Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Y mataron al gato... por Yuu-sama

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ñahhh... siento si no es de su agrado, pero era necesario para mí colgarlo.

Ya saben: es de esas ideas que, una vez que pasan por tu mente, no dejan de joderte ni te permiten hacer otras cosas. Ciertamente necesitaba desbloquearme, y esta porquería lo estaba haciendo.

Ni yo estoy contenta con el resultado, pero si sacando esto de mi atormentado cerebro posteriormente puedo hacer algo más, pues valdrá la pena (supongo, espero). Y siendo sincera, me picaba la idea de volver a Sasu-chan un fudanshi. Lo siento si no hay mucho NaruSasu, pero no pude sacar más.

Además, cierta personita muy criticona me aconsejó que comenzara a ir desplazando poco a poco los diálogos y me centrara lo más posible en la narración. El resultado es una basura (pero por lo menos salió cortita), así que continuaré practicando con cositas así.

Busco retroalimentación de su parte también, lindas, hermosas, chulísimas lectoras. Así que espero se pongan más severas y malvadas que el mismísimo Fugaku y me destrocen con críticas y tomatazos —nada más sin groserías que, aunque no lo crean, soy sensible—.

Disclaimer: los personajes aquí mencionados pertenecen a Kishimoto.

¿Dedicatorias? No siento que haya ser en el universo que merezca tal humillación. Así que nup.

Y mataron al gato…

Capítulo Único

.

.

.

Suspiró con pesadez y dejó caer la cabeza contra el teclado de su computador: estaba completamente agotado. Gimoteó con fastidio y comenzó a negar con la cabeza, escribiendo sabrá Dios qué cosas en el documento de Word abierto, estirando los agarrotados músculos de su cuello y espalda con movimientos robóticos y acompasados. 

¡Los docentes estaban definitivamente fuera de sus cabales —o tal vez sentían cierta inclinación por el sadismo—! ¿A quién (quiénes, que era todavía peor) en su sano juicio se le ocurría dejar el enorme (importantísimo recalcar esta palabra) proyecto final una semana antes de los exámenes ordinarios? ¡Si hasta él, el genio Uchiha Sasuke, estaba hecho un lío con tanto trabajo acumulado!

Gruñó con enfado, prometiéndose anotarlos a todos y cada uno de ellos en su adorada lista de futuras venganzas; mas, haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad —y la energía del café negro que tenía a un lado—, se forzó a terminar de una maldita vez todos sus estúpidos deberes. Borró las dos páginas de sucesiones de letras y signos sin sentido que desfilaban por su monitor, para ulteriormente obligar a sus torturados dígitos a terminar con octava tarea que había hecho en el día (porque además los muy malnacidos habían seguido dejando trabajos), para finalmente darse el lujito de irse a dormir antes de las doce de la noche.

Ahora comprendía por qué su hermano tenía esas ojeras…

Cuando iba por eso de la mitad, su cerebro estaba tan embotado y sus ojos tan llorosos que apenas podía entender qué mierda estaba escribiendo, así que tomó la resolución dejar por un momento sus menesteres y descansar unos minutos. Últimamente su visión estaba fallando mucho…

Se acomodó lo más cómodamente que pudo en su silla giratoria, cerrando sus enrojecidas orbes y dejando escapar una prolongada exhalación de placer y alivio. Procuró vaciar su mente, pero después de unos cuantos segundos, se encontró a sí mismo rememorando qué había sido de él en toda la semana y algo inevitable pasó.

Su pálida tez se tornó en un brillante color amapola y un sudor frío le comenzó a recorrer el cuerpo, dándole un aspecto nacarado. Había intentado aplazar el momento de la verdad lo más posible y había hecho de todo para lograrlo: incluso, cuando llegó el momento, había adorado con todo su ser a sus despiadados maestros, pues había considerado que con sus encargos no tendría tiempo de pensar ni en respirar.

Se enderezó en su asiento y escondió la cara entre sus manos, avergonzadísimo. ¿Por qué le tenía que ocurrir precisamente a él? ¿Por qué Naruto tenía que haber salido con “eso” en el momento menos indicado —aunque no era como si Sasuke considerara que había un momento “idóneo” para ello—? Es decir, dos semanas atrás, estaban la mar de bien, ¡pero el muy idiota debía de arruinar todo con esas confesiones raras!

