Sin más que hacer opté por seguir sus indicaciones y me dirigí a la sala, quedándome helado a los pocos pasos de haber entrado en ésta. Frente a mí sentado en un sofá se encontraba un chico de una belleza extraordinaria…
Poseía cabello rubio que caía de una manera grácil sobre su cuello y orejas, ojos azules semejantes al cielo que me había cautivado unos minutos atrás y una piel nívea que daba la impresión de estar hecha de porcelana; sin embargo, la belleza de sus ojos se estropeaba con la mirada que había en ellos… era una mirada de desprecio, ¿sería odio?
¡Ah sí! Me olvidaba de mencionar un pequeño detalle, esa mirada estaba dirigida a mí…
Tal vez era que no quería a alguien como yo en su familia, después de todo la diferencia era abismal. Si algo tenía que reconocerle a este par era el hecho de que parecían príncipes salidos de algún maldito cuento de hadas…
¡¿Cómo es que la vida es tan injusta como para permitir que existan personas con tanta belleza?!
Sencillamente no teníamos comparación, yo era un chico de lo más común y corriente. Tenía un cabello castaño corto, piel clara aunque definitivamente no tanto como la de él; la mía estaba bastante maltratada por el sol al que me exponía frecuentemente sin darle demasiada importancia y por si esto no fuera suficiente tenía un rostro de lo más infantil que le restaba credibilidad a mis trece años.
Tal vez esto no sería tan malo si fuera un rostro realmente lindo, de esos que atraen chicas y chicos… un momento ¿dije chicos?
Ejem…. Creo que el oxígeno ya no estaba llegando en cantidades adecuadas a mi cerebro. El punto es que en mí no había nada que presumir y estar al lado de este tipo de personas definitivamente no sería bueno para mi autoestima…
Después de algunos momentos de titubeo y montones de pensamientos estúpidos e innecesarios recordé que me encontraba delante de ese chico; seguro que lucía como el más grande de los tontos parado ahí sin moverme, así que apelando al poco sentido común que poseía en ese momento decidí tratar de romper el hielo.
—Mmm… Hola, mi nombre es Nick —dije a la vez que agachaba la cabeza, su mirada no parecía ceder y realmente me estaba poniendo los nervios de punta—. ¿Cuál es tu nombre? —hice un segundo intento que terminó en rotundo fracaso, él se empeñaba en guardar silencio por lo que la situación se tornó demasiado incómoda, tenía ganas de salir corriendo y justo en ese momento escuche su voz por primera vez.
—Lárgate de aquí —contestó fríamente desviando al fin la mirada.
De acuerdo por fin había abierto la boca, era una lástima que fuera sólo para mandarme muy lejos…
Sabía de antemano que tratar con un chico 5 años mayor que yo iba a ser difícil, pero si en algún momento tuve oportunidad estaba más que claro que por su cuenta corría el complicar las cosas tanto como estuvieran a su alcance.
¿Lo peor de todo? No tenía ni idea de que había hecho para que me detestara.
De momento no había mucho que hacer y estando en su “territorio” decidí otorgarle la victoria esta vez, por lo que me giré dispuesto a salir por donde había entrado cuando vi que mi madre y Matt se aproximaban hacia mí.
¡Perfecto! Venían a terminar de arruinarlo.
—¡Oh! Veo que ya se conocieron —dijo Matt con una sonrisa de satisfacción—. Por favor Nick enséñale a Kail como ser un buen chico y por supuesto un buen hermano.
¿Qué estaba diciendo?, ¡¿cómo pretendía que logrará eso cuando este chico intentaba asesinarme con la mirada?!
Estaba muy avergonzado por esas palabras y no pude evitar sonrojarme; pero juraría que el color que había ganado se esfumó cuando noté que el rubio me observaba de una manera entre sorprendida y curiosa. No obstante, en cuanto percibió que yo era consciente de su actitud desvió la mirada de nuevo como dejándome claro que las cosas seguían igual.
A partir de ese día por más que me rehusé, mi madre me obligó a acompañarla todas las tardes a esa casa y siempre era lo mismo. Ella y Matt se perdían por horas mientras que nosotros moríamos de aburrimiento en casa; bueno al menos ese era mi caso, no podía hablar por Kail ya que en cuanto nos quedábamos solos corría a encerrarse en su habitación a hacer quien sabe que cosas.
Esta rutina me estaba fastidiando, quería un cambio y como si la vida se empeñara en complacer mis estúpidas peticiones aquella tarde algo pasó.
—Estoy aburrido así que iré a dar una vuelta —musitó el rubio con cara de fastidio.
—Bien, tampoco me parece justo que estén encerrados todo el tiempo —contestó Matt mostrándose comprensivo con la declaración de Kail.
—¿Encerrados dices? Me parece que has malinterpretado lo que dije padre —replicó Kail al ver que yo iba incluido en la oración.
