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Samsara por HokutoSexy

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II.             LA LUZ

 

Únicamente había preparado para el largo viaje un par de túnicas limpias y unas sandalias extras, como abrigo llevaba solo un ligero lienzo, había considerado que llevar más cosas era ostentoso, además viajaban frugales hacia Grecia, según Akbar, su maestro, su entrenamiento ya estaba por terminar y consideraba innecesario dejarle más tiempo en la India.

 

Temprano por la mañana antes de salir fue a darse un baño al Ganges para purificarse y recibir los primeros rayos del sol en las aguas sagradas, su espíritu estaba henchido de tranquilidad y un poco de emoción por conocer la cuna de los guerreros a los cuales se uniría… a decir verdad también le llenaba de terror la idea, había leído algunos libros de historia griega e incluso había leído a muchos de sus principales pensadores… se había formado la idea de que los griegos eran una especie de hombres que no conocían límites y solo vivían en banquetes orgiásticos… ¿por qué lo pensaba? no lo sabía, esa imaginación suya tan sensible se había quedado estancada en alguna novela que leyó a escondidas donde describían al por mayor aquellos banquetes… incluso no había terminado su lectura pues lo consideraba por demás descriptivo y había sentido cierto cosquilleo entre las piernas que le había asustado… por ello los siguientes días se había dedicado en cuerpo y alma a la meditación y al ayuno.

 

El propio Akbar le había dicho simplemente…

 

—Debes tener cuidado pues los griegos son como niños, infinitamente curiosos y no claudican hasta satisfacer su curiosidad.

 

—Me asusta maestro…

 

—No es para tanto solo es que son gentes muy diferentes a las personas de aquí, sin darte cuenta de pronto estarás sumergido en alguna plática que te endulzará los oídos y te hará dudar de tus propias ideas… son… de risa fácil.

 

¿De risa fácil? ¿cómo era eso? él no veía necesario reír solo porque sí, es más, pocas veces sonreía, lo hacía más por educación que por otra cosa, pensaba que había cosas de suma importancia en que pensar antes que reír.

 

El viaje hasta Atenas fue duro, sin embargo, él siguió inquebrantable sometiéndose diariamente a su disciplina.

 

Se había llevado una grata sorpresa, Grecia era sorprendente, nunca había imaginado que hubiese tanto bullicio en el antiguo Pireo, y mucho menos había imaginado que tantos olores tan delicados le sedujeran de aquella manera, hasta ese día en el que piso tierra griega, sintió por primera vez que su estómago protestaba por el antojo de tantas cosas… la última vez que le había sucedido eso tendría unos seis años.

 

La gente les miraba divertida, estaban acostumbrados a ver extranjeros desde hacía mucho, pero parecía que su aspecto les causaba gracia, tal vez eran las túnicas de colores tan vivos, cuando ahí tanta gente solo iba de color blanco… y lo entendía, el sol quemaba bastante, a pesar del viento fresco, sin que uno se diera cuenta los rayos del sol traspasaban las telas y quemaban.

 

Habían seguido su camino hasta el Santuario y no se habían topado con nadie, según Akbar en aquella época del año con tanto calor el resto de caballeros entrenaban desde antes de que despuntara el alba hasta que el sol marcaba pasado el mediodía, y de ahí se recluían a los templos o a lugares que hiciesen sombra, al menos durante las épocas más calurosas.

 

Su maestro le había dejado solo en el templo de la Virgen para que lo explorara o las cercanías si eso quería, pero había optado por contemplar simplemente la hermosa construcción que era su templo… estaba por acomodarse para meditar cuando escuchó una voz afuera del templo, alguien parecía triste y movido por la curiosidad fue a ver de quien se trataba, tenía miedo de acercarse así que ocultó su cosmos y ahí lo vio… sentado en los escalones, triste y cabizbajo, le parecía irreal… ¿era su imaginación o aquel chico parecía sacado del cincel de un escultor? era un griego… un auténtico hombre griego, más bien adolescente, magnífico en su genotipo y aún con los ojos cerrados notaba su belleza, solo que… aquellos hombres le parecían toscos y hasta gordos… ¿cómo no iban a parecérselo si estaba acostumbrado a ver cuerpos pequeños y dolorosamente delgados? incluso él era delgado, aunque gracias al entrenamiento físico sus músculos estaban firmemente marcados a pesar de su delgadez… su nombre era Aioria, se encargaría de custodiar Leo.

