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Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Hoy actualizo ambas historias :)

Oh, vais a matarme…

Por cierto, ya tenemos review número 50: CarisMai, te ha tocado ^-^ Ahora soy yo la que te debe un one-shot xD

Capítulo editado.

Capítulo 9: Descubrimientos

Zoro estaba tumbado en la cama en silencio observando cómo Sanji, sin decir nada tampoco, recogía su ropa del suelo e iba vistiéndose a toda prisa.

-¿Ya te vas?

-Esto ha sido un error, no volverá a pasar –dijo el rubio, sin mirarlo.

-Si tú lo dices…

La primera vez que Sanji había dicho eso, Zoro realmente se lo había creído, incluso lo hizo la segunda vez que lo dijo, pero ahora ya no era más que otra parte de su extraño ritual, y Zoro había aprendido que era mejor no contradecirlo. Después de todo, cuando lo hacía, eso parecía darle fuerzas al rubio para mantenerse alejado por más tiempo.

Y es que aquel era un ciclo que se repetía desde hacía meses.

Sanji aseguraba que solo le gustaban las mujeres y que se acostaba con Zoro para controlar un poco sus problemas, para evitar ser tan pervertido con ellas, no asustar a algunas, y así poder seguir siendo un caballero. Para Zoro aquello era un montón de mierda sin sentido alguno: Sanji era un mujeriego pervertido al que, por alguna razón, el hombre de pelo verde le atraía, y se había inventado aquella gilipollez para justificarse sin poner en peligro su masculinidad.

El caso era que follaban, después Sanji se iba asegurando que no volvería a pasar, el resto del tiempo lo pasaban discutiendo y al cabo de una semana volvía para follar de nuevo, algunas veces diciendo que era por su “tratamiento” y otras, como la noche anterior, sin dirigirle ni una sola palabra.

A Zoro le sacaba de quicio, pero sabía que si decía algo solo conseguiría que el rubio se alejase más de él, negando cualquier cosa que le dijera.

La última vez que le había dicho a Sanji que aquel “tratamiento” suyo era una gilipollez el rubio había aguantado un mes entero antes de venir a su casa de nuevo.

-¿Comemos algo? –Preguntó Zoro, incorporándose en la cama.

Sanji se detuvo.

-¿Qué?

-Son las doce, me muero de hambre y me juego el culo a que tú también –Zoro se abstuvo de mencionar por qué tenía tanta hambre, sabiendo que eso lo haría salir corriendo-. Hoy no trabajas, ¿no?

-No, es mi día libre.

Zoro se levantó y comenzó a vestirse él también.

-No tengo gran cosa en la cocina, pero así a lo mejor hasta me puedes demostrar eso que te empeñas en decir de que eres un gran chef –lo picó.

Sanji lo fulminó con la mirada.

-Voy a hacer que gimas de placer con lo que voy a cocinar, musgo con patas.

Zoro tuvo que morderse la lengua para no decirle que para hacerlo gemir no necesitaba cocinar nada.

--

Kid salió de su visita con Crocus, un psicólogo bastante decente y un gran alivio después de conocer al imbécil de Caesar, y se fue en busca de alguien con quien pasar el rato. Preferentemente cierto moreno con pendientes, a solas y en algún sitio aislado.

Encontrar al moreno en cuestión no fue difícil, pero por desgracia para Kid no estaba solo, y la situación en que estaba le hizo parar en seco.

Law estaba con otros tres chicos a los que Kid recordaba haber conocido un par de días atrás, aunque entonces no había hablado con ellos más que para saludarlos y después se había limitado a observar cómo interaccionaban con el resto del grupo, demasiado conmocionado tras su primera exposición a Franky como para poder pensar nada que decir.

Aquellos tres eran bastante fáciles de reconocer, Bepo con enorme tamaño y el pelo rubio casi blanco que, acompañado de su expresión afable, lo hacía casi parecer un rarísimo oso de peluche gigante. Penguin y Shachi, con sus gorros, también eran fáciles de identificar. Sobre todo porque Penguin llevaba su nombre escrito en el gorro.

Los cuatro estaban tumbados en el césped, y Law estaba recostado contra el chico de pelo claro.

-¡Eh, Kid! ¿Qué haces ahí parado?

El pelirrojo se giró y vio a Ace, sin camiseta como solía ser su costumbre, acercándose a él.

-¿Y tu sombra? –Preguntó el pelirrojo, al no ver a Luffy por ninguna parte.

El chico se rio.

-Se ha ido con Usopp a ver no sé qué invento nuevo de Franky. No me he enterado mucho, la verdad.

Kid pensó que, sabiendo lo que sabía de Franky y sus inventos, él tampoco quería enterarse demasiado de qué iba.

-¡Anda, mira quién está ahí! –Exclamó Ace, y se fue hacia el grupo del césped-. ¡Eh, chicos!

Encogiéndose de hombros, Kid decidió seguirlo.

-Ace, tío, ¿otra vez en bolas? –Saludó Penguin.

-No me compares contigo, yo llevo pantalones –se defendió el chico con pecas, tirándose en el suelo junto a ellos-. ¿Os acordáis de Kid?

