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Cuando las cosas pasan por Aneul

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Notas del capitulo:

Tengo algo de experiencia escribiendo, pero nunca me he puesto a escribir un fanfic como tal. Esto ha surgido de la nada así que la trama no es especialmente compleja, pero prometo mejorar para mis próximas historias! Intentaré actualizar cada semana, ando liada con estudios y trabajos, ya sabéis. 

 –JA. –El chico de pelo negro dio un salto, levantándose de un golpe del sillón donde se encontraba sentado, con el puño alzado en una feliz señal de triunfo.

–¡Eso no vale Ricky! –Bufó su compañero de videojuegos decepcionado porque no había manera de ganar a ese pequeño friki de los juegos de carreras. Tiró el mando sobre el sofá con aire devastado como si estuviera cansado de perder batallas.

–Claro que vale Changjo... ahora tendrás que invitarme a comer, ese era el trato. No es mi culpa que aceptaras el reto sin saber cuál era el videojuego.

–¡Pero sabes que no soy bueno jugando a las carreras! Lo sabes de sobra, la próxima vez jugaremos a uno de fútbol, a ver cuánto tardo en ganarte. –Le señaló con el dedo levantando una de las piernas para darle en el trasero con el pie, aprovechando que el mayor de ambos amigos estaba de pie.

–Vale, vale, como quieras, ahora vamos a comer, me muero por pedir una hamburguesa... –Le ignoró, sacudiendo la mano con desgana como si lo que decía no fuera importante, dejando el mando también sobre el sofá para dirigirse a la entrada y ponerse su chaqueta negra, esperando a que su mejor amigo hiciera lo mismo para poder ir a comer .

–Terminarás gordo si comes tanto. –Dijo mientras pasaba corriendo a su lado antes de que le pegara, porque sabía que el pelinegro se picaba con cualquier comentario.

–Eres un... -Salió cerrando la puerta tras de sí, fulminándole con la mirada y dándole un codazo cuando le tuvo cerca, siendo ahora él el que salió corriendo escaleras abajo, rumbo a la calle.

Fuera ya había anochecido, apenas había estrellas en el cielo a causa de la contaminación lumínica, soplaba brisa y ambos se estremecieron nada más poner un pie en la calle, pegándose el uno al otro como si así pudieran remediar algo. Era domingo y en vista de que a ninguno le apetecía hacer la montaña de deberes que tenían habían quedado en casa de Changjo para poder pasar la tarde jugando, cosa que ya se estaba volviendo un hábito después de semanas compitiendo el uno contra el otro con estúpidas apuestas. Hace un par de días sin ir más lejos, Ricky tuvo que ir al instituto con un enorme lazo sobre la cabeza por perder al Just Dance y es que en cuanto se trataba de baile el otro era imbatible.

Eran buenos amigos desde hace años, llevaban más de la mitad de su vida juntos, desde que coincidieran en la misma clase a pesar de sacarse casi un año de diferencia. Ricky, tan social y amable como era costumbre en él, se había acercado primero al verle solo en el recreo ya que Changjo se acababa de mudar al barrio y no conocía a nadie. Desde ese día, hacía ya más de ocho años, se habían vuelto inseparables, más que hermanos, ya que si peleaban era solo por tonterías, no podían estar más de una hora sin hablar. Ya en clase habían tenido que ponerlos a cada uno en una esquina para que no molestasen pero aún así no había manera ya que parecía que podían leerse la mente el uno al otro.

Eran una pareja bastante curiosa. Ricky era un chico de estatura normal, pero no aparentaba para nada la edad que tenía 17, puesto que la cara no le había cambiado desde que tenía 8 años, así que la gente solía echarle menos o tratarle de niño chico. Además no tenía una constitución especialmente fuerte, si bien es cierto que no le sobraban kilos. Tenía una sonrisa infantil, voz dulce como la miel y un brillo especial en la mirada, lleno de vitalidad y alegría que reflejaba en su carácter vivaz. Debido a eso todo el mundo lo trataba como si fuera un peluche y siempre solía estar abrazado a la gente, repartiendo besos y haciendo reír a las personas a su alrededor.

