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Runaway por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Estaba escuchando Runaway- SHINee y se me ocurrió esto. 

Se miró una última vez en el espejo, acomodándose la corbata lentamente. El día había llegado. El día donde los problemas se deberían esfumar, donde esa persona debería estar desbordando felicidad, donde él debería sonreír, donde él debería pararse frente al altar, a verlo caminar, a verlo…


 


El día de la boda había llegado.


 


Su cabello perfectamente arreglado, el traje hecho a la medida. El rostro sin sonrisa, el corazón latiendo frenéticamente, esperando impaciente porque el momento llegara.


 


Contemplo una vez el departamento, solo y silencioso, como si fuera la última vez que estaría ahí tal vez seria así, aunque aun no estaba del todo seguro. Su mirada recorrió cada rincón, lo extrañaría.


 


Si, ese fue el lugar en donde su amor empezó.


 


Cada mínimo detalle se quedo grabado en su mente, desde la mancha del sofá donde él derramo vino, la lámpara rota que él tiro cuando lo acorralo para besarlo, la manta tirada a un costado del sofá, en donde vieron la ultima película.   


 


Juntos.


 


Suspiró, pensando que lo que venia seria lo mejor, que lo que tuviera que pasar, pasaría y si eso era lo que el destino le tenia preparado, pues lo aceptaría. Lo aceptaría aunque la decisión lo lastimara.


 


Salió de su departamento, caminando por el largo pasillo hasta el ascensor. El clásico sonido de las puertas abrirse los sacaron de sus pensamientos. “Mientras mas rápido mejor” se dijo, entrando y presionando el botón.


 


Su corazón latía, las manos le sudaban y sentía que la corbata lo asfixiaba. Sus manos temblaron cuando quiso abrir la puerta del vehículo. Y respiró hondo, tratando de normalizar su respiración.


 


Cálmate.


 


Se repetía, respirando hondo. Las calles estaban desiertas, pocas personas caminaban en las aceras. Pasaba de medio día y el calor, mantenía a las personas encerradas en sus casas. Media hora mas y estaría en las puertas del hotel en donde la ceremonia se llevaría acabo.


 


Fingiendo sonrisas, saludando a los invitados, tratando de controlar su corazón y respiración. Él estaría ahí también, conviviendo con los otros, mostrando esa espectacular sonrisa que solo él poseía.


 


Su móvil vibro y aprovecho el semáforo en rojo para leer el mensaje.


 


No llegues tarde, casi es hora.


 


Una triste sonrisa adorno su rostro, cerró los ojos, evitando pensar en lo que estaba a punto de pasar. Tecleo una respuesta rápida y guardo su móvil en su bolsillo.


 


-Esto esta mal- susurró. Él asintió, dándole la razón. Entrelazo rápidamente sus manos, dándole un suave apretón.


 


-Lo sé- murmuró él, con una sonrisa en su rostro.


 


-Creo que debemos….-


 


-¡No!- exclamó- esto se arreglara, buscaremos la manera- asintió, tratando de creerle.  


 


 


¡Estaba mal! Lo que hacia no era correcto, los besos no estaban bien, sabían a “incorrecto” con un deje de amargura. Las caricias se sentían frías, como si el tacto no tuviera calor. Las miradas eran cargadas de sentimientos, que al parecer – y para muchos – no era correcto.


 


¿Pero que podía hacer? Aunque los besos tuvieran ese sabor, eran terriblemente adictivos. Aunque las caricias fueran frías, su tacto se sentía tan bien, como si una corriente eléctrica atravesara su espalda. Aunque las miradas fueran cargadas de sentimientos, cuando lo veía, no podía evitar perderse en esos ojos, tan fascinantes y únicos.  


 


¿Qué podía hacer? Si su corazón decía que estaba bien, pero su mente todo lo contrario. ¿Qué podía hacer? Si las famosas mariposas en el estomago se sentían tan bien, aunque su mente le decía que estaba confundido.