Si eso era posible, su cara se encendió incluso más, recordando el preciso instante en que el Uzumaki le había dicho con voz firme y segura: «Me gustas». No siendo eso suficiente, se le había echado encima como una pantera, frustrando su intento de retirada (un Uchiha nunca huye como un cobarde) para poder analizar más “objetivamente” la situación. Y para ponerle la cereza al pastel, habían terminado —no sabía ni cómo— en uno de los muchos cuartos de conserjería, con la lengua del contrario hasta la campañilla y unas manitas indecorosas tocando lo que no debían.

El moreno había soportado esto con mucha resignación —no es como si le hubiera gustado ni nada por el estilo: sólo lo hacía porque el blondo era su amigo—, pero su paciencia se esfumó con la velocidad del rayo cuando una extremidad del rubio estrujó con mucho ímpetu una de sus posaderas, ¡por debajo de la ropa! Le había entrado tal furia (un Uchiha nunca tiene ataques de pánico) que tomó un trapeador lleno de lo que creía eran chinches, y lo estrelló con todas sus fuerzas en la cabezota del cabezota, dejándolo inconsciente, y marchándose “dignamente” inmediatamente después.

Había estado evitando al ojigarzo toda esa semana y la anterior, reticente a escuchar cualquier cosa extraña que éste pudiese decirle. Más que nada, era por miedo a que… algo entre ellos pudiera cambiar. No tenía ni idea de qué, pero sentía que si encaraba a su mejor amigo, nada volvería a ser como antaño.

Se quejó con aflicción y volvió a dejarse caer en su silloncito, tratando infructuosamente de espantar la confusión y… ¿remordimiento? que le carcomían las entrañas. Cuando iba por la parte más importante y dramática de su auto-consuelo, un pensamiento insólito hizo aparición:

¿Cómo lo hacían dos hombres?

No es que le interesara, pero si hubiera permitido que el otro hubiese continuado con lo suyo… ¿cómo hubieran terminado? No sabía demasiado del tema de las relaciones sexuales; si le habían dado “la plática” dos años atrás, era porque sus padres estaban preocupados de que a sus quince primaveras todavía pasara de las mujeres como de las golosinas —que las verduras a él siempre le habían gustado—. Su un tanto asexual personita nunca había tenido la necesidad (repugnante, en su opinión) de ver féminas en pelotas, contorsionándose o con juguetitos, así que en su vida había investigado sobre eso.

Tal vez por eso le entraba esa curiosidad malsana… ¡Sí, eso era! Sus hormonas seguro habían aflorado un poco tarde y esto, aunado a la tan peculiar situación en la que Naruto le había metido, había causado su repentino interés por “esas cosas”. ¡Si era lógico! Lo que le sucedía era enteramente normal, así que no estaría mal que echara una ojeadita para satisfacer su… sed de conocimiento.

Una vez que formuló una justificación más o menos decente para su manera de actuar, volvió a colocar su silla giratoria frente a su escritorio, donde estaba su computador, y abrió su navegador preferido. Frunció el entrecejo ante el dilema de si debía o no usar la navegación privada, mas después de unos segundos decidió que era lo más apropiado —después de todo, algunas veces su hermano tomaba “prestada” su computadora— y deslizó con habilidad sus dedos por el teclado, escribiendo en el buscador: «Relaciones entre hombres».

Salieron muchas entradas, pero la mayoría de ellas eran páginas que defendían la homosexualidad o que, al contrario, exponían el porqué de que las prácticas de esa índole eran poco saludables e inmorales; había además estudios psicológicos, qué debía hacerse en caso de que se deseara adoptar, en qué países era legal el matrimonio gay, etcétera. Gruñó con fastidio, puesto que no era eso lo que estaba buscando (también porque no sospechaba que en un futuro tal vez no muy lejano podría necesitar leer todo eso), y agregó un “xxx” a su búsqueda.

