Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un camino un poco distinto por PukitChan

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Disclaimer:

Harry Potter, su mundo y mención a cualquiera de sus personajes, pertenecen a J.K. Rowling y aquellos listillos que compraron su distribución, de modo que yo simplemente escribo por pura diversión, ganas de teclear y mi conexión a internet muerta. Nada de fines de lucro y eso. Nada.

 

Notas de la historia:

Son dos One-shot, que he decidido dedicar a dos personajes, Albus y Teddy. :3 

Notas del capitulo:

¡Primer One-shot!

~Cordura~

«De la casa Slytherin, homosexual y enamorado de Scorpius Malfoy… Albus lo sabía: ése era el cliché perfecto que escogían para él, pero… ¿y si su camino fuera sólo un poco distinto?» 

I

 

~Cordura~

 

Por:

PukitChan

 

 

 

 

“La mayoría de las cosas que te digo no tienen sentido…

sólo las digo para acércame a ti.”

John Lenon

 

 

Irritado, Albus caminaba lo más lejos del campo de Quidditch que le era posible. Ya era la tercera práctica que echaba a perder en la semana y sus compañeros de equipo comenzaban a recriminárselo, asegurándole que precisamente porque era su último curso en Hogwarts, tenía el deber moral como capitán y representante del legado Potter de guiar al equipo a ganar la copa de Quidditch de ese año.

 

¡Qué fácil era para ellos decirlo! Sin embargo, mientras caminaba hacía las orillas del Lago Negro, aún envuelto en el uniforme del equipo y mordiendo compulsivamente el pulgar de su mano izquierda, Albus Potter sabía perfectamente que su mal humor y por consecuente, las malas prácticas, no se debían a los E.X.T.A.S.I.S. que tenía que presentar para lograr conseguirse un espacio como Sanador en San Mungo, no. No tenía nada que ver con respecto a eso. De hecho, estaba tan consciente de qué era lo que le tenía tan frustrado, que justamente ahora sólo podía pensar en ello y siempre llegaba a la misma fastidiosa conclusión: era un estúpido.

 

Pero también mientras se auto declaraba el rey de los idiotas, una vocecilla en su cabeza se burlaba de él diciendo que si estaba en esa situación era simplemente por cobardía. ¿Qué tenía que perder? Ni que fuera la primera vez que podrían rechazarlo. Con razón le había llamado cobarde…  ¿Desde cuándo le asustaban a él las negativas?¡Ah, era cierto! Desde que ese raro niñato se le había metido debajo de la piel sin que se percatara… y para cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde.

 

Albus quiso gritar de la pura rabia que sentía en esos momentos; sin embargo, al mirar al lago, lo único que atinó a hacer fue a golpear la corteza del árbol más cercano que pudo hallar. Descargó con tanta fuerza su coraje, que tarde notó que sus nudillos sangraban. Bajó la mirada, observando su mano temblorosa de la que escurrían pequeños hilos de color rojo. ¿Por qué no simplemente se lo expresaba? Podría acabar con ello de una maldita vez en lugar de prolongarlo más y más…

 

Mamá dice...Un susurro en forma de voz masculina irrumpió aquella escena, ella siempre dice que el calamar gigante ayuda a que las heridas sanen más rápido.

 

Potter permaneció estático mientras sentía como su errática respiración disminuía junto con el agitado palpitar de su corazón. Qué absurdo. ¿No se supone que debería ser al revés? Cerró los ojos, sintiendo que en sus labios se formaba una sonrisa divertida. Al alzar el rostro hacía la copa del árbol, sentando en una de las tantas ramas, se encontraba él… rubio, inexpresivo, con un pergamino en una mano y sosteniendo en la otra la corbata deshecha de Slytherin, mientras sus ojos, esos preciosos ojos, se clavaban en él.

 

Hola, Albus.

 

 

~∞•∞~

 

 

Si aquella mañana le hubieran dicho que recibiría una carta de James, diciéndole con su tan particular sentido del humor que dejara de ser un llorón y consiguiera finalmente una pareja, Albus definitivamente se habría saltado el desayuno. Si bien quería mucho a su hermano mayor, sabía mejor que nadie que también podía ser un maldito cabrón. Y precisamente ese día James había escogido serlo, justo cuando a Albus le había tocado cuidar durante dos horas, junto con Scorpius Malfoy, la clase de Artimancia que compartían los Ravenclaw y Slytherin de cuarto curso. Las desventajas, (¿o ventajas?) de ser Premio Anual.

 

Malhumorado tras leer su correo matutino, Albus dejó su desayuno a medias mientras se ponía de pie y caminaba hacía la entrada del Gran Comedor, lugar donde Scorpius recién lo esperaba. Al divisarlo, el rubio esbozó una de sus sonrisas educadas que Albus ya había aprendido a conocer luego de dos años de amistad. La perfecta manera de vestir el uniforme del Slytherin de Scorpius le recordó a Potter que su corbata aún no estaba anudada. Acostumbrado a los colores azul y bronce de su casa, Albus sonrió con nostalgia al recordar que ése sería el último año que estaría entre los Ravenclaw.

