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ROXY por aleii

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Notas del capitulo:

Hooo hola, hola, hola!!!

¿Como estan?, espero que perfectamente bien (:

Pues nada, aqui esta el siguiente cap de esta historia...

y aunque se que me tarde como miles y miles de años

en continuar... espero que la lean, prometo

que no volverá a ocurrir lo mismo n_n

 

Saluditos!!!

Hasta hace poco, había llegado a creer que quizás, en esta nueva vida, podría conocer lo que era el amor, ese sentimiento que ahora, en este momento, me parecía extrañamente absurdo y ridículo.


 Pero no era así. Como en todas las otras cosas en mi vida, me había equivocado. Una vez más. Y lo único que había recibido de “cariño”, habían sido largas sesiones de grabación, donde tenía que fingir repetidamente que me encantaba tener sexo.


 Y no es que fuera una regla en este trabajo el no tener pareja… simplemente era que yo, había terminado por perder toda esperanza sobre algo o sobre alguien. Ya no me sentía tan ingenuo como para esperar tanto… que alguien me quisiera aun sabiendo a lo que me dedicaba, me parecía algo increíblemente fantasioso. Imposible. Así que prefería ahorrarme el trabajo de ilusionarme con algo así.


 Aunque eso no significaba que me hubiera vuelto de piedra y no sintiera nada. Y justo por eso… por esos tontos sentimientos que aún guardaba… era que me encontraba aquí. Sentado en la pequeña mesa de una cafetería, a un lado de una gran ventana, mirando mi blanco vaso de papel, sin entender porque seguía regresando a este lugar una y otra vez.


 Debía entender que era una pérdida de tiempo. Que era algo inútil. Pero aunque intentara entrar en razón… siempre terminaba viniendo hasta aquí, sin poder evitarlo.


 Quizás era que el chico que atendía era sumamente amable, o tal vez era, que cada vez que tomaba mi orden, aparecía en su rostro una inmensa y dulce sonrisa… o, posiblemente, que aquellos almendrados ojos suyos, parecían mirarme con demasiada intensidad. Pero… fuera lo que fuera, sabía muy bien, que aquel chico llamado Daniel, era la razón del porque estaba aquí. Del porque rompía todas mis reglas autoimpuestas. Y del porque aún podía permitirme pensar en algunas ocasiones, en aquel vago sentimiento llamado amor.


 Solté el sexto suspiro de la tarde, removiendo una vez más mi café… aún faltaban unos cuantos días para que comenzara la nueva sesión de grabaciones… y quería disfrutar de ese tiempo libre que me quedaba. No podía seguir desperdiciándolo en este lugar, cuando perfectamente podría estar durmiendo hasta el atardecer, o tomando un largo baño en la tina o… mirando películas hasta hartarme.


 -Disculpa pero, ¿hay algún problema con tu bebida?-preguntó la persona en la que justamente estaba malgastando mi tiempo


 -¿Eh?-pregunté, sintiendo instantáneamente como mi rostro se ruborizaba. Aún tenía que aprender a controlar mis emociones por él.


 -Tú café, ¿sabe feo?, es que veo que no dejas de removerlo, ¿quieres que lo caliente?-insistió el chico, sonriendo de lado.


 -Ah… este…no, está muy bueno-mentí, forzándome a sonreír naturalmente.


 -¿Enserio?-preguntó confundido, al tiempo que alzaba las cejas de manera graciosa, como si le sorprendieran mis palabras…


 -Sí, muy bueno-dije, dándole un trago para reforzar lo que decía


 -Oh bueno, entonces te dejo solo de nuevo, no quiero molestar-dijo, dando media vuelta y regresando al mostrador. No pude evitar mirarlo con una mezcla de tristeza y desesperación… cuantas ganas había tenido de detenerlo, diciendo: “No me molestas, en realidad, suelo venir aquí todos los días solo por ti. Porque me gusta verte”, pero… sonaba tan tonto, y seguramente sería tan extraño… además de que lo más probable es que me terminara rechazando.


