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Como NO sobrevivir en la cárcel por PauYh796

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Notas del capitulo:

Numero de palabras del capítulo sin notas: 3.031

Ahora sí. ¡Esto como fic! 

No hay valentía.


Hay cobardía.


Porque no, la vida no es fácil cuando estás en un lugar abandonado por las personas amables y sus insulsas esperanzas.


—Te recompensaré.


—Ni hablar.


—Te protegeré.


—Pero ¿de qué?


—Hoy tenemos que ducharnos.


Naruto dejó de masticar su comida, y una mierda… había olvidado por completo el pequeño detalle, chistó en silencio viendo la bandeja de plástico. Vale que la comida de la cárcel era porquería, pero ese día se había levantado bien temprano para ganar la mejor ración de la porquería y, diablos… ¿cómo la regalaría de buenas a primeras?


Miró a Sai fijamente sopesando las posibilidades.


—No.


—¡Vamos! —bufó—. ¡Rubio idiota! —haciéndose el ofendido dio media vuelta y se fue.


Lo malo de estar en la cárcel era la no privacidad que poseías tontamente. Naruto culpó a los crímenes y a los criminales, obviamente. El ala tres de la prisión era aún más custodiada, casi que tenían niñera cuando se trataba de salir de sus celdas.


Pero lo valía por comer al aire libre.


En la zona donde se unen los pabellones está la garita de seguridad de la policía.  Ahora, la decoración es a base de grafitis, algunos de bastante calidad. Aún se ven restos del suelo de mármol, ya muy sucio, pero que en su momento resplandecería, y produciría un sonido de pisadas con un eco estremecedor, acompañado del golpear de las cadenas de los pies.


Naruto había descubierto (muy a su pesar) que las películas son sólo películas. No existe tal cosa como la vida buena en prisión, que eso se lo dejen a esos presos tan pero tan ricos que sus celdas se volvían una habitación de lujo.


El patio es grande, rodeado de guardias y en el centro cual borregos los presos del ala tres hacen diferentes actividades, las pesas están ocupadas, en la cancha de basketball se da a lugar un partido ferviente con un número injusto de tres contra cinco, los negocios ilícitos todavía se dan a las narices de los guardias, y en las mesas de metal bien clavadas al piso más de uno se queja de su mala suerte.


Naruto es de esos últimos.


¿Debía él estar allí? El edificio tres es para personas peligrosas de esas que no tienen reparo en matar a un guardia, y él… él no sería capaz de matar a un gato indefenso que sólo busca un poco de atún, porque a los gatos les gusta el atún ¿verdad?


—Miaw.


Detrás de Naruto Sai ha regresado. Se miran fijamente varios segundos como en una lucha por el poder gatuno de la zona.


—Los gatos negros son de mala suerte. —Naruto se convence de su argumento y vuelve la vista a su comida ahora fría y aún más petrificada.


—Y los gatos amarillos sólo comen lasagña.


—Garfield es naranja.


—La misma mierda —espeta Sai sin dejar de ver la comida fría pero aún apetitosa.


—Y yo no tengo la culpa de que el niño se haya quedado sin desayuno por jugar a la bella durmiente.


Touche.


Naruto recuerda a Hidan, claro que sí, pero no lo recuerda con odio especial o con aprecio de mártir, simplemente lo recuerda, su cabello de caballo le hace recordarlo. Varias veces se lo ha imaginado con una hoz de esas que la muerte usa, también se lo imagina con una capa rosada pero no viene al caso.


Porque Naruto descubrió que en ese lugar todos son más gays que volverlo a decir.


Y pensar que a él le gustan las tetas.


¿Le gustaban?


—Uy. —Un escalofrío le recorrió la espalda. A ver… ¿cuál fue su última novia? Mejor dicho… ¿cuál fue su último encuentro sexual? En su mente para la imagen del baño y una gota desciende por su frente—. Uno normal. —dice para sí, pero no, la escena del baño sigue presente ¡asco! Y una mierda… ¿por qué tuvo que tener eso metido en su trasero?