Entró a unas de las primeras web que aparecieron, sin detenerse demasiado a observar las otras, puesto que le daba algo de pena. La pantalla se volvió totalmente negra, para luego relucir en letras plateadas un saludo de bienvenida a los visitantes: había entrado a un foro. Con la garganta seca y las sienes palpitando del nerviosismo, Sasuke presionó Enter y comenzó a fisgonear por el lugar copiosamente.

Había una gran cantidad de información y entradas; más de diez mil usuarios conformaban aquel sitio, y se reunían en ocupaciones muy… variadas. En aquel paraje se hallaba de todo: libros, películas, mangas, doujinshis, animes, completamente de temática “chico/chico”. Entonces se topó con un comentario de letras grandes y color rosa fosforescente,  en el que un usuario recomendaba un enlace con gran efusividad:

«¡Mis amores, tienen que entrar a ver este OVA! En verdad que es el mejor que he visto en mi vida (y he visto muchossssssss~). ¡Sasami es taaaannn…! *babas* ¡Pero la mejor fue la escena de la oficina! En serio, véanlo: NO SE VAN A ARREPENTIR».

Conectó sus audífonos y enarcó una ceja con escepticismo, pero decidió darle una oportunidad a esa mujer algo demente —porque era mujer, ¿verdad?— y abrió el dichoso link. Lo redirigió a un video no muy largo (de cuando mucho treinta o cuarenta minutos) en YouTube, el cual comenzó a ver con el corazón en un puño y casi pegando sus respingadas narices contra la brillante pantalla.

Se trataba de un drama bastante cliché, donde dos chicos que habían sido amigos de toda la vida, de esos que son como pañuelo y mocos, se separaban por causas familiares y se reencontraban muchos años después; se despidieron con la cursi y exageradamente dulce y emotiva promesa de volverse a ver.

Resultaba que uno de ellos, Kyosuke, se había mudado a Tokyo para concluir sus estudios; mientras que Sasami permanecía en su ciudad natal, Sapporo, donde permaneció hasta su adultez.

Al caer su madre enferma de una severa tisis, decidió trasladarse a la capital para trabajar y ganar más capital para sustentar a su madre indispuesta y a su padre ya no tan joven. Por distintas conspiraciones hechas por el destino y los escritores, terminó trabajando en una empresa en la que, curiosamente, su anterior mejor amigo era el jefe, llevándose ambos una sorpresa.

No comprendía cómo (ni por qué), pero repentinamente esos dos eran como gemelos siameses y despedían amor y estupidez por todos los poros, para que luego Kyosuke se mostrara como un cabrón indiferente; cuando se reconciliaron, apareció de quién sabe dónde una prometida bellísima y un contrato multimillonario con la familia de la tipa, lo cual volvió a dejar su relación pendiendo de un hilo; entonces la susodicha mujer, llamada Junko, y Sasami se convertían en rivales por el amor de “Kyo-kun”, y cinco cambios de escena después, actuaban como amigos-confidentes y ella alentaba a la relación entre ambos varones.

La historia avanzó demasiado rápido para su gusto, pero terminó por sentirse apegado a la misma, emocionándose, frustrándose, enojándose y soltando una que otra palabra malsonante cuando los protagonistas actuaban como unos estúpidos obstinados y se complicaban todo innecesariamente. Para el término del filme, estaba actuando como una pequeña fangirl; pero todas sabemos que un final no es final sin un poco de…

Exacto: lemmon.

Era verdad que había entrado a una página de género yaoi con el inamovible propósito de ver eso desde un comienzo, pero cuando el gran acontecimiento llegó, le tomó con la guardia baja. Desde el primer beso que se dieron, sintió como su cara adquiría un furioso rubor, pero mantuvo los ojos fijos en todo momento en el monitor. Minutos después, no pudo evitar soltar un gemido involuntario de dolor al ver como Sasami se introducía de golpe entre las nalgas del empresario y sodomizaba brutalmente contra el escritorio al pobre Kyosuke —lo cual le pareció raro: había creído que el último iría “arriba” llegado su momento—.