 No tenía ni idea si le iban las chicas o los chicos. Además… usualmente la forma en que reaccionaban las personas ante los gays era mala. Muy mala. Y prefería guardar para mí solo todo el cumulo de sensaciones que aparecían al verlo.


 Esa revoltura extraña de palpitaciones, sudoración, exaltación, emoción, rápidos latidos y felicidad. Eso era lo que él me hacía sentir.


 Mire mi reloj, por primera vez desde que había puesto un pie dentro de la cafetería y me sorprendí al descubrir que eran pasadas las cuatro de la tarde. Llevaba más de tres horas aquí sentado y seguramente sería extraño continuar aquí.


 Así que, pese a mi poca emoción por dejar el lugar, tome mi abrigadora chamarra negra y me envolví en ella. Eran finales de noviembre y no quería pescar un resfriado por culpa del viento, o de las lluvias sorpresivas. Luego, tome el café que había preparado Daniel para mí y salí, escuchando el tintineo de la puerta al cerrarse.


 


 


 


 


 


 


Al llegar a mi departamento, me encontré con la sorpresa de que Amelia me esperaba dentro.  Deje sobre el comedor mis llaves junto con mi chamarra, y me acerque hasta ella.


 -¿Llevas mucho esperando?-pregunté, dejándome caer a su lado del sillón


 -Algo, pero valió la pena esperar, hace mucho que no nos vemos-afirmó, mostrándome una enorme sonrisa. Entonces, sin previo aviso, se lanzó hacia mi cuello, abrazándome como una boa de la amazona, envolviéndome con fuerza.


 -¡Hey!, ¿me quieres matar?-me quejé, intentando zafarme de su abrazo


 -Tiene más de un mes que no me ves ¿y así me recibes?-se quejó, frunciendo el ceño, y separándose por fin


 -Bueno, pero es que tienes que medir tus fuerzas-murmuré, mostrándole una gran sonrisa-además, fue tu culpa el que nos dejáramos de ver, ¿Quién te mando a tomar aquel curso, en un lugar tan lejos?


 -Tenía que tomarlo amiguito, o si no me quedaría sin trabajo-dijo, sonriendo una vez más-pero como sea, tienes que ponerme al tanto con toda tu vida, ¿Cómo va el trabajo? ¿Esteban te sigue acosando?-preguntó con curiosidad


 Moví la cabeza de arriba abajo, y me concentre en contarle lo último que había sucedido. Aquel beso involuntario que ocurrió entre los dos. Algo de lo cual, todavía me arrepentía.


 Mientras le relataba la temible historia del beso y de la nueva película llamada “Hospital Genital”, por cierto, un nombre sumamente ingenioso, no dejaba de pensar en lo afortunado que era por tener una amiga como ella. Aunque al principio nos habíamos conocido gracias al terrible acoso que sufría por parte de su hermano menor, al final, terminamos volviéndonos mejores amigos. Algo sumamente raro, pero que había traído muchas cosas buenas. Y desde entonces, siempre que podía nos veíamos y salíamos a platicar.


 -Entonces, una vez más terminaste cediendo-murmuró, mirándome con reprobación-sabes que al final se va a terminar cansando de estar esperándote ¿verdad?


 -Lo sé-susurré


 -Es hombre al fin y al cabo. Y tu Alex eres… bueno, eres lindísimo, así que… tendrías que tener un poco más de cuidado-afirmó Amelia, abrazándome una vez más-promete que vas a cuidarte


 Esta vez rodeé su menudo cuerpo, aceptando su gesto. Abrazarla, era lo más lindo que me había pasado en todas estas semanas.


 -Te lo prometo-dije


 -Y ahora-dijo emocionada, soltándome y mostrándome una gran sonrisa-tienes que contarme de que tratara tu nuevo proyecto


No entendía cómo es que la emocionaba tanto saber sobre las películas que iba a hacer. Tampoco es que hubiera mucho trasfondo y que fuera la historia del año… pero ella seguía mostrando aquella enorme sonrisa y aquel brillo en sus ojos, al conocer de qué trataban mis personajes.