 

Le había costado trabajo memorizar los nombres de todos y cada uno de los que estaban en el Santuario pero al final sabía el nombre hasta del personal de servicio… uno solo nunca olvidó… Aioria… y parecía notar que aquel chico tenía cierto interés en él… solo que no estaba dispuesto a ser cazado… y menos por un varón… aquello le asqueaba, era cierto que le había llamado la atención en especial su piel morena y ese andar que tenía… le recordaba a una pantera negra, pero solo eso, no pasaba de admiración, además ¿cómo permitirse nada más cuando había vivido célibe toda su vida? ni siquiera conocía el deseo en carne propia… y con un hombre, la idea se le hacía tan antinatural.

 

—Hola Shaka, pensaba que tal vez no estabas haciendo nada y se me ocurrió que te gustaría tomar un vaso de vino aguado conmigo.

 

No dejó la posición de flor de loto pero sí hizo un gesto de molestia al escuchar a Aioria en su templo, le molestaba tanto que no tuviera el decoro de avisar que entraba al templo con su cosmos, era tan irreverente.

 

—Hola Aioria… —suspiró tratando de tener paciencia—, ¿cómo que no estaba haciendo nada?, estoy meditando, ¿has terminado de entrenar?…

 

—Si… he terminado, ¿no ves que ya ha oscurecido? —preguntó vehemente, ¿acaso también era de la idea de Aioros de entrenar hasta desfallecer?

 

—Pues deberías hacer algo de provecho en vez de buscar compañía para perder el tiempo.

 

—Pero si podemos hacer cosas de provecho… —aquel tono que había usado Aioria no le había gustado, era obvio lo que insinuaba, frunció el ceño nuevamente.

 

—Bien, ¿si me bebo un vaso de vino me dejarás en paz? —el joven león no pareció notar el sarcasmo en la voz de Shaka o fingió que no lo entendía.

 

—Claro pero como bien sabes si bebes un vaso debes beber hasta que tu anfitrión ya no quiera beber más…

 

—Eso suena a borrachera… —definitivamente Aioria no tenía remedio, si no hacía algo o decidía pronto sería capaz de quedarse ahí sembrado delante de él hablando y hablando por horas aunque él lo ignorara… no estaba de humor para aguantarlo, eso era una prueba del mismísimo Buda… no… ni Buda tuvo que aguantar a alguien como Aioria… se reincorporó y suspiro siguiendo a Aioria hasta el templo de Sagitario.

 

A veces pensaba que Aioria era un barco sin rumbo, lo observaba y notaba que ansiaba desesperadamente compañía, estaba solo, su mejor amigo Milo apenas tenía tiempo para él pues siempre estaba con Camus y su hermano estaba con Shura, su amante… le parecía algo exótico… esas costumbres griegas de tener amantes varones, pero confesando la verdad también le resultaba enigmático, y la única distracción que tenía eran sus conquistas o fastidiarlo según había visto.

 

Le sirvió un vaso de vino aguado, lo que ellos llamaban vino aguado era un vaso con un tercio de vino y dos terceras partes de agua… no comprendía porque aun así diluido era tan fuerte, ningún vino que hubiese probado en la India hubiese aguantado ni el olor ni el sabor al ser diluido.

 

—Es demasiado para mi Aioria.

 

—Si no lo bebes serás descortés ¿sabes?

 

—Eso es chantaje…

 

—Pero un chantaje agradable.

 

—Aioria si vas a empezar con lo mismo de ayer… de una vez te digo que mejor me voy…

 

—No, espera… es que…

 

—Es que nada… por alguna razón que desconozco tú estás buscando en mí algo que no encontrarás —Shaka empezaba a perder la cabeza, la manera en que lo miraba lo ponía nervioso, nunca antes se había enfrentado a algo similar y le daba miedo, no quería pasar de nuevo por otro episodio como el del día anterior en el que Aioria lo había intentado besar.

