REMEMORANDO EL PASADO
Era un 20 de noviembre de 1994. Lo recuerdo perfectamente. Nadie me vio pero estaba ahí.
Recuerdo perfectamente que ese día había un tráfico de los mil demonios en Seúl, Capital de Corea del Sur.
El embotellamiento tenía para largo, hasta que por fin los tránsitos dieron el pase a los autos y así fueron avanzando lentamente. Unos metros más adelante se escuchó el golpe de un choque. Nada grave, pero fue lo suficiente para aquellos seres que manejaban los autos. Les paso solo lo que les faltaba. Parados en el tráfico por más de 4 horas y ahora un choque. Eso sí que no.
Enojados a más no poder bajaron de los autos empezando a discutir.
La mujer que manejaba un Honda Accord alegaba la imprudencia del otro al pararse de improvisto.
El hombre que manejaba el Nissan Skyline argumentaba que no debía de manejar siendo mujer.
Siguiendo con la discusión esta se hizo de dime y te diré. Ambos alargaron su “discusión” por una hora más, ignorando a los pequeños pasajeros que tenían atrás de los asientos de sus coches.
Mientras tanto, un niño de unos 3 años aproximadamente asomo su pequeña cabecita a la ventana del asiento trasero intentando ver más allá de lo que sus pequeños ojitos le permitían. De la nada, en el otro auto, un niño de 1 año y meses asomo su cabecita en forma de hongo para hacer lo mismo. Ver.
Cuando sus caritas se encontraron se espantaron a mas no poder, bajando ambos su cuerpo por aquella ventana hasta sentarse en el asiento del coche. Ganándoles la curiosidad volvieron a alzar su cabecita para poder verse. Solo la levantaban lo suficiente para poder ver, no mostraban su cara al completo. Solo su vista. Así continuaron por 10 minutos más, hasta que ambos se cansaron de jugar de ese modo poniéndose de pie en aquellos asientos.
El mayor, empezó a sacarle la lengua al niño de cabecita de hongo y a hacerle gestos extraños que indudablemente se ven tiernos en un niño. El menor le miraba y sonreía y trataba de hacerle lo mismo solo consiguiendo hacer caras amorfas. Era casi un bebé, así que no podía hacer caritas lindas. Pero esos gestos en su carita se veían tiernos. Así siguieron hasta después de unos 20 minutos. Se hablaban con señas entendiéndose entre ellos. Yo no sabía lo que decían pero parece que se divertían, la risa del bebé pequeño se escuchaba demasiado linda. Su cabello castaño se movía y se veía como una creatura sacada de un anime. El bebé de ojos grandes le hacía aún caritas para poder escuchar su risa que extrañamente le gustaba. Perdiéndose en sus juegos, ambos se acercaron lentamente a las ventanas que por obra del destino, (más bien, de sus padres) estaban entre abiertas, lograron sacar sus manitas para poder tocarse entre sí. El bebé de ojos grande volteó para su asiento y vio que tenía una paleta de colores, la tomo y se la dio al bebe que tenía enfrente. Este cuando recibió la paleta gustoso volteó a su asiento buscando algo que darle. Desesperado, solo como un bebe puede estarlo, quería llorar al ver que no tenía nada que ofrecerle al su pequeño amigo pelinegro de enfrente. Apunto de soltar en llanto haciendo un puchero, fue cuando algo en él dio click y se acordó de su chupón favorito que le colgaba del cuello. Pensó en quitárselo, lo pensó mucho, pero después vio la cara de su amigo y la paleta que este le dio y así fue como decidió quitárselo.
Después de una batalla con el cordón del chupón al fin pudo deshacerse de el. Lo tomo su manita y así se acercó a la ventana de enfrente para entregarle el chupón al niño poseedor de carita de rana.
Ambos se sentaron admirando el regalo intercambiado. Después de analizarlo, se pararon nuevamente pero, sus padres ya habían regresado a sus respectivos asientos en el auto y arrancaron tomando caminos distintos. Lo último que recuerdo es que se vieron por última vez en la ventana de la parte trasera del auto.
El niño con carita de rana le decía Adiós con su manita al niño de cabeza de hongo. El niño mas pequeño quería romper en llanto y así lo hizo. Y, Minho, el niño con carita de rana se sentó en su lugar guardando ese chupón como su más grande tesoro.
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Habían pasado casi 20 años y ninguno había vuelto a ver al otro.
Minho, ya con 23 años de edad aún guarda ese chupón y tiene un valioso recuerdo de ese pequeño amigo que hizo el día que su madre chocó el auto.
Le hubiera gustado Saber cómo se llamaba aquel ser de cabeza de hongo. Pero el hubiera no existe.
De repente, Minho siente que un brazo pasa por su cintura. Sonríe al saber que Taemin, su novio ha llegado. Voltea y lo rodea con sus brazos para ocultar su cara en aquel níveo cuello que tanto ama, deposita un beso en él, para después subir hasta su cara y plantarle un beso a esos labios hinchados que son su delirio.
-En que pensabas amor- Pregunta un inocente castaño
-En un amigo que hice hace muchos años y que no he vuelto a ver, pero no nos pongamos nostálgicos y hay que empacar tus cosas que por fin hoy te mudas a mi casa y así, no tendré que esperar hasta el siguiente día para poder verte.
