El primero en encontrarla es Jason, acaba de revivir y el mundo parece diferente en tantos aspectos que realmente no se cree merecedor de estar vio.
Es como si el mundo le dijera que su resurrección fue en realidad un error.
Que las personas mueren y nacen otras para hacer el mundo diferente.
No al revés.
Las personas no mueren y reviven para traer más de la misma mierda al planeta.
Camina por el callejón del crimen interiormente esperando por alguien lo suficiente estúpido como para querer robar su billetera.
Aun cuando no tiene una.
Solo quiere la oportunidad de destrozar la cara de algún pobre diablo.
La oportunidad llega en forma de viejos hábitos que al parecer no quisieron morir con él.
La necesidad de proteger a quienes no pueden hacerlo por ellos mismos.
Hay una florería al final del callejón.
Jason raramente recuerda que en ese lugar había una pequeña casa donde su madre solía cambiar un poco de heroína por sexo fácil.
Ahora hay una maldita florería.
Las cosas realmente debieron cambiar mucho mientras él se encontraba bajo tierra.
En la puerta de la floristería hay un tipo enorme, músculos formados y parece que le falta poco para ser calvo.
Sostiene un cuerpo delicado por la cintura.
Cinturas estrechas y frágiles cubiertas por un lindo delantal rojo y un pantalón de dosel negro y ajustado.
Él no tiene tiempo para fijarse en estos detalles sin embargo.
El chico se retuerce del agarre de aquel hombre como si su vida dependiera de ello.
Él está cansado.
No piensa permitir más de esta mierda en su ciudad.
Se lanza al hombre como lo hubiera hecho en sus años de amateur, pierde la razón, su mente hundida entre el verdor del pozo y su alma arrancada desde el mismo infierno hasta su cuerpo en vías de putrefacción, recibe heridas e incurre en su primer homicidio, aun sin llegar a portar el casco de Red Hood.
Cuando el trabajo está hecho su corazón late desbocado, su mente se pierde en el verdor y su cuerpo funciona a través de la sangre hinchada perforando sus venas.
Toma la muñeca del chico y prácticamente lo arrastra dentro de la pequeña tienda acogedora. El chico se mantiene alejado incluso a través de la conexión punzante entre sus manos ensangrentadas y la muñeca delgada del pelinegro.
Finalmente el chico se da cuenta.
Acerca de los jadeos desesperados que reemplazan su respiración, y del sudor frio que recorre sus cuerpo.
Él está teniendo un ataque de pánico.
La realización llega a los ojos azules.
Grandes ojos azules.
Puros.
Dulces.
Fuertes.
Más fuertes que la influencia del pozo.
Entonces.
“Shhh”
“tranquilo”
Un abrazo, como los que nunca recibió de Bruce cuando estaba vivo.
Como los que nunca recibió de su madre.
Los que nunca recibió de Dick.
De su padre.
De la vida…
De Gotham…
Un abrazo cálido. Un cuerpo vivo cercano al suyo.
“Gracias”
Él duerme esa noche entre las rosas y las margaritas, entre flores marchitas y flores que han de nacer pronto.
Una noche tranquila.
Sin pesadillas.
Sin el pozo.
Sin Talía.
Sin el miedo a amanecer en la putrefacción de la tierra y los gusanos.
De morir presa del dolor.
De payasos y risas de muerte.
Solo la sonrisa amable del florerista.
De grandes ojos azules.
De cinturas estrechas y un cuerpo cálido.
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Cuando despierta todo tiene el aroma del café recién hecho y el chocolate caliente. Huele como a waffles y Bacon también.
Él chico frente a él tiene una taza de chocolate en sus manos y una sonrisa amable en el rostro.
“¿Cómo te sientes?”
“Podría ser peor”
“¿A sí? ¿Cómo?” El fantasma de una risa se esconde a través de una taza de chocolate caliente y él tal vez se sienta molesto con aquella taza.
“Podría haber tenido un maldito ataque de pánico solo en el callejón del delito”
“Entonces me imagino que ambos tenemos deudas que saldar”
“Si”
“¿Podrías saldar la tuya tomando tu desayuno conmigo?”
“¿Podrías invitarme un poco de tu desayuno en compensación por mi rescate heroico de anoche?”
“Mi desayuno es tu desayuno Jason”
“¿Cómo…?”
“Yo nunca olvido una cara” su voz es suave y acompasada el chico no puede tener más de 17 años y Jason internamente se pregunta porque está gastando su vida en este callejón de mierda “Es difícil olvidar el rostro de Robin de todos modos”
“Tu…”
“Mi nombre es Tim” Una pausa “Y no, no tengo nada que ver con Batman o Ra’s Al Ghul o Talía”
“Es bueno saberlo”
“Es bueno saber que estas vivo, las cosas se pusieron muy feas cuando te fuiste”
“Las cosas nunca son bonitas cuando no estoy cerca Timmy”
“Por suerte Bruce pudo superarlo”
“¿Mató al Joker?”
“Nada es tan fácil Jason”
“No puedo creer que lo haya dejado vivir”
“El… Encontró a otro Robin”
La tienda se llena de silencio, es un silencio incomodo que Tim no sabe cómo llenar y que Jason no quiere dejar pasar.
Bruce encontró a otro Robin, Bruce no mató al Joker.
“Si te digiera ahora que seas mi Robin ¿lo rechazarías verdad?”
“No sé cómo podría decir que sí, pero si quieres un consejo… deberías buscar a Bruce”
“Si fuera y me rechazaran ¿podría volver aquí?”
“Este lugar está hecho para todas las personas que no pertenecen a otro lugar, pero créeme, Bruce no va a rechazarte”
“¿Por qué crees eso?”
“Porque es Batman”