"Glowing"
Grandes cambios transcurren en nuestro paso de niño a adolescente. Dejar de jugar para ser un poco más serios, un poco más concretos, un poco más centrados.
Pero la verdadera transformación se da de la adolescencia a la adultez. Cuando todo experimento, todo sueño, toda meta o anhelo debe ser llevado a la práctica y así marcar el camino que queremos seguir.
En el lapso de estas etapas muchas cosas se ganan, muchas otras se pierden. Igual pasa con las personas.
Tomoyo y Sakura ya no serán, esta vez, amigas inseparablemente juntas.
“Ahora has quedado plasmada en una melodía honesta
Abriré la puerta hacia la adultez mientras esté brillando…”
Se juntaron una última vez, bajo la flores de un cerezo, mientras las lágrimas retenidas se escondían detrás de las pestañas.
El dolor acompañado de una cálida sonrisa. Mutuo suplicio, que sin embargo era diferente.
Sakura perdía a su mejor amiga. Tomoyo, además, el amor de su vida.
“La luz que se filtra entre los árboles te ilumina
Tan brillante que cierro mis ojos, agito mi mano…”
Aun con su apariencia delicada, Tomoyo era una chica fuerte. Pero era humana, y aunque le hubiese dicho a Sakura en más de una ocación de que ser correspondida la haría feliz, pero más la hace ver feliz a su persona querida; la realidad más profunda de su ser es que sufría.
Su secreto más guardado era ese, y quien sabía de esto sin siquiera decírselo era su madre, quien en tiempos anteriores había pasado por lo mismo.
Sakura, su “Sakurita” merecía todo el amor del mundo. Y ella la apoyaría siempre.
Hoy, ellas, ya no tenían 10 años. Habían terminado la preparatoria, 17 años en sus bolsillos.
Hoy, ellas, se separaban. Universidades diferentes las esperaban. Caminos distintos las separaban. Vidas desiguales a su presente.
“Las estaciones siempre acaban, aunque cambien de color
No digas adiós
Se ha quedado grabado sólo en tus sueños
Mis recuerdos se llenan con la sonrisa de esa chica…”
Sakura llevaba unos tres años de noviazgo con Shaoran. Tomoyo, pues había conocido a alquien en una ocación pero no pasó a mayores. Con el chico, extranjero, habían quedado como grandes amigos, nada más.
En su corazón, su hermosa flor era irremplazable, era única, lo era todo. Sus sentimientos, con la adolescencia más intensos que nunca, permanecían latentes en todo su ser.
Había prometido decírselo algún día a Sakura, pero no quería ver a su amiga preocupada por ella… Era tan difícil…
“Estaré cuidando la imagen de ti corriendo
Abriré la puerta hacia el mañana mientras esté brillando…”
… En cada ocación, los recuerdos, frescos, vienen siempre a su memoria.
La conoció cuando ambas cursaban tercer grado en la primaria de Tomoeda. Desde el primer momento, la dulzura de sus palabras y su mirada la enamoraron.
Tantos años… Tantos años de aventuras, de risas, llantos y secretos compartidos. Tanto el amor, la amistad…
“Una ocasión brillante para nosotras
Siempre han sido nuestros aniversarios
Nuestros cumpleaños y navidades
Aquella vez nos divertíamos…”
¿Qué hacer? Había intentado responderse en más de una ocación. Y hoy ellas se separarían.
Sakura ha empezado a llorar, no ha podido aguantar más… Y viéndola así, le abraza con fuerza… Ella tal vez tampoco sea capaz de retener por más tiempo sus lágrimas.
“No digas adiós
Si el adiós se vuelve una canción
Nos volveríamos a encontrar en nuestros recuerdos…”
Siente sus brazos rodearla. Sakura, su “Sakurita”…
“Estaré cuidando la imagen de ti corriendo
Abriré la puerta hacia el mañana mientras esté brillando…”
“Ahora has quedado plasmada en una melodía honesta
Abriré la puerta hacia la adultez mientras esté brillando…”
Tiempo después, cuando se vuelvan a encontrar, se lo dirá. Le dirá todo aquello que siente.
Y esperará, esperará pacientemente…
Que el dolor sea borrado por el cariño de su hermosa flor de cerezo, Sakura, por siempre su “Sakurita”.
.FIN.