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Como NO sobrevivir en la cárcel por PauYh796

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Notas del fanfic:

¡Yerrs! De nuevo yo subiendo algo que muchas veces no tiene ni pies ni cabeza, qué se le va a hacer *se encoge de hombros*

Autor: PauYh796

Notas del capitulo:

Numero de palabras: 3.473

Como NO sobrevivir en la cárcel.

 

—¡Culpable!

 

Naruto no había podido imaginar horas antes que aquel sería su destino, gruñó amenazante contra sus rodillas; su abogado le había repetido mil y un veces que se sentara derecho mientras el juicio se desarrollaba pero Naruto simplemente había subido los pies a la silla. Era más cómodo.

 

—Nada que hacer… —susurró el abogado a su lado. Naruto escuchó los vitorees de la gente presente en la audiencia, claro que todos se alegraban de la decisión del juez.

 

—Se le condena a 150 meses de servicio comunitario pagando cien de estos mismos en la cárcel de máxima seguridad.  

 

Naruto giró la vista al lado contrario de la sala, la familia acusante le veía con una sonrisita en la cara de victoria; claro que la mujer aún mantenía ojos tristes e hinchados por el llanto siempre presente en el juicio.

 

—¿Quieres que contacte a tus padres? —preguntó el abogado a Naruto.

 

Naruto chistó y bajó los pies de la silla para levantarse. —Ellos no querrán saber nada más de mí. No se preocupe. —Sonrió con amargura.

 

Dos policías llegaron a su lado para esposarlo de nuevo y mandarlo inmediatamente a la cárcel. Naruto vio la sala de audiencias por última vez, los reporteros le tomaron fotos y los chismosos abandonaban el recinto en silencio. El juez abandonó también el lugar con cara de cólico, estresado por todo el trabajo que había tenido ahí esa mañana.

 

—Adiós, Naruto. —Se despidió el abogado.

 

—Adiós, sensei.

 

Sin nada de delicadeza ambos policías arrastraron a Naruto fuera de la corte, lo llevaron por un largo pasillo que él bien ya conocía por los últimos días atravesándolo todo el tiempo, siempre que las audiencias acababan lo arrastraban hasta esas celdas provisionales existentes en la corte suprema. Aunque esta vez aquella no fue la dirección que tomaron.

 

—Mandado directo al fondo —se burló uno de los policías tras ver que Naruto miraba confundido como dejaban atrás las celdas.

 

—¿Acaso iré a la cárcel de una vez?

 

—Exacto.

 

Naruto sonrió con altanería. —No podría estar más emocionado.

 

Lo mandaron de cara dentro de la patrulla, las esposas apretaban y el automóvil llevaba un olor nauseabundo que Naruto no quiso descifrar temiendo saber algo aún más asqueroso. Junto a él uno de los policías se zampaba una rosquilla de chocolate, el otro manejaba, y Naruto veía furioso las calles de la ciudad.

 

—No tienes suerte muchacho. —Exclamó el tipo de la dona limpiándose las boronas del uniforme.

 

Naruto lo vio con una ceja encarnada.

 

—Si tuviéramos más idiotas para llevar directo a la cárcel el ingreso y adaptación te sería más fácil. Pero como no, te comerán vivo.

 

—Agradezco su preocupación —bufó Naruto volviendo la vista a la ventana.

 

—¿Quieres una…? —el policía le ofreció una de esas donas de chocolate y se le hizo agua la boca, llevaba días comiendo a base de pan y agua, se relamió los labios mientras asentía con efusividad.

 

El policía comenzó a carcajearse y se llevó la rosquilla a la boca donde le dio una mordida gigante y en cuestión de segundos se la había terminado por completo. —Cuando salgas de la cárcel te doy una —dijo y siguió carcajeándose—. Espera, que eso no es hasta dentro de doce años.

 

—¡No lo moleste! —se quejó el otro policía sin dejar de ver la carretera—. El desgraciado acaba de echar su vida a la basura. Eso es suficiente —sentenció.

 

Naruto fingió volver a la vista de la ventana muy concentrado pero su mente comenzó a divagar de lado a lado, al final terminó por rendirse y durmió contra el cristal.

 

Minutos después abrió los ojos para encontrarse con la sonrisa gorda del policía. —Arriba bello durmiente, hemos llegado al palacio.

 

Con dificultad bajó de la patrulla y es que las esposas no eran nada lindo, te limitaban y te herían. La cárcel parecía una mansión embrujada o peor, con tres grandes edificios y torres de vigilancia Naruto se preguntó si aquello no era un campo de concentración nazi; guardias por todos lados con rifles de asalto y miradas inexpresivas.

