Capitulo 1
Aun está abierta la herida, el dolor punzante en el pecho, el agujero que nunca se cerrará, casi puedo sentir como que lo recuerdos son el presente, pero aunque lo intente, nunca volverá a ser lo mismo, no podré olvidar todo lo que sentí y lo que aun siento por él.
Cuando sólo tenía 15 años, conocí a esa persona especial, que desde el primer minuto en que lo vi me sonrió cariñoso y me hizo sentir una sensación extraña en mi interior…
Era de mañana, todo parecía igual que siempre, el sol entraba por mi ventana colándose por entre las cortinas para despertarme acariciando suavemente mi rostro. Luego de vestirme bajé para desayunar para luego ir a la escuela de siempre: aburrida, sin personas con las cuales hablar y las clases que cada vez son menos interesantes.
-¿Rem? Creí que ya te habías ido a la escuela – dijo mi padre revisando la despensa para comer algo.
-No, cuando termine de comer me iré – le respondí con una cálida sonrisa.
-¿Has sido un niño bueno en la escuela? – me dijo riendo.
-Claro, papá.
Terminé mi desayuno y me puse de pie, tomé mi mochila y al despedirme de mi padre me encaminé hacia la escuela queriendo desviar mi camino para ir al parque, y poder sentir la brisa fresca golpeándome en la cara.
Como siempre al llegar a la escuela me sentaba en mi silla y escuchaba música con mis audífonos hasta que tocaran la campana y tuviera que prestar atención a la clase. Al sonar la campana la profesora entró con un chico que jamás había visto en mi vida, su mirada era seria y parecía perdida, como si su mente no estuviera en el salón de clases y estuviera muy lejos de la realidad.
-Buenos días, les presento a un nuevo estudiante, su nombre es Naku Karata. Sean amables con él.
La maestra le señaló el lugar junto a mí para que se sentara, él me sonrió, me estremecí al ver que era un chico con un aire bastante infantil y luego la maestra comenzó la clase normalmente. Como todos los días hice creer a la maestra que prestaba atención a la clase cuando en verdad escribía historias fantásticas en mi cuaderno, en las cuales existían batallas emocionantes, como también existían romances que nadie podía quebrantar.
Al término de la clase, guardé mi cuaderno y salí por la puerta rápidamente para salir del edificio y poder tomar aire mientras caminaba. Después de estar caminando un rato me senté bajo un árbol que me daba sombra y me dejaba descansar la mente.
-Hola – me dijo el nuevo chico sentándose junto a mí.
-Hola – le respondí sin mirarlo.
-Al parecer te gusta escribir.
-¿Cómo lo sabes? – le pregunté sorprendido en mi interior, pero seguí actuando relajado.
-Te vi escribir en clase.
-Eso lo explica todo.
Nos quedamos en silencio y yo cerré mis ojos mientras me recostaba en el verde suelo apoyando mi cabeza en el tronco del árbol, esa paz era tan agradable, y me habría olvidado por completo del chico que estaba a mi lado si no me hubiera hablado nuevamente.
-Tengo curiosidad de algo.
-Pregunta lo que quieras – le respondí sin abrir los ojos.
-Primero, ¿cuál es tu nombre?
-Rem Fodushi.
-Ah…
-¿Quieres preguntar algo más?
-¿No tienes amigos? – me preguntó tratando de no sonar demasiado duro o algo por el estilo.
-No.
-Y ¿no te gustaría tener amigos?
-Tal vez. Es sólo que algunas veces los amigos sólo estorban y no te dejan tener la mente despejada.
Tocaron la campana para entrar a clases, pero la ignoré y seguí con los ojos cerrados sin moverme ni un centímetro.
-Em, hay que volver a clases.
-Lo sé, pero no volveré a encerrarme en ese lugar.
-Si quieres puedo quedarme contigo y podemos ser amigos.
-Ajá...
Abrí los ojos y me incorporé para ver mejor al chico.
-¿Cuál era tu nombre? – le pregunté.
-Naku… sólo Naku.
-Ok, Naku. Seremos amigos.
Él sonrió y sus mejillas se tornaron rosadas, se veía su alegría, parecía un niño de 6 años, era muy tierno a decir verdad.
-Naku… ¿cuántos años tienes?
-14 y ¿tú cuantos tienes?
-15… pareces menor.
-Todos dicen lo mismo.
Volví a mi posición anterior y comencé a imaginar una nueva historia maravillosa.
Continuara…