Cómo ser Auror
(Para joder a los demás)
Por:
PukitChan
II
Primer Año:
Caprichos
Desde que tenía once años y su mano había sido rechazada, Draco Malfoy tenía ya una certeza que fue su verdad absoluta a partir de ese entonces: la culpa de todo lo malo que le pasaba en su vida era por causa de Harry Potter, ese chiquillo de cabellos horrendos, gafas que no le quedaban a su rostro y mirada desafiante.
¿Que le habían quitado puntos a slytherin? Era culpa de Potter. Si había una mancha en el suelo, sin duda el imbécil del cara-rajada fue el que la puso. Si tenía una maldita clase que le desagradara en particular, era una conspiración del jodido niño-que-vivió para pavonearse por el colegio.
Sí, básicamente, y por muy infantil que sonará no tomar la responsabilidad de su vida, todo era culpa de Potter. Y ese método para eludir consecuencias tomó un tinte más oscuro cuando estalló la guerra. Y ahora sí era culpa del moreno todo lo que había ocurrido con su familia, porque el muy maldito no se dejó reconocer en Malfoy Manor. Era un imbécil.
¡De verdad! Es que era un idiota. Porque sólo San Potter después de derrotar al Señor Tenebroso se largaría como el cobarde que era. No es que le interesara, es que el jodido Profeta parecía el puto diario personal de San Potter: traía la fecha, qué había hecho durante el día, qué comía y de quién estaba enamorado. ¡Ridículo!
¡Y, por supuesto! Draco no era como otroque se largaban alrededor del mundo, escondiéndose de lo que era su vida. Él tuvo que enfrentar juicios, maldiciones, miradas frías y despectivas hasta que finalmente se vio obligado a regresar a Hogwarts y completar su educación por órdenes del Ministerio. Después de un maldito año, sus notas igualaron a las de Granger —No, ella NO sacó mejor calificación en Runas que él, claro que no— y por fin pudo despedirse de aquel lugar siendo de los mejores de su curso, donde miles de recuerdos estaban pudriéndose.
¿Y qué seguía? Bueno, obviamente escoger una profesión. Era claro que él destacaría en cualquiera que se propusiera perseguir. ¡Por favor, era Draco Malfoy! ¿Quién sino más que él sería hábil en dónde fuera? Al final, y tras una larga lista de pros y contras, decidió que sería Auror para joder al mundo mágico. ¿Qué su héroe Potty había huido de su destino en cuanto éste se le plantó a la cara? Pues verían entonces de lo que Draco era capaz, porque definitivamente podría hacer mucho mejor las cosas. Además, había que admitir las grandes ventajas de ser Auror en un mundo destruido tras la guerra: sería la historia perfecta de cómo sobrevivió y además volvió a poner en alto su apellido. Si le iba bien, quizá hasta con atrapar algunos prófugos se cobraría, no sólo por lo que tuvo que pasar, sino que también pasaría a darles por el culo a todos aquellos imbéciles que lo creyeron durante tanto tiempo un cobarde.
Así que… sip, sería Auror. Por eso, después de pelear con todo miembro existente en el Ministerio y convencerlos con un grandilocuente discurso de por qué ésa era la mejor profesión para él, Draco obtuvo el permiso que requería para iniciar en la Academia de Aurores ya que, después de todo, era un hombre que estaba acostumbrado a cumplir cada uno de sus caprichos.
Aunque había caprichos que necesitaban una larga paciencia que Draco no poseía.
¡Cómo sea! Ya había llegado ahí y no se echaría para atrás, claro que no. O al menos, eso fue lo que pensó cuando ingresó a los cuarteles y descubrió que tendría que compartir habitación con alguien desconocido. ¡Oh, Salazar! Por favor, que al menos fuese alguien que estuviera bueno…
Y con respecto a ese sentido, Draco sabía cuáles eran sus preferencias sexuales desde que tenía memoria. Sólo que, como buen Malfoy, sabía cuándo ser discreto. Podría ser gay, y mucho, pero no para andarlo divulgando. ¡Claro! Eso no le impediría de vez en cuando apreciar a sus compañeros de escuadrón, ¿verdad?
Con esa clase de pensamientos en su mente, Draco bufó de mala gana cuando ingresó a su habitación, que no era más que un cuartucho en el que había dos camas y por consiguiente, apenas podrían convivir de manera medianamente decente dos personas. Al parecer los Aurores no entendían el concepto de privacidad. Bueno, ¿no debería haberse ya acostumbrado? Después de todo, vivió mucho tiempo en Hogwarts.
Dejó caer su equipaje en la cama más cercana a la ventana y se dedicó a espiar el pequeño espacio en el que ahora conviviría con alguien más. Encontró que, dentro del respectivo armario de cada uno —Je—, estaba el uniforme que ya había visto puesto en algunos otros aurores en entrenamiento. Supuso que todo estaría bien mientras el nuevo sujeto no se metería con él ni le diera problemas. Si era así, Draco podría ser muy civilizado… si quería. Y a todo esto, ¿cuándo conocería al jodido sujeto que tendría el privilegio de compartir habitación con un Malfoy?
—…será como su hermano por tres años, que es lo que dura el programa.
Las voces en el pasillo llamaron su atención. Oh, no más paz. Quizá debería ver si algunas de sus conexiones le ayudarían a conseguir una habitación sólo para él y así podría…
Pero entonces, todo calló. Él giró su rostro justo cuando la puerta se abrió, revelando unos ojos verdes que destellaron al verlo, junto con el aspecto más incrédulo e imbécil que Draco había visto en el largo historial de ese sujeto…
—Malfoy, es su compañero de habitación… Harry Potter.
No supo cómo se incorporó de la cama. Sólo asintió al Jefe de Aurores cuando escuchó las inútiles presentaciones y esbozó una sonrisa arrogante. ¿Así que había vuelto y llegó justamente a sus manos? ¿Quién lo diría? Entonces cayó en cuenta. ¡Joder, Potter sería su compañero por TRES largos años!
—Potty —murmuró Draco sin poder evitarlo—, ¿así que finalmente regresaste como un perro humillado a hacer lo único en lo que eres medianamente decente?
Oh, bendito Salazar, y habían iniciado con el pie izquierdo.
«Pero, ¿sabes Malfoy? Creo que Harry Potter fue tu único capricho no dado»