad, tómatelo como un tiempo para reflexionar sobre lo que quieres hacer con tu vida.

-Puedo pagármela con mis ahorros –dijo Kid, fulminándola con la mirada.

-Cierto –dijo ella-, pero si lo haces después no te quejes por las consecuencias.

-¿Me estás amenazando?

-No, te estoy avisando.

Kid la fulminó con la mirada antes de girarse y comenzar a andar hacia la puerta.

-Se acabó la visita, lárgate.

Ignorando a su madre cuando lo llamó, Kid salió de la sala y comenzó a avanzar a grandes zancadas por el pasillo, lanzando miradas asesinas a cualquiera que se cruzara con él y asustando a más de una persona. Llegó a su habitación y entró con la intención de liarse a puñetazos con el colchón. Lo que no se esperaba era encontrarse a Law tumbado en la cama, leyendo.

-¿Qué haces tú aquí? ¿No deberías estar con la panda de tarados? –Preguntó, en un tono similar al último que había usado con su madre.

Law dejó el libro a un lado y se sentó.

-Han ido a esperar a Penguin y los demás a la estación, y no me apetecía ir. ¿Va todo bien?

-No –gruñó Kid, acercándose a él. Sin darle tiempo a decir nada más, se inclinó y, llevando una mano a la nuca del moreno, lo besó con fuerza, moviendo sus labios sobre los de este y haciendo que su lengua entrase en la boca de Law, que le devolvía el beso con tanta intensidad como lo estaba recibiendo.

-¿Y esto? –Preguntó Law cuando se separaron.

-Tengo que calmarme o mataré a alguien –dijo Kid, subiéndose en la cama junto a Law.

-¿Tan mal ha ido la visita?

-Básicamente me han prohibido ir a la universidad este año –gruñó Kid.

-Vaya, eso es una cabronada –comentó Law, pasando un brazo alrededor del cuello de Kid y acercándose a él-. No queremos que mates a nadie o las cosas se pondrán aún peores, ¿no te parece?

El moreno lo besó y Kid lo rodeó por la cintura, levantándolo y colocándolo sobre sus piernas. Kid pasó las manos por la espalda de Law, acariciándola por encima de la ropa antes de llegar al borde la camiseta que llevaba y meter las manos bajo esta, pasándolas ahora por sus costados. Law gimió en el beso y comenzó a devolver el gesto, bajando las manos por el pecho cubierto de Kid en busca de una entrada.

Pero ese día Kid no estaba para juegos, así que, sujetando a Law de la cintura, les dio la vuelta en la cama y se colocó sobre él, rompiendo el beso en el proceso. Una de las manos del pelirrojo bajó al trasero de Law y lo apretó.

-Ayer me quedé con unas ganas de metértela… -dijo Kid, bajando a besar el cuello de Law y llevando las manos a la bragueta del pantalón de este.

O lo habría hecho si las manos de Law no lo hubiesen sujetado de las muñecas.

-¿Se puede saber qué coño haces? –Gruñó el pelirrojo, levantando la cabeza para mirarlo.

-No esperarás en serio que vaya a abrirme de piernas sin más, ¿no? –Dijo Law, tratando de apartarle las manos, pero Kid se resistió y se quedaron donde estaban.

-¿Y por qué no? Tú empezaste este juego.

-Eso no significa que vaya a dejarte saltar a la última casilla directamente.

-¿La última…? ¡Oh, venga ya! ¿Vas a volverte un mojigato ahora? –Volvió a gruñir Kid-. Déjate de gilipolleces.

El pelirrojo se soltó del agarre del moreno y bajó de nuevo al cuello de Law. Entonces sintió una rodilla contra su entrepierna.

-Apártate, Eustass-ya, o no podrás usarla en una buena temporada.

A regañadientes, Kid se apartó y se quedó arrodillado en la cama, fulminándolo con la mirada.

-Eres un capullo. ¿Se puede saber a qué viene esto ahora?

Law se sentó y se apartó un poco de Kid.

-Ya te lo he dicho: no quiero pasar directamente a follar.

Kid soltó un bufido.

-Joder, ni que fueras virgen.

Law le dirigió una mirada muy molesta.

-¿Algún problema si lo soy?

Kid parpadeó, miró a su compañero, y volvió a parpadear.

-¿Estás de coña?

-No –dijo Law, levantándose de la cama y yendo hacia la puerta.

-¿A dónde vas? –Preguntó el pelirrojo, poniéndose en pie también.

-A dar una vuelta –dijo Law, cerrándole la puerta en las narices a Kid cuando este fue a seguirlo.

Kid se quedó ahí plantado un momento, mirando la puerta desconcertado antes de fulminarla con la mirada, darle una patada a la pared e irse cabreado a su cama.

Jodido imbécil. ¿A qué ha venido esa gilipollez después de lo del baño?

-Virgen mis cojones –masculló, quitándose los zapatos de un par de patadaa y lanzándolos contra la pared.

Continuará

Notas finales:

Sí, tenía que hacerlo :D

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