Changjo por el contrario le sacaba casi una cabeza y se había desarrollado ya casi en su totalidad. Las chicas de todo el instituto, incluso si eran más mayores, suspiraban por él a su paso y en días como san valentín siempre tenía la taquilla llena de rosas o chocolate. Ahora mismo llevaba una parte del pelo negra y otra rojo fuerte, con numerosos piercings en ambas orejas y un tatuaje en mente a pesar de que su madre se lo tuviera terminantemente prohibido. Era una persona mucho más callada y seria, podía pasarse el día entero sin apenas soltar prenda, aunque eso no era molestia entre ellos ya que si bien a Ricky le encantaba hablar hasta debajo del agua, a Changjo le gustaba escuchar, por lo que se compaginaban bastante bien.

Llegaron al restaurante preferido por los dos jóvenes, que básicamente era de patatas, perritos, hamburguesas, pizzas y pasta. Era a decir verdad un local pequeño, sin mucha decoración y con un cartel luminoso demasiado grande para una fachada tan pequeña, que le daba un aspecto descuidado y barato, perfecto para ellos. Tomaron asiento en la mesa situada al fondo, sin la necesidad de mirar la carta cuando la camarera les preguntó lo que iban a tomar, pidiendo dos hamburguesas dobles con una ración de patatas y dos refrescos.

–¿Y esta camarera? No la he visto antes por aquí, ¿no? –Preguntó Changjo, echándole un vistazo a la chica de arriba a abajo mientras se alejaba de espaldas a ellos, deteniéndose más de lo debido en su corta falda, ganándose una patada por debajo de la mesa por parte de su amigo que no había perdido detalle.

–Deja de pensar en esas cosas hombre, creo que Yeonseo te ha dejado tonto para el resto de tu vida. –Bromeó Ricky refiriéndose al último ligue que había conseguido. Yeonseo era una chica de esas que no tenían ningún rasgo físico destacable, pero con una personalidad arrasadora, además de ser bastante extrovertida. Por lo que Ricky sabía, ella y su amigo se habían ido el pasado fin de semana al cine, pero no sabía qué más había pasado a raíz de aquello.

–Cuando me hagas caso y beses por fin a alguien me cuentas. A no ser que lo hayas hecho ya y no me hayas contado nada...

–Bah, no tengo interés en eso... ¿Qué pasó después del cine?

–¿Qué pasó? Nada, ¿por? -Changjo se reclinó sobre el asiento con aire despreocupado y una sonrisa mal disimulada dibujada en sus labios, por lo que el mayor pudo adivinar inmediatamente que “nada” no fue exactamente lo que había pasado pero no preguntó más porque tampoco quería detalles de esa fantástica noche que seguramente pasaron juntos.

-Ya, bueno, mira lo que me ha comprado mi madre por las notas, se me olvidó enseñártelo ayer. -Cambió rápidamente de tema, metiendo la mano en los bolsillos de su vaquero para sacar su nuevo móvil, dejando al otro con los ojos abiertos alargando la mano para cogerlo, olvidándose hasta de cerrar la boca.- No me lo llenes de babas por favor, que es nuevo. Mi madre se ha dejado el sueldo, más me vale cuidarlo... -Liberó un par de carcajadas, quitándoselo de las manos para toquetearlo, mostrándole todas las aplicaciones que tenía.

Hasta que no dejaron los platos limpios y tras una nueva discusión por ver quién pagaba, no salieron del restaurante echando a andar hacia la casa de Changjo puesto que Ricky se iba a quedar allí a dormir una vez hubieron avisado a la madre de este último habiendo costado convencerla ya que no le gustaba que durmiera fuera de casa a pesar de que quedasen muy cerca, apenas dos calles el uno del otro.

-Eres un niño mimado. -Se burló el menor, riéndose.

-Ah, qué culpa tengo yo de que mi madre me vea como un niño... -Hizo un adorable puchero con los labios sin darse cuenta ya que el aegyo era algo natural en él, quitándolo al sentir como el otro le tiraba de la mejilla con fuerza.-

-Si haces cosas tan adorables no te quejes de que te traten así... Eres muy mono Ricky. -Le soltó la mejilla, sin dejar de burlarse todavía de él, divirtiéndole meterse con él por las caras que ponía, continuando así todo el camino hasta que llegaron a casa decidiendo ir a dormir pronto puesto que mañana había que madrugar para ir al instituto.



-CHANGJO. CHANGJO. -El nombrado se giró sobresaltado dejando de hablar con uno de sus compañeros de clase para ver a Ricky corriendo por el pasillo apresuradamente hacia él, derrapando al frenar por lo que el más alto le puso ambas manos en los hombros para evitar el choque entre los dos, notándole alterado.

