Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I Knew You Were Trouble por MinnieLeeKimPark

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Ai niu iu güer trobl güen iu wokt in  ~ Sheim on mi na-ao

 

Notas del capitulo:

 

Holi :B

Oppa cumple años fjdslkfjdsk <3

Bueno, em... sobre el fic >.< resulta que yo dije que ya nadie me pide fics xD entonces una linda lectora me pidió uno *brinca* así que le dije que le subiría uno a ella ♥ Espero que lo lea xD

Quedó bastante raro. Desde mi punto de vista, está horrible, pero no pude hacer nada mejor xd sí, soy una inútil xddddd Es que em... no sé, creo que escribí un cliché (cosa que odio relativamente...) y por eso estoy como que decepcionada de mí misma :c fdfksd *se deprime*

Bien, bien, Shipper *^* perdón la tardanza :c aquí está y es todo tuyo :3 Si no te gusta, sólo dilo y lo borro

Y no se lo enseñes a tu novio porque tiene mucho lemon xd, más del que yo quisiera xd. Y más parece lime, porque no usé palabras “feas” (Que en realidad son hermosas o3o) porque no estoy muy de ánimos y casi no tengo tiempo :c ~

Ah y lo de muerte de un personaje, es uno secundario :3 -que raro que incluya asesinatos en esto fdsfs-

 

I Knew You Were Trouble

 

Parece que fue hace mucho tiempo, pero también parece que fue ayer cuando lo vi por primera vez.

Rendido en la cama, de nuevo con su perfume masculino impregnado en los poros de mi piel, con su semen marcando mi interior, sus dedos estampados por todo mi cuerpo, alcancé a corresponderle un beso cansado, antes de quedarme dormido.

Jonghyun. Así se llamaba mi más grande problema… y el más lindo.

Cerré los ojos lentamente, sonriendo al percibir sus labios dulces en mi hombro mientras me volteaba para pegar su torso a la curva leve de mi espalda.

Frente a nosotros brillaba la noche, entraba la brisa por la ventana abierta, erizándome la piel y haciendo que me quejase.

Jong se rió de mi sensibilidad y acarició mi cintura situando sus dedos en mi ombligo, tocándome a su antojo.

—Te amo —dijo suavemente, besando mi oreja y jugando con mi arete, rozando su lengua en mi nuca, en el tatuaje que declaraba “Sólo tuyo, Jonghyun”.

 

Érase una vez… hace un par de errores…

Era otoño, un frío otoño. Me vestían unos jeans y un suéter azul que mamá me obligó a usar alegando que me hacía ver más ‘hombre’. Iba a segundo de media, y mi cabello ya era rubio. Mis notas eran excelentes y, por lo tanto, mis padres no me negaban nada, todo lo tenía, mamá confiaba que todo se lo contaba, papá apenas pasaba en casa. No tenía muchos amigos, más bien sólo uno. Su nombre era Taemin, era como un hermano pequeño para mí, casi un hijo porque lo sobreprotegía mucho.

Algunos chicos me molestaban, otros decían que yo les gustaba y me llamaban ‘nena’, pero parecía que todos notaban mi presencia.

Las clases habían terminado por ese día, por lo que me dispuse a salir del instituto, pero uno de los cuadernos que llevaba en la mano se deslizó de ella. Al alcanzarlo, mi vista se clavó en la puerta que ante mí vociferaba “Detención” en letras grandes.

—Oye, Kibummie, ¿puedes darle este recado a Jungmin?—me pidió mi maestra favorita: la de matemáticas, dándome un papelillo—. Está en ese salón. Debo irme, y no alcanzo a decirle por mí misma.

Se veía bastante precisa, así que sonreí asintiendo.

—Eres tan lindo, muchas gracias. Nos vemos —se despidió rápidamente y corrió como alma que lleva el diablo, sin importarle que llevara tacones y se viera chistosa.

Mis ojos se detuvieron en el pedazo de papel que tenía en la mano, y luego se dirigieron a la puerta, la cual mi puño tocó con suavidad. Enseguida se me dio la autorización para pasar.

—¿Sucede algo? —inquirió de mala gana el encargado del salón en ese momento, el profesor Jungmin, era bastante pesado, pero a mi maestra parecía caerle bien.

Avancé escasos pasos y asentí.

Tres chicos, mayores que yo por dos años, yacían retenidos entre cuatro paredes pintadas pulcramente, prisioneros en los pupitres. Lucían peligrosos y, en ese momento, me daban miedo todos menos uno, uno que sólo causaba curiosidad y nerviosismo en mí. Era el castaño, con ojos tiernos y expectantes que me enfocaban solo a mí siempre.

Éste sonrió engreído, creyéndose todo, sabiéndose mucho, siendo condenadamente ardiente. Él me ponía con sólo verlo dos segundos.

El recadillo voló burlón de mis manos y fue a chocar al suelo por mi pequeña distracción. El tipo, del cual sólo sabía a lo mucho su nombre, soltó una risita ante mi estupidez, sin embargo, calló cuando me incliné a recogerlo.