 

—Buenos días, Al —saludó Scorpius, avanzando hacía la clase que les habían asignado, luego de que la profesora de Artimancia se hubiera enfermado la noche anterior—. ¿Estás listo? —cuestionó, esbozando una de sus sonrisas retorcidas de Slytherin, misma que sólo aumentó el malhumor de Albus.

—Cierra el pico, Scorpius —gruñó, demasiado agresivo para su propio gusto, sabiendo que su amigo no tenía la menor culpa de lo que pasaba.      

—¿Los de cuarto año te ponen irritable? —siguió burlándose. Por un instante, el Ravenclaw se preguntó su acaso James y Scorpius no habían hecho alguna clase de trato para fastidiarlo a propósito ese día. Sin embargo, Albus sabía perfectamente que esa manera de ser su amigo era su manera de mostrarle su preocupación.

—Sólo —exclamó, arrojando un suave suspiro—, mierda, sólo quiero que esto acabe rápido. Cuando cosas como éstas pasan, en verdad deseo que salgamos de Hogwarts de una maldita vez. 

—Aún no se lo has dicho —concluyó Scorpius, mirando al frente al subir las escaleras. No esperaba una respuesta que no llegaría; simplemente se limitó a expresar lo que era obvio.

 

Albus dibujó la primera sonrisa del día cuando entendió que Scorpius dio por zanjado el tema con aquella observación. De vez en cuando, el Ravenclaw lamentaba no haberse tomado el tiempo suficiente para conocer a Scorpius en los primeros cuatro años en la escuela. Aún conservaba, fresco en su memoria, el recuerdo de esos años atrás cuando encontró a Scorp sentando en el vagón de los Prefectos. Aunque el rubio mostraba una expresión neutra, Albus había adivinado acertadamente que el joven Malfoy se encontraba aburrido. No sabía por qué  y mucho menos cómo, pero repentinamente se había sentado a su lado, exclamando lo fastidioso que era ser prefecto. Un tema de conversación terrible, sobre todo si se consideraba que muchos chicos realmente ansiaban serlo… pero entonces, Scorpius giró su rostro para verlo y asintió.

 

Se volvieron amigos poco después de eso.

 

Ahora, mientras caminaban juntos, no pudo evitar traer a sus pensamientos a James y a Lily, diciéndole que se iba a enamorar del rubio y que al final Scorpius resultaría ser muy, muy gay. Se harían pareja y eso traumaría de por vida a los padres de ambos, porque jamás esperarían que ellos se unieran y que los apellidos «Potter-Malfoy» podrían sonar juntos. Sería el cliché perfecto.

 

Claro que Albus había ido a terminar a Ravenclaw en lugar del vaticinado Slytherin, y que en realidad Scorpius era simplemente su amigo. Estaba bueno, sí, después de todo Albus no era ciego, pero de verdad que Scorp no era su tipo de gusto para pareja. Era su mejor amigo, el que le había dicho más de una vez que dejara de hacer tormentas en vasos de agua. El que se había dado cuenta quién le gustaba antes de que el mismo Albus lo aceptara.

 

—Scorp…

 

Al oír su nombre, el rubio detuvo sus pasos en el penúltimo escalón de las escaleras y giró el rostro para contemplar el del Albus.

 

—Yo… bueno…

—Severus, está bien.

 

Potter sonrió nuevamente. Cuando le llamaba por su segundo nombre, era cuando le decía que estaba exagerando y pensado de más.

 

—Gracias. 

 

Scorpius no agregó nada, simplemente giró y continuó unos pasos más, hasta llegar a la puerta del aula de Artimancia. Se escuchaban cuchicheos y risas, seguramente los de cuarto estaban aprovechando la ausencia de la profesora para hacer travesuras. Scorpius se irguió cuando alto era y puso esa expresión tan Malfoy que mandaba a imponer respeto inmediato. Con una leve risilla, Albus también adquirió su mejor pose de «Soy Premio Anual, así que no me toques lo huevos» y juntos ingresaron al salón.

 

Tal como se esperaba, la situación era un caos. Había varios alumnos con las varitas en alto lanzándose hechizos los unos a los otros, un grupillo de chicas platicando arrinconadas y otros tantos estaban por ahí, besándose. Claro que al ver quiénes ingresaban, todos quedaron congelados y detuvieron enseguida sus actividades, sin animarse a mover un solo músculo cuando los dos mayores se abrieron paso entre ellos para dirigirse al frente de la clase.

