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El trauma de Sasuke y Naruto por Risu

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Notas del fanfic:

¡Hola, gente que me dedica un poco de su tiempo!

 

Si están aquí es por una sola razón: les ha llamado la atención mi hermoso resumen y esperan un poco de lemon, pero del hard. Pues lamento informarles que no hay nada de eso ._. Como bien habrán notado, en advertencias no hay lemon, porque... no hay lemon, así de simple.

 

Me imagino que la mayoría ya cerró esto, decepcionados, diciendo: «Pucha, yo quería algo hot y me encuentro con esta mierda de nota». Lo sé, sigo pensando que debería poner esto abajo, cuando ya lo hayan terminado de leer, pero eso sería malo.

 

En fin, si es que les importa por qué los emociono con ese resumen (debo admitirlo, a mí me encantó, y no porque yo lo hice), pues no sé, hallen la respuesta, que yo no la sé.

 

Bueno, bueno, los personajes no me pertenecen, son de propiedad de Masashi Kishimoto.

 

Notas del capitulo:

No tengo mucho qué decir, ya abajo explicaré de dónde saqué la inspiración, y ahí sí será algo largo, jejeje. Obviamente pueden obviarlos.

 

 

    —¡Hmm! ¡Naruto! —besaba su cuello con gula, dejando marcas lo suficientemente notorias como para que la gente se enterara que ese chico ya tenía dueño. Y él lo era.

 

    Se encontraban dos jóvenes de dieciséis años en el carro de uno de ellos; tenían pensado ir a dar una vuelta, pero el juguetón moreno no dejaba en paz al rubio que parecía distraído. Detuvieron el auto y unieron sus bocas en un apasionado beso, siendo el azabache quien llevaba las riendas, marcando el ritmo y la velocidad, mientras el blondo seguía algo quedado, un poco atontado, sin poderle corresponder debidamente.

 

    —Sasuke… yo… —intentaba hablar, pero el excitado ojinoche ignoraba sus palabras, estaba muy ocupado mordiendo el largo cuello de su pareja.

 

    —¿Qué te pasa, Naruto?  —se entretuvo succionando un trozo de piel que había atrapado con sus blancos dientes—. Te noto algo perdido —comenzó a morderle el lóbulo de la oreja. Se encontraba desesperado, el dolor en su entrepierna le pedía a gritos ser atendida urgentemente, quería llegar a segunda base.

 

    Su enamorado tenía la intención de apartarlo para poder conversar, pero este tenía otra cosa en mente. Se abalanzó a sus labios como animal hambriento, metiendo su lengua sin permiso para poder entrelazar con la del ojicielo, quien se dejó, ni ganas tenía para detener a su pareja. Sin embargo, la mano escurridiza del muchacho fue capaz de traerlo a la realidad.

 

    —¡No, Sasuke! —lo apartó repentinamente—. ¡Hoy no!—su mirada estaba fija al frente; su respiración estaba agitada, aquel acto le había traído recuerdos que no quería recordar.

 

    —¡¿Qué mierda te pasa, imbécil?! ¡Solo quiero follar en paz!, ¿acaso pido mucho? —estaba más que molesto, su ceño iba tan delineado que sus finas cejas parecían a punto de ser juntadas.

 

    —Yo… no puedo decirte… —susurró agachando la cabeza.

 

    —Bien, no me digas —su voz sonaba resentida—. Pero eso sí, te bajas de mi auto —señaló fuera de la ventana.

 

    —Vamos, Sasuke… —le acarició la mejilla suavemente, y notó que estaba algo sudada—. No comiences, por favor.

 

    —Bájate del auto, Naruto, o te saco a patadas —lo amenazó sin mirarlo a los ojos.

 

    —Está bien, te diré que pasó —suspiró rendido, el de ébanos cabellos era capaz de hacer todo, y él lo sabía mejor que nadie, no por nada habían sido amigos desde pequeños—. Todo comenzó hace dos días… —inició su relato.

 

 

    La familia Namikaze-Uzumaki estaba reunida en la sala viendo un programa de televisión, acaban de cenar y disponían de un poco de tiempo en familia, lo que normalmente no podían por los horarios ocupados de los integrantes.

 

    —Naruto, ya es tarde, anda a dormir —ordenó su madre parándose del sillón.

 

    —Pero, mamá… —se quejó a medias, ya que cuando su progenitora se molestaba agarraba cualquier cosa que estuviera al alcance y la destrozaba, como lo estaba haciendo en esos momentos con la cabeza de su esposo.

 

    —¡Auu, Kushina! ¡Me duele!

 

    —Hasta mañana, madre. Espero que llegues hasta mañana, padre —se despidió corriendo hacia las escaleras.

 

    —¡Ese niño me sacará canas verdes! —soltó el agarre de los dorados cabellos de su marido, quien se sobaba adolorido, siempre él tenía que pagar los platos rotos de su hijo.

