Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando la normalidad falla por Mai_Kusakabe

[Reviews - 193]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Vuelvo a actualizar antes de hora. No pensaba hacerlo, pero veo que sigue habiendo algo de confusión con respecto al centro, así que espero que en este capítulo ya se aclaren las cosas.

Por cierto, me han preguntado por Marco, y he pensado que debería deciros que aún va a tardar unos cuantos capítulos en aparecer.

Capítulo editado.

Capítulo 3: Un poco de información básica de unos y otros

Durante la cena, Kid había conseguido bastante información de los que rápidamente estaban ganando puntos para convertirse en sus nuevos amigos.

Al parecer, esa institución tenía una especie de “becas” para gente con pocos recursos económicos y necesidad de asistencia, otra de esas excusas que utilizaban los ricos para dar la impresión de ser caritativos y filántropos, y Nami era beneficiaria de una de ellas. La chica venía de una familia muy pobre así que, aunque no estaba internada a tiempo completo en el centro, aprovechaba para hacer allí todo lo que pudiera ahorrarle algo de dinero a su madre, como comer o ducharse. También aprovechaba para darse caprichos que de otra forma no podría permitirse, en especial frecuentando el spa del lugar.

Ace y Luffy eran hermanos adoptivos, criados por el abuelo de Luffy que había sido amigo del padre de Ace. Por lo que había oído de él no le extrañaba que los hermanos fueran tan raros: ese hombre daba miedo. Ace, tal como su hermano pequeño había dicho, tenía un problema con la piromanía, algo que estaba tratando de controlar estudiando química para después trabajar de algo que le permitiese incendiar cosas de forma controlada y legal. Del problema de Luffy seguía sin saber mucho, solo algunas anécdotas que le hacían pensar que el chico era demasiado confiado, literal y bestia para su propio bien.

Usopp parecía incapaz de contar algo sin mentir de una forma u otra, haciéndolo tan bien que, de no ser por la inverosimilitud de muchas de sus historias, sería prácticamente imposible diferenciar si lo que estaba diciendo era verdad o no. Aunque por muy bien que mintiera a Kid no iba a convencerlo de que se había enfrentado a un dragón que escupía veneno cuando tenía diez años.

El tal Zoro, por lo que le habían contado, parecía tomarse muy en serio el tema del honor, algo que a Kid le inspiraba respeto, y se había metido en peleas muy gordas cuando lo enfadaban, engañaban o le hacían algo a uno de sus amigos, así que iba allí a terapia de control de la ira. Como había dicho Nami, más o menos como el caso de Kid.

Bepo llevaba años yendo allí a terapia por problemas de depresión, y hacía relativamente poco, cuando cumplió la mayoría de edad, que le habían diagnosticado el trastorno maníaco-depresivo. Entre otras cosas, Law le había contado que Bepo había sido su primer amigo, y Kid se preguntó exactamente cuánto tiempo llevaba allí Law.

De los demás había preferido no saber nada concreto, no creía que saber las historias de unos pervertidos fuese necesario, por mucho que todos insistieran en lo majos que eran y en lo bien que le iban a caer. Aún así sabía que Franky era astillero, Shachi estaba estudiando una ingeniería, Penguin estudiaba meteorología con Nami y Sanji era el segundo chef de, ni más ni menos, el famosísimo restaurante Baratie. Se preguntó brevemente cómo reaccionarían las señoras del círculo de su madre si se enteraban de que uno de los chefs de su restaurante preferido era un pervertido. Kid decidió que, si llegaban a saberlo, quería estar presente para ver las reacciones.

A pesar de haber empezado a cenar bastante pronto, terminaron a las diez, cuando llegó la hora de cerrar para los que no iban a pasar la noche en el centro y vinieron a echarlos.

El único que se quedó allí, además de Kid, fue Law.

Decidiendo no participar en ninguna de las actividades que se organizaban de noche y sin ganas de dar una vuelta por el jardín o algo por el estilo como otros pacientes hacían, los dos jóvenes habían ido a la habitación que compartían y ahora Kid tenía sus dos maletas abiertas sobre la cama, y estaba repartiendo los contenidos de estas entre los muebles de la mitad de la habitación que le habían asignado.

Levantó la cabeza un momento de la ropa que ocupaba una de las maletas para mirar a su compañero. Law estaba tumbado en su cama, sobre la colcha, se había quitado los zapatos y leía atentamente un libro sobre Neuroanatomía.

Curioso ante la extraña, y para él pesada, elección en el material de lectura, Kid estudió con más atención la parte de la habitación que era de Law. La estantería estaba llena a rebosar de libros de todas las formas y tamaños, y Kid se fijó en que muchos de ellos parecían ser de medicina, aunque también los había de temas muy variados: desde matemáticas hasta novelas de fantasía. En el escritorio había un ordenador portátil apagado, acompañado de otros tantos aparatos electrónicos, un par de libros más, una libreta cerrada y un estuche.