—¡Todavía no lo has superado! —Sai suelta una carcajada que atrae la mirada de más de un guardia y uno que otro preso, pero todos vuelven a su cuento antes de que Naruto reaccione por fin y abra la boca sorprendido.


—¡No hay nada que superar!


—¿Acaso recuerdas con añoranza las caricias de Hidan sobre tu cuerpo y…?


—Ya párala.


—¿Nunca viste plaza sésamo?


—¿Y eso qué tiene que ver?


Sai sonrió. —Para mí que Enrique y Beto eran medio maricones. Como tú.


—Ya no entiendo por qué me importa esa conversación.


—O es porque quieres otra ronda con Hidan y el fortachón, o es todo lo contrario y no quieres que te toquen.


—Y a ti te importa porque…


—Yo sólo me divierto. —Naruto no había visto sonrisa más falsa que aquella. Mil veces idiota.


—¿Es porque quieres mi comida?


—Obviamente. —De nuevo vuelve la vista a la bandeja ahora petrificada y se relame los labios—. Ahí está —dice—, tú me das la comida y yo me encargo de que nada extraño entre por tu trasero.


—¿Ah sí? ¿Cómo piensas lograrlo? ¿Pondrás tú culo?


La mirada perdida de Sai le dice a Naruto que el bastardo lo está considerando. ¡Pero ya lo decía él! ¡Todos son una manada de maricas! Aunque no lo quiere se estremece y sacude la cabeza con rabia contenida.


—Ya quisieras… —Sai suelta una carcajada, Naruto vuelve a fijar su vista en el chico—, no me interesa que me metan nada por atrás, si es que me hago entender, pero todos tenemos nuestras historias. Dame tu comida y nadie te va a seguir desvirgando, porque como vas, te va a terminar gustando.


—Como yo soy un homosexual no anunciado.


Sai no dijo nada, a cambio de eso de un jalón le quitó la comida a Naruto, huyó de inmediato, como temiendo que el rubio se arrepintiera de darle la comida, y es que aunque no pareciera, de vez en cuando una comida era mucho mejor que otras cosas.


Y habrías de recordar eso mientras estás en prisión.


_______________________________________________________________________________


—Ahora recuerda no separarte de mí. —Sai sonrió socarronamente.


¿Cuánto de unen dos personas al estar desnudas en una ducha?


Naruto definitivamente estaba más delgado que su primer día en prisión, y ni que se dijera de Sai que era como un esqueleto andante. Avanzaron por las baldosas blancas en dirección a las duchas.


—¿Te da nostalgia ir al lugar donde te desvirgaron? —se burló Sai.


—Cállate.


—Vamos, ya te prometí que no iba a volver a pasar.


En la ducha estaba Shinzu y Naruto se estremeció. Sai rió porque es un hijo de puta que se divierte con las desgracias ajenas. —Alégrate —le dijo a Naruto en voz baja—. Sólo está Shinzu, Kiba, ese viejo metiche, y el bastardo Uchiha. No te desvirgarán hoy.


—Por si no lo has notado… ya me desvirgaron —se quejó Naruto entrecerrando los ojos, cansado de ver la cara burlona de Sai.


—Ah, que es verdad… bueno, tú me entiendes.


Entonces siguieron caminando, Naruto se metió bajo el primer chorro de agua y Sai bajo el segundo, casi con desconfianza y rencor Naruto sacó el jabón de su bolsa de aseo, se aseguró de mantenerlo firme en sus manos y comenzó a limpiarse.


Pero… a todas estas, ¿quién es ese viejo metiche? Un hombre de cabello rubio y mirada sombría, se mantiene en el último chorro de la ducha y nadie le habla o siquiera lo mira. A Shinzu y a Kiba bien los conoce ya pero… ¿y él otro?


—¿Qué piensas? —interrumpe Sai.


—Shh… metido, cállate, no me dejas en paz.