-Entonces hagámoslo.
Dicho esto, su dispusieron a empacar las cosas del menor. Pasadas 3 horas decidieron tomar un descanso y aprovecharon para comer un poco.
Ya después de 6 horas, terminaron de empacar y se dirigieron al apartamento del más alto. Luegode descansar nuevamente, entre mimos y arrumacos terminaron de acomodar todas las cosas de Taemin en el espacio vacío del clóset.
Horas más tarde, ambos cayeron en los brazos del Morfeo.
Al día siguiente, Minho despertó y sintió unos delgados brazos rodearle la cintura. Se dijo a si mismo que deseaba despertar todos los día así. Se volteó con cuidado de no despertar a su lindo novio (y próximamente esposo) quedando frente afrente. Se dedicó a mirarlo por largo tiempo hasta que nuevamente volvió a quedarse dormido. Ambos se levantaron al mismo tiempo compartiendo sonrisas, después besos, para que finalmente se dedicaran un –Buenos días-
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“Taemin, te espero en el apartamento cuando salgas de la escuela. Es urgente, quiero hablar contigo”
Ver esa nota que estaba escrita con tanta sequedad dejo helado a Taemin. Pensaba lo peor. Tal vez, Minho se cansó de mí. Pensaba una y otra vez.
Salió como alma que lleva el diablo. Luego de 20 minutos de viaje en el autobús camino 6 minutos más para llegar al apartamento que compartía con el pelinegro. Entró y todo esta oscuro. No había Nadie.
Se ha ido. Pensaba Taemin cabizbajo. Decidió encaminarse escaleras arriba para guardar nuevamente sus cosas, tenía lágrimas escurriéndole por las mejillas, pero el sonido del timbre hizo que se secara las lágrimas dirigiéndose a la puerta. No esperó lo que vio.
Parado enfrente de él, estaba un tipo con una botarga de perro. En una mano traía un ramo de flores, en la otra una caja de pastel y en su boca trataba de sostener otra caja con dos cafés. Extrañado Taemin dejo entrar al desconocido ayudándole con las cosas que cargaba. Aquel tipo sintiéndose liberado de una de sus manos y su “boca” se hincó frente al menor ofreciéndole aquel grande ramo. Este a su vez, lo acepto aún más extrañado. El sujeto sintiéndose libre ahora de sus dos manos se dedicó a quitarse la enorme cabeza de la botarga sacando de su boca un hermoso anillo de compromiso, aún hincado le propuso al menor que se casaran.
Taemin emocionado no pudo responder. Las lágrimas le habían ganado. Otra Vez, aunque lloraba por algo diferente. Se casaría con el hombre que amaba.
Pasados los meses, el tan ansiado día de la boda llego.
Después de la ceremonia religiosa, y una pequeña recepción en la casa de los padres de Minho, salieron rumbo a la luna de miel, pero no quiero dar detalles de esto.
Tiempo después, un día cualquiera, Taemin y Minho limpiaban la casa, terminaron temprano y una cosa llevo a la otra y otra a la otra y terminaron por ver recuerdos de su niñez. Tanto Tae como Minho fueron a buscar fotos, objetos o hasta cartas que les recordara aquellos momentos. Taemin regresó emocionado con una pequeña caja donde guardaba sus cosas más preciadas, pero encontró a un descolocado y pensativo Minho sosteniendo un pequeño chupón. Taemin extrañado decidió preguntarle que que le pasaba, y así Minho le contó la historia que hace 22 años había pasado, contándole todo de su pequeño amigo.
-Y entonces, el me dio este chupón cuando yo le di la paleta. Te digo algo, él fue mi primer amor.
Taemin estupefacto por lo que acababa de escuchar fue por su caja y se sentó enfrente del hombre que más amaba
-Sabes qué es esto- Pregunto sonriente sacando un raro objeto en forma de circulo con un pequeño palito encajado en medio de ese círculo. –Hace muchos años conocí a un niño con ojitos de rana. El recuerdo es vago del porque nos conocimos, pero recuerdo muy bien que yo le di mi chupón preferido a aquel niño. Nunca me comí esta paleta. Aún con 15 años me negaba a tirarla a pesar de que ya era inservible pero no podía deshacerme de ella. Aquel chico también fue mi primer amor.
Dicho esto, ambos se fundieron en un abrazo, ambos llorando por lo que acababan de decir y de escuchar, felices de saber que a pesar de todo volvieron a encontrarse.
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Se preguntarán que quién soy yo para que les cuente esta historia no. Sencillo. Soy aquella cosa que muchos llaman Destino, Casualidad, Si Dios quiere, o simplemente cosas que pasan.
Nadie cree en mí de una manera concreta, pero de lo que si estoy seguro es que yo puedo hacer que las cosas pasen como yo desee y la historia de estos niños, estaba hecha desde un principio por el Ser de allá arriba. Así que si yo quería que nunca fueran felices no era capaz de lograrlo puesto que la orden esta impuesta desde que Taemin nació.
Pero shhh!! Nadie debe de enterarse que rompí las normas por contarles esta historia. Así que si alguien llega a preguntarles que como la supieron, no les digan que fui yo.
FIN