-¿Qué te ocurre?

-MI... EL… AYER... NO ESTÁ.

-¿Qué no está? No me asustes tonto. -Le sacudió levemente por los hombros aprovechando que tenía ambas manos puestas sobre estos para que dejase de gritar y le contase.

-MI MÓVIL. LO HE PERDIDO. -Parecía al borde de un ataque, así que le rodeó los hombros con un brazo disculpándose ante el otro chico con el que estaba hablando para poder tranquilizarle.

-A ver, ¿cuándo fue la última vez que lo usaste?

-Que yo recuerde... ayer, cuando te lo enseñé en el restaurante.

-Bueno, después de clase vamos a buscarlo, ¿vale?

-Tenemos que ir ahora, si lo cogen y no lo encuentro mi madre me mata, es nuevo y se ha dejado una pasta, no me dejará salir en meses, ¿eso quieres? ¿No poder vernos en meses? -Hablaba de manera apresurada debido al nerviosismos que tenía encima, deteniéndose a tomar aire. Le puso una de sus mejores caras de pena, agrandando mucho los ojos e inflando las mejillas juntando además ambas manos en una actitud de súplica.

-Será posible... Te odio, anda vamos. -Terminó con un bufido porque odiaba no poder decirle que no al crío que tenía por amigo, apuntándose mentalmente que no debería darle tantos caprichos o por lo menos no ceder tan fácilmente a sus lloriqueos, aunque resultaba imposible no hacerlo cuando ponía esas caras tan adorables.

Volvieron a clase antes de que terminara el intercambio para coger sus maletas e irse antes de la hora, saliendo por la puerta de atrás del edificio para que no los pillasen porque si no les caería una buena. Changjo agradeció interiormente que el instituto pillara a cuarto de hora a pie porque cuando Ricky se ponía nervioso era difícilmente aguantable pero a pesar de todo ello no podía evitar quererle porque era la persona en la que más se había apoyado todos estos años.

Entraron al restaurante de ayer, acercándose a la camarera para preguntarle si había visto un móvil donde se habían sentado anoche pero ante la negativa de la chica, tuvieron que salir fuera de nuevo sin saber qué hacer.

-Ah, espera... -Changjo sacó su móvil, marcando el número de su amigo rezando porque alguien cogiera el teléfono y fuera tan amable de devolvérselo, frunciendo el ceño porque en vez de cogérselo le colgaron. Volvió a llamar, formando una mueca con los labios porque no le gustaba el tono de voz que usaba el desconocido.

-¿Diga? Que sepas que me has despertado.

-Ahm... esto... hola, verá, el móvil que tiene ahora mismo en la mano es de un amigo mío, me gustaría que me lo devolviera si no es molestia.

-Claro que es molestia. -Bajo la vista porque Ricky le estaba tirando nervioso de la camiseta, mirándole como si estuviera a punto de echarse a llorar si no recuperaba su móvil. Unas profundas arrugas se formaron en su frente, pensando que cada vez le caía peor el hombre al otro lado de la línea.

-Verá, el móvil que ha cogido ayer de un restaurante es de mi amigo, y quiero que se lo devuelva, o tendré que ir a la policía a denunciarle.

-¿Qué pasa? ¿No me lo va a devolver? -El otro se preocupó más todavía, pensando en ir dando por perdido su móvil ya que al parecer no estaban dispuesto a devolvérselo.

-Nada, tranquilo Ricky.

-¿Niño? No hables con otras personas cuando estás hablando con alguien por teléfono. -Le regañó el desconocido. Estuvo a punto de lanzar el teléfono al suelo, solía ser una persona tranquila, pero no le daba buena espina el tono que usaba el otro y mucho menos esa manera tan irrespetuosa de dirigirse hacia él. De todos modos hizo acopio de paciencia, conteniendo su enfado.

-Le decía que me devuelva el móvil.

-Está bien, te veré a las cuatro en donde lo encontré, si no estás me largo. -Tras eso el hombre le colgó, sin darle tiempo a que le replicara.

-¿Qué te ha dicho? ¿Me lo devolverá?

-Sí.. ha dicho que esta tarde aquí a las cuatro. Pero yo tengo partido, no puedo quedarme. Y sinceramente no me ha gustado un pelo este tío.