 - Pues no es nada muy interesante-murmuré


 -No importa ¡desembucha!-exclamó


 -Soy un chico-dije, deteniéndome un momento, haciéndola sufrir


 -Ajá, eso me queda claro, pero ¿Qué más?


 -Se supone que soy el asistente de un importante médico y entonces un día irrumpo en su oficina, cuando él está mirando furtivamente videos donde varios hombres tienen sexo


 -¿Y luego?


 -¿Pues qué crees?, termina confesando que me desea desde hace mucho y me obliga a tener sexo sobre su escritorio-murmuró, pensando en que es una historia sumamente aburrida


 -¿Y ya?-murmura, algo decepcionada


 -Ah y luego entra un enfermero, nos descubre y como pago por su silencio, me obliga a tener sexo con los dos. Ya sabes, les gustan los tríos


 -Oh entiendo… suena normal pero… ¡seguro contigo mejora la historia!, además es mejor para ti ¿no?, eso de tener que meterte con varios no te gusta que digamos ¿o sí?


 Fruncí el ceño, a nadie… o casi nadie, le gustaba tener que acostarse con varios tipos, y menos si tenía que ser de jalón, en una simple sesión


 -Pero no todo es bueno-murmuré


 -¿Ah no? ¿Por qué?-preguntó Amelia, mirándome con curiosidad


 -Esteban hace el papel del médico-refunfuñe


 -Bueno, ese sí que es un problema… si te vuelve a invitar a salir ¿Qué harás?


 -¿Negarme?-musite, pensando en sí tendría que volver a besarlo, como todas las otras veces.


 En realidad el problema no era tener que fingir que disfrutaba besarlo… si no que… en verdad ya me estaba comenzando a gustar todo eso. El sentirme deseado por él, notar la forma en que me miraba, sentir sus manos sobre mi piel… hacía que mi cuerpo temblara involuntariamente. Me gustaba… y sabía que en algún momento, terminaría cediendo.


 


 


Y por fin, había llegado el tan temido día. De nuevo al trabajo. Mis días de libertad habían terminado una vez más. Así que, por alguna tonta razón, se me ocurrió que quizás, podría pasar un momento a ver a Daniel, a despedirme de él, ya que… no podría verlo por un largo tiempo. Al menos no, hasta que terminaran las grabaciones de la película.


Sentí como mi estómago se revolvía nervioso al entrar al local, y cuando mis ojos localizaron su esponjoso y despeinado cabello castaño, note como una boba sonrisa aparecía en mi rostro. Estruje entre mis manos el billete con el cual pagaría, y me encamine hasta el mostrador.


-Hola buenos días, ¿Qué va a pedir?-dijo entusiasmado, regalándome aquella bonita media sonrisa suya


-Un… café americano por favor-murmuré-mediano


-Ok, ¿va a querer alguna leche en especial?-preguntó, mientras tomaba un vaso de cartón, blanco


-Sí, deslactosada


-Bien… a nombre de… Alex ¿cierto?-dijo, y al instante sentí como mis labios formaban una enorme sonrisa, mientras movía mi cabeza de arriba abajo, afirmando. ¡Sabía mi nombre!, gritaba internamente, sintiéndome como la persona más feliz del mundo entero.


-En un momento estará listo-murmuró y entonces me tuve que alejar de él. Pese a que podía notar la reticencia de mis piernas a moverse… no quería alejarme ni un centímetro, quería estar frente a él, quería tocar su sonrojadas mejillas, y rozar sus gruesos labios… quería continuar mirando sus ojos color caramelo y sus largas pestañas negras…


Resignado, camine hasta el lugar de siempre, sentándome a un lado de la ventana, en espera de que dijeran mi nombre. Mientras tanto, miraba a Daniel desde lejos, como todo buen acosador, observando cada pequeño detalle de lo que hacía… la forma en que sonreía amablemente a todos, y como se movía de un lado a otro con excesivo entusiasmo.