 


No podía hacer nada y estaba consiente de ello. En el amor no se manda y él lo sabía muy bien, demasiado para su gusto.


 


A su lado tenia a una de las chicas mas hermosas, que lo quería, que lo aceptaba con cada una de sus locuras. Pero su amor no era para ella, no era y nunca lo seria.  


 


Porque el quería al chico de mirada superior, destellante de sensualidad, de cabellera rubia, sedosa y que emanaba un aroma a fresas, el dueño de sonrisas sinceras y coquetas. Porque lo amaba  y eso no cambiaria aunque se casara con todas las chicas del planeta.


 


Porque su corazón le pertenecía a él, porque solo con él se sentía tímido, porque solo con él, aparecía ese sonrojo en sus mejillas, porque solo con él decía “te amo”. Porque solo con él, se sentía completo y feliz.


 


El semáforo cambio a verde y el vehículo comenzó a moverse. Podía calcular el tiempo que le faltaba para llegar. 15 minutos. Lo sabia, porque en la ultima semana, había vivido en el hotel.


 


 


-¿Me quieres?- preguntó, una tarde, sentados en el sofá. Las luces apagadas, la película reproduciéndose y minutos atrás dejaron de prestar atención.


 


-Por supuesto- admitió, con una tímida sonrisa.  


 


-Entonces ¿Por qué tienes miedo?- la sonrisa se esfumo y la sorpresa se hizo presente. Ni siquiera tuvo que contestar, unos dulces y rosas labios lo callaron.


 


 


¿Por qué el miedo? Porque decepcionaría a miles de personas, porque al que consideraba amigo, seguramente lo odiaría. Porque si eso sucedía, lo que él quería que sucedería, algunos corazones estarían rotos.


 


El miedo, los nervios, la adrenalina, se hacían presentes. Podía contar los minutos, el hotel se alzaba en todo su esplendor, las personas entraban en su campo de visión.


 


Minutos, segundos. El reloj parecía hacer “tic tac” en su cabeza. El corazón de nuevo queriendo salir de su pecho. “Tic tac” Él, estaba ahí con una sonrisa. “Tic tac” Le sonrió, abrazándolo fuertemente. 


 


-¿Nervioso?-


 


-Si, un poco, demasiado- confesó, tartamudeando. Estaba nervioso, eso se podía ver a kilómetros de distancia.


 


-Tranquilo- dijo.


 


Tranquilo, también se dijo. Tranquilo, lo que tendrá que pasar, pasara. Tranquilo, ellos sospecharan.


 


¡No podía! No podía tranquilizarse en una situación como esta, a minutos que la ceremonia empiece, no podía estar tranquilo, porque no sabía que pasaría.


 


Si, acepto o no. Dos opciones, dos respuestas. Simples palabras, que, podían cambiar la vida de cuatro personas. Palabras sencillas que, tal vez, hicieran que los invitaron se sorprendieran, que sus bocas formaran perfectas “o”. Palabras que podían cambiar el destino, la vida.


 


Aunque tal vez el destino este escrito. Aunque tal vez, estaba perdiendo el tiempo. Aunque tal vez, exista una esperanza.


 


 


-No puedo- murmuró él- no podre hacerlo, no con todos ahí-


 


-¿Por qué?- fue lo único que salió de su boca.


 


-Porque no se si pueda ser valiente-


 


 


Las palabras aun retumbaban en su cabeza. Lo decidió, pero aun guardaba la esperanza. Aun esperaba que la valentía se hiciera presente, esperaba que fuera su corazón al que escuchara, que su mente se callara por unos segundos. Esperaba que la felicidad triunfara.


 


El lugar se llenaba, las personas sonreían, hipócritas. Los rostros en extremo maquillados. Los mejores trajes, en los cuerpos más delgados y saludables. Las falsas palabras de esa sociedad, se escuchaban, con los mejores tonos y las risas más suaves.