El primer error que cometí.

Jonghyun no me quitó los ojos de encima, por lo que me mordí discretamente el labio al bajar, y lo miré con el deseo reflejado en mis ojos al pararme y arquear la espalda. Yo  no sabía a qué juego estaba jugando.

—De hecho, me encargaron entregarle esto —informé amable.

Hice una reverencia cuando se me dieron las gracias y salí de ahí.

Lo estaba tentando, sabiendo que él era malo, peligroso, sabiendo que me deseaba tanto como yo a él. Estaba jugando con fuego… y me quemé. Fue mi culpa.

Esa misma semana, noté que Jonghyun me seguía y, cada que estábamos solos, trataba de acorralarme. Me comencé a asustar muy tarde.

—Pareces una niña cuando usas eso —resopló mientras yo humectaba mis labios frente al espejo del baño. También lo decía por el delineado de mis ojos.

Yo creí haber revisado que nadie estuviera dentro de los baños en ese momento, pero él era muy escurridizo, y nunca entraba a clases.

—Me pregunto a qué sabe tu brillo labial. —Caminó hacia mí y yo retrocedí, mirándolo, curveando los labios pícaramente—. Diría que a fresa, como tú. Así, todo rosita, como una princesa.

—Si tienes curiosidad, puedes probarme —reté sinvergüenza, tragándome mis miedos, encendido por su simple presencia—. Anda, prueba mis labios.

Con una sonrisa socarrona, me apresó entre sus brazos musculosos, haciendo lo que le sugerí, tomándome de la cintura.

Divertido, emocionado dentro de la ilusión de mi primer beso, excitado de que fuera con quien me roba el aliento, y asustado al pensar en las consecuencias, me dejé hacer, sintiendo su saliva y su lengua embistiendo a la mía. No puedo decir que fue un beso inocente, pero no estaba del todo enterado de en lo que me estaba metiendo.

—Fresa —murmuró. Sus labios estaban húmedos y la respiración de ambos era agitada.

—¿Lo hice bien? —pregunté rozando sin querer los labios, invitándolo a volver a hacerlo, balanceándome coquetamente entre sus brazos.

—Delicioso. —sonrió y se adueñó de mi boca otra vez.

 

***

 

La lista de novias que Jong presumía era inmensa. Ni siquiera eran novias, a algunas apenas y las había besado, pero habían estado con él. Su fama era esa, tener en su historial lleno de mujeres, junto con ser insolente, respondón… Perfecto para mí.

Su color favorito era el azul, pero sólo vestía ropa negra y camisetas blancas. El mío era el rosa, y mi ropa era en su mayoría de colores vivos y brillantes.

Lloré cada que una chica nueva gemía su nombre contra su boca, porque yo siempre llegaba a lo que él llamaba hogar en el momento en el que me era infiel. Aunque… él no me era infiel. Jonghyun nunca me pidió ser ‘novios’. Jonghyun vivía solo, su padre era un borracho sin remedio que terminó muriendo en el hospital antes de que yo lo conociera y su mamá murió al momento del parto. Se puede decir que no tuvo un buen ejemplo a seguir, que tuvo que arreglárselas solo desde pequeño y era un milagro que siguiera estudiando, o al menos aparentar que lo hacía.

Su dinero lo sacaba de asuntos que yo no alcanzaba a saber, él nunca mencionó una palabra de eso. Con regularidad le encontraba gajos de dinero en su mochila, en las gavetas de su mesa de noche, en todos lados.

Me escapé algunas veces de clases para ir a atenderle cuando se peleaba con alguien y terminaba con heridas. Él decía que no era nada, pero terminaba dejándome curarlo porque decía que mis manos era muy suaves. 

Pasé de ser el aplicado niño que siempre iba a clases, a salirme del edificio para irme con él, a donde sea que él quisiera.

—Vamos~ —rogó, usando una carita de perrito pidiendo un hueso.

—No —respondí firmemente, pero él no aceptó esa respuesta, solo me retuvo contra la pared del callejón continuo a la escuela.

—Vamos, bebé… —Puso una de sus manos a un lado de mi cabeza y la otra al otro lado, una de sus piernas entre las mías, impidiéndome escapar.

—No.

—Vamos…

—No.

—Anda…

—No.

—Te doy un beso si dices que sí. —Sus ojos me suplicaron dulcemente.

—Tú siempre me besas sin condiciones.

Jonghyun gruñó de impotencia, a veces decía que odiaba que yo fuera inteligente, que no fuera fácil. Hizo un berrinche silencioso abrazándome y me llenó de ternura. Terminé aceptando.

Segundo error, y quizás uno de los más graves.

Guiado por él, tomado de su mano entre una multitud, entre luces azules y verdes, cruzamos por la pista de baile. Una música estrepitosa me tentaba a bailar, pero no podía; ese no era yo, yo era un niño bien, o al menos lo era antes de toparme con Jonghyun.