Sonreí, recordando aquel pequeño momento de felicidad, en el cual había recordado mi nombre… vaya, realmente era patético… no podía creer que algo como eso me hiciera sentir tan bien. Tan locamente perfecto.


Pero bueno, a estas alturas de mi vida, no me sorprendía para nada. Digo, trabajaba haciendo películas XXX,  donde la mayor parte de tiempo me la pasaba con un pene en mi boca, o entre mis nalgas; así que lo de menos era el preocuparme por lo estúpidos que eran mis sentimientos.


Solté un bufido, intentando alejar mis pensamientos de aquello… ahora no era el mejor momento como para ponerme a pensar justamente en lo mal encaminado que estaba… si no en disfrutar de Daniel y de su entusiasmo.


Fije mi mirada sobre su bonito cabello castaño, preguntándome cual sería el shampoo que utilizaría; cuando sentí que un extraño cosquilleo me recorría. Involuntariamente gire mi rostro hacia un lado, notando a un par de chicos que me observaban fijamente desde lejos, sentados a solo dos mesas de la mía.


Al instante, supe que me habían identificado.


Aquellas miradas brillosas, llenas de deseo, de atracción, de… ¡puaj!, desvié la mirada, intentando olvidarme de ellos. Pero podía alcanzar a escuchar sus risitas, sus horribles palabras acerca de mí… y sin poder detenerme, sentí como mi rostro se giraba de nuevo hacia ellos. Quería que dejaran de observarme… que dejaran de decir todo lo que harían conmigo si pudieran… como si fuera solo un objeto… como si… como si realmente disfrutara de mi trabajo.


Y aunque sabía que ya tendría que estar acostumbrado a esto, que ya me había pasado otras tantas veces, aún no podía. Seguía sin darme por vencido, sin creer que realmente había caído en este “mundo”  lleno de sexo, de tantas cosas vacías y sin sentido… seguía pensando que todo esto era solo un pequeño obstáculo y que en cualquier momento saldría. Seguía siendo tan estúpido como para no darme cuenta de que ya era muy tarde, que esto era mi vida y punto. Que lo mejor que sabía hacer, era gimotear, suspirar y dejar que un tipo cualquier cogiera conmigo.


Sentí como poco a poco mis ojos se llenaban de lágrimas, y entonces, al alzar la mirada, me topé con uno de los tipos que estaban hablando sobre mí. Su rostro lucía una gran sonrisa.


-Mis amigos y yo estábamos preguntándonos si… acaso serías Roxy-dijo medio afirmando


Parpadeé repetidamente, en un intento por disimular que estaba llorando. Y sonreí.


 -¿Roxy?-pregunté, haciéndome el tonto


-Sí, el de las películas porno


-Oh… yo, pues… sí-afirmé-soy Roxy


-¡Ya lo sabía!-exclamó entusiasmado, mientras se giraba para hacerle una seña a sus amigos de que se acercaran. En unos segundos, estuve rodeado por cuatro chicos, que me miraban con deseo.


-¿Algo más?-pregunté, cruzándome de brazos


-Pues… me estaba preguntando… ya que eres tan bueno en tu trabajo… ¿podrías hacerle un favor a mi amigo Gab?, lleva un tiempo sin novia y…. tu sabes-preguntó el mismo chico del principio, señalando a un pelirrojo que se encontraba a su lado-un hombre tiene necesidades


-Claro, tienes razón, pobre chico-murmuré


-¿Entonces? ¿Lo harás?-dijo emocionado Gab, sonriéndome


-No puedo-susurré-me lo prohíben en mi trabajo


-¡Oh, pero si te has acostado con muchos otros!-exclamó furioso el pelirrojo, al tiempo que golpeaba la mesa-¡no te debería importar uno más!