-Oh, vamos, Changjo, solo me dará el móvil, no va a pasar nada, yo lo recojo, muchas gracias por arreglarlo, ¿qué te parece si hacemos tiempo hasta la hora de la comida? Mi madre sospechará si me ve aparecer antes de tiempo por casa. Vamos al parque y te compro algo de camino para comer en agradecimiento, ¿sí? -El aludido asintió sin estar muy convencido, pero en cuanto el otro le cogió de la mano para tirar de ella, sonriéndole con esa alegría que tenía siempre, se olvidó de todo dándole la razón en que no podía pasar nada.

 

 

La habitación estaba en total calma, sin otro sonido que no fuera el ruido de los coches en el exterior o el suave susurro de la cortina que se movía cada vez que un soplo de aire entraba a través de la ventana entreabierta. Era una habitación bastante pobre en cuanto a decorado. Las paredes estaban forradas con un papel rojo oscuro con algunos rasgones, la amplia cama dominaba el cuarto con una estrecha y alargada ventana en la pared que quedaba a su izquierda y para terminar el conjunto había un armario enorme de puertas caoba oscuro. Cap gruñó al despertarse con la melodía del móvil bastante melosa además para lo que él solía escuchar. Intentó hacer caso omiso, tapándose la cabeza con la almohada pero la chica que estaba a su lado se iba a despertar si no apagaba ese maldito trasto por lo que a su pesar se levantó de la cama, caminando desnudo hasta donde estaban sus pantalones tirados en el suelo, cogiéndolos y dándole al botón de colgar una vez dio con el móvil en uno de los bolsillos. Regresó a la cama, tumbándose en ella y dejando el teléfono en la mesita de noche, sonriendo al notar el cuerpo de la chica pegarse al suyo, viniéndole a la mente el pensamiento de que no le importaría desayunar en la cama hoy si podía echarle otro polvo antes de dejarla tirada como solía hacer con sus rollos de una noche. Ya iba a ponerse a ello cuando el móvil empezó a sonar de nuevo, maldiciendo en voz alta. Alargó perezosamente el brazo tanteando hasta dar con él, descolgando de mal humor.

-¿Diga? Que sepas que me has despertado. -Soltó de mal humor.- Claro que es molestia. -Rodó los ojos, cansado de esa conversación cuando podría estar haciendo algo mejor como dormir, molestándole además que el chico estuviera hablando con otra persona en vez de con él.- ¿Niño? No hables con otras personas cuando estás hablando con alguien por teléfono. -Dijo al cabo de un rato, esperando a que el chico al otro lado de la línea se explicase mejor, volviendo a hablarle enfadado porque tenía mejores cosas que hacer que hablar con desconocidos que no sabían cuidar sus pertenencias. Bajó la vista de repente hacia abajo al sentir una mano tocándole el muslo y subiendo lentamente, decidiendo terminar cuanto antes con esa llamada para poder dedicarse por completo a sus quehaceres mañaneros.- Está bien, te veré a las cuatro en donde lo encontré, si no estás me largo.

Colgó inmediatamente, tumbándose para permitir que la chica se pusiera encima suya, jugando con uno de sus mechones de pelo largo entre los dedos.

-¿Quién era..?

-¿Eh? Nadie.. gente para molestar... puedes seguir... -Murmuró, enterrando la mano en su pelo para tirar de este y empujar su cabeza hacia abajo, esperando que entendiera la indirecta.



Llegó al mismo restaurante de anoche media hora más tarde de la prometida, con una camiseta de tirantes, unos simples vaqueros por debajo de la cintura, dejando entrever sus calzoncillos y una zapatillas de deporte, terminando el conjunto con una gorra negra, siempre llevaba gorras, era una de sus múltiples manías. Se maldijo a sí mismo por haber tomado el móvil que encontró ayer en la mesa cuando fue a cenar con la chica esa, de hecho podría haberse quedado el móvil simplemente no asistiendo a la cita pero ya se había tomado la molestia de ir hasta allí así que entró decidido a terminar cuanto antes con eso porque tenía otros planes en mente para esa tarde.

Entró con la esperanza de que se hubiese ido ya porque eran las cuatro y media. Miró alrededor, viendo en la barra a la guapa camarera de anoche, una pareja sentada al lado de la ventana conversando mientras compartían un batido y finalmente un chico, por no decir niño, sentado en la mesa donde encontró el móvil. Caminó hacia él, tomando asiento en la silla enfrente suya ante la sorprendida mirada de este. El niño se apresuró a hacer una inclinación de cabeza como saludo educado, aclarándose la garganta antes de hablar.

