1-. La balada de los Dioses.
—¡Dios por qué tenía que estar lejos el castillo!, ¿¡por qué!? —gritó el pelinegro quien iba montado en el caballo, le habían regalado el animal, un campesino que se encontraba huyendo de dos mounstruos, a lo que éste salvó al hombre, éste agradecido le regaló el caballo. Kwang Min intentó negarse, el hombre insistió, a lo que el pelinegro tuvo que resignarse y aceptar el caballo, de todas formas, ¿así iría más rápido no?...
Ya había llegado al gran castillo, éste se veía algo desgastado, muchas criaturas voladoras rodeaban el lugar, el cielo se estaba viendo como el reino oscuro, "El Crepúsculo", cargó más flechas de luz, y entró al gran lugar, subió por las grandes escaleras del palacio, se encontró con muchos guardias, "Stalfos"(1), éstos eran grandes calaveras, con escudos y espadas, eran altos y robustos, en sus ojos sólo había una bolita roja, intentó darle de lleno en la cabeza, pero no pudo, corrió para agarrar una gran espada que estaba colgada en el cuarto, la agarró y luchó con éste, dándole golpes certeros.
Calculó el punto débil del mounstruo, se escuchó arrastrar unas cadenas con rapidez, un muchacho rubio, de ojos cafés, de tez blanca con ropas blancas se encontraba corriendo hacía la dirección de Kwang Min. Éste volteó, y el Stalfo aprovechó para lanzarlo contra la pared. Frustrado, invocó una mano gigante de la pared y agarró al enemigo, apretándolo con fuerza haciendo que sus huesos volaran en mil pedazos por todo el corredor del lugar. El rubio lo miró, el pelinegro se levantó.
—¿Quién eres tú? —preguntó el muchacho.
—Soy Kwang Min, y estoy buscando al príncipe del Mundo de la Luz —dijo con seguridad a lo que el rubio asintió.
—Ya veo. ¿Buscas al Príncipe?, pero si lo tienes frente a ti.
—Oh, ya veo, y apúrate a caminar, tenemos un largo camino.
—¡Pero qué descortés!, ¿quién te envió?
—Me envió el Príncipe Lee Taemin, príncipe del Reino Oscuro, soberano de todo lo que verás en el "Crepúsculo" y más allá de lo que conoces —dijo alagando a su hermano.
—¿Taeminnie?... ¿¡Te envió él!?, ¿¡dónde está!?, ¿¡está bien!? —preguntó, a lo que el pelinegro miró exaltado al rubio.
—Está bien, está con el héroe de la luz, ¡venga que no...
—Espera un momento, necesito recuperar algo, por lo que veo, tu eres el otro legendario héroe de la leyenda, El Héroe Oscuro(2), necesito recuperar un arpa, y la melodía oculta.
—¡Arg!, ¿en serio? —preguntó frustrado, a lo que el rubio frunció el ceño.
—¡Claro, y deja de rechistar que debemos movernos si queremos salvar a los dos mundos!, eso si quieres ver a tu hermano salir vivo de esto —dijo confiado, a lo que invocó una energía azul y rompió las cadenas que estaban en sus tobillos.
—Bueno, vamos.
—A eso, quería decirte que he perdido la mazmorra(3) del castillo, etto... En el camino que tomé estaba cerca lo que buscaba, pero hay mounstruos, así qué... ¿Podrías ayudarme a buscarlo?, por favor, te lo suplico héroe de la leyenda —dijo mientras hacía una reverencia en frente del pelinegro, a lo que Kwang Min se sonrojó un poco, no tuvo más remedio que ayudar al rubio "¿Héroe de la Leyenda?, ¿acaso hay otro héroe y me ha confundido con alguien más?" se preguntó internamente mientras seguía al rubio.
Siguieron caminando, el ojiazul se estaba cansado, aparte de las batallas que había enfrentado anteriormente, aparte de los mounstruos que se encontraban en el camino, realmente, el castillo era enorme, tenía un montón de cuartos, y sin contar los pisos de abajo junto con el calabozo, ya habían pasado la biblioteca, la cocina, los cuartos de asamblea, los cuartos de los sirvientes, y más, hasta llegar al último, era un cuarto enorme, con pilares viejos con enredaderas en ella, una gran puerta con la insignia del León.
