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CONTIGO POR EQUIVOCACIÓN por REIVEN

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Notas del fanfic:

Hace mucho tiempo que no publico nada y la idea surgió sola, la pareja no es muy conocida o utilizada pero a mi me gusta.

Iré actualizando en mi tiempo libre (que no es mucho) y conforme la inspiración me ilumine (que tampoco pasa muy a menudo)

Espero que el primer capitulo os guste y que se gane aunque sea un review.

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son de su creador, patrocinadores, etc...

 

Todo había sucedido en una fiesta.

Realmente en la quinta o quizás novena ocasión en la que celebraban que habían resucitado gracias a la diosa, que habían ganado una vez más y que su vida volvía a ser bastante sencilla.

Lo curioso es que en las otras ocasiones no había pasado de beber una cerveza, quizás como mucho dos.

Pero aquella noche iba borracho a más no poder, había perdido la cuenta de los litros de alcohol que había ingerido y para ese momento, las conversaciones llegaban de manera distorsionada a sus oídos y lo cierto es que veía más cosas de las que realmente había a su alrededor.

Inesperadamente, Milo de Escorpio……o al menos eso creía, había conseguido que una pregunta realizada en mitad de su conversación con……Kanon o quizás Saga, llegase claramente hasta sus orejas.

-No sé que esperar ahora, no sé que desear-

A su memoria cargada de excesivo alcohol, llegó el recuerdo de la bienvenida que les dio Atenea, muchos agradecimientos, muchas disculpas, demasiadas y empalagosas muestras de afecto, y algo que dijo la diosa sobre un premio para cada uno de ellos.

Cuando giró la cabeza para mirar a los que conversaban, fue cuando se percató de que realmente, su borrachera era de dimensiones extremas. El que él creía que era Milo era en realidad Camus de Acuario y aunque efectivamente hablaba con uno de los gemelos, al que no supo identificar, se dio cuenta de que había que estar muy bebido para confundir a Shura de Capricornio con uno de los dos hermanos del tercer templo.

-¿De qué narices hablas?-preguntó en un tono bastante fuerte y con una voz que no parecía la suya.

Tanto el francés como los otros dos caballeros giraron la cabeza para mirarles, y supo que su estado era bastante evidente cuando los tres hombres al tiempo fruncieron el ceño y le dedicaron miradas reprobatorias. Sin embargo, el siempre respetuoso y educado caballero de Acuario le contestó con una voz serena y suave.

-Atenea dijo que por los servicios prestados, cada uno de nosotros tenía derecho a exponer el deseo que más anhelamos ante ella-

-Que una vez expuesto-continuó Shura-Ella, en la medida de sus posibilidades, nos lo concedería.

Volvió a coger el vaso de cerveza que había dejado a medias aunque fue consciente de que los otros tres continuaban hablando, pero sinceramente poco le importaba cómo continuaba la conversación.

“Así que la diosa va a concedernos un deseo ¿eh?”, pensó para sus adentros.

Unos segundos después, su mirada se apartó del vaso de cerveza para volver a observar la habitación en la que se celebraba la fiesta. A su izquierda en un cerrado ángulo, estaban Dokho, Shion, Shaka y Mu como siempre serenos, como siempre serios y como siempre vigilándolo todo como si fueran maestros de escuela y el resto uno niños descarriados.

Aldebarán seguía comiendo mientras mantenía una conversación con Seiya, por unos segundos, no recordó quien narices había invitado a aquella fiesta a los caballeros de bronce, pero supo que estaban todos cuando comprobó que Shiryu y Hyoga conversaban con Aphrodita y al que por fin pudo reconocer como Milo.

Iba a seguir buscando a los de bronce que no encontraba cuando sus ojos encontraron a la persona que realmente estaba buscando. Estaba tranquilamente con la espalda apoyada en una pared, en una pose relajada y serena. Una tenue sonrisa se dibujaba en sus labios y sus ojos lucían un brillo que iluminaba la estancia.

Llevaba enamorado de ese hombre más años de los que podía contar con los dedos de una sola mano, pero las circunstancias y el hecho de que ellos eran de caracteres tan diferentes habían provocado que su relación no fuese la más agradable.

“Aprovéchate”, una vocecilla interna, quizás su subconsciente, le gritó aquella frase. Total, la diosa había dicho que pidiesen el deseo que más anhelasen, lo que su corazón más desease. Sabía que de manera normal jamás tendría posibilidades, pero quizás, con la intervención divina de su señora lo consiguiese.

Así que sin apartar la vista de aquel hombre por el que suspiraba y logrando que por unos segundos su mente se serenase lo suficiente, alzó una plegaría hacia su diosa.

-Mi señora Atenea-murmuró al tiempo que encendía su cosmos levemente-Lo único que deseo, lo que mi corazón realmente anhela, es que ese hombre del que mis ojos no pueden apartarse me ame.

-¿Qué narices se supone que haces?-

Acababa de sentir el cosmos de Atenea cuando aquella voz llamó su atención de manera alarmante, no por el tono frio, furioso y reprobatorio, tampoco por el hecho de que le hubiese pillado desprevenido y ocasionando que su bebida se derramase, sino porque era prácticamente imposible que el que estuviese detrás de su cuerpo fuese él.

Se giró muy lentamente, rezando con todas sus fuerzas para que sus temores no fuesen confirmados, para que su suposición no fuese correcta. Pero el destino, y el exceso de alcohol le jugaron una mala pasada.

-¡Oh, mierda!-exclamó al darse cuenta de que efectivamente, Aioria de Leo estaba detrás de él mirándole con expresión de querer matarle.

-¿Puedo saber por qué motivo acabas de encender tú cosmos?-inquirió el del quinto templo-¡No!, déjalo, no contestes. ¿Por qué demonios estas mirando a mi hermano tan fijamente?

Su expresión tenía que haber cambiado y ser sumamente extraña porque el griego le miró como si no le conociese, pero su estomago había elegido ese preciso momento para revolverse, para provocarle una arcada tan tremenda que vomitó en el suelo todo el alcohol consumido esa noche y posiblemente, todo el que había consumido en su vida.

-¡Oh, mierda!-volvió a exclamar en un tono lastimero muy poco propio de él.

-Qué me contestes Death Mask-inquirió furioso un Aioria que no estaba muy por la labor de ayudarle-¿Por qué demonios estabas mirando a Aioros tan fijamente?

-Porque estoy borracho y te he confundido con él-murmuró el italiano sin poder incorporarse y sujetándose el estomago con fuerza.

Y fue en ese instante, cuando la borrachera lograda a base de muchas horas de fiesta y demasiados litros de alcohol se disipó como si no hubiese existido. Su mente se aclaró por completo justo en el mismo instante en que sus pulmones le privaban de aire y su corazón comenzaba a latir desenfrenadamente.

“Y acabas de rogarle a Atenea, que Aioros de Sagitario se enamoré de ti” le gritó la voz de su consciencia.

 

 

 


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