Cada vez el ruido aumentaba, las ganas de bailar no se retiraban de ninguna manera de mi cabeza, hasta que por fin me rendí ante ellas y decidí dejarme llevar, luego de que Jong me sirviera algo de tomar, algo raro pero que tomé porque él me lo daba.

Se veía borroso, unas manos desconocidas me tocaban junto con las de quien me había arrastrado a semejante lugar, ‘Tik Tok’ resonaba en mi cabeza, y poco a poco, la consciencia se iba retirando de mi ser.

Reí sin razón, corriendo y tropezando, enredándome con mis propios pies, confiando en él, siguiéndolo a un lugar que no conocía.

Mis gemidos salían sin pedir permiso, tan agudos que me pregunté qué demonios me estaba haciendo Jong para que gritara de esa forma tan extraña. Mi vista se logró enfocar una décima de segundo y pude ver una sonrisa llena de lujuria frente a mí.

No tenía vergüenza de estar desnudo porque mi mente no lograba darle sentido a la situación, y yo sólo confiaba en quien se aprovechó de mí esa noche.

Se sentía delicioso que sus manos me tocaran, que sus labios me recorrieran por todos lados, que esa parte de su cuerpo se clavara dentro de mí. Aún cuando no estaba de acuerdo, aún si no estaba en mis cinco sentidos, se sentía bien.

En la madrugada, sentí que se iba de mi lado, de donde nos habíamos quedado dormidos abrazados, sobre las feas colchas, para vestirse y correr. Creí oír disparos, pero supuse que era mi mente la que me jugaba una mala pasada, junto con Jonghyun.

Salí de un motel a primera hora de la mañana, por lo menos dejó pagado Jonghyun, al menos eso hizo. No me sentía del todo bien, mi cabeza dolía horrores, al igual que mi trasero y mi cuerpo entero. Algo había pasado la noche anterior, lo sabía, y sin embargo, los recuerdos eran muy pocos.

Recordé su voz y su presencia junto a mí mientras caminaba a mi casa, reviviendo cada recuerdo que regresaba a mí y se unía a los demás, como un rompecabezas.

Una buena excusa surgió cuando doblé en la calle en la que vivía mi mejor amigo: Taemin. Corrí, tanto como mis piernas y mi cuerpo aún adolorido me lo permitieron, y le pedí que me secundara en una mentira. No quería que mis padres dejaran de confiar en mí.

 

***

 

Cerré con fuerza mi casillero, desquitándome con un objeto que no tenía culpa de nada, porque el único que la tenía era yo. Me sentía enojado porque Jong no se había aparecido en días. Seguro que lo único que quería era acostarse conmigo. Y lo logró, y ahora de nada le serviría tenerme a su lado, de todas formas, no soy una de sus lindas chicas que usan minifaldas y escotes pronunciados para apantallar con sus amigos.

—¿Qué sucede? —llamó mi atención Taemin, con una sonrisa tan tierna que me fue imposible de no corresponder.

—Estoy enojado —dije lo que era obvio, sin agregar más explicaciones.

—¿Con quién? ¿Te enojaste porque no te contesté la llamada de hace un rato? —Cuestionó por demás preocupado—. ¡Perdón! Estaba en clases y…

—No, no… No es eso.

—¿Entonces? —insistió serio.

—Yo…

En ese preciso momento, alguien irrumpió en los pasillos. Esa voz gritándole a algún tonto que se apartase de su camino era suya.

Quise exigirle una explicación en un primer momento, pero luego quise gritarle que me soltara. Me había cogido de las piernas, y empujado contra los casilleros, silenciando mis protestas con su boca.

Sintió que traté de empujarlo, así que me sujetó con más fuerza, subiéndome a sus caderas.

—¡Suéltame, idiota! —comencé a removerme. Me daba pena que me vieran así los demás, pero sabía que contra Jong, tengo todas las de perder, por lo que no me puse a forcejear más.

—Me arrestaron —dijo contra mis labios en un susurro—, por eso me fui…

Abrí los ojos, mirándolo detenidamente en busca de señales de que mintiera.

—Ah…—Se atrevió a masajear mis piernas con morbo, y eso bastó para que me enojara más.

—No me veas así, Kibummie —rió sinvergüenza, pero no paró de hacerlo.

—¿Tienes pruebas? —Traté de ocultar mi sonrojo.

—Mis chicos están de testigos —señaló con la cabeza a sus amigos. Sus nombres eran Dongwoon y Jinki. Ambos me caían pésimo—. Bien, ahora, vamos a continuar con lo de aquella noche, ¿lo recuerdas? Espero no haberlo hecho muy fuerte para ti, bebé.

—Maldito. —Estrellé mi mano contra su mejilla, y él sólo sonrió como si eso le diera placer.

—Yo sé que te gustó.

—Jong —tartamudeé mirando a las personas que nos rodeaban chismosos—… no es lugar para hablar de eso. Bájame y veré si esta vez, sin drogas, te lo permito.

Sonrió socarrón cuando mis pies tocaron el piso.