El rubio alzó su mano, en ella, una figura se mostró, un ala, una marca de nacimiento, se dijo así mismo, pero al ver que la insignia del reino desaparecía en una luz amarilla con destellos de distintos colores, en la puerta ahora aparecía la marca del ala, parecía ser un águila, no lo identificó muy bien.
La puerta se estaba abriendo.
—Entremos, dentro se encuentra el arpa, vamos —dijo con una sonrisa dulce, el ojiazul asintió.
Mientras caminaban, a lo lejos en una almohada roja, con las orillas doradas, se encontraba el anhelado objeto del príncipe, fue corriendo hacía él, levantó el objeto y la almohada, abajo se encontraba un pergamino, con el nombre de una melodía.
—Lo tengo, ¡lo tengo lo tengo! —gritó de felicidad mientras saltaba con el instrumento.
—¿Qué tienes?, es sólo un arpa, anda ya vayámonos.
—¿No lo entiendes cierto?, aquí se encuentra la melodía que despertaría al tercer dios, aquellos que tengan la marca del ala en la mano son los dioses de la leyenda.
—¿Dioses de la leyenda?, ¿de qué estás hablando?...
—¡Haber idiota!, ¿no te han contado la leyenda de los Dioses verdad? —preguntó frustrado el ojicafé.
—No realmente no...
—Necesitarás saberla, y no acepto un "No" por respuesta —dijo mientras se sentaba el escalón del cuarto donde se encontraba el objeto, palmeó con su mano al lado de él, haciendo que el pelinegro obedeciera y se sentara al lado de él.
—Cuenta la leyenda, que antes de que todos nosotros existiéramos, hubieron cuatro dioses que contribuyeron en la creación de toda la existencia de este mundo, cada uno representaba algo. Lanayru(4): Sabiduría, Zelda(5): El amor, Link(6): El valor, y Farone(7): La fuerza, cada dios contribuyó en lo que podía hacer, pero Farone, traicionó a sus tres hermanos, y como castigo, lo enviaron a la tierra, sin agua, sin comida, sin ningún poder de los dioses. Como protección, para este mundo y el oscuro, decidieron crear las alas del águila, ésta en el reino sagrado, pero lamentablemente, éste sólo se abre con la Ocarina del Tiempo, yo no la tengo. La tenía mi madre, pero desgraciadamente, ella fue capturada.
—Ya, ¿y qué tiene que ver el arpa con ésto? —preguntó con interés.
—Verás, ésta arpa fue la que usaron los dioses, ha estado aquí de generación en generación, yo como nuevo guardián debo de proteger el instrumento a costa de mi vida. La melodía que tengo aquí se llama "La Balada de los Dioses"(7) que sirve para despertar a aquellos dioses que reencarnaron en esta era.
—Bueno, tócala.
—Sólo la melodía, no puedo cantarla si no está Taemin conmigo.
—¿Qué pasa si lo haces? —preguntó intrigado el pelinegro.
—Nada, en realidad, no lo sé, pero mejor prevenir que lamentar —dijo mientras en la almohada ponía el pergamino, y empezaba a tocar la melodía, ésta era tranquila, pacífica, alegre y triste a la vez, algo misteriosa la canción, —desde el punto de vista de Kwang Min— Young Min no pudo seguir tocando, ya que pronto un temblor azotó el castillo, el ojicafé se asustó, tomó el pergamino y corrió con el arpa hacía una puerta, alzó su mano con la insignia del águila, éste comenzó a brillar, y una puerta hacía un campo se abrió, el pelinegro corrió detrás del rubio, salieron, pronto, una gran barrera se formó en el castillo, el ojicafé le dio el arpa al pelinegro y le dijo:
—Ten el arpa, cuélgatelo en el cinturón, y vete.
—¿Y tú? —preguntó.
—¿Yo?, jaja, me esconderé en tu sombra, tranquilo —dijo mientras se convertía en algo negro, sus ojos cambiaron a un azul y se fundió con la sombra de Kwang Min(8).
"Vete rápido, antes de que tu caballo se valla asustado"escuchó en sus pensamientos, a lo que dedujo que debía ser el príncipe.
Kwang Min corrió rápido hacía la salida, se montó en su caballo con el cuidado de que el arpa no se le cayera, y se fue.
"Tranquilo, si necesitas algo, sólo piensa en mi nombre y te atenderé" el ojiazul sólo asintió mientras seguía cabalgando, ahora se dirigía al templo del bosque en busca de Minho y Taemin.