-Pues tal vez si no tuvieras esa cara de idiota, podría pensármelo-gruñí, poniéndome de pie, mirándolo fijamente


En un segundo, pude notar como los cuatro chicos cambiaban sus expresiones… ahora lucían molestos, enfadados y con cara de querer golpearme… no entendía porque les fastidiaba tanto. ¿Acaso no se daban cuenta de lo crueles que eran sus palabras?


El primer chico tiro al suelo una azucarera que había al centro de la mesa en la cual estaba sentado, y tomo de mi camisa, jalándola.


-Mira imbécil, si no aceptas coger con Gab por las buenas, yo te voy a…-comenzó a amenazar, mientras alzaba el puño frente a mi rostro, y me sentí pequeñísimo… note como me encogía y cerraba los ojos, dispuesto a ser golpeado. Obviamente no iba a aceptar el tener sexo con su amigo… pero justo entonces… cuando ya me sentía en el suelo… escuche como alguien carraspeaba con fuerza, obviamente queriendo ser notado.


Abrí mis ojos de golpe, encontrándome con Daniel.


-¿Podrías soltarlo?-preguntó, señalándome


-Mira estúpido, tú no te metas-gruño Gab, mirándolo duramente


-¿Saben?, hasta ahora he escuchado toda su palabrería inútil… pero ya me cansé, así que les voy a pedir amablemente que se vayan, y no vuelvan-dijo Daniel, esbozando una fría sonrisa


-No entiendo, ¿Por qué lo defiendes?-preguntó uno de los tipos-¿acaso no sabes la clase de persona que es?


-No, y tampoco es algo que me incumba. Solo déjenlo en paz y listo ¿entendido?


Por unos segundos, la tensión se mantuvo en el ambiente. Ninguno se movía… parecía que los cuatro tipos no se marcharían… pero entonces el chico que me estaba sujetando me soltó de golpe contra la silla.


-Déjenlo, no vale la pena-murmuró, dando media vuelta, mientras los demás comenzaban a imitarlo. Uno a uno fueron saliendo del local, dejando todo como al principio.


 Mientras tanto,  mi corazón latía con rapidez, sin dejarme recuperar del todo. Además, podía sentir como los ojos de Daniel estaban clavados fijamente sobre mí, esperando… pero yo no quería… no podía mirarlo… y mucho menos después de que se hubiera enterado de todo. De que supiera quién era. De lo que hacía. ¿Ahora qué pensaría sobre mí?


-¿Estas bien?-preguntó, al tiempo que se agachaba y recogía la azucarera del suelo.


 Al escuchar su dulce voz, sentí como un nudo se formaba en mi garganta; y una vez más me vi pequeño ante la situación… note como me encogía sobre mí mismo, pensando que quizás, de esta forma, no saldría lastimado.


-Oye, oye-insistió Daniel, jalando una silla y sentándose a mi lado-¿Alex?


Al escucharlo decir mi nombre, alce los ojos involuntariamente, y nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos me miraban como siempre, como todos los otros días… como si nada de esto hubiera pasado.


-Oye, no te preocupes, ya se fueron-murmuró, posando su mano sobre mi hombro… y pude sentir la calidez que emanaba de ella… sin poder evitarlo, mis parpados se cerraron, disfrutando de su voz, de su tacto, y de su inusual cercanía.


-No quería… no quería que supieras todo eso… yo… no quería-sin darme cuenta, aquella corta frase escapo de entre mis labios. De nuevo, abrí mis ojos, topándome con la confundida mirada de Daniel.


-No importa-murmuró, sonriendo dulcemente-nada de lo que dijeron importa. Tú solo… solo eres Alex ¿ok?


Aquel nudo que se había formado en mi garganta, término arrastrándome. Y poco a poco comencé a sentir como unas gruesas lágrimas resbalaban por mis mejillas, nublando mi vista. Y aunque me odie por ser tan chillón y tan débil… note como lentamente aparecía una leve sonrisa en mi rostro.


-Solo Alex ¿eh?-susurré


 


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