—Eres mi adorado compañero de celda y me preocupo por ti.


—Ja, sobretodo…


Naruto mira al otro, ese que no conoce; es tan típico: ojos negros y cabello negro, piel clara, cuerpo fornido… ja, que chiste de persona, aunque… ¿acaso no se parece a Sai? —Acabo de encontrar a tu gemelo —Naruto ríe con fuerza.


Sai frunce el ceño. —A mí no me compares con él.


—¿Por qué? ¡Si son igualitos!


—Yo soy mucho más atractivo.


—Y ya volvemos con las maricadas. ¿Sabes? A veces desearía que no hubiera tanto gay acá.


—Pero bien que te gusta. —Sai suelta una estrepitosa carcajada que atrae la atención de los presentes. Y Shinzu sonríe.


—¡Miren a quien tenemos aquí! —no se dirige a nadie en especial pero a su lado Kiba también pone una sonrisa cual gato morado de cierto libro de cierta niñita y cierto conejo.


—No me puede estar pasando esto… —Naruto agacha la cabeza y cierra los ojos.


—Y tan bien que íbamos. —A su lado, Sai, avanza unos pasos para interponerse entre Shinzu y Naruto, pues el hombre tatuado comenzó a avanzar hacia nuestro protagonista no con intenciones castas, no, él lo que quiere es una segunda ronda.


—¿Sai? —reclama Kiba detrás de Shinzu—. Déjanos a ese chico, lo vimos primero.


—¿Y…?


—¿Qué pretendes? —Shinzu gruñe cual perro—. No creas que puedes usar tu influencia acá. Esto es otro nivel.


¿Influencia…? ¡Eso es! Naruto traga en seco y mira su barra de jabón. Claro… a eso se refería Sai con “protección” y con eso de “todos tenemos una historia”. Por supuesto que le preguntaría cuál era su historia.


—No te será lindo como llegue a usar esa “influencia” —amenazó Sai, pero Naruto tuvo que contenerse la risa. No, una persona no es amenazante cuando está totalmente desnudo.


—Somos dos contra uno.


—¡Hey! —se quejó Naruto tragándose la risa—. ¿Qué yo no cuento? —los miró mal e inconscientemente un puchero se formó en su cara.


El viejo metiche rió.


Naruto se percató de eso pero no tuvo mente para preguntarle de qué diablos se reía, y cerca del viejo metiche el de pelo negro sonrió burlándose también de la situación. ¡Él no era un chiste! ¿Por qué se seguían burlando?


—Dejemos esto acá —dijo Sai con voz gélida—. No querrán ir al hueco.


Y la tan sola mención de esa palabra dejó el lugar en un silencio sepulcral. ¿Hueco…? ¿De qué mierda hablaba Sai? Naruto pudo quejarse pero de repente Kiba y Shinzu salían corriendo de la ducha, todo quedó en una paz inquietante.


—Te lo dije —alardeó Sai volviéndose hacia Naruto—. Nada entraría por tu trasero hoy.


—Gracias… supongo.


Volvieron a quedar en silencio para concentrarse en la ducha, el agua estaba medio tibia por el solazo que había hecho en los últimos días, nadie se quejaba, pues bañarse con agua helada no era lindo para nadie, son detalles que te alegran la existencia.


El siguiente en salir fue el viejo metiche, igual de silencioso se fue sin mirar a nadie pero según Naruto el tipo llevaba una sonrisa de satisfacción en la cara.


Fue cuestión de minutos para el guardia en turno llegara a sacarlos a patadas del agua, los insultos sobraban, eso sí.


—Bastardo Uchiha, su tiempo de baño se acabó —dijo el guardia burlándose. Naruto miró al pelinegro ¿dónde había visto esa cara…? A ver… ¿dónde fue…? Se encogió de hombros cuando Sai lo jaló del brazo para que él también saliera del agua.