 

—¿Y qué sabes tú de lo que yo busco? —preguntó molesto mientras daba un sorbo hasta casi la mitad del vaso.

 

—No Aioria… mi respuesta es no.

 

—¿No qué? ¿cómo estás tan seguro?

 

—Es asqueroso… y además no es de mi interés coleccionar amantes como tú.

 

—¿Asqueroso? ¿y por qué? ¿acaso no te gusto? —inquirió preocupado.

 

La desfachatez de Aioria era parte de su personalidad y aquello daba al traste con la paciencia de Shaka, mientras más se negaba más parecía Aioria dispuesto a seducirle… y no era el único, Milo lo había intentado, pero recibió la misma respuesta, era desleal, al menos Aioria estaba solo pero el escorpión iba tras Camus, o lo tenía ya consigo… aun así aquello no era un punto a favor de Aioria, molesto levanto el vaso y le dio un pequeño trago.

 

—No es cuestión de que me gustes o no… simplemente no me quiero liar con un hombre.

 

—¿Y con una mujer? —preguntó arqueando una ceja, cada respuesta dada le hacía tener más y más dudas.

 

—Tampoco…

 

—¿Por qué?

 

—Haces muchas preguntas…

 

—¿Qué tiene de malo? no te vas a condenar por ello… —Aioria se levantó de la silla y se dirigió a donde estaba Shaka tocando con prudencia uno de sus hombros desnudos, Shaka quitó el hombro al contacto como si Aioria le quemara. Fastidiado de su acoso se puso de pie, aún llevaba en la mano el vaso con vino, le enojaba que lo tratara así.

 

—Aioria el sexo no lo es todo, ¿qué caso tiene tener sexo sin saber lo que es amar? es la única diferencia entre los animales y los humanos… y sospecho que tú no sabes lo que ello significa.

 

—¿Entonces cómo puedes decir que es asqueroso si ni siquiera sabes lo que es? yo puedo mostrártelo… puedo enseñarte… y no desearás que nadie más te lo enseñe, nadie más que yo… —dijo seguro de sí mismo.

 

Sorprendido Shaka arqueó ambas cejas y la furia se apoderó de él, sin pensarlo dos veces le arrojó el contenido del vaso al rostro, el león furioso le agarró una muñeca sujetándolo con crueldad y atrayéndolo a la fuerza contra sí, lo volvió a besar y ante su sorpresa Shaka le dio una fuerte mordida haciendo que el labio inferior sangrara copiosamente.

 

—Me repugnas Aioria… me repugnan las personas que como tú desean las cosas fáciles.

 

—¿Fáciles? No te atrevas a hablarme de que yo quiero las cosas fáciles, porque créeme lo que menos he tenido en la vida son las cosas fáciles…

 

—No sé qué es lo que escondes pero deberías recapitular porque lo que traes dentro te está destruyendo —no soportó más estar ahí discutiendo con él, colocó el vaso vacío en la mesa con suavidad y lo dejó ahí solo, ni siquiera se volvió a mirarlo, se fue escaleras abajo hasta su templo, afortunadamente Aioria no ocupaba el templo de Leo, porque de ser así, lo tendría muy cerca, tan cerca como para meterse a hurtadillas…

 

Aioria se había quedado de una pieza, confundido más que nunca y completamente decepcionado de sí mismo, las lágrimas estaban por salir de sus verdes ojos, de rabia, de frustración contenida, pero aguantó,  Shaka tenía razón, estaba muriéndose por dentro por quien sabe qué y necesitaba reencontrarse a sí mismo… preparó una ligera maleta y se escabulló por los templos dispuesto a huir del Santuario… para siempre… se buscaría una nueva vida en otro lugar… casi corría por caminos ocultos porque sabía bien cuál era el castigo por huir… la muerte… muerto en vida…

 

¿Cuál era la diferencia?


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