El azabache no cesaba de soltar exclamaciones horrorizadas de «¡Oh, por Dios!», «¡Esto debe ser ilegal!» y «¡Ouuuh!» ante cada nueva estocada que presenciaba vía On-line; pero contrario a lo que muchos creerían, permaneció como pegado al asiento, observando con la cara roja y los ojos brillantes cada movimiento.

—Sasuke. —Pegó un salto y apagó su monitor como un acto reflejo. Itachi, que había abierto la puerta de golpe, le interrogaba con la mirada desde el umbral de su habitación—. Pasa de la media noche y aún sigues en el ordenador, ¿qué tanto estás haciendo?

—Yo… —balbuceó con desasosiego, puesto que aún podía oír los bufidos y gemidos por los auriculares—, estaba terminando unos… —«¡Maldita sea, idiota, no pares!»—, proyectos que me dejaron en el colegio pero son tan largos y pesados que… —«¡Me la estás tragando tan…!»—. ¡Y m-muero de sueño! —chilló avergonzado, pero al darse cuenta de su desliz al actuar tan histéricamente, se puso todavía más nervioso. Intentó corregir su error simulando un perezoso bostezo.

El prodigio de la familia Uchiha levantó su ceja derecha (la fatal) y frunció, poco convencido, sus finos labios. Resolvió que cualquier cosa que estuviese haciendo su estúpido hermano menor podía descubrirla luego: después de todo, tener sus contactos en la compañía que les contrataba el Internet y el cable tenía ciertas ventajas…

—No te exijas mucho, tonto hermanito —murmuró, encogiéndose de hombros—. Aún tienes tiempo de sobra; y si no llegara a ser el caso, siempre tienes a tu increíble y genial hermano mayor para ayudarte.

Lo siento, Itachi, será en otra ocasión —le arremedó, fingiendo sorna e indiferencia—. Avanzaré lo más posible otra media hora: después de eso me iré a dormir. Así que puedes quedarte tranquilo, Reina del Drama.

—Más te vale, vil plebeyo desobediente; sino, vendré a noquearte y te llevaré cogido de tu peinado de culo de pato a tu cama —amenazó con diversión, saliendo con pasos sigilosos de la pieza y cerrando la puerta lentamente—. Buenas noches, Otōto.

—Buenas noches, Aniki —susurró bajito, con la cabeza dando vueltas, las sienes taladrándole el cerebro y las voces de los actores resonando todavía en sus tímpanos.

Encendió la pantalla y observó con fatiga y hastío el final de la cinta, hasta que los créditos se anunciaron con una animada canción pop y él creía que caería de cara al piso por el sueño. Curiosamente, la energía que había llegado con la adrenalina al ver el OVA, se había esfumado con la interrupción de su adorado pariente. Pero entonces su vista notó que en la lista de “sugerencias” había cierta secuela que no le vendría para nada mal ver…

Una sonrisa discreta —pero notoriamente más amplia de lo usual— se extendió por sus aún afiladas facciones de adolescente, a la vez que su modorra se disipaba como por encanto y el mismo pudor que había experimentado hacía menos de una hora, mandaba todo al carajo. Acercó su asiento a la mesita y se puso lo más cómodo posible, dando un largo trago a su ya fría bebida, antes de comenzar con la verdadera función.

¿Qué mal le haría ver uno o dos videíllos más? Después de todo, sólo era un poco de curiosidad.

.

.

.

Fin

Notas finales:

¿Horrible, no?

¿Saben?, he comenzado a considerar el dejar el NaruSasu un tiempo... ya saben, probar nuevos aires y cosas así. Sobre todo quiero hacer Obikaka: AMO el Obikaka, pero casi no hay fics de la pareja. Sería lindo que otras autoras comenzaran a ayudar a meter esta hermosa pareja a la web, puesto que creo que hay mucho jugo aquí.

También me llama meterme a otras series, especialmente quisiera comenzar por hacer un Sentaro/Kaoru (Sakamichi no Apollon, ¡véanla!) o un original.

En fin, gracias por leer.

Por cierto, si alguien sabe cómo agregar las sangrías en el primer renglón (que no me abre el documento con el formato y no me gusta hacerlo con space), ¿sería tan amable de explicarme qué se hace? Gracias, lindas.

Besos


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).