Mientras se vestían Naruto añoró la época en la que tenía ropa limpia cada día, ya odiaba esa ropa que llevaba. Pero a él no era al único que le pasaba, a su lado Sai y el gemelo de Sai hacían mala cara mientras se vestían.


—Muy lento —se quejó Sai—. Cuando la princesa se termine de vestir haga el favor de venir al castillo —dijo riéndose y se fue.


Naruto se puso las Converse sucias que tenía desde hace años y miró al pelinegro que a su vez también lo miraba fijamente, se sintió cohibido mas no dijo nada.


—Mucha suerte —murmuró el gemelo de Sai con una sonrisa torcida, amarró sus botas y salió dejando a Naruto con cada de perdido.


—Que mierda….


_______________________________________________________________________________


—¿Qué escogerías…?


—Me prostituyo a un negro de dos metros. —Sai tomó su mentón con gesto pensativo cavilando ampliamente en su respuesta.


Los presentes rieron tratando de no ser ruidosos.


—Mi turno, mi turno. —Alegó Naruto, miró las caras de los hombres frente a él y sonrió al ver a ese de ojos verdes—. Gaara —eligió—. Estás en una isla desierta, tienes mucha sed y estás a punto de morir, en esas pasa un barco que transporta arañas carnívoras, es tú única salvación pero para subirte al barco tienes que comerte una de esas arañas. ¿Te la comes?


Gaara, un pelirrojo de diecinueve años rueda los ojos. —Obviamente me la como, prefiero vomitar a morir de sed.


Vuelven a reír y ahora el más viejo del grupo, un hombre con un parche en el ojo y cabello blanco toma el turno para hablar. —Sai —dice—. Tienes una novela erótica y a tu madre, ocurre un incendio y sólo puedes salvar una cosa. ¿A quién salvas?


—La novela erótica —replicó Sai casi de inmediato.


Todos ríen. —¡Desalmado! —acusa Kakashi, ese que le preguntó semejante babosada.


—Soy un criminal. Tengo una reputación que mantener.


—A ver, a ver… —dice Gaara—. Mi turno.


Todos lo miran a la expectativa ahora sin importarles el ruido que están causando.


—Al nuevo —todos giran a Naruto y le sonríen—. Tienes una máquina del tiempo a lo volver al futuro, pero sólo tienes una oportunidad para ir a algún punto del tiempo, ¿a qué año te vas…?


En silencio todos esperan la respuesta de Naruto, y él les sonríe con sorna. —Obviamente al inicio de mi adolescencia. Esa cantidad de hormonas deberían considerarse ilegales.


Ríen sin percatarse que la respuesta del rubio ha sido más seria de lo que el juego tenía estipulado. Aunque antes que nadie tenga tiempo a pensarse más las cosas Naruto se adelanta y pide turno.


—Shikamaru, ¿qué quieres hacer ahora mismo? —le pregunta a ese chico que se la ha pasado la mitad del juego en silencio.


—¿Ahora mismo? —repite con pereza—. Dormir. No sé cómo me convencieron para jugar esto, ¿saben que terminaríamos en el hueco como nos encontraran acá?


—¡Buuu! —se queja Naruto—. Eres un amargado.


La cosa es simple: a las seis de la tarde se supone que todos los presos deben estar en sus celdas, y a las seis y cuarto los guardias pasarían cerrando con llave cada una de esas celdas, pero como son tantas, más de un piso en celdas por asegurar, hay noches en que estos pasan de largo el ajetreo que es cerrar las celdas y se conforman con tener bien vigilada la salida del ala tres, así no habría problema alguno.


Esta es una de esas noches.


No están a puertas cerradas y se reúnen a hablar de estupideces que olvidan para el amanecer.


—Por cierto… —Naruto interrumpe el juego—, ¿qué es el hueco?


—¡No quieres saberlo! —grita Sai casi de inmediato.


—No quieres saberlo —apoya Gaara.


—Para nada… —repite Kakashi.


—Fastidioso… —se queja Shikamaru.