 

    —Rojo con verde no combinaría —se burló para calmar la ira de su mujer, pero su comentario ocasionó el efecto contrario.

 

    —¿Estás diciendo que me vería fea si tuviera el pelo verde con rojo?

 

    —¿Yo?, yo nunca dije eso. Yo sólo… —intentó excusarse, pero calló ante la mirada asesina de la pelirroja.

 

    —Vamos a la cama, estoy cansada de lidiar con ese niño que tenemos como hijo —subió las escaleras, resaltando cada escalón con cada pisada que daba.

 

    —Ahhh… —exhaló pesadamente—. Me casé con el diablo.

 

    Subió corriendo para evitar que la poca paciencia que tenía su mujer disminuyera ocasionando el inevitable golpe que recibía por parte de ella. Cuando llegó a su habitación se encontró a la dama leyendo el libro que usaba como cuento para dormir; el mayor se acomodó debajo de la ropa de la cama y buscó alguna lectura ligera que tenía guardada en la mesita de noche que estaba a su costado.

 

    Pasaron una hora completa, cada uno metido en el libro que sostenían, pero fue Kushina, quien bajó su lectura para observar el rostro serio de su marido, el libro debía estar muy interesante como para logar que el rubio no pronunciara palabra alguna y pasara su vista sobre las letras impresas. Se percató de algo curioso: su pareja no había pasado de página y seguía releyendo la misma cara.

 

    —Minato, ¿no entiendes nada del libro, verdad?

 

    —Ni media palabra.

 

    —Déjame ver de qué trata —le arrebató y prosiguió a leer la descripción en la parte de atrás—. Nunca entenderás esto, es un libro para mujeres.

 

    —Eso explica todo —se rascó la cabeza apenado por su torpeza. Quedaron en silencio por unos minutos sin saber qué hacer, ya que sueño no tenían; a falta de ideas, encaró a su esposa y le propuso—: ¿Lo hacemos?

 

    —Creí que nunca lo dirías —tiró el libro que tenía en su mano y se lanzó a los labios del rubio que intentaba separarla.

 

    —¿No crees que deberíamos esperar un poco más, hasta que Naruto esté completamente dormido?

 

    —Sabes cómo es nuestro hijo, cuando duerme no lo levanta ni un terremoto, así que no te preocupes —sin más argumentos volvió a atacar la boca del mayor.

 

    Esa noche, gimieron sin contenerse creyendo que nadie los escuchaba, sin embargo, su único hijo había estado espiándolos pensando que sus progenitores hablarían de alguna sorpresa que pensaban darle (un pensamiento algo infantil para un joven de su edad), pero grande fue su asombro cuando tuvo que ser oyente de una sesión amorosa.

 

    Desde ese momento quedó traumado imaginando lo que debió haber pasado dentro de ese cuarto.

 

 

    Luego de redactar su historia, en los brazos de su amado, quien le daba palabras de confortamiento, las cuales eran ignoradas olímpicamente por el bronceado que negaba en voz alta cualquier solución que el moreno daba.

 

    —¡Qué no, Sasuke! ¡Oí a mis padres tener relaciones! ¡Nunca lo olvidaré, nunca!

 

    —Naruto, yo sé que eres fuerte, y que serás capaz de hacerlo —sobaba los alborotados cabellos de su pareja; no le gustaba consolar a las personas, no era muy bueno en eso.

 

    —No seas optimista, Sasuke. ¡Tú nunca te has visto en un problema como el mío!

 

    —Yo no diría eso.

 

    —¡¿A qué te refieres?!

 

    —Primero, cálmate, que estás muy alterado —lo dejó respirar profundamente por unos segundos para poder continuar—. Bien, ahora te contaré algo peor.

 

 

    Cuando Sasuke tenía ocho años de edad, su familia se fue a la casa de playa que tenían, ubicada en Okinawa; era su temporal vivienda en lo que duraba las vacaciones de verano, ahí dormían de dos en dos: sus padres juntos, al igual que él y su hermano mayor.

 

    Pero un día, los amigos de Itachi lo invitaron a una pijamada en la casa de uno de ellos, dejando solo a Sasuke en su cama de dos plazas, quien aún tenía miedo a la oscuridad, por eso le pidió a sus padres dormir con ellos. Su madre aceptó contenta su petición, ya que adoraba a su pequeño, mientras su padre tuvo que resignarse, no le agradaba la idea de que su menor hijo durmiera con ellos por su irracional miedo, que le parecía muy infantil, olvidando que se trataba de un infante.