 

Albus no pudo evitar desviar sólo un poco su mirada. Frunció el ceño cuando en su análisis descubrió a la persona que le interesaba. Ahí, sentado, con su expresión distraída, portando descuidadamente el uniforme de Slytherin, estaba Lorcan Scamander… y a su lado, un muchachito  parecía tener uno de los dorados cabellos de Lorcan entre sus manos. Aquello le enfureció e hizo que algo explotara en el interior de Albus.

 

Molesto, dirigió una fría mirada que estremeció a la clase completa. Menos a él, claro.

 

—Más les vale a todos que estén en sus respectivos asientos en un minuto —ordenó la autoritaria voz de Scorpius, a la que todos obedecieron, menos Lorcan, porque era el único que no se había movido de su asiento, aunque tampoco lo había hecho el acompañante que estaba demasiado cerca de él, para gusto de Albus.

—Malfoy y yo tenemos órdenes específicas de revisar la redacción que tienen que estar haciendo ahora mismo y deben presentar antes de que termine la clase, sino quieren obtener como calificación un troll.  Lección 10 de su libro principal… deben trabajar en parejas.

 

Hubo un murmullo general de descontento que enseguida desapareció ante una mirada de Scorpius. Cuando los de cuarto empezaron a buscar una pareja con quién trabajar, Albus inesperadamente alzó la voz y agregó:

 

—Su pareja no debe ser de su misma casa. Tiene que ser  un Ravenclaw con un Slytherin.

 

Surgieron nuevos murmullos de disgusto que Albus ignoró cuando sintió la mirada y la sonrisa burlona de Scorpius. Oh, maldita sea, aquello había sido un impulso que no pudo evitar… pero que en el fondo le importaba muy poco cuando vio, con gran satisfacción, que Lorcan se juntaba con un chiquillo de Ravenclaw y no con el que lo estaba… acosando.  

 

~∞•∞~

 

Con una sonrisa en sus labios, Scorpius dejó caer frente a Albus y sobre la mesa, una gran cantidad de pergaminos. El moreno pareció querer perderse entre ellos y evitar a toda costa cruzar palabras con su amigo, algo en lo que fallaría miserablemente pues en ese deber de revisar las redacciones, inevitablemente tenían que cruzar palabras.

 

Sin embargo, Scorpius se limitó a sonreír mientras aplicaba un muffliato y tomaba entre sus manos el primer pergamino que desenrolló y empezó a leer. Al ver que el rubio no le prestaba ni la más mínima atención, decidió imitarlo y tomar al azar el pergamino más cercano.

 

Al abrirlo, maldijo por lo bajo, decidiendo que la suerte no estaba de su lado el día de hoy.

 

Rumiando durante varios segundos, no notó que la sonrisa de Scorpius aumentaba mientras Albus enrollaba una vez más el pergamino sin haberlo revisado y lo arrojaba al montón. El rubio, sin poder contenerse más, levantó la mirada para ver el rostro enfurruñado de Albus, y tomó entre sus manos el pergamino que el otro había odiado segundos atrás.

 

—¿No quieres revisar el pergamino de Lorcan Scamander?

—No, no quiero —respondió, cerrando los ojos y tomando otro pergamino que revisar.

—¿Por qué no?

—¿Qué no Lorcan es de Slyhterin? ¡Tú eres el Premio Anual de esa casa! ¡Es tu deber!

—Te recuerdo que tú los pusiste a trabar en parejas de Slyhterin y Ravenclaw… así que técnicamente los dos podemos revisar sus deberes.

 

Albus se sonrojó violentamente, deseando salir corriendo de la biblioteca.

 

—¡A-aquello fue… para… la cooperación entre casas! —trató de excusarse, muy vanamente. Oh, Merlín, ya podía imaginarse el sarcasmo de Scorpius que le arrojaría en cualquier momento. Sin embargo, Malfoy sólo frunció el ceño y con voz seria se dirigió a su amigo.

—Albus, si no se lo dices, te vas a arrepentir el resto de tu vida.

—Es como uno de mis primos, Scorp… —murmuró—, yo lo vi crecer.

—Pero realmente no es de tu familia, además no lo viste crecer, Albus. Creciste con él.

 

El Ravenclaw bajó su mirada, pensando en cómo había llegado a esa absurda situación. Mejor aún, cómo había permitido que Lorcan se clavara en sus sentimientos de esa manera cuando en realidad apenas intercambiaban algunas palabras de vez en cuando.

 

Para Albus, Lorcan fue siempre una sorpresa, incluso mucho antes de que ingresara a Hogwarts. Era tan sincero y directo que muchas veces parecía incomodar a los adultos que estaban a su alrededor. Ginny solía decir con alegría que en ese sentido, se parecía mucho a Luna. Sin embargo, Albus siempre pensó que Lorcan era único, idea que reafirmó cuando los gemelos Scamander se sentaron y se colocaron el sombrero seleccionador. Con mucho tino, el sombrero había mandado a Lysander a Gryffindor… con Lorcan tardó mucho más. Luego de tres minutos, cuando el silencio se había extendido durante mucho tiempo, el Gran Comedor volcó su atención en el niño rubio y distraído que esperaba su selección. Para asombro de Albus —y en general para todos los que conocían a la familia Scamander—, Lorcan fue enviado a Slyhterin.