—Te llevo a casa —murmuró cuando me di la vuelta. Las personas que se nos acercaron curiosas comenzaban a irse. Ya se había acabado el espectáculo.

—Puedo solo.

—No fue una pregunta.

Sólo me quedó mandarle una mirada asesina, y soportar que me jalara con violencia.

En el camino habló únicamente de los detalles que apenas se presentaban en mi cabeza, realizado, feliz de haberme hecho suyo. Yo en cambio me sentía vacío, como si me hubiera robado algo.

Le dije que era raro que, habiendo estado con tantas chicas, ahora viniera a enorgullecerse de haber estado con otro chico. Él respondió que sólo había estado con una o dos vírgenes. Parecía algo muy importante eso.

—Hubiera sido mejor para tu orgullo el que me hubiera entregado por voluntad propia, ¿no te parece?

—Estoy en eso, Kibum.

 

***

 

 

La lámpara que iluminaba el escritorio en el que hacía mis tareas comenzaba a dejarme ciego. Frotándome los ojos, la apagué y a tientas encontré mi cama, donde de una sola me dejé caer, feliz de haber terminado mis deberes y de poder dormir con tranquilidad.

Pegué los parpados otra vez y en dos segundos mi celular vibró bajo mi almohada, avisándome de una llamada.

—¿Qué? —Grité, estaba a punto de dormirme y alguien me interrumpe, tengo derecho a enojarme.

—Kibummie —murmuró esa voz—, calma, bebé.

—¡Oh, no! ¡Estoy cansado, Kim Jonghyun! —Así es, ya sabía su apellido—. ¡Tengo sueño, idiota!

—Y dormirás… luego de complacerme.

—No, no y no.

—Vamos, también lo vas a disfrutar, como aquella vez. Amo tus gemidos, precioso~

—¡Cállate! —colgué.

Cubrí mi cabeza con la almohada, los ojos me ardían por la falta de sueño y un imbécil como Jonghyun no llegaría a arruinar una noche de sueño que recién empezaba.

—Key… —dijo en extremo bajo ese sobrenombre que me había puesto. Llave en inglés, porque según él lo sé hacer todo.

El ruido provenía del balcón. Por ese instante, odié haber tomado la habitación con balcón.

Mis pies pesaban en cada movimiento, incluso respirar se me hacía agotador, y aún así caminé.

—Hyung, por favor, déjame dormir —pedí mirándolo cortado por mis pesados parpados, abriendo la puertecilla.

Sin mínimo de cuidado, entró en mi cuarto y me rodeó la cintura con los brazos.

—No, no, no —me repetía tratando de empujarlo sin fuerzas—, no quiero.

Y para Jong eso significaba justo lo opuesto.

—Vamos, Jia organizó una fiesta en su casa. Anda…

—No, tengo sueño. ¿No ves mis ojeras? —dije cansado, recargando mi cuerpo en el de él.

—No, yo sólo veo un par de ojos asesinos.

—También eso… —me reí en su oreja y él se abrazó más a mí.

—¿Puedo dormir contigo? Sólo dormir —murmuró suavecito, besando mi cuello.

Lo pensé y, confiado en el tono sincero que usó, acepté. La chaqueta de cuero negro abandonó su cuerpo, y me dejó ver sus brazos. Si hubiera estado más descansado, hubiera babeado.

Su pecho era cálido, me reconfortaba mucho, olía a hombre. Delineó mi figura con la punta de los dedos, acariciando mi piel lentamente con las yemas bajo mi sábana, encantado ante la suavidad que poseía mi piel. Me besó hasta que me quedé dormido y no pude corresponder más a sus besos. Era una suerte que mamá no entrara nunca a mi cuarto.

Tercer error.

 

***

Confié en él de nuevo porque me demostró que me quería, o eso fue lo que quise creer.

Me sentía bien cuando estaba con él. Lo veía y mi estómago se llenaba de mariposas inquietas.

Taemin me preguntaba por qué había bajado mis promedios, por qué dejé de ir a algunas clases, y tuve que confesar que me estaba yendo por el mal camino con Jong. Pero le juré que él me ama, aunque ni el propio Jonghyun me lo haya jurado.

Sus amigos  cuando él no estaba presente, solían decirme una que otra estupidez que ellos consideraban un piropo, y yo solo los ignoraba. Tenía miedo de que si le decía a Jonghyun, éste no me creyera y me dejara.

Me faltaba un año de escuela para poder entrar a la universidad. Debía estudiar mucho más, tratar de llevar las mejores notas para ganarme una beca, y ser menos carga para mi familia. Tantos sueños, tantas metas, propósitos que quería lograr.

A veces, Jong golpeaba mi ventana para que lo dejara pasar. Nuestra relación era más tierna y dulce cuando estábamos solos en mi habitación. Pero cada que intentaba pasarse conmigo, lo alejaba. Él comprendió que no fue buena idea aprovecharse de mí, que yo me resentí con él y lo único que me hacía seguir con él era amor.