 

—Bienvenido a casa.

 

Ambos policías lo volvieron a empujar en dirección a la entrada, una gran puerta de metal que se abrió pesadamente, para recibirlo una mujer con uniforme salió, la sonrisa en su rostro denotó que no era un dulce ángel. Naruto tragó en seco sin perder la seriedad en el rostro.

 

—Traemos un regalo —dijo uno de los policías, avanzó y le entregó a la mujer una carpeta con todos los documentos del nuevo recluso.

 

—Excelente —exclamó ella sonriendo, chasqueó los dedos y a su lado aparecieron dos guardias, luego miró a los policías—. Ya pueden irse —les dijo.

 

—No olvidaré de darte esa rosquilla —dijo el policía a Naruto antes de empujarlo hacía la mujer.

 

Un último vistazo a las afueras de la cárcel y las pesadas puertas de metal se cerraron frente a sí, Naruto vio a los dos guardias, nadie se había acercado pero Naruto supo que debía obedecer o si que se acercarían.

 

—Acá envían a la escoria de la escoria —espetó la mujer aún revisando la carpeta—. ¿Ciento cincuenta meses de condena? Me encargaré de hacértelos provechosos.

 

Naruto suspiró.

 

—Mi nombre es Tsunade, no necesitas saber más de mí que las reglas de este lugar. Vamos. —Uno de los guardias se acercó a Naruto para tomarlo del brazo obligándolo a comenzar a caminar. Tsunade fue hablando mientras atravesaban el patio del lugar—. Todos los días despiertan a las seis de la mañana, a las seis y veinte se sirve el desayuno, asegúrate de llegar o todo se acabará. De ocho a diez de la mañana todo recluso está en el patio, pueden hacer ejercicio o lo que les de la gana mientras no molesten.

 

Tsunade abrió una reja, y una extensión de celdas se mostró ante los ojos del rubio, ante el chirrido de la puerta abriéndose dentro se escucharon gritos, llamados, risas, y todos los presos alborotándose.

 

—Esta zona está destinada a esos que tienen menor condena. Salen y llegan todo el tiempo —explicó Tsunade avanzando frente a las celdas.

 

—¡Tsunade! ¡Muestre más piel! —gritó uno de ellos desde una celda indetectable y aún así Tsunade pareció no inmutarse, siguió caminando como si nada.

 

—Son tres alas en las que la cárcel está dividida, como tres edificios —continuó—. Cada ala pertenece a una clase diferente de personaje, tú, escoria de escorias irás al ala tres.

 

Naruto bufó, el agarre del guardia en su brazo le pesó más, contuvo una expresión de dolor. Cruzaron el pasillo sin mayor problema, al otro lado de nuevo Tsunade abrió otra reja, cuando salieron los gritos de los presos se calmó. En cada puerta un guardia cuidaba que nada extraño surgiera.

 

—Carne nueva —le había dicho uno de esos mientras Naruto pasaba.

 

Cruzaron el ala dos, la vista fue prácticamente la misma. Si aquel iba a ser el nuevo panorama Naruto podría acostumbrarse, no era peor a lo que él ya había visto, sonrió para sí.

 

—A mediodía se sirve el almuerzo —aclaró Tsunade—, y a las seis de la tarde cada uno debe estar de nuevo en su celda… —aburrida Tsunade frenó su explicación—. Ya terminarás acostumbrándote.

 

Naruto creyó que el ala tres era igual a las otras dos, pero metros antes de llegar a la puerta ya se escucharon los gritos de los presos, algo iba mal. La puerta era diferente a la de las anteriores alas, no tenía llave sino un detector digital al que al parecer sólo Tsunade podía acceder.

 

Los gritos de victoria sonaron cuando la puerta se abrió, dentro eran dos pisos y celdas a lado y lado. El guardia sonrió ante la reacción de los presos al ver llegar a Tsunade.

 

—¡Tienen un nuevo amigo! —gritó levantando el brazo de Naruto y mostrándolo como en una exhibición.

 

—¡Era hora! —gritaron desde una celda.

 

Tsunade sonrió. —Quítale las esposas —dijo al guardia.

 

Naruto se sintió alegre de no tener las esposas aprisionándolo, se sobó las muñecas y miró la extensión de celdas, los presos se pegaban a las rejas queriendo verlo de cerca. Tsunade hizo un sondeo por encima, frunció el seño al ver varias celdas abiertas. —¿Dónde están? —cuestionó.

 

—Ya les tocaba bañarse —respondió el guardia de inmediato.

 

—Ya veo… —Tsunade acarició el collar que llevaba—, lleva a este chico a ducharse y cuando vuelva compartirá celda con Sai.  