 

Al niño pareció no molestarte aquella selección. Con el paso de los días, se comprobó que Lorcan Scamander era el Slytherin más raro de la historia. Era descuidado, aunque muy bueno en Cuidado de Criaturas Mágicas. Su cabello rubio estaba tan desordenado y tan mal cortado que parecía que Lorcan lo hubiese hecho así a propósito. A menudo, cuando lo veías caminar, daba la impresión de que no tenía ni la más mínima idea de dónde estaba y que simplemente se limitaba a andar de aquí para allá mordiendo un botón rojo. A diferencia del 97% de estudiantes de su casa, Lorcan nunca traía la corbata en su cuello: al parecer, para él era más divertido llevarla atada en su cabeza, en su pantalón o hasta en su muñeca.

 

Sin embargo, una de las cosas más interesantes que Lorcan Scamander tenía, eran sus respuestas.

 

Fue a inicios de su sexto año cuando Albus, completamente enfadado, había dejado su clase a la mitad, luego de que una profesora le regañara diciéndole que no por ser el capitán del equipo de Quidditch y un Potter —haciendo especial énfasis en lo de Potter—, iba a tolerar indisciplina de su parte. ¡Cómo si alguna vez Albus había querido un trato especial! Nunca en su vida había exigido eso. Es más, ¡su padre luchaba porque no existiera algo así! ¿Cómo es que a esa vieja urraca se le ocurría decirle algo semejante? ¡Era una soberana estupidez!

 

Y Albus habría regresado por el mismo camino por el que andaba, dispuesto a pronunciar cualquier hechizo contra la profesora, sino hubiera sido porque en medio de sus divagaciones furiosas, chocó contra alguien. Él.

 

El por qué Lorcan Scamander estaba caminando en el quinto piso en horas de clase, Albus nunca lo supo. Lo cierto es que sólo atinó a extender su brazo y sujetar una muñeca delgada para que la figura, hasta ese momento borrosa, no cayera. Después de que el peligro hubo pasado, Potter se concentró y descubrió la silueta conocida de Lorcan, quien, aún sujeto por la mano de Albus, lo miraba con una curiosa expresión entre la sorpresa y la decadencia.

 

—Normalmente mi mano me es de mucha utilidad, Albus, pero si tanto la quieres, puedes quedártela. También tengo pies y son muy prácticos. ¿Seguro que no quieres mejor uno de esos?

 

Albus parpadeó varias veces antes de comprender por completo la oración. Bajó su mirada para comprobar que, en efecto, aún sujetaba con fuerza la mano de Lorcan, como si temiera dejarlo ir. Luego, una sonrisa se asomó en sus labios y pronto se transformó en una alegre carcajada que disipó milagrosamente su mal humor.

 

Hasta ese momento, y pese a que Lorcan ya estaba en tercero, Albus no había tenido —o no había buscado— demasiadas oportunidades para hablar con él. Recordar que siempre le había agradado la forma de responder de Scamander fue algo que no pasó simplemente desapercibido para él.

 

—Es todo tuyo, Lorcan, aunque muchas gracias por la tentadora oferta —respondió el moreno, sonriendo con vergüenza antes de soltar la mano. El rubio alzó la mirada, clavando sus ojos azules y destellantes en los verdes de Potter, quien por sólo un instante, se encontró pensado en lo impresionantes que eran. Entonces, Lorcan ladeó la cabeza ligeramente y sonrió. Le sonrió.

 

Albus, en un suspiro, admitió que algo cambió desde esa vez.

 

Comenzó a mirar a Lorcan cada que la oportunidad se le presentaba. Buscaba cualquier pretexto para comenzar una plática en la que parecía que Lorcan nunca le prestaba atención. Cuando se le acabaron las excusas, fingía cruzarse con él accidentalmente en los pasillos del castillo. Lysander fue el primero en notarlo, no en vano era el gemelo de Lorcan, aunque lo único que hizo fue mirarlo y decirle, con una extensa sonrisa en los labios, que su hermano era como Albus.

 

Gay.

 

—¿Albus? —cuestionó la voz de Scorpius, tras un prolongado silencio en el que solamente él había sido el único que estaba revisando pergaminos. El moreno resopló y salió de sus recuerdos para tomar un pergamino y acabar con esa encomienda de una maldita vez.

—Odio a Lysander Scamander —farfulló, sin poder contenerse más—, sólo me dio ideas ridículas que terminaban no sé cómo en Lorcan.