Jong aparte era muy celoso, se enojaba con facilidad. Dejaba sus dedos marcados en mi cintura cuando me agarraba de ahí con propiedad.

Agresivo dirían algunos, pero a mí me gustaba que fuera así.

—Hola, bonito —me saludó con un beso calmado.

Otra vez se había metido a mi cuarto por el balcón.

—¿Tienes tareas o ya acabaste?

—Ya acabé. —Le di una sonrisa amplia y me colgué de su cuello—. ¿Planes para esta noche?

—¡Vamos  a una fiesta! —Exclamó entusiasmado.

—Sin drogas, por favor. —lo fulminé con la mirada.

—Lo prometo. —me jaló de la mano. Salimos corriendo escaleras abajo de mi cuarto aprovechando que mis padres no estaban, como niños pequeños, jugando, riendo por todo y por nada.

Llegamos a un lugar desconocido para mí. La gente ahí solo se divertía, estaban muy en lo suyo, sin importar si lo que hacían estaba bien o si estaba mal, solo bailaban y disfrutaban. Algunos respirando humo raro, otros emborrachándose.

—Sería bueno que te dejaras llevar como ellos —dijo en mi oído, tomándome de la cintura como siempre, hablando como si leyese mis pensamientos—, así no tendré que drogarte para que lo hagas.

Sonreí de lado y le di la razón.

Esa noche no pensaría en nada, solo me dejaría llevar. No necesitaba pensar en el mañana, no si él estaba conmigo. No si esa noche me prometiese la Luna y las estrellas, si por fin dijera que me quería.

«Sólo di que me amas y caeré»

Confié de nuevo en él.

Me empujó, acorralándome contra la pared otra vez. Me había entretenido huyendo de sus brazos a través de toda la casa de la chica que ofrecía la fiesta, corriendo por ahí como un niño, riendo, tomando cada estupidez que me servían en esos vasos de plástico baratos y sonriéndole a desconocidos.

Miré a todos lados sin encontrarlo y, cuando menos lo imaginé, me agarró por atrás y me arrastró a quien sabe dónde.

—¡Basta~! ¡Hyung, detente! —En realidad no quería que me dejara en paz, al contrario, quería que me persiguiera hasta el cansancio, pero mi orgullo podía más que eso.

Una puerta se cerró estruendosamente, y delante de mí estaba una habitación completamente ordenada, era quizás una habitación de sobra que tenían pues no parecía que fuera ocupada por alguien. Fui empujado contra esa tabla de madera y sus labios callaron a los míos en un beso.

Gemí impresionado por las caricias que me daba con esmero, me arqueé  sintiendo sus manos traviesas en cada rincón erógeno de mi cuerpo. Mordió mi labio inferior retándome con la mirada, mientras luchaba por quitarme la camiseta. Sus labios se estampaban contra mi piel a medida que la ropa de iba desprendiendo poco a poco de mí.

Se alejó para quitarse la camiseta, y cuando lo hubo hecho, posé la mano sobre su abdomen, tanteando sus músculos definidos, subiendo lentamente por él. Mis ojos lo veían fijo, así solamente, como descubriendo algo nuevo.

Y de golpe, me vi sin nada de ropa, sobre una cama que no era la mía, con el bullicio de afuera haciéndome saber que no estábamos solos.

Me di cuenta de lo que estábamos haciendo demasiado tarde. Su lengua estaba acariciando partes que nunca me imaginé que estarían en semejante situación. Jamás me hubiera imaginado nada de lo que estaba pasando. Y lo peor era que ya no era virgen. No, yo ya había estado con él, entre dormido y despierto, pero ya había tenido sexo.

Aún así, era inexperto, tonto y torpe.

Me aferré a él con miedo, enterrando las uñas en sus brazos, en un intento ilógico de escapar, mirando cualquier cosa menos a él. Avergonzado de mirarlo a la cara. Quizás solo necesita que me dijera qué hacer. Me sentía perdido.

—Tranquilo, Kibum. —Sus ojos brillaban.

Lo único que recibía eran besos y caricias. Cerré los ojos y me dejé.

Las sábanas eran ásperas, tal vez no tanto pero, en ese momento, así las sentí, raspaban mi piel en cada embestida.

Experimenté mi primer orgasmo consciente y me sentí feliz y completo.

—La próxima vez lo hacemos en mi casa.

Jong rió y me dejó un beso en la frente.

«Te amo» pensé, mas no lo dije.

Tan lindo y detallista que me hizo el amor en una casa ajena. Tan delicado como para dejarme sin poder caminar ni parar bien. Tan dulce que ni siquiera me dijo que me amaba mientras me lo hacía. Ese era Jonghyun. Un amor de persona. Y sin embargo, cada tontería suya se me hacía linda y adorable, cada sonrisa que le robaba a mis labios me hacía amarlo más.

 

***

—¿Dónde está Jonghyun? —pregunté a uno de sus  amigos, cuando no lo vi al salir del instituto. Y éste solo tomó mi mano y me guió a una banca, donde nos sentamos, bastante apartado para mi gusto—. ¿Pasa algo malo?

