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Final Countdown por luhannia

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Notas del fanfic:

Quiero ser sincera: esta historia no tiene ni pies ni cabeza. No he pensado en un concepto, simplemente me apetecía escribir esto, y fue lo que salió, los demás capitulos serán iguales, lo que salga de mis manitas e imaginación; aunque intentaré pensar en una buena trama. Es Kaibaek, aunque también habrá Baekyeol y otras pairings que ya iré formando sobre la marcha. Como veis es muy corto, ya que es el primer capítulo, y lo hice principalmente para ver que os parecía, si os gusta, lo seguiré (y los siguientes por supuesto, serán más largos), y si no...ya veré que hacer.
Espero que os guste, no seáis muy crueles conmigo(?)

 

Miró por decimocuarta vez el reloj que colgaba de la pared de su habitación. Suspiró. Las cuatro de la madrugada. Dio una vuelta en la cama y cerró los ojos, apretándolos, convencido de que así conciliaría el sueño.

4:05.

4:15.

4:25.

Dirigió su mirada a la ventana y decidió dirigirse a ella. Observó los descoloridos y delicados copos de nieve que anunciaban el inicio de un frío invierno en Seoul. Volvió a suspirar. Mañana sería su primer día de clases en su nuevo instituto y no había dormido nada. Se sentó en su cama a juguetear con las manchas invisibles de las mantas.

5:50.

Decidió levantarse e ir al baño.

—Tienes una cara horrible—dijo a su propio reflejo—. No darás buena impresión.

“¿Quién necesita hacerlo?” Pensó. Baekhyun era un chico atractivo, muy atractivo—aunque él no lo viera así—y a pesar de delinear sus ojos hasta un punto de que quedan ocultados tras el negro oscuro de su máscara, nunca había necesitado maquillaje para demostrarlo.

7:26.

Se encontraba frente al espejo de la entrada de su casa. Estaba preparado. Se analizó por última vez antes de salir. Pantalones vaqueros pitillo y una camisa azul vaquera doblada por los codos para resaltar su musculatura, con los tres primeros botones desabrochados. Su pelo salvaje y con un aire despeinado, dejando caer un ligero flequillo sobre su frente y ojos. Una raya negra y espesa recorría sus párpados, y sus pestañas habían sido alargadas por unas pinceladas de máscara de pestañas. Sonrió ante la imagen. “Perfecto” Pensó, y se río tras ver cómo su reflejo se ruborizaba ante su propio piropo.

 

 

Cerró los ojos. Se encontraba frente a la puerta de la que sería su clase por los próximos nueve meses. Sus piernas le fallarían en cualquier momento, de eso no tenía ninguna duda. Podía dar media vuelta y volver a casa llorando como un pobre cachorro abandonado, o podía entrar con todas la valentía que su corazón le permitía. Rechazó la segunda, ya que estaba seguro que al entrar, todos se quedarían mirándolo como un bicho raro y saldría corriendo tras sentir ese fuerte nudo en la garganta que sentía cuando se ponía nervioso.

Aun con los ojos cerrados, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida. De repente, sin saber cómo, se encontraba en el suelo, con un gran peso encima.

—¿Eres idiota? ¿Por qué mejor no miras por dónde caminas? —Reprochó una voz áspera y ronca.

Abrió los ojos y se encontró frente a él un chico de piel morena, un poco más alto, pero de apariencia más joven. Sus labios eran gruesos y sus ojos pequeños, a la par con su definida nariz. Baekhyun se disculpó.

—Lo siento…yo…es que…—sintió como el rubor volvía a sus mejillas. Pero antes de terminar la frase, el chico alto había desaparecido.

Giró sobre si mismo para verle marchar. Caminaba con paso fuerte y decidido. Entró en su clase. “No.” Maldijo Baekhyun tras ver que entraba en la misma clase que le correspondía a él. Era su primera hora y ya tenía enemigos. El nudo de su garganta se retorció, dejándole sin habla, pero decidió que no podía ser un cobarde el resto de su vida, y debía enfrentar su primer día. Recogió su mochila del suelo y se dirigió tembloroso a la puerta. Su mano se posó sobre el pomo, incapaz de hacer presión para abrirlo.

—Esto no va a funcionar.—advirtió en voz baja para sí mismo.

Una mano grande, fuerte y decidida, se posó sobre la suya, y, presionando hacia abajo, la puerta se abrió. Escuchó una ligera risita. Volvió su mirada hacia el lado y vio a un chico rubio, de pelo ensortijado y una sonrisa poco convencional, así como su altura. Sus ojos grandes, pero inexpresivos.

—Estaría bien si entraras y dejaras de inspeccionarme, ¿no crees? —bufó el desconocido—, se nos hará tarde.

Asintió, y sin decir una palabra más, entró seguido de ese extraño personaje.

—Chanyeol, llegas tarde. —advirtió su profesora.

—Lo siento, le estaba enseñando las instalaciones al chico nuevo. —mintió. Mintió con mucho descaro mientras le guiñaba un ojo a Baekhyun.

—¿Es eso cierto? —cuestionó la mujer alta y erguida.

No sabía que decir. Acababa de conocerlo, y no fue un encuentro cómodo. Aun nadie había sido lo bastante amable y atento como para mostrarle ninguna instalación.

—S-sí. —dijo con un hilo de voz, sintiéndose cómplice.

La mujer pareció satisfecha con su respuesta. Le dedicó una enorme y simpática sonrisa.

—Puedes sentarte ahí—dirigió su mano hacia un asiento al fondo de la clase—. Es el único sitio disponible por ahora.

Y, tal como dedujo en sus peores pesadillas, el sitio era junto al chico moreno con el que había chocado anteriormente. Maldijo para sí mismo mientras colocaba su mochila junto a la mesa y se removía en su silla.

 

Las siguientes horas pasaron rápidamente, para su sorpresa. Le gustaba su nuevo instituto, a pesar de que coincidía en tres clases con el moreno, aparentemente llamado Kai.

Gracias a los comentarios de sus crueles compañeros, descubrió que Kai es huérfano de padre y madre desde hace dos años. Que bebe y fuma, y que nunca habla, y cuando lo hace, es para decir alguna frase indebida o defenderse de las personas que se ríen del fallecimiento de sus padres. Baekhyun pensó que Kai tenía mala suerte en la vida. Rió. Ya eran dos.

 

—Baekhyun—una voz dulce y cantarina lo llamó—, ¿vienes con nosotros a dar una vuelta?

Luhan era un chico delgado y menudo, rubio, con una sonrisa angelical, los ojos más brillantes que Baekhyun había visto en su vida y una voz extremadamente dulce y aguda. “Podría ser cantante.” Pensó la primera vez que lo escuchó hablar.

Miró en dirección a Luhan, junto con él iba el extraño espécimen que le abrió la puerta, cuyo nombre era Chanyeol, un chico moreno con unas facciones muy dulces, que atendía al nombre de Suho, y otro alto y rubio, con un rostro inexpresivo, pero muy atractivo, llamado Sehun, que era el novio de Luhan. No le pareció extraño saber que Luhan era homosexual, ni mucho menos le hizo sentir incómodo, es más, nada más verlo juntos, sonrió; hacían una pareja preciosa y parecían muy enamorados. Se preguntó su algún día él encontraría a alguien a quién amar y cuidar.

Aceptó la invitación de Luhan, ¿por qué negarse? No había nadaque perder.

 

 


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