 

Scorpius puso los ojos en blanco y golpeó a su acompañante con un pergamino. El moreno levantó la vista enfadado, aunque los ojos de Scorpius relucían ya cansados y fastidiados.

 

—Eres un maldito llorón, Albus. ¿Quieres dejar de lamer las heridas que ni siquiera te han hecho? Estoy harto de los lamentos que has hecho durante lo últimos tres meses. Ahora entiendo por qué no te pusieron en Gryffindor

—¡¿Qué estás insinuando, Malfoy?! —masculló.

—No insinuó nada —replicó Scorpius con ese tono tan frío que congelaba al mismo infierno—.Te lo estoy diciendo muy claramente: eres un cobarde, Potter. Ahora lárgate de aquí, porque sólo estás siendo un estorbo. —Al terminar de decir esas palabras, Scorpius siguió con su labor. Albus, más enfadado a cada segundo, se levantó de la mesa aventando violentamente el pergamino que tenía en sus manos.

—Jódete, Malfoy.

 

~∞•∞~

Y así fue como Albus llegó a este punto: con los entrenamientos de Quidditch hechos mierda, su mejor amigo odiándolo y él sangrando por haber golpeado injustamente un árbol, pero sonriendo estúpidamente, como no podía dejar de hacerlo, cada vez que se encontraba con él.

 

—No creo que el calamar salga sólo para curar mi herida, Lorcan —afirmó Albus, mirando la copa del árbol donde el rubio reposaba.

—Podrías pedírselo… —sugirió con naturalidad.

 

Cansado, Albus negó con la cabeza y decidió sentarse a los pies del árbol, centrando su atención en el Lago Negro para evitar mirar a Lorcan. Desde arriba, el rubio dobló el pergamino que había recibido de su madre y bajó del árbol de un solo brinco, una actividad que habría sorprendido a Albus de no ser porque muchas veces en su infancia lo miró haciéndose eso.

 

Lorcan se echó sobre el hombro su corbata antes de sentarse junto a Albus, quien le miró de soslayo sin comprender qué estaba pasando en ese momento.

 

—Hablé con Malfoy —soltó de repente Scamander, mirando con interés la mano lastimada que Albus ya ignoraba pues estaba demasiado ocupado rogando que Scorpius no hubiera dicho nada de nada. De algún modo, logró encontrar su voz perdida pues susurró:

—Normal, es el Premio Anual de Slytherin, tiene el derecho de regañar a cualquier estudiante y…

—Me preguntó si salía con alguien —continuó relatando, ignorando las palabras del moreno. Lorcan estiró su cuerpo para alcanzar la mano de Albus, examinó la herida y con la corbata de Slytherin comenzó a limpiarla y poco después la envolvió entre los colores verde y plata. —Fue una cuestión interesante.

 

Albus, que todos esos minutos quedó anonadado por las acciones de Lorcan, se mordió el labio inferior haciéndose miles de preguntas a las que no tendía respuesta si seguía siendo un cobarde… tal como lo había dicho Scorpius.

 

Inhaló profundamente y Albus tomó valor de alguna parte, donde sea que se estuviera escondiendo, para finalmente girar el rostro y así enfrentarse a los ojos azules. Apretó sus labios y no supo cómo sus dedos se entrelazaron a la mano ajena que estaba demasiado cerca de la de él.

 

—Me gustas, Lorcan.

 

Una de las cosas que más amaba Albus de Lorcan eran sus respuestas.

 

—Lo sé.

 

Aunque después de eso, por primera vez se preguntó por qué le atraía tanto eso del rubio.

 

 

~∞•∞~

 

—¿Y eso me importa? —preguntó con desdén una figura alta y elegante mientras tomaba un libro del estante y lo hojeaba sin mirar a su interlocutor.

—¡Scorpius, joder, lo siento! ¡Estaba enojado! ¿Bien?

—Ah, ¿ya volví a ser Scorpius?

—¡Sé que no debí descargarme contigo pero… estaba irritado y…!

 

Repentinamente, un libro golpeó el rostro de Albus quien sólo sollozó ante el impacto que no vio venir. Normalmente su coordinación era muy buena pero últimamente parecía un idiota de primera. Se sobó la nariz y al abrir los ojos, encontró a Scorpius levantando una ceja y un intento de sonrisa se asomaba en sus labios.

 

—Cállate, Potter —susurró, relajando sólo un poco su expresión—. Estamos en una biblioteca.

—Lo siento —musitó Albus, más tranquilo ahora que había visto esa expresión en su amigo. No era idiota, había comprendido que en realidad Scorpius ya lo había perdonado.

—Si no vas a decir nada interesante, Albus, necesito estudiar.

 

Era mentira. Nadie estaba tan adelantado en sus estudios como Scorpius, que era el don perfecto de Slytherin. ¡Vamos, ni siquiera su primo Hugo lo estaba! Sólo era su manera de presionar a Albus para que al fin confesara lo que, se notaba, estaba poniéndolo intranquilo.