Me estaba asustando todo ese misterio, no quería que me dijera que algo malo le había sucedido a Jong, pero tampoco podía vivir con eterno suspenso.

Dongwoon no respondió. Lo vi sonreír chueco y pasar su mano grande sobre mi pierna.

—¿Dónde está Jonghyun? —repetí histérico.

—¿Qué me vas a hacer?—Dijo falsamente impresionado de que le alzara la voz—. Nada. ¿Sabes por qué? Porque eres débil, no podrás esconderte ni huir de mí sin tu perro faldero. Anda, pide ayuda, él no está aquí y, para cuando consiga pagar la fianza, ya serás mío.

Se levantó cuando yo lo hice, haciéndome retroceder a cada paso que él daba.

—Estás loco —hablé tartamudeando—, aléjate de mí, no me toques o…

—¿…o qué? ¿Gritarás hasta que Jonghyun-hyung te escuche? —Topé contra la pared—. Lo siento, pero podrá escuchar tus chillidos.

—¡Apártate, imbécil! —vociferé empujándolo con todas mis fuerzas. Logré hacer que diera un paso atrás y eso bastó para que me aventara con más furia. Rogaba porque a alguien se le ocurriera pasar por ese callejón para poder correr lejos.

—¿Qué? ¿Estás asustado? —me preguntó con una sonrisa horrible, y luego esa sonrisa se desvaneció de repente, al mismo tiempo que el sonido de un arma siendo disparada llegaba a mis oídos.

Dongwoon se desplomó sobre mí boqueando, con la vida yéndose de las manos, con una bala enterrada en la espalda. Cerró los ojos lentamente, arrugando un poco la nariz, tosiendo sangre después.

Al estar libre mi campo de visión, noté al asesino que tras Dongwoon sonreía: Jonghyun. Nunca me había sentido tan asustado por ver a Jonghyun sonriendo. Con los dedos enredados en el gatillo, bajó lentamente esa cosa, me miró, y la guardó en su bolsillo trasero.

Le dio una patada haciendo que su cuerpo rodara un poco, para ponerle el pie sobre su pecho y que se apartara de mí.

El otro exhaló quizás por última vez mientras yo continuaba pegado a la pared asustado, incrédulo.

La gente gritó e hizo del hecho un escándalo; poco faltaba para que llegase la policía y se llevara al amor de mi vida a una fría cárcel. Era todo su culpa, sus celos enfermos, su desconfianza, su carácter horrible. No, era mía porque yo no supe cuando pegarle una patada en la entrepierna a Dongwoon y salir corriendo, porque me quedé como estatúa a esperar a ver el siguiente acción que ejecutara mi agresor o justamente esperaba que llegara Jonghyun a defenderme.

—Supéralo, Kibum —murmuró entre dientes Jonghyun tomando mi brazo y arrastrándome a su auto el cual esperaba paciente a que llegáramos, negro y brillante como la noche—, no te traumes por ver morir a un pobre desgraciado.

Azotó la puerta, sin revisar antes si podría golpearme con ella, y corrió al otro lado. Lo vi hacer movimientos rápidos y, en un segundo, aceleró de tal manera que el sonido me dejó sordo temporalmente.

Mi boca permanecía sellada y por mi mente no solo circulaba la muerte que presencié, sino también las consecuencias que traería consigo el arrebato de Jonghyun. Primero, tendré que dejar los estudios porque no planeo irme de su lado, segundo, no podré cumplir mis sueños si soy el cómplice de un asesino, tercero, mi familia está aquí, en un pueblo algo interior que no se acerca mucho a la gran ciudad. La vida daría un vuelco de mil grados a mi ver.  Comenzaba a apagarse mi esperanza con cada semáforo que dejábamos atrás y con cada nube que surcaba el cielo rojizo.

Jonghyun mantuvo la vista pegada a la carretera, mirando hacia atrás solo para asegurarse de que ya no lo perseguían, me miraba con desdén  a veces pero de ahí ya nada más. Al principio creí que pensaba que estaba coqueteándole a Dongwoon, pero no era así.

Pagó una habitación, en una sucia posada, con un poco de dinero. Eso me decía que pasaría la noche envuelto en una sábana áspera, más áspera que la de la casa de Jia, que el frío me traspasaría y que solo el ardor cálido del pecho de Jong me arroparía.

Miré por última vez la ventana del cuarto que alquiló.  Al igual que mi vista, estaba vacía. Ni una sola estrella brillaba para mí.

—Perdón por meterte en esta, Kibummie —dijo pasándome la mano sobre la cintura, a lo que yo solo me removí sin agregar nada. La incómoda cama no parecía tener ni un lado suave. Solo cerré los ojos, suspiré y me dormí.

 

***

 

Dentro de unos meses, ya me había acostumbrado a vivir de hotel en hotel, pero aún no podía acostumbrarme a la sensación de ser un criminal. No me gustaba ver el rostro de mi puppy estampado en un volante que lo acusa de ser un homicida. Maldije a las personas que lo habían visto salir corriendo de la escena del crimen por entrometidas.