 

—Sí señora.

 

Tsunade salió del lugar sin decir más. Naruto creyó que ellos también deberían salir para ir al baño pero vaya sorpresa cuando el guardia le señaló el fondo del pasillo y una puerta al parecer abierta. De pasos rápidos pasaron la puerta, efectivamente de ese lado había un gran baño, dentro se escucharon pisadas pesadas contra el suelo.

 

El guardia le extendió a Naruto una bolsa de plástico. —Tiene cosas de aseo, lo único que te proporcionaremos; un cepillo de dientes, crema dental y un jabón —explicó—, se te dará una cada mes así que cuídala. Ahora quítate la ropa, no puedo dejar que pases vestido.

 

La cruel realidad le golpeó a Naruto como un balde de agua fría, por fin desde que llegó quitó esa expresión de seriedad, alzó la vista al guardia y nervioso preguntó. —¿No son duchas separadas?

 

—¡Ja! ¿También quieres un jacuzzi? —el guardia negó varias veces con la cabeza—. La ropa —ordenó.

 

Con lentitud, como quien no quiere la cosa, Naruto se desnudó por completo a excepción de la muñequera de cuero de su brazo izquierdo, no  le importaba mojarla y temía perderla si se la quitaba, el guardia lo pasó por alto y señaló el fondo del baño donde aún se escuchaban las risas y las pisadas aún hacían temblar el piso.

 

Naruto siguió el sonido del agua más que el de los hombres, él ya había supuesto que las duchas serían comunitarias pero se sentía extrañamente avergonzado. Llegó a la entrada de la ducha y nadie pareció notar aún su presencia, uno de los presos, de cabello grisáceo, gritaba enérgico, no eran muchos los que se estaban duchando, a lo mucho serían unos cinco.

 

—¡Bien! —gritó el de cabello grisáceo —. ¿Quién es el siguiente?

 

—¡Nadie lo quiere hacer! —replicó un chico de cabello castaño.

 

—¿Tengo que obligar a alguien? —rugió el de cabello grisáceo, iba a replicar algo más pero calló al ver que las miradas de sus compañeros se perdían en la entrada de la ducha.

 

Naruto se sintió cruelmente observado e intentó tapar su entrepierna con la bolsa de plástico.

 

—¿Y tú eres? —preguntó el castaño, intercambió una mirada con el de cabello grisáceo.  

 

Naruto tomó aire volviendo a la expresión seria. —¿Importa? —cuestionó.

 

—No mucho… —el castaño se posicionó bajo el chorro de agua restregándose la piel sin dejar de mirar a Naruto.

 

—¿Nuevo?

 

—Aja —respondió el rubio—. Seremos compañeros —dijo sarcástico.

 

El de cabello grisáceo sonrió. —Claro.

 

No era adecuado hacerse el que tiene pena, y menos frente a esa gente por lo que dejó de preocuparse de su propia desnudez, con paso decidido entró a la ducha, sin pensárselo mucho se metió bajo un chorro de agua. Muy internamente se alegró, llevaba varios días sin bañarse.

 

—Tienes provisiones. —Naruto giró al hombre que le hablaba, tenía tatuajes y una mirada dura—. A mí se me acabaron, ¿me regalas los tuyos? —el hombre era imponente y aún así Naruto ni se inmutó, con recelo apretó la bolsa contra sí.

 

—No. —Sentenció.

 

El hombre frunció el seño. —¿Te haces el duro?

 

—Consiga los suyos.

 

—¡Maldito mocoso! —el hombre alzó la mano dispuesto a golpear a Naruto pero el castaño se interpuso entre ambos.

 

—Shinzu, déjalo tranquilo —rugió con fuerza y el hombre cedió, volvió a su propio chorro de agua mirando a Naruto con rabia contenida.

 

—Gracias.

 

—¡Kiba! ¿Haciendo nuevos amigos?

 

El castaño giró aún con el seño fruncido, el de cabello grisáceo lo miraba con una sonrisita burlona. —No me agrada la idea de moler a palos al nuevo tan pronto. Aunque si tú quieres hacerlo no te lo voy a impedir.

 

—Descuida, no tengo esa clase de interés —sonrió de nuevo para darse media vuelta y volver a meterse bajo el agua.

 

Naruto miró fijamente al castaño —Kiba— hasta que el chico le devolvió la mirada, era demasiado amable para el ambiente en el que se encontraban, o al menos eso pensó Naruto. Todo se sumió en un extraño silencio en el que sólo escuchaban el agua caer contra la baldosa del suelo. Naruto sondeó su lugar y a sus compañeros de celda, todos tenían aspecto parecido, parecían ignorarlo pero él sentía como era observado. Tan sospechoso…

 

De su bolsa de plástico sacó la pequeña barra de jabón.

