Video llamada
Choe Guseong se encontraba fuera de la ciudad por un trabajo, y aunque se comunicaba seguido con el albino, este último se sentía algo solo, aunque por supuesto, esa sensación no la pondría en palabras.
Había pasado ya un mes desde que se había ido, y sus video llamadas, así como sus conversaciones vía internet se iban haciendo más distanciadas la una de la otra, lo cual comenzaba a preocupar al castaño, pues cada vez que lograba comunicarse con el de orbes ámbar, este último se mostraba más y más apático con él. El coreano estaba perfectamente consciente de la personalidad del de hebras plateadas, sabía que una vez que encontrara algo o alguien más interesante, se volvería totalmente indiferente con él, posiblemente hasta llegaría a matarlo y aunque no le preocupaba tanto el hecho de morir si con eso complacía al copo de nieve, le preocupaba a sobre manera el perder el –poco- afecto que sentía, se había ganado; mientras pensaba en eso, decidió llamar al joven, realmente anhelaba oír su voz.
- ¿Sí?
- Makishima-san, tiempo sin verte- el castaño no estaba muy seguro, pero creyó notar un destello en los ojos del albino con lo que dijo.
- Sí, ha pasado ya algo de tiempo – el de ojos ámbar sonrió ligeramente y prosiguió a preguntar - ¿cómo va el trabajo?
- Ya casi termino –respondió no muy interesado en hablar sobre eso- Te noto más delgado ¿has estado comiendo bien? – inquirió con un cierto deje de preoupación.
- Sí, porque tú me molestarás si no lo hago, aunque ya no he tenido oportunidad de degustar los deliciosos postres que me preparas, ha de ser eso –dijo sin pensar, pues desde que se había marchado el de facciones zorrunas, el albino había procurado no exteriorizar de ninguna manera posible el cuanto le extrañaba, posiblemente eso era una prueba irrefutable de lo solo que se sentía sin el castaño. Este último, por su parte, se sintió un poco más tranquilo, después de todo, el joven de mármol aun no le reemplazaba.
- Pronto regresaré…- dijo dejando inconclusa la oración.
- …
Silencio.
Ninguno de los dos estaba contento con la respuesta que dio el de ojos bicolor, pero sabían que no podían hacer más. El de hebras plateadas desvió la mirada a un lado, quería evitar mostrar la molestia que sentía ante el hecho inevitable de que aun no podrían verse ni tocarse, por su parte el de hebras avellana le observaba, la soledad del otro era casi palpable para él, por lo que no perdió pista de lo que el joven hacía.
- Bésame –pidió simple, el albino de inmediato devolvió la mirada donde el mayor con una cara llena de sorpresa, tanta que encantó aun más al de facciones zorrunas – Bésame –repitió.
- ¿Cómo quieres que…?- fue interrumpido.
- Bésame – insistió. Las orbes doradas reflejaron une extraño brillo, como si se vidriaran, por lo que el albino cerró los ojos de inmediato y se fue acercando lentamente a la pantalla, pronto sus labios se posaron suavemente sobre esta, mientras el castaño hacía lo mismo, compartiendo por primera vez en un mes un beso, que si bien no había sido el mejor, ciertamente habían logrado transmitirse el uno al otro una descomunal carga de sentimientos, incluso sin haberse tocado.
Luego de algunos segundos ambos se separaron. El copo de nieve, ante la incomodidad nuevamente desvió la mirada, no entendía por qué solo le embargaba esa extraña sensación con el de hebras avellana, y no estaba muy seguro de querer exponer dicha incomodidad ante él.
– Quiero verte, Makishima-san – dijo el castaño con una mirada anhelante, el albino por su parte, cerró los ojos y sólo se dejó acariciar por esas palabras.
"Quiero verte" esas palabras hacían eco en su cabeza, pero sin importar cuanto las pensara, él no podría decirlas...aunque no estaba muy seguro del por qué.