«Mamá, no me busques. Estoy bien, por favor, no te preocupes. Me fui porque quise, nadie me obligó» fue mi única despedida. Luego Jonghyun vendió mi celular y me compró un mejor, uno más bonito y moderno. No supe nada de mi familia desde entonces.

A penas me terminaba de gustar la comida que servían en esos lugares cuando Jong me avisaba que debíamos largarnos para que no dieran con él.

Oí, por las chicas chismosas que siempre me encontraba rondando el motel, que Jong había vendido su carro hermoso, sin preguntarme ni avisarme.

Para qué necesitaba dinero era un misterio, hasta que vi su nueva adquisición: una moto. Y no solo compró eso, sino que también un cadena de plata para mí, con un dije en forma de llave colgando de ella. Aún ahora la presiono entre mis manos y recuerdo cuando rodeó mi cuello con ella, dejando un beso suave en mi mejilla con delicadeza.

Sonreí ampliamente cuando lo vi entrar al vestíbulo, venía de hacer algunos trámites ilegales, quizás vender drogas, quizás robar, lo que fuese ya era normal para mí. Una vez, le pregunté si él usaba drogas, él me respondió que no le conviene ser consumidor de su propia mercancía.

Me puse de pie para besarlo y ser correspondido al instante.

De pronto, Jonghyun se quedó mirando a alguien que no era yo. Ese alguien estaba tras de mí al parecer y no le caía nada bien por su expresión.

Situó sus labios en mi cuello y con ellos caminó hasta mi oreja, mientras sus manos me palpaban con lentitud, y como si no quisiera directamente tocarme.

—Un tipo te está comiendo con la mirada —informó suave sobre mi oído.

Entrecerró los ojos hacia los míos desde su posición y mordió mi lóbulo.

—A… a mí no me importa ese tipo. A quien quiero es a ti —tartamudeé inútilmente pues Jonghyun me ignoró.

—Vamos al cuarto.

Una de sus manos se cerró vulgarmente sobre mí y entonces un aura lujuriosa me envolvió como un velo.

Que fuera brusco, hasta cierto punto, me gustaba, pero que me mordiera o aruñara muy fuerte era demasiado. Dolían sus apretones, él amaba ver mis lágrimas y escuchar en mis chillidos su nombre junto con un «Por favor, ya basta».

Despertó orgulloso de que mis uñas hubiesen desangrado su espalda y de que yo no me quisiera al menos sentar.

—Te amo —suspiré suave. Jonghyun tenía su guitarra sobre el regazo, apoyado en el respaldo de la cama, a mi lado, estando vestido mientras yo sólo me tapaba con la fea cobija.

—¿Qué? ¿Te gusta que te trate mal? —Dijo juguetón, creando una mágica melodía con los dedos, apenas mirándome una milésima de segundo.

—No —respondí rápido y después me reí de mí mismo, por lo que estaba a punto de decir—, pero por ti lo soporto todo.

Jonghyun se quedó un rato pensando en lo que dije, como pensando en qué contestaría.

—¿Tanto como para hacerme un favor?—murmuró arqueando una ceja.

—Sí —no podía decir “depende” porque no dependía de nada, cualquier cosa que quisiera yo la haría sin replicar.

Dibujó con lentitud una aterradora sonrisa en sus labios.

—Genial.

Acarició mi cabello con esa satisfacción reflejada en el rostro, y me pasó un mechón tras la oreja.

—Arréglate, vengo por ti en una hora.

Y salió con paso firme.

Me duché con extremo cuidado para evitar lastimarme más las heridas que Jonghyun me había hecho. Posteriormente, me maquillé los rasguños del cuello y los brazos, solo los que se notaban mucho, y también sobre los ojos, para disimular que había llorado.

Más tarde llegó él, y me llevó a donde él se hacía sus tatuajes. Pensé que me llevaría para tatuarse algo que yo quisiera, pero lo que me pidió me dejó muy sorprendido.

Un quejido sin nombre salió de mi boca debido a  la aguja que me inyectaba tinta lentamente. Me mordí el labio con fuerza. La chica que me estaba tatuando a lo mejor era muy lenta, o el tiempo se alargaba justo cuando a mí no me convenía.

Para entonces no podría contar mis errores con los dedos de la mano.

—Tranquilo, bebé, todo está bien —dijo él, consolándome. Después él también se haría un tatuaje: mi nombre cerca de su clavícula derecha

Tras unos momentos interminables, la obra sobre mi cuello estaba terminada.

—Si alguien te va a poner en cuatro, sabrá que tienes dueño.

En realidad nadie que no fuera él me puso en esa posición, pero Jonghyun no confiaba en mí.

A los días, me llevó cargando las pocas pertenencias (la mayoría de ellas era ropa mía) que teníamos a un lugar que yo no conocía. Y estaba acostumbrado a eso.