 

En silencio comenzó con esa rutina de baño a la que toda la humanidad está acostumbrada, pasó el jabón por su piel sucia hasta que por fin comenzaba a sentir que se aclaraba. Aunque fingió ignorarlo sintió la mirada de Kiba sobre su espalda.

 

Sostuvo el jabón en sus manos para lavarse las mismas cuando sintió que lo empujaban por detrás haciendo que el jabón se resbalara de sus manos y aterrizara a unos metros sobre la baldosa.

 

Escuchó unas risas a su espalda pero optó por ignorarlas, dio media vuelta y caminó dirección a la barra rosada, por el rabillo del ojo vio que los presos le miraban fijamente. Suspiró. Alguien debería hacer un manual para aprender a sobrevivir en la cárcel.

 

Dudó unos segundos viendo el jabón en el suelo, pensó en dejarlo ahí, y es que no sabía las condiciones de ese suelo, podría tener toda clase de enfermedad, aunque siendo sinceros iba descalzo, y aquello era peor a recoger el jabón. Se agachó a recogerlo pero tardó más de lo esperado pues el pequeño objeto se resbalaba de sus manos, cuando por fin lo aprisionó en sus manos sonrió con orgullo.

 

Iba a levantarse pero sintió unas manos sosteniendo su cadera e impidiendo que se irguiera.

 

—Buen trabajo Kiba.

 

Naruto giró sobre su hombro y vio al hombre de cabello grisáceo, era él quien lo sostenía.

 

—Por poco arruinas el plan Hidan —replicó Kiba parándose frente a la cara de Naruto—. Shinzu debía atemorizarlo y yo lo salvaba para ganarme su confianza. No debiste abrir la boca.

 

¡¿Un plan?! Naruto apretó los dientes con fuerza enfadado consigo mismo.

 

Hidan rió a espaldas de Naruto. —Pero las cosas salieron bien. Shinzu ¿haces el honor?

 

Ante las palabras Naruto intentó soltarse de las manos de Hidan pero Kiba sostuvo la parte posterior de su cuello y le fue imposible moverse más. Sintió los pasos pesados del tal Shinzu acercarse sin más remedio, las manos de Hidan dejaron de aprisionarlo y sintió esas mucho más pesadas.

 

—¡Suéltenme! —chilló Naruto de sentir al tipo sujetándolo.

 

—Nos estás mostrando todo —se burló Hidan ignorando el quejido—. Eso es mala educación —se dirigió a Shinzu—Hazlo. —Y el hombre sonrió, ver a todos esos hombre desnudos había hecho que en su entrepierna algo despertase, por eso ahora con su miembro semierecto se dispuso a saciarse con Naruto. Y pudo hacerlo pero una voz le interrumpió.

 

—Alto.

 

—Tsk —se quejó Kiba—. ¿Qué  quieres? ¿No ves que nos estamos divirtiendo?

 

—Mi turno —replicó la voz. Naruto no pudo girar a ver de quién se trataba pero aquel era un tono gélido que trasformaba el aire, aguantó la respiración temiendo contagiarse.

 

—¿Por qué lo dejaríamos? —cuestionó Hidan.

 

—Porque yo vi a ese rubio primero.

 

De golpe Naruto soltó el aire y se sintió extrañamente cohibido, aún más avergonzado de su desnudez, y claro que el hecho de que todos esos presos le estuvieran viendo el trasero y más adentro ayudaba a la causa.

 

—Quiero estrenarlo, ya después pueden hacerle lo que quieran….

 

Por el silencio Naruto supo que no iba a ser el fortachón quien lo desvirgara, sintió rabia de no poder ver la cara del idiota que haría… eso. Cerró los ojos y volvió a tomar aire, la demora le hizo creer que era un sueño y que no iba a pasar nada, su resignación perdía fuerza con cada minuto que pasaba.

 

Hacía falta eso y de repente sintió un dolor que no creyó poder sentir, menos ahí, en clase de biología le habían enseñado que del ano salían cosas, maldijo al que descubrió que también otras cosas podían entrar. Era incómodo y doloroso, cerró los ojos con fuerza apretando más los dientes pues comenzó a doler el tripe cuando alguien comenzó a moverse.

 

Kiba rió fuertemente, jaló el cabello del rubio para que alzara la mirada, y frente a su boca el miembro del castaño quedó, Naruto volvió a cerrar los ojos.

 

—Adelante. Chúpamela.