-Esto... perdona... ¿eres el que se llevó mi móvil ayer...? -Preguntó con aire inseguro.- Ya creía que no vendrías.

-No me llevaría móviles ajenos si hubieras tenido más cuidado con él. -Levantó la mano para llamar a la camarera, volviendo la vista al chico que tenía sentado delante recorriéndole con la mirada de arriba a abajo curioso, tenía como un aura difícil de explicar que le rodeaba, como si toda la inocencia del mundo se hubiera concentrado en esos ojos rasgados de cachorro.

–Pero pero... ¿me lo devolverás? Por favor, mi madre se ha dejado un dineral en él... Es nuevo. –Intentó darle pena, haciendo que el mayor de ambos se riera de buen humor al verle hacer un puchero tan terriblemente adorable, haciendo que se fijara en sus labios y sus sonrosadas mejillas infladas. “Qué mono.” Pensó para sí, pidiendo una coca-cola a la camarera y otra para el chico aunque no le hubiera dicho nada, poniendo una mano frente su cara para que no le negara el ofrecimiento.– Por las molestias. He llegado tarde y me llevé tu móvil en vez de dárselo a la encargada... ¿Cómo te llamas?

- Ricky, me llamo Ricky, un placer conocerte.. ehm..

- Cap, llámame Cap.

- ¡Mucho gusto conocerte Cap! - Dijo con una enorme sonrisa, tendiéndole una mano por encima de la mesa para que el mayor se la estrechara, haciendo que le cayera bien al instante, si bien Ricky no era el tipo de persona con la que Cap estaba acostumbrado a tratar.

El resto de la tarde transcurrió de forma tranquila y amena. A pesar de que Cap tenía planes y cosas que hacer, se le olvidaron completamente en compañía de aquel crío tan agradable. Ricky era una persona con la que era fácil hablar, se le veía un chico transparente, llano, le habló sobre el instituto y su mejor amigo, Changjo, que era el que le había llamado. Hablaron sobre lo despistado que podía llegar a ser y se disculpó varias veces con el mayor por hacerle volver para devolverle el teléfono. Las horas pasaban rápidamente, pidieron varios batidos, además de un trozo de tarta para Ricky, invitándole Cap nada más escuchar que al menor le encantaban las cosas dulces, riendo y compartiendo bastantes tonterías. Las palabras fluían entre ambos sin problemas, como si se conocieran de siempre. Cap se divertía picándole con algunas cosas, empezando a llamarle orejudo como forma de molestarle debido a su saltonas pero graciosas orejas. No se dieron cuenta de que ya casi había anochecido así que Ricky se levantó con prisas porque su madre tendía a preocuparse en exceso si no estaba pronto en casa, inclinándose repetidas veces ante él para agradecerle todo a lo que le había invitado y por haberle aguantado toda la tarde.

-Me tengo que ir ya o mi madre se preocupará, muchas gracias por todo... la verdad ha sido un placer conocerte.

-El placer ha sido mío... ¿Tienes kakao? ¿O line? Estaría bien mantenernos en contacto, podríamos vernos más a menudo.

Ricky se quedó pensativo. Echó una nueva oejada al mayor no muy seguro. Con esa ropa y esa actitud despreocupada daba la impresión de ser el típico chico malo que metía en problemas a todo. Sin embargo, sonrió y le apuntó su número en una servilleta, tendiéndoselo con una nueva inclinación. Después se despidió con una sacudida de la mano saliendo con una extraña sensación en el estómago. Una vez fuera respiró profundamente, quedándose parado unos segundos sin pensar en nada, cuando sintió su móvil vibrando en el bolsillo de su chaqueta. Lo extrajo y vio un mensaje, dibujándose una nueva sonrisa al instante en cuanto lo leyó: “Que descanses. Cap.”



Notas finales:

Intentaré hacer los capítulos más largos conforme mejore en la redacción. Este fic viene de mis ganas de leer un caprick, pero como no había, pues allá que me puesto a escribirlo yo. Pueden dejar review diciendo lo malo de mi fic o me lo pueden decir por twitter (@uefisdh) por si quieren decirme algo o acepto peticiones de parejas o ideas. 


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