 

—Le dije a Lorcan que me gustaba y… —Albus bajó la cabeza avergonzado, preguntándose estúpidamente por qué no había sido mandado a Hufflepuff con unos nervios como los suyos en cuestión de relaciones amorosas.

—¿Y…? —animó a continuar Scorpius ahora que la plática por fin se había vuelto interesante.

—Y dijo que lo sabía.

 

Malfoy miró desconcertado los nervios destrozados de Albus y no pudo hacer nada más que reír.

 

—¿Y ahora de qué te ríes? —gruñó Albus.

—¿Hablas en serio? Al, cada persona que es observadora lo sabe. Es decir, la mayoría de aquí son idiotas pero… muchos nos damos cuenta. ¿Creíste que todo este tiempo Lorcan no se había percatado de que lo buscabas? ¡Es de Slytherin y no es un despistado Gryffindor, por Salazar! ¡Qué va, ni eso! Hasta Lysander lo sabía mucho antes que tú.

 

Albus quedó paralizado.

 

Seguro que ese año renombraban su Premio Anual por Pendejo Anual.

 

~∞•∞~

 

Si Albus Potter hubiese escogido un momento perfecto para morir de vergüenza por su estupidez, sería ahora mismo. ¿En serio? Hogwarts era demasiado grande, ¡por Merlín, era enorme! Y la sala se supone que estaba escondida. ¿Por qué él? ¡Llevaba una fantástica semana huyendo de Lorcan, desde que se levantó de su lado cuando se había confesado y simplemente se había ido por miedo al rechazo! Sí, era un cobarde, ¡¿y?! ¡Ni que en Ravenclaw tuviera que demostrar que aunque se pudiera parar frente a un montón de dementores y hacerles frente, no podía hacerlo frente a un niño de cuarto!

 

—Estaba buscándote —susurró Lorcan, cerrando la puerta que desapareció tras él, al haber ingresado a la sala de los Menesteres—. Scorpius dijo que aquí podría encontrarte.

—Con estos amigos para qué quiero enemigos…  ironizó.

 

Pero Lorcan se comportó como si apenas lo hubiera escuchado. Caminó hacía Albus, quien levantó la vista y resopló, enfadado consigo mismo. Sabía que había estado comportándose estúpidamente los últimos días pero, ¿qué podía hacer? No es que antes no hubiera tenido otras relaciones, de hecho, ya había tenido varias antes de la aparición de Lorcan. El punto es que el rubio era el único que había conseguido alterar sus nervios y emociones de esa manera. Albus sabía que quizás eso se debía a que era la primera vez que realmente se había enamorado de alguien y también eso era lo que tanto le asustaba y se negaba a aceptar aunque toda persona que lo conociera, ya se había dado cuenta de ello. No era que Albus no quisiera enamorarse o que tuviera miedo por su preferencia sexual (¿Ya habría quedado en el olvido aquella broma que James hizo en tercero cuando se burlaron de Albus? Nop, definitivamente no). Pensándolo con detenimiento… no sabía lo que era.

 

Para cuando regresó a la realidad, Lorcan ya estaba demasiado cerca de él y lo miraba fijamente, como si ante él se hubiera presentado un enigma que le habían propuesto descifrar. Entonces el rubio estiró su mano y acarició la barbilla rasposa de Albus, sonriéndole una vez más antes de elevar su barbilla y buscar la boca del otro.

 

Como si ése fuera un acto natural entre ellos, Albus se inclinó y acarició con sus labios la tierna boca de Lorcan, aferrando su cuerpo para que no se alejara de él. Hundió sus manos en esa desordenada cabellera rubia, mientras se dedicaba a delinear cada centímetro de la suave boca que se rendía ante la suya, como si desde siempre hubiera sabido que ahí estaba su sitio. Mordió el labio inferior con suavidad, pidiendo permiso para entrar a esa boca que le concedió el paso al abrirse y rozar ambas lenguas. El contacto, húmedo y electrizante bastó para animar a Albus a hacer retroceder a Lorcan hasta que la espalda del rubio quedó pegada a la pared más cercana.

 

Lorcan se aferraba a su espalada, como si fuera su tabla de salvación, mientras permitía que los labios de Albus exploraran ya no sólo su boca, sino que ahora viajaban y delineaban su cuello, con suaves mordidas que le arrancaron un pequeño suspiro de placer. Al separarse para mirarse a los ojos, Lorcan sonrió, aún con las mejillas ruborizadas por el reciente acto cometido.

 

—Tú también me gustas, Albus. ¿No era obvio?

 

Con la respiración ligeramente agitada y los labios húmedos, Albus rió ante la declaración, recargando su frente en el hombro de Lorcan, siendo abrazado inmediatamente.

 

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, sintiendo cómo su latir se calmaba.