 

Al ver que Naruto no cedería tan fácil dejó de agarrarlo por el cabello y lo tomó por el cuello obligándolo a abrir la boca, y sin poder decir nada metió su miembro en la boca jadeante de Naruto. Atontado por la falta de aire Naruto no cerró la boca o siquiera intentó morder el miembro palpitante.

 

De repente pasó a sentirse como puta barata.

 

Pese a que su trasero ya se había acostumbrado a la intromisión su mente se negaba y sintió asco de lo que le hacían, escuchó gemidos y gruñidos, supuso que no sólo los dos chicos disfrutaban de su cuerpo y que los otros presos observaban extasiados mientras hacían su propio trabajo manual.

 

Cuando sintió que algo se derramaba en lo profundo de su interior le dieron arcadas que permitieron que el miembro de Kiba fuese más profundo, a su vez provocaron que el chico llegase al orgasmo y soltara su asqueroso semen dentro de la boca del rubio.

 

Todo debía terminar ahí, o al menos eso se supondría, pero el agarre cambió de manos, su boca quedó libre por contados segundos antes de que alguien más optara por meter su pene en ella. Mientras que en su trasero supuso que Shinzu había re ocupado su lugar.

 

Naruto dejó de contar los minutos después de que las arcadas cedieran y que el vómito saliese, el sabor que le quedó en la boca fue una nauseabunda mezcla que no quiso describir. Pero todo terminó en cierto punto, fue cuando los agarres se soltaron y cuando cansado cayó sobre las baldosas frías.

 

Escuchó las risas provenientes desde lo alto humillado de ver su cuerpo convertido en eso.

 

Alzó lo suficiente la vista para ver como los cinco presos salían de la ducha, todos reían felices excepto uno, de cabello negro, que iba con la mirada seria como pensando que aquello no había sido suficiente.

 

Naruto quedó solo, pensó en quedarse ahí por siempre, a su lado la barra de jabón permaneció como burlándose de la actual situación.

 

Fue minutos después cuando sintió pasos de nuevo, unas botas altas se situaron junto a él. Reconoció la voz del guardia. —Era de esperarse —gruñó fastidiado—. De pie, tengo que llevarte a tu celda.

 

Con dificultad, con la cadera doliéndole Naruto se puso en pie, el guardia bien pudo ayudarlo pero nadie era tan amable en ese lugar, ahora lo sabía de buena fuente. Afuera de las duchas volvió a colocarse su ropa mugrienta pero, vamos, que nunca se había sentido tan feliz de estar vestido.

 

Salieron del baño, en el pasillo ya nadie rondaba por lo que seguramente los presos ya habrían entrado a sus celdas, siguiendo al guardia subieron al segundo piso y en la tercera celda se detuvieron.

 

—Mañana a las seis —recordó el hombre antes de lanzar a Naruto dentro.

 

La celda era pequeña, con dos catres individuales cada uno pegado a una pared, una pequeña ventana con rejas y un compañero. Naruto se fijó en la silueta recostada en el catre de la izquierda, que al sentir la presencia del rubio alzó la vista.

 

—¿Nuevo? —preguntó con voz fría.

 

—S-sí —tartamudeó el rubio. Tenía frío, estaba apenado, y le dolía todo.

 

Vio la ligera sonrisa de su compañero contrastada por unos ojos negros. —Así que te inauguraron —anunció burlón—. ¿Qué hiciste? —Naruto se encogió de hombros, el chico desde el catre agrandó un poco más la sonrisa—. ¿Alguna estupidez como dejarse acorralar en la ducha?

 

Naruto asintió.

 

—¿En serio? —una ligera risa llenó el ambiente—. ¿Sabes cómo se sobrevive en una cárcel? —el chico se sentó en el catre dejando ver su cada delgada y piel pálida. Naruto se estremeció, toda su confianza se fue con el agua de la ducha, se maldijo por enésima vez; ¿si se hubiera sentado erguido en el juicio estaría en ese lugar? Nadie le había dicho que esa clase de lugar era una porquería, entonces… sintió rabia correrle por las venas.

 

El chico siguió mirándolo fijamente por largos minutos, luego asintió para sí. —Veo que no lo sabes —afirmó sin dejar de sonreír. 

Notas finales:

¡Hola! Aquí sho con algo nuevo, ojala se hayan entretenido leyéndolo.

Me gustó como quedó siendo one-shot pero creo que tiene "algo" que lo puede convertir en fic. Hmm... dejaré eso a decisión de ustedes, ya me dirán si quieren fic.

Y bueno, no hay mucho más por decir. Gracias por leer ;)

Adieu.


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