Los tres chicos que habían estado con Law miraron al pelirrojo, y este se sintió incómodo por un momento, como si lo estuvieran evaluando, antes de decidir que le daba igual y sentarse él también en el suelo.

-Más o menos, nos presentaron cuando volvimos –dijo Shachi, y entonces se giró a mirar a Law. - ¿Sabes? Aunque los tíos no me van, entiendo qué le ves.

-¡Oye! –Rugió Kid, y Shachi retrocedió.

-¡Uoh, no me muerdas! –Exclamó, alzando las manos frente a su pecho.

Kid lo fulminó con la mirada.

-No te alteres, Eustass-ya, que los asustas –habló Law en tono tranquilo, y Kid se dio cuenta de que, si Shachi se había sobresaltado, Bepo parecía muerto de miedo y probablemente la única razón por la que no se había alejado era que Law seguía usándolo de almohada.

-Vale, joder, ni que me los fuera a cargar o algo.

Law sonrió de una forma que le dio a entender a Kid que aquello no le sorprendería, Ace comenzó a reírse y los otros tres no parecieron calmarse lo más mínimo con ese comentario.

-Desde luego, no me extraña que estéis liados –le dijo Penguin a Law, y esta vez el moreno se rio.

Se quedaron en silencio, todos tirados en la hierba mirando al cielo, hasta que escucharon un potente rugido.

-Ace, si tienes hambre solo tienes que decirlo –dijo Penguin.

--

La cafetería por la tarde era un lugar mucho más tranquilo que a la hora de las comidas, con muchas menos personas ocupando las mesas y hablando entre ellas. O lo habría sido de no ser porque Ace estaba devorando, de forma bastante ruidosa, una insalubre cantidad de comida como era su costumbre.

Kid se sorprendió al descubrir que se había habituado a aquellos modales en la mesa y que, aún más, los suyos propios se habían modificado para adaptarse a los de la gente que lo rodeaba. Podía imaginarse las caras de espanto que pondrían sus padres si lo vieran comer sin la servilleta en el regazo como le habían inculcado y, peor aún, hablando con la boca llena.

Tendría que hacerlo en casa.

-¿Entonces, vosotros dos sois novios? –Preguntó Bepo, haciendo un gesto con el tenedor hacia Kid y Law, que estaban sentados el uno junto al otro frente a él.

El silencio se hizo en la mesa, todos pendientes de la respuesta.

Kid y Law se miraron sin saber qué decir.

-La verdad es que no hemos hablado de eso –respondió finalmente el moreno.

-¿Os acostáis juntos y no habéis decidido si sois novios o no? –Preguntó Ace, incrédulo, antes de reanudar su merienda.

-Técnicamente aún no nos acostamos, Portgas-ya –lo corrigió Law.

El pirómano le lanzó una mirada escéptica.

-Estamos en ello –le aseguró Kid, sonriendo ampliamente.

-¿Pero sois novios o no? –Preguntó ahora Penguin.

Volvieron a mirarse, encogiéndose de hombros prácticamente al mismo tiempo.

-Sí, supongo que somos novios –decidió Law, y Kid asintió.

-Creo que es el principio de una relación más cutre que he visto en mi vida –comentó Ace entre hamburguesa y hamburguesa, y tuvo que agacharse para esquivar el salero que le tiró Kid.

--

Trabajar en una obra era una de las ocupaciones más aburridas que podía tenerse; trabajar en una obra en verano era una puñetera tortura. Sino que se lo preguntaran a Drake.

X Drake era un oficial de policía que, por culpa de un estúpido incidente deteniendo a unos criminales que había acabado con estos en el hospital, se había visto condenado a dos meses de trabajo comunitario y no se les había ocurrido otra cosa más que mandarlo a limpiar detrás de unos obreros. Al menos él no tenía que levantar pesos, subirse a los andamios y demás como los desafortunados obreros. El que más suerte tenía era el de la excavadora, que dentro de la cabina por lo menos contaba con aire acondicionado.

Drake estaba vaciando otro cubo de basura, el quinto en lo que iba de mañana, en el contenedor cuando escuchó gritos viniendo de la obra y, tirando el cubo al suelo sin pensar que luego tendría que recogerlo, salió corriendo hacia allí.

Cuando llegó se encontró con las máquinas paradas, el operario de la excavadora fuera de la cabina vomitando, y casi todos los demás hombres agolpados alrededor del agujero.

Drake se acercó también y, abriéndose paso entre los fascinados obreros, llegó al borde del hoyo, donde se asomó a mirar e, inmediatamente, sacó su teléfono y pulsó el primer número en marcación rápida.

-¿Jefe? Sí, sigo aquí. No, no… Acabamos de encontrar un cadáver. Sí, en serio –habló el hombre por el altavoz, volviendo a abrirse paso entre la gente para alejarse del agujero donde iban a ir los cimientos del edificio, en el que ahora era visible una enorme y rasgada bolsa de basura negra de la que había salido rodando un cráneo humano.

Continuará

Notas finales:

Y tenemos un giro argumental :D

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