—Estaba esperando Albus… —susurró Lorcan—. A que no tuvieras miedo de mí. ¿Tan terrorífico me veo?

—No, no… tenía miedo a que una persona me gustara tanto… ya sé que es infantil.

 

Lorcan abrazó a Albus, hundiendo su rostro en el pecho de éste, aspirando su aroma.

 

—Fue por culpa de los Nargles.

 

~∞•∞~

 

Rose abrió la boca sorprendida, tratando de descubrir si de verdad las palabras que había escuchado eran ciertas. Fijó sus ojos en Albus, quién aparentemente estaba muy entretenido mirado con atención el paisaje en el último viaje que haría en ese tren, llevándolos ahora mismo de regreso a King’s Cross, luego del final de su último año en Hogwarts. Su graduación.

 

—No es cierto —Se escuchó al fin la voz impactada de Rose, buscando enseguida la mirada de Scorpius que, en silencio, asintió, confirmando así lo que le acaba de confesar Albus. —¡Pero…! No entiendo Al, ¿qué pasó? Ya sé que nosotros ya no estaremos más en Hogwarts y que no podrás ver a Lorcan pocas veces al año pero, ¿por qué terminaron? ¡Creí que se amaban! ¡Pasaron todo el año pasado juntos! ¿Por qué rompiste tu relación con él?

 

Albus dejó escapar un bufido, pegando su frente al vidrio. Le dolía, maldita sea, pero no por nada Lorcan había sido su pareja y lo había conocido como nadie.

 

—Te equivocas Rose, fue Lorcan el que me dio la patada —rió Albus. En verdad aquello le estaba haciendo reír.

—¿Y aceptaste sólo porque sí? ¡No te entiendo Al! ¿Qué pasa? —insistió la Gryffindor, tocando el hombro de su primo.

—¿Se volverán a encontrar? —preguntó al fin Scorpius, deteniendo así la verborrea de Rose. Ella miró a ambos amigos interrogantes hasta que Albus movió su cabeza, sonriendo con ternura.

—En realidad no lo sé.

 

~∞•∞~

 

Albus:

 

     A veces, cuando voy al lago a buscar la ayuda del calamar gigante para curar una herida, pienso que sí podrías haber sanado la tuya si me hubieras hecho caso. ¿Por qué no me hiciste caso? Aunque es cierto que esa pequeña cicatriz que te quedó me divierte mucho. ¡Tiene forma del cabello de Lysander!

 

Ya comenzó el invierno y todo Hogwarts se ha llenando de nieve. También la relación que mantenía con Zabini terminó. ¿Recuerdas que te hablé de Zabini? Siempre dice que no le prestaba atención cuando miraba hacía la ventana. Pero sí le prestaba atención. Tú sabes que sí.

 

¿Cómo va todo en San Mungo? ¿Me contarás cómo te está yendo allá y con ese chico alto que te visitó en Navidad? ¡Es muy agradable! Aunque creo que me miró con desagrado. ¿Le contaste eso? Si es así, me alegra que le hayas tenido tanta confianza, espero que no te cause problemas.

 

Tengo que estudiar para los T.I.M.O.S. así que espero que la lechuza llegué pronto a ti. ¡Nos leemos en medio año más, Albus!

 

L. S.

 

 

~∞•∞~

 

Lorcan:

 

     ¡No te rías en mi cara de Patil! Es agradable, aunque lamento que te haya echado una mirada así. Me di cuenta, no estoy tan ciego como crees. Aunque eso me bastó para darme cuenta de que no era el indicado. ¿Tú que opinas?

 

Le confíe la razón de por qué tú y yo decidimos alejarnos, explicándole que no tenía nada que ver con mi graduación, sino más bien como parte del crecimiento. Le conté también que sólo mantenemos una correspondía semestral, esa única carta donde nos permitimos narrarnos lo que sucede.

 

Aún ahora, cuando ya pasó un año y medio, él me preguntó que pasaría si tú escogieras a alguien más. Yo le respondí que seguiría enviándote correspondencia. ¿Pues no somos amigos por eso?  Se enojó y ahora nuestra relación se ha ido muy lejos a pasear.

Lamento de lo Zabini, aunque sigo pensado que debería caerle un Nargle encima y burlarse de él. ¿Y qué? A mi no me simpatizaba. ¡Hay demasiados chicos en Hogwarts, Lorcan!

 

Hace poco salí con Scorpius a beber. El muy cabrón me confesó que estaba saliendo con Rose recientemente. ¡Deja que se entere tío Ron! Voy a morir de risa cuando eso pase, claro, si no nos mata a todos primero.

 

En San Mungo todo está bien, aunque estos días han sido particularmente eternos. Muy buena suerte en tus exámenes y espero tu lechuza en otros seis meses.

 

A.S.P.  