Me ató una bufanda sobre los ojos para impedir que viera, para ‘sorprenderme’. Me empujó sutilmente hasta un punto en específico y bajó la venda en ese momento, respirando en mi oído.

—Tu castillo, mi princesa.

Una casa hermosa, perfecta, estaba frente a nosotros, con una chochera, un jardín bonito en frente, con chimenea, enorme, perfecta.

No sabía que me tenía más deslumbrado: si su sonrisa satisfecha o mi “castillo”. Al final dije que era su sonrisa, y lo abracé. Él me tomó de las piernas, poniendo sus labios sobre los míos para besarme con dulzura.

Tras separarnos, corrí emocionado para mirar cómo era por dentro mi mansión, no sin antes llamarlo con el dedo índice para que mi siguiera.

Abrí la puerta con facilidad, para después caminar hacia adentro y encontrarme con un espacio grande que ansiaba llenar con muebles, con cosas costosas. Era mi sueño.

También quería estudiar; también ese era mi sueño, quise también tener un empleo en algo importante, el mundo del espectáculo quizá, pero no lo logré, no pude. Sin embargo, cuando él me abrazó por la espalda de nuevo, sólo pude sonreír, como si con sólo estar con Jonghyun estuviera completo.

Ya nada importaba.

Pero la felicidad de tener una casa propia no duró mucho. Me enteré de que Jong había apostado la casa muy tarde, para cuando ya nos sacaron a patadas de ahí. Él parecía bastante triste por haberme quitado algo que tanto amaba. A mí no me importaba y se lo hice saber.

Fue la primera y única vez que lo vi llorar.

—Perdón, lo lamento, Kibummie. —Aferró las manos a mi camiseta rosa, en la acera, frente a la que fue una vez nuestra casa—. Soy un idiota, un maldito idiota que solo sabe hacerse daño a sí mismo y a ti.

Me partió el corazón hablando así, aunque fuera verdad.

—No es nada, puppy.

«Puppy, cachorro en inglés». Sus ojos eran como los de un cachorro, así de tiernos y bonitos, así de suplicantes.

Acaricié su cabello mientras él sollozaba en mi cuello, embarrándome su llanto en la piel.

—Saldremos de esta…

Busqué que su mano tomara la mía.

—…juntos.

De nuevo se desplomó sobre mí y pidió perdón.

—No quiero que duermas en el suelo —hipó suavemente—, tú no mereces nada de esto.

—Cállate, si yo quisiera irme, ya lo hubiera hecho.

—Pero yo te hubiera alcanzado y secuestrado.

—El caso es que no deseo irme de tu lado, ¿entiendes?

Jong asintió de a poquito.

—Vamos, haré un préstamo para quedarnos en algún lugar esta noche.

El sol comenzaba a ponerse, y el viento a helarme los brazos. Me sentía solo, como una nube solitaria en el cielo de verano, aún cuando tenía alguien agarrando mi mano mientras caminaba conmigo, porque él era inmaduro y estúpido a veces, porque no pensaba antes de actuar.

Buscamos nuevamente un hotel, y  dormimos en un mar de lágrimas de su parte, y un par de las mías le hicieron compañía, muriendo por fin en nuestros labios juntos esa noche.

No, de verdad ya nada importa si él está mi lado.

 

—Kibum, levántate, cariño —murmuró moviéndome para que despertara.

—¿Ahora qué? —me quejé deseando no tener que abrir los ojos y encontrarme con la luz del día.

—Dicen que la policía está pisándome los talones. Debemos irnos.

—Oh, genial —bufé aventando las sábanas feas fuera de mi cuerpo—. Déjame vestir y nos vamos.

Me froté los ojos una vez más y me paré a buscar algo bonito que ponerme. A pesar de todo, yo tenía todo lo que quería, vivíamos bien, con dinero sucio, pero estábamos bien.

—Perdóname por todo —dijo él a mis espaldas y yo ya estaba harto que se disculpara.

—Jonghyun, no te preocupes por mí. Mientras tú estés conmigo, todo estará bien.

Él abrió la boca para responderme, pero me apresuré a callarlo.

—No digas que lo sientes otra vez o te mando a dormir al piso.

Oí su risita suave cuando me comenzaba a poner ropa. Deslicé mi pantalón dentro y lo abroché para después buscar una playera que combinara.

—Yo iba a decir que te amo —susurró mirándome con una sonrisa extraña, pero que ponía mis pelos de punta.

—Idiota…

—Te amo —repitió riéndose, caminó despacio hacia mí y pasó las manos por mis brazos desnudos, bañándolos con una sensación de electricidad a su paso.

Cerró los ojos con extrema dulzura y me besó la punta de la nariz y luego los labios.

—Yo también te amo…

No, de verdad ya nada importa si él está mi lado.

 

FIN

 

Notas finales:

-ww- qué pena xD

Gracias por leer♥

Shipper, si me leíste házmelo saber jkfs ♥

Si alguien más leyó esto, hágamelo saber ~

-rueda-


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).