 

    Llegada la noche, los tres se fueron a acostar juntos, siendo Sasuke el primero que cayó a los brazos de Morfeo, sin poder escuchar la conversación que mantenían los mayores. Tenía sueño ligero —para su mala suerte—, pues unos sonidos extraños lo despertaron. Gracias a la obscuridad de la medianoche, los presentes no fueron capaces de ver que aquellos adormilados ojitos negros eran espectadores de algo que no comprendió por la inocencia que todavía cargaba, pero se asustó mucho cuando escuchaba los quejidos de su madre, pensando que su padre le estaba lastimando. Iba a detener el supuesto sufrimiento de su madre, cuando esta gritó:

 

    —¡Te amo, Fugaku! —aquello lo alertó, eso significaba que a su madre le gustaba lo que sea que le estaba haciendo.

 

    —Yo también, Mikoto —con la respiración entrecortada logró pronunciar.

 

    Horrorizado, soltó lágrimas espesas, aguantándose el gimoteo que amenazaba con salir de su garganta, sentía un nudo que lo estrangulaba y que su corazón palpitaba aceleradamente.

 

    A la mañana siguiente, encontró a su familia reunida desayunando, tuvo la tentación de comentar lo que había vivido la noche anterior, pero tenía miedo de la respuesta que podían darle, así que prefirió guardarse la curiosidad, lo mejor sería quedarse sumergido en el mar de la ignorancia.

 

    Años más tarde, comprendió que lo que sus padres habían hecho delante de él, era el tan conocido sexo, las tan deseadas relaciones sexuales, el tan anhelado “hacer el amor”. Su mente decidió bloquear ese recuerdo.

 

 

    —No dije nada a nadie, ni siquiera a Itachi, solamente a ti —finalizó colocando su pálida mano en la canela de su amigo.

 

    —Sasuke, no sé qué decir, más que gracias, ya me siento mucho mejor, ahora que sé hay peores cosas que oír a mis padres tener relaciones. Sinceramente, te lo agradezco —depositó su mano en el hombro de su pareja.

 

    —Sí… —se quedó en blanco recordando aquella escena que su mente se había esmerado tanto en eliminar, pero que lo consiguió.

 

    —Ahora que me siento bien, ¿qué te parece si…? —iba a besar a su pensativo enamorado, pero antes de rozar sus labios, la palma de su compañero se interpuso.

 

    —Aléjate de mí.

 

    —Sí, ya me lo esperaba —prendió el motor del auto y condujo con la intención de llevarlo a su casa, pero este le dijo que quería pasar primero por una licorería.

 

    Esa noche iban a olvidar aquello que les había causado un trauma, y de eso se encargaría el alcohol, el cual los emborracharía hasta olvidar su propio nombre.

 

 

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, bien por ustedes, y gracias por no abandonarlo a medio camino, a medio camino, a medio camino...

 

Sara: ¬¬'

 

Ya me imagino sus caras, no, en verdad no, pero me imagino que me quieren reclamar, pero antes que me insulten, déjenme decirles algo: Prometo traer lemon en mi próximo one-shot, esta era mi despedida a mis hermosos shonen-ai (aunque seguiré haciendo shonen-ai, ni que me saliera perfectos mis lemons). Bueno, cómo les explico que me prometí hacer un lemon en mi décimo fanfic, es como una promesa a mí misma, más que nada. Sara me dijo lo mismo: «Por qué esperar a tener diez fanfics para poner lemon, no es una regla.», pero es que... soy algo rara.

 

Y con esto qué estoy diciendo, ¿que mi primer lemon será hermoso?, ¿preshiozo (no, no soy amixer)?, ¿perfecto? Nada de eso, es solamente mis disculpas adelantadas por la cosa que publicaré más adelante.

 

En fin, aquí va de dónde saqué esta idea:

 

En un capítulo de "That's 70's show", Eric ve a sus padres tener relaciones, y queda traumado; cuando su enamorada, Donna, intenta excitarlo, no lo logra, ya que este sigue traumadito, entonces, la chica le confiesa que ella también vio a sus padres tener relaciones, solo que más pequeña. Eric, ya aliviado, le propone hacerlo, pero la pobre de Donna lo rechaza.

 

La experiencia de Naruto, la saqué de la mía propia, sí, como bien leyeron, yo he escuchado a mis padres tener relaciones. No quiero profundizar el tema, sólo diré que no es nada lindo.

 

La experiencia de Sasuke, está inspirada, casi calcada, de mi amiga del colegio, la pobre quedó muy mal. Dice que reaccionó igual que el Uchiha menor, así llorando, pero en silencio. Ahhh... pobrecita.

 

Finalmente, se me ocurrió hacerlo —ya que la idea estaba ahí— cuando mi hermana mayor trajo a su enamorado a nuestra casa; ella me confesó que quería aprovechar que nuestros padres no se encontraban presentes. Y yo dije normal, con tal, es mi hermana. ¡Ja! Quedé traumada de sólo escuchar como la puerta se movía.

 

En fin, espero que nunca les haya pasado a ustedes; y espero que les haya gustado.

 


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