Aunque la puerta del armario estaba cerrada, el moreno tenía varias prendas de ropa fuera de este, además de los zapatos que acababa de quitarse: una sudadera amarilla con las mangas y la capucha negras colgada de uno de los ganchos junto a la puerta, un albornoz de baño dejado caer sobre el respaldo de la silla y un pequeño montón de ropa sucia en una esquina junto al armario. Sobre una cómoda, Kid se fijó con algo de humor, había una de esas máquinas caras de café, acompañada de un montón de cajas con cápsulas para preparar dicha bebida de muchas formas distintas y varias cajas de infusiones. En el suelo junto al mueble había una garrafa de agua, de las de cinco litros, y varias botellas junto a esta.

Sobre la mesita de noche Law tenía un libro gordísimo que podría haber pasado por un diccionario, una botella de agua de medio litro y una tableta de chocolate.

Kid no pudo contener la curiosidad.

-¿A qué viene la obsesión con la medicina? –Preguntó, ocupándose en seguir colocando la ropa para aparentar la mayor indiferencia posible. Si algo podía decir de las habitaciones es que al menos eran grandes y los muebles tenían una capacidad decente.

-Es lo que estudio –respondió Law, sin dejar de leer.

Aquello aumentó la curiosidad de Kid.

-¿Puedes?

Esta vez Law se rio y, dejando el libro a un lado, se sentó en la cama.

-Esto no es una cárcel, Eustass-ya. O, al menos, no del todo.

Decidiendo dejar las maletas para más tarde, Kid fue al que ahora era su escritorio, sacó la silla y se sentó mirando al moreno.

-¿Qué quieres decir? ¿No te tienen aquí encerrado?

Law se encogió de hombros.

-Estoy interno aquí, sí, pero no es debido a ninguna clase de sentencia. Los únicos que están en un régimen que podríamos definir como “carcelario” son aquellos que han cometido algún delito grave. Ni siquiera tú, que estás aquí por orden del juez, estás “encerrado” del todo: mientras vayas a las terapias individuales, como mínimo, y estés aquí para el toque de queda, que es cuando han echado a los otros, puedes salir y entrar a voluntad.

-No me han dicho nada de eso –dijo Kid, recordando que en su conversación con Nico Robin la mujer solo le había hablado de las diferentes terapias optativas y actividades, además de la terapia individual obligatoria y la visita mensual con el psiquiatra, a las que podía asistir.

Law le dedicó otra sonrisa.

-Creo que te has ido antes de que a Robin le diera tiempo a explicártelo.

Kid también sonrió. Cierto, se había ido nada más firmar el último de los papeles, ansioso por perder de vista aquel despacho y a su madre.

-¿Entonces vas a la universidad?

-No. Estudio por mi cuenta.

Kid le dedicó una mirada extrañada.

-Así dudo que vayas a poder ejercer.

La sonrisa de Law creció al mismo tiempo en que se torcía, y Kid tuvo la distintiva impresión de que, además de la evidente mofa que transmitía, también tenía un aire de tristeza, resignación y amargura.

-No es como si fuese a poder hacerlo de sacarme la carrera, tampoco.

Kid fue a preguntarle a qué se refería, pero entonces Law se puso en pie y cambió de tema:

-Bueno, te dejo a lo tuyo. Voy a ver si consigo que Robin me abra la biblioteca.

Y, sin esperar respuesta, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí y dejando a Kid solo con sus pensamientos.

-¿Qué coño ha querido decir? –Se preguntó en voz baja, sin moverse de la silla.

Lo primero que se le ocurrió a Kid fue que se había referido a lo de las alucinaciones que le había dicho a su madre en el despacho de Robin, pero el pelirrojo sabía que muchos esquizofrénicos, si es que eso era lo que padecía Law, podían seguir trabajando normalmente, o al menos casi normalmente, y que por lo tanto no podía ser el motivo.

Además, ahora que lo pensaba, ¿qué coño hacía Trafalgar Law interno allí? La mayoría de gente interna en esos sitios era, como el propio Kid, por intervalos determinados de tiempo ordenados por un juez, pero el propio Law le había dicho que esa no era la razón. Desde hacía años, la mayoría de “enfermos mentales”, o como fuera que los llamasen, no estaban metidos de forma permanente en ningún sitio, sino que, como Ace y los demás que había conocido, pasaban allí algún tiempo del día y tenían sus vidas normales, pero Law estaba allí y, por lo que había podido deducir de las conversaciones en la cena, lo había estado por algún tiempo.

Kid se había fijado, y ni una décima parte de la gente de la cafetería se había quedado cuando la chica rubia aquella, Kaya creía que se llamaba, había venido a avisar de lo que ahora sabía que era el toque de queda y, por tanto, la hora de irse de los que no pasarían allí la noche.

Levantándose y volviendo a seguir sacando sus cosas de la maleta, Kid se preguntó una vez más cuál era la razón para que su compañero de habitación estuviera allí.

Alucinaciones o no, Trafalgar Law le había parecido una persona altamente funcional.

Continuará

Notas finales:

Bueno, ¿me dejáis un review? :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).