El tema se va tan pronto como llegó y todos vuelven a concentrarse en el juego, las preguntas estúpidas persisten y cada que alguien intenta hacer una pregunta seria se las arreglan para escapar diciendo cualquier babosada.


—Ahora en serio… —comienza Sai—, pregunta para todos —sonríe—. ¿Por qué están acá?


—Pagué por un viaje turístico de veinte años a la cárcel ¿qué no es obvio?


Todos comienzan a reír estrepitosamente por la tontería que ha dicho Kakashi. En esas noches de juerga lo que todos esperan es olvidarse de las razones de estar allí, y aún así Sai no se rinde.


—Vamos, si me dicen yo les diré cómo es que soy un gran criminal, y cómo es que terminé acá.


—Mafia. —Le replica Shikamaru casi de inmediato—. Un mafioso conocido ¿qué no es obvio? —sonríe con sorna.


Sai, ahora sin posibilidades hace un puchero y calla como salvaguardando la dignidad que le queda.


—¿En serio? —dice Naruto mirando a Sai con maravilla incluso—. ¿Eres un mafioso y por eso estás en esta cárcel de máxima seguridad?


—Vamos, que si fuera de máxima seguridad no estaríamos sentados en medio del pasillo a estas horas.


—Lo sé, lo sé, pero… ¿es en serio?


—Sí, ¿por qué te interesa? —espeta con frialdad. Entonces Naruto calla abruptamente. Se metió con una herida abierta.


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—Naruto.


El aludido se levantó del suelo y caminó a la puerta de salida del ala tres, dos guardias lo tomaron de cada brazo y lo jalaron sin suavidad hasta el ala dos; la pasaron rápidamente y llegaron al ala uno, cuando salieron de allí se divisó con claridad la gran puerta metálica que marcaba la salida de la prisión y Naruto sonrió como intentando dirigirse allí.


Pero no.


Giraron por un largo pasillo sombrío lleno de oficinas a cada lado, y al final del pasillo llegaron a una puerta que tenía por nombre “dirección”, apenas se abrió la puerta ambos guardias empujaron a Naruto dentro y le obligaron a sentarse en una silla ubicada cuidadosamente frente al gran escritorio que abarcaba parte del lugar.


No le quitaron las esposas ni las cadenas de los pies pero se fueron dejándolo allí solo. O bueno, eso hasta que unos pasos delicados pero firmes se escucharon.


—La corte demandó que se te diera ayuda psicológica, así que vendrás a mi oficina cuatro veces a la semana, o en su debido caso cuando te mande a llamar.


Tsunade se sentó frente a Naruto con esa mirada firme que nunca se podría ver en otra mujer.


—Creí que era la directora de este lugar ¿por qué está acá? —espetó Naruto serio.


—Antes de eso soy doctora. Psiquiatra más específicamente.


—Genial. —Chistó—. Ahora me tratan como enfermo mental.


—El estado cree firmemente que se le puede otorgar una rehabilitación a los presos, y no estoy en desacuerdo con ello así que pretendo ayudarte a entenderte a ti mismo.


—Me entiendo perfectamente, doctora.


—Comprendo que te será difícil pasar por todo esto más teniendo en cuenta tu historial y los recientes acontecimientos.


—Le será difícil a usted —replicó con el entrecejo arrugado.


—Intento arreglar las cosas —a pesar de la dureza de la mujer Naruto percibió en Tsunade un atisbo de compasión.


—No se puede arreglar lo que está roto ¿o sí? 

Notas finales:

Eje. Lamento la demora pero el caso final es que por fin está acá, y está para quedarse.

Agradecerles sus Rr's, además del simple hecho de leerlo.

Este será un fic más 'relajado' y sin tanto drama como acostumbro a poner en todas partes, ¿qué me dicen ustedes?

¿Alguna duda? ¿Comentario? ¿Golpe?

Nos leemos en el sig cap c:

Adiós.

...Yo sé que se quedaron con ganas de lemon.

Ok no.


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