—No lo creo, recuerda que Nick será parte de esta familia muy pronto, deben comenzar a llevarse bien y creo que salir juntos será bueno para ambos —ese par hablaba de mí como si yo no estuviera presente, me molestaba su actitud de superioridad y justo cuando estaba por intervenir para defender mi lugar vi que Sue entró en la sala para complicar las cosas como era costumbre suya.
—¿Van a salir los chicos? ¡Qué alegría saber que se están llevando bien! —y así definitivamente cada día me quedaba más claro que esta mujer tiene la cabeza en la luna, ¿acaso estaba tan ciega como para no ver que la relación que llevaba con Kail sencillamente era un asco?
—Oh, está bien si Kail quiere salir sólo, de cualquier modo me siento un poco mareado —dije fingiendo malestar, ya era momento de entrar en la conversación pues de quedarme callado harían conmigo lo que les viniera en gana y no estaba dispuesto a permitir algo así.
—Vamos cariño, no seas mal educado, está mal dejar que Kail vaya solo —y le dedicó al necio rubio una mirada de compasión, ¡¿cuándo demonios se convirtió en la victima de todo esto?!—. Que no se diga más, ¡¡vamos todos afuera!!
Entonces una vez más terminé metido en una situación en la que no quería estar y para colmo de males, tan pronto como pusimos un pie fuera de casa la feliz pareja desapareció.
Eran unos padres tan descuidados… y con esto no estoy diciendo que necesite de sus atenciones… No me sorprendía que se comprendieran tan bien.
Kail caminaba por delante de mí de tal manera que parecía que iba solo, pude haberlo mandado al demonio y dar la vuelta para regresar a casa… a mi casa, pero honestamente no tenía nada mejor que hacer por lo que decidí seguirlo. Por fin después de algunos minutos de caminata Kail se detuvo cuando llegamos a un parque, y luego de buscar con la mirada una banca se sentó como perdido en sus pensamientos.
Tenía que reconocer que el lugar era muy bello, abundantes árboles proyectaban por todo el lugar una sombra que se me antojaba muy agradable; a las orillas de éstos se reunían arbustos y coloridas flores que se erguían como presumiendo orgullosas su belleza; se podía escuchar el suave trinar de las aves que paseaban de un lado a otro y destacaba una gran fuente al centro del parque, donde las gotitas de agua montaban una danza sin fin. Era muy relajante, al grado en que casi me olvide en compañía de quien estaba.
A lo lejos pude divisar una sección con juegos infantiles donde un montón de pequeños demonios subían y bajaban sin detenerse, mientras que otros tantos acosaban al encargado de un carrito de helados en busca de algo con que refrescarse.
De pronto me apetecía comer algo y pasando frente a Kail igual que si no estuviera me dirigí al carrito dispuesto a conseguir un helado; cuando por fin lo tuve en la mano me disponía a regresar con el rubio pero me pasó por la mente que sería de muy mal gusto llegar sin algo que ofrecerle, así que un tanto molesto por darle importancia a alguien como él pedí otro helado y me apresuré a volver donde Kail.
—Mmm… —no sabía qué decirle, ni siquiera parecía haber notado que estaba de regreso ¿cómo se supone que debía llamar su atención sin ser una molestia?—. Oye, ¿estás bien? —insistí y por fin hubo una reacción, me dedicó una mirada indiferente y proseguí con mi cometido–. Verás… te traje un helado, ¿sabes? A mí me encantan y no sabía si a ti te gustaban pero igual te traje uno… si no lo quieres no hay problema, puedo comérmelo, así que… —ya estaba hablando de más, aún así Kail tomó el helado y sin más comenzó a comerlo, desviando nuevamente la mirada sin un agradecimiento ni nada de por medio.
¡Sabía que no debía tener consideraciones con él!
Ya me había cansado de esta situación por lo que tan pronto como terminé mi helado me levante con planes de ir a casa... pero ya era tarde para retirarse. Vi como un chico, moreno y alto, se acercaba rápidamente a mí sin quitarme la mirada de encima y antes de darme cuenta me empujó con tanta fuerza que caí escandalosamente sobre mi trasero.
—¡Vaya! Pero que escena más conmovedora, Kail trajo de paseó a su noviecito —escuché que decía el chico mientras me miraba de manera burlona.
—¿Qué demonios es lo que quieres? —contestó Kail sin inmutarse y sin aparentes intenciones de ayudarme. No sabía si debía levantarme, la caída había sido dolorosa y no quería que se repitiera.
¡Maldita sea! No tenía absolutamente nada que ver en este asunto y por alguna razón era el único en el suelo.
—¿Qué es lo quiero preguntas? ¡Que te alejes de mi novia por supuesto! Venía dispuesto a hacer que lo entendieras incluso si tenía que usar la fuerza, pero creo que no será necesario espera a que todos se enteren de que tienes un lindo novio —y de pronto comenzó a reír luciendo como el idiota que probablemente era.
—¡Cierra la boca maldito bastardo! —Kail se levantó muy enojado y lo siguiente que vi fue que ambos comenzaron a golpearse…