 


Murmullos, sobre lo atractivo que se veía el novio. Rumores acerca del traje del jovencito próximo a casarse. Palabras acertadas, sobre la “falsa felicidad” que transmitirían.


 


La cabeza le dolía, pero no evitaría el espectáculo que estaba por comenzar. Cualquiera que sea la decisión un espectáculo, claramente, se llevaría acabo.


 


 


-Huyamos- pidió, casi suplico- huyamos, dejemos todo atrás- Él sonrió, y el otro no pudo descifrar que era lo que significaba esa sonrisa.


 


-¿Huir?- asintió- Justo ahora lo dices-murmuró, con la mirada baja.


 


-Huyamos- repitió, contra los labios rosas, queriendo demostrar cuan seguro estaba.


 


 


Huyamos.


 


Estallo como una bomba en su cabeza. Loco, demente, le gritaba su conciencia. Hazlo, corre, le decía el corazón.


 


Quería huir aunque no tuviera un destino, quería huir aunque el mundo estuviera en su contra. Quería huir, aun sabiendo que el “¿Qué dirán?” se haría presente. Huir aunque la gente hablara a sus espaldas. Huir, aunque las personas los odiaran.


 


Huir, porque el corazón le decía que era lo mejor. Huir, porque aunque él lo negara, lo quería, lo deseaba, lo necesitaba.


 


Porque esa sociedad, no los quería, porque sus sonrisas hipócritas lo hastiaban, porque las falsas palabras de cariño lo volvían loco.   


 


Huir.


 


Huir.


 


Lo escuchó repetirlo, cuando él dio la vuelta para caminar. Podía asegurar que él lo estaba pensando seriamente.


 


Y entonces el momento llego. El coro comenzó a cantar, con sus perfectas voces celestiales. Él, a su lado lo miro sonriendo, buscando seguridad. Las personas, lo observaban sonriendo a su paso. Y él entro con una sonrisa, fingida como las que les daba a todas ellos. Fingida, porque solo él conocía las verdaderas. Con paso lento, con miradas celosas, reconociendo lo hermoso que era.


 


Con ese perfecto traje blanco, entallado perfectamente a su espectacular figura. Con sus cabellos dorados, brillando, único. Perfecto, se dijo.


 


Y entonces sucedió.


 


Sus miradas se encontraron, sus corazones latían perfectamente sincronizados y él le sonrió, como hace unos momentos, sin saber que significaba.


 


Y todo comenzó.


 


La boca se movía, las palabras sonaban, sin razón alguna, y él estaba ahí, parado sin entender, sin escuchar, sin prestar atención. Estaba ahí, con una sonrisa mal dibujada, esperando, impaciente. Estaba ahí, esperando por lo que el destino tuviera preparado.


 


Si, acepto.


 


Sus miradas se encontraron, de nuevo. Su turno, el momento, la decisión.


 


-No- lo miró, sonriendo- lo siento, no puedo hacerlo- no se atrevió a mirar al hombre al que ahora le rompía el corazón- perdóname-


 


Y sucedió, tomo la mano del padrino, ante la atenta mirada de todos, ante los murmullos y el grito de su padre, ante el rostro confundido de su ahora ex-pareja. Entrelazo sus manos, obligándolo a correr con él.


 


Espectacular.


 


Como solo él sabia, como él quería.


 


Lo dejo, por él. Dejo atrás su falsa vida por huir con él. Lo escogió a él, en el último momento pero lo hizo, en el último segundo, cuando él no creyó soportar más.


 


Los gritos se hacían lejanos. Los pasos más rápidos. Las personas volviéndose más pequeñas. JongHyun quedo atrás.


 


Entonces de nuevo una sonrisa apareció. Sonrisa de felicidad, de libertad. Las risas se hicieron presentes, y KiBum se detuvo.


 


Sus miradas se encontraron, las palabras sobraban. Los sentimientos flotaban en el aire, y un beso se  hizo presente.


 


-Huyamos, MinHo- 


 
 
Notas finales:

No sé porque, pero me gusta que huyan de una boda. 


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