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En la Biblioteca por mimibora

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Notas del fanfic:

Espero que les guste, no estoy muy acostumbrada a esta pareja, ya que antes solía escribir kyumin jiji <3 para Monserrat que me lo pidió, saludos !

Eunhyuk, estudiante de ingenería civil, cliente frecuenta de la biblioteca...

Como todos los días después de clases caminaba por todo el campus para llegar a la biblioteca de mi universidad. A las tres de la tarde llegaba allí de manera puntual y saludaba a Kyuhyun un chico que a pesar de estudiar Ingenería en Informatica se preocupaba en ese horario de ayudar a los que nos dirigíamos al lugar. 

 

Al llegar, como siempre, estaba atendiendo a los colegiales que iban a realizar sus tareas y trabajos, me gustaba ayudarle, dado que me sentía bien con ello, especialmente ahora que me encontraba sin trabajo. En un momento que nos encontrábamos sentados frente al computador, le vi entrar. Desde el primer momento me impactó su presencia, no puedo decir que era bello, sólo que sentí en mi interior que era alguien especial, sentí erizarse el vello de mis brazos y de mis piernas, no pude dejar de mirarle, iba vestido con el uniforme de su escuela, zapatos negros, pantalón gris, camisa blanca, jersey azul marino. En su pantalón se destacaba, a la altura de sus caderas, un pequeño descosido que mostraba su piel, de la cual no pude apartar mi vista.

 

Usualmente me hacía llamar heterocurioso, ya que la única experiencia que había tenido con un hombre había sido muchos años atras y con uno de mis mejores amigos, dejando claro que era solo una calentura aquello que había sentido. Pero había algo diferente en aquél chico, que tenía una hermosa sonrisa y una extraña cara de ¿pez?

 

- Kyu yo lo atiendo - Dije mientras veía como el Kyuhyun se hechaba para atrás en su sillón y me daba el permiso para poder entablar una conversación con él.

 

- Hola... ¿Qué necesitas? - Pregunté curioso mientras lo veía como rebuscaba en su mochila sacando un papel completamente arrugado.

 

- Necesito información sobre la revolución Rusa - Me dijo rápidamente mientras me mostraba el papel que traía garabateada la tarea.

 

Le pasé un almanaque, para que sacara la información, pero me di cuenta que no entendía mucho cómo hacerlo, así que le dije que yo le ayudaría.

 

De la rotura de su pantalón no podía apartar mi vista. Su piel tersa y juvenil, su pequeño bozo, lo tenso de su ropa, todo me atraía de él. Empezó a realizar su tarea, le fui ayudando en cada parte, más bien dicho, él escribía y yo le dictaba.

 

Mis manos parecieron que tomaron vida propia y lentamente se fueron a ubicar en la rodilla de él, que se encontraba a mi lado. Él no se inmutó para nada con mi osada acción, sentía que su cuerpo era un imán y mi cuerpo un metal frágil que no se podía controlar a sí mismo.

 

En mi interior me sorprendía completamente, era la primera vez que me encontraba en esa situación, sabía que me gustaba el peligro y la osadía, pero esta situación ya se encontraba en su límite, dado que simplemente no estaba solo en esa inmensa sala, estaban otros estudiantes haciendo sus labores.

 

Yo, en mi interior, no podía dejar de hacer  lo que estaba haciendo, sino al contrario, que debía ir más allá. Lentamente fui presionando, para ver la reacción de este muchacho, con cada presión, con cada movimiento, él no presentaba ningún tipo de reacción, lo que me hizo que el calor voluptuoso de la sexualidad subiera por mis venas y en mi interior estuviera propuesto llegar hasta donde se me permitiera.

 

A todo esto, supe que este muchachito, se llamaba Donghae y estudiaba en un colegio particular de una comuna vecina. Me sorprendió el físico que tenía, para su edad, dado que tenia una estatura de 1.76.

 

Seguí con mi aventura, fui subiendo mi mano por su pierna, por su muslo, él seguía escribiendo lo que yo le indicaba. Y tomé el libro para llamar su atención. Decidí jugármela por entero para ver su reacción, bajé mi mano nuevamente y la volví a poner en su rodilla, la tomé y la forcé a que se pusiera entremedio de mis piernas, creí que eso le molestaría y me diría algo, pero mi morbo pudo más que mi razón. Para sorpresa mía, él simplemente se acomodó en la silla y dejó su pierna en medio de las mías, yo ya me sentía en el cielo. Mi entrepierna ya había reaccionado para ese momento y se notaba a través de la tela de mi pantalón la fuerte erección de mi pene. Él me miraba pero no hacía ningún tipo de alusión a lo que estaba pasando.

 

Ya para esos momentos, nada me detendría, a no ser que él me lo impidiera, pues no podría forzarlo a nada. Mientras una de mis manos estaba en su pierna y volvía al juego de las presiones y avanzar hacia su entrepierna, la otra se fue acercando lentamente a su mano, hasta que mi dedo meñique quedó a un costado del suyo y empecé a acariciar su mano, él tampoco reaccionó; seguí con el juego hasta que mi mano cubrió totalmente la suya,  Donhae simplemente me miró y sonrió. Era la locura total para mí, su pierna la había acomodado de tal forma que su rodilla rozaba mi erupción voluptuosa, que estaba a punto de estallar.