 

 

~∞•∞~

 

 

Lorcan agitó su cabello rubio, ahora corto, mientras arrastraba el baúl afuera del vagón. A su lado, Lysander murmuraba algo sobre la graduación que había sucedido la noche anterior aunque en realidad esta vez no le estaba prestando mucha atención pues estaba más entretenido mirando a su alrededor con curiosidad. Tal vez, sólo tal vez…

 

—¡Lorcan! —se quejó emocionado Lysander—. ¡No me estás escuchando! ¡Y sé cuando no me estás escuchando y ahora no lo haces!

 

Lorcan miró a su hermano gemelo, sin sorprenderse de esa sonrisa extensa y esos pícaros con lo que siempre parecía poder leerlo perfectamente.

 

—Lo siento, Lysander —susurró conciliador, divisando en la distancia a sus padres, que extendían con alegría sus manos a modo de saludo—. Vamos, nuestros papás nos están esperando.

 

Sus padres, Luna y Rolf, los recibieron entre abrazos y felicitaciones por su graduación. Lorcan sonrió y contestó las preguntas, mientras arrugaba el pergamino que traía entre sus manos y que sin más dejaba caer al suelo. Se acurrucó en los brazos de su madre, aunque ya superaba la estatura de ella desde hacía mucho tiempo. Luna, suspiró y meció suavemente a su hijo, besando su mejilla.

 

“Lorcan:

 

¡Felicidades! Mañana es tu graduación. Es impresionante que hayan pasado ya tres años.

 

Adiós, Lorcan. No más cartas, lo siento… Él me está esperando ahora mismo.

 

A.S.P.”

 

 

Sucede que, no sabes cómo ni por qué, pero sucede que el amor de tu vida encuentra al amor de su vida.

 

 

 

—Lorcan… —susurra Luna, con esa sonrisa dulce, con esa mirada despistada que había heredado su hijo, mientras Lysander mira a su lado con esa expresión que parece decir: «¡Venga ya, que les gusta el drama!»

 

Lorcan se separa de su madre y se encoge de hombros. Está dispuesto a irse cuando Luna levanta la mano y señala a las espaldas de Lorcan, que, sorprendido, gira su rostro para ver lo que su madre, su padre y su gemelo miran también con una sonrisa en sus labios.

 

—Albus… —susurra, quieto.

 

El Potter parece haber corrido por toda la estación pues está sonrojado y agitado, aunque feliz de haber llegado a tiempo. Ha cambiado, tres años han dejado en él una huella de madurez y tranquilidad que no pasa desapercibido para nadie. Y se acerca a un Lorcan pasmado y lo abraza con fuerza, con su familia presente. Y por primera vez en su vida, Lorcan Scamander se sonroja fuertemente, sintiéndose estúpido por no haber leído entre líneas, por no haber comprendido la carta mucho antes. Se aferra a Albus, como la primera vez que se besaron, como la última vez que lo hicieron cuando el moreno se graduó de Hogwarts. Entonces, tiembla de pena cuando escucha la carcajada burlona de Lysander y el animado murmullo de su madre que le dice que se verán después, rogándole a Albus que lo cuide mucho a lo que el moreno responde con una sonrisa.

 

—No más cartas… —susurra Albus—. Ya no, porque estamos aquí.

 

Y es dulce, es tierno y es la persona que escogiste, aunque sus caminos se separaron durante tres años. Y recuerdas sus labios, su masculino aroma, los besos que son suaves y te congelan para después derretirse. Y ni él ni tú se arrepienten de nada, porque si sobrevivieron a eso, podrán sobrevivir a un ataque de ochenta Nargles furiosos, a la palidez de Ron Weasley y las burlas de James, Fred II y Lysander, diciéndoles que ya era hora.  

 

—Te quiero, Albus.

—Lo sé…

 

Sucede que, no sabes cómo ni por qué, el amor de tu vida encuentra al amor de su vida en ti.

 

Notas finales:

Técnicamente debería estar escribiendo el capítulo ocho de otra historia pero es que... ¡No pude evitarlo! Soy una persona muy visual y cuando encontré una imagen de inmediato mi imaginación se desató por completo. Lo sé, estoy bien loca, pero es que si no escribía esta idea, no iba a poder continuar.


Encontré a Albus y a Lorcan una pareja muy dulce e interesante. ¡Muchas gracias si alguien se animó a leer hasta acá! Un beso enorme. 


Por cierto, la imagen en la que me inspiré no era la gran cosa... sólo un chico rubio y uno moreno abrazados y la imagen rezaba... "En realidad Albus y Lorcan eran muy lindos y hacían una buena pareja"


._. Lo sé, es impresionante lo que me pude inspirar una sola imagen. JAJAJAJJAJAJAJAJA. Cursi, Cursi.


¡Gracias por todo! 


 ¡El siguiente One-shot que prono subiré es de Teddy! Gracias XD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).