 

Al tener tomada su mano con la mía le miré, él se dio cuenta y me sonrió, levanté su mano y la puse en su rodilla, con lo cual tocaba con sus nudillos mi cremallera, mi abultada cremallera. Él dejó su mano ahí, tocándome, sin siquiera mover su mano, era sólo el roce de esos cálidos dedos. Seguimos en esa posición un rato, mientras yo le seguía dictando su tarea. En un momento, levantó su mano para tomar un corrector, al desocuparse la dejó al lado de su cuaderno, yo deseaba seguir sintiendo esa grata sensación, razón por la cual, volví a tomar su mano, pero no necesité moverla, de inmediato al tocarla, la puso directamente sobre mi paquete, no podía creer la osadía de este pequeñuelo.

 

Reconozco que estuve a punto de acabar, pero me concentré, pues deseaba otro tipo de cosas. Cuando Donhae tuvo su mano en mi bulto, no me pude quedar quieto y llevé mi mano a su entrepierna, lo que toqué me dejó impresionado, tenía algo que debía conocer en forma más directa y piel a piel. Estabamos terminando su tarea, cuando le miré a los ojos, presioné su pene por encima del pantalón y le dije:

 

- ¿Podemos seguir?.- a lo que él me contestó, presionado mi paquete y mirándome a los ojos

 

- Sí, pero no aquí.

 

Ya era hora que cerraran, le dije que preparara sus cosas, y me esperara afuera un momento, para ir a casa. Me levanté, fui donde mi amigo y le inventé algo y después  de un momento me fui, estaba nervioso.

 

Salí y un poco más allá se encontraba él esperándome, le sonreí y se acercó, caminamos, tomamos el bus y nos fuimos a casa. Al cerrar la puerta a nuestras espaldas, él tiro su mochila en un sillón, le tomé por los hombros y nuestros labios se unieron en un beso que manifestaba todo el deseo acumulado de los momentos vividos anteriormente. Le llevé al sofá sin dejar de besarlo, quería disfrutar totalmente el elixir de sus labios, el jugueteo con su lengua, la sensación cálida de su piel.

 

Él tomó la iniciativa y llevo sus manos a mi ziper, y desabrochando mi correa, lo bajó totalmente, dejando caer al suelo mis pantalones, introdujo sus dedos en el elástico de mi boxer y liberó mi pene, que desde hacía rato luchaba por tener su propio espacio y disfrutar de la libertad y de los favores de un ser tan hermoso y excitante como era el que se encontraba frente a mí.

 

En ese mismo momento sentí en mi glande la agradable humedad y masaje de una lengua, que estaba probando la fuerte lubricación natural. Era un profesional, era tanto el tiempo que no sentía la fuerza y delicadeza de una boca tan especial como esta. No me pude quedar tranquilo y de inmediato mis manos procedieron a despojarlo de todo aquello que nos impedía disfrutar totalmente de toda nuestra piel, de tal forma que le desnudé, y nos ubicamos en posición de 69.

 

Su pene era delicioso, con el prepucio cubriéndole todo el glande, de buenas dimensiones. Ese sabor nunca lo había sentido en mis labios, era puro, virginal, agridulce. Posteriormente lo llevé a mi dormitorio, ahí me dijo que deseaba experimentar por primera vez lo que era una penetración, así que empecé a besar sus nalgas, y lentamente a lamer su ano, con el fin de dilatarlo, creo que estuve más de 15 minutos, cuando introducía mi lengua, mi niño ronroneaba como un gatito.

 

Cuando lo tuve lo suficientemente dilatado, acerqué mi miembro y lentamente forcé la entrada, a pesar de haberlo dilatado, se encontraba algo cerrada, forcé un poco más y escuché su quejido, me detuve, le pregunté si le dolía, a lo cual me dijo

 

- Sí-

 

Le pregunté si quería que no siguiera, pero me dijo

 

- Por favor, sigue, que lo deseo-

 

Y nuevamente le fui presionando, él lo gozaba, era la típica interacción de dolor con placer, lo recordaba de mis 15 años, cuando me desfloraron. Fui metiéndolo poco a poco, introducía y me quedaba un momento quieto, hasta que sentí que mis testículos golpeaban esas lampiñas y tersas nalgas de mi amante.

 

Estuve unos minutos quieto para que se acostumbrara y luego me retiré completamente para volver a entrar, ahora no tan lento, empecé así el mete y saca, pareció una eternidad, él apretaba el tracto final de su ano y me hacía sentir en la gloria. Yo gemía de placer, seguía con un ritmo fascinante hasta que, antes de explotar, le pregunté dónde quería que acabara, y me dijo que dentro de é, lo hice bestialmente, él también eyaculó, sin tocarse siquiera.

 

Volvimos a la posición 69 hasta dejarnos completamente limpios, su sabor era más sabroso ahora, quedamos tirados uno al lado del otro.

 

Se hacía tarde, nos fuimos a bañar, le enjaboné todo su cuerpo, lo lavé, lo sequé, lo vestí y le fui a dejar cerca de su casa.

 

 

 

Desde ese momento nos encontramos diariamente para “hacer las tareas”

Notas finales:

Lo acabo de intentar corregir, espero que haya quedado mejor, =( saludos!!


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