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Hungry por KaiSo

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Notas del fanfic:

Un MinWook algo 'pequeño'

Idea sacada de cuando no podía dormir y tenía hambre:P

Sí, no soy muy creativo a veces xD

Notas del capitulo:

Pequeño, corto, lindo (eso me supongo)... de esta pequeña pareja que hace días vi y me encantó. 

Ellos dos juntos son lindura extrema, hacen que me den diabetes de sólo verlos x3

Bueno, no les interrumpo más y les dejó el One-Shot

 

Enjoy*~

 

 

–        Wookie… Wookie… Wookie – susurraba el mayor cautelosamente con el cuidado de no despertar a Yesung, quien dormía con el menor.

 

–        Hy-hyung- el menor pronunció como pudo, pues el sueño estaba pegado a su sistema sin querer dejarlo ir – ¿Qué haces aquí, hyung? ¿Y a estas horas?- Ryeowook levantó la mitad de su cuerpo para ver a un costado suyo a un Sungmin con los ojos abiertos.

 

–        Sólo son las 3 de la mañana, no es para tanto...- el conejo explicó tan breve. La verdad es que no tenía sueño, había estado durmiendo toda la tarde que a la mera hora de dormir, ya ni si quiera sabia qué era eso.
Pero exactamente a esa hora tenia que comer, ¿por qué? No lo sabia, pero había ido a despertar al mejor cocinero de entre los miembro de SuJu para que le diera algo de lo que fuera su voluntad. Aparte, no lo hacia sólo por comida...

 

–        Ryeowook-ssi, se me antoja algo dulce – el mayor hizo un puchero.

 

–        Hyung, son las 5 de la mañana, ¿y tú quieres que me levante sólo para hacerte algo dulce? – comentó más dormido que despierto.

 

Sí, le gustaba cocinar para los demás, pero a esas horas ni Dios está despierto.

 

–        Te equivocas, son las 3, y sólo quiero algo pequeño, no es como si te estuviera pidiendo un pastel.
Ryeowook lo miro entrecerrando sus ojos y aceptó. Total, nada perdía si se lo hacía.

 

–        Entre mas rápido, mejor...-dijo más para sí mismo. Se levantó de la cama y Sungmin tuvo que tomarle de la mano para que no se fuera a golpear con alguna de otra cosa, pues al caminar hacia la salida, se estampó contra la pared por accidente.

 

Ya estando en la cocina, Ryeowook lavó sus manos junto con su rostro. Sería algo sencillo, un coctel de frutas con crema batida roja*. Así lo había decidido él.


Sungmin se puso a su lado y vio como el más bajo sacaba las cosas y ponía en práctica sus dotes de chef. En verdad que lo admiraba, pero más que eso, le quería; no sabía si como a un hermano, mejor amigo o qué, pero desde que se puso a examinarlo conforme pasaban los días, sentía un tremenda necesidad de quererlo y no necesariamente por lastima, sólo lo veía pequeño, dulce, indefenso. Además, Ryeowook hacía de todo para satisfacer a sus hyungs sin rechistar, eso es lo que admiraba Sungmin de él, pero hace poco se había convertido en la persona que había ganado su corazón.


Nunca se imagino que le llegaría a gustar el menor, pero la vida da mil vueltas y ahí se encontraba él, mirando el perfil de Ryeowook.

El pequeño se sentía incomodo, tener la mirada del conejo no le hacia nada bien, y eso se reflejo mientras cortaba en trocito una manzana y por accidente se hizo un pequeño corte en el dedo. Sí, su hyung le ponía realmente nervioso, pero le gustaba. Le gustaba esa forma en que lo miraba y, aunque no lo quisiera admitir, le gustaba él.

Desde hace días que sentía un profundo cariño hacia Lee Sungmin, tanto que se puede confirmar como amor, pero esos sentimientos los quiso reprimir por su falta de confianza en sí mismo, ya que Sungmin solo le vería como su dongsaeng y hasta ahí llegaría el asunto. Mejor, lo mejor era dejar todo como estaba y seguir fingiendo que nada sucedía, ni lo lastimaba y tampoco él salía lastimado.

–        Wookie, te cortaste... – dijo el conejo al ver que el menor tenia un poco de sangre saliendo de su dedo y este ni se inmutaba.

 

–         Ahh –  fue lo único que dijo antes de ir al lavamanos y meter su mano en el agua fría.

 

–        Déjame ayudar – Sungmin se apresuró en ir por un curita y al volver se la puso al menor en el dedo lastimado.

 

–        ¿Sabes? No tienes porque hacerlo – dijo el más bajo apenado.

 

–        Dicen que las heridas sanan mas rápido si les das amor – dicho eso, el rubio besó la parte lastimada y le dedicó una sonrisa al peli castaño que correspondió el gesto sonrojado.

 

Después del pequeño incidente, se instaló un gran y frío silencio incómodo. Sungmin miraba lo que hacía Ryeowook y Ryeowook se concentraba en lo que hacía. Ninguno de los dos volvió a cruzar palabra alguna.

–        Hyung… – exclamó bajo Ryeowook – Dime, ¿a ti qué cosas te gustan? – preguntó tímido e inocente.

 

–        Pues… ¿cómo explicarte? – tal vez era hora de decir que de verdad le gustaba Kim Ryeowook, se dio cuenta al ver como sonreía el menor cuando le besó el dedo. Fue como si su corazón latiera a mil por hora y no quiera detenerse. – Me gustan las cosas dulces como te habrás dado cuenta – el menor rió bajo y asintió sin ver al rubio – Pero también me gustan las cosas pequeñas, lindas, rosas, que tienen una lindura extremadamente linda. En fin, esas cosas que al mirarlas te dan diabetes… sí, ese tipo de cosas me gustan – terminó con un suspiro casi delirando.

En todos los adjetivos que había dicho, en ellos venía el gran nombre ‘KIM RYEOWOOK’. Pero claro, pese a sus grandes esfuerzos, Ryeowook jamás entendería la respuesta, o al menos el mensaje subliminal dentro de ella; lo sabía por la quietud del pequeño que ni se inmutó al escuchar aquello.

Volvió a suspirar pero esta vez amargamente. ¿Qué hacía falta? ¡¿Besarle?! Bueno, era capaz de eso y mucho más, pero  eso ya era otro tema.

–        ¿Y a ti? ¿A ti qué cosas te gustan?

 

–        Las jirafas – comentó Ryeowook con una gran y exquisita inocencia, tanta que a Sungmin casi le da el paro diabético al escucharlo de esa forma tan tierna. – Pero… – eso calmó un poco los nervios de Sungmin, pero los de Ryeowook empezaban a fluir – Las jirafas son altas, a mí me gustan las cosas que son altas, no tanto porque después no podría alcanzarlas. También las cosas lindas, como a ti hyung (refiriéndose a que a Sungmin también le gustan); pero en definitiva no me gusta el rosa tanto como tú lo idolatras – el rubio rió ante eso – Las cosas dulces me empalagan, pero como dicen en la tele “evita el exceso”, creo que me gusta lo que está entre amargo y dulce – Ryeowook miró su dedo, ése que había besado Sungmin, y sonrió.

Le gustaba su hyung, no era ni muy alto ni muy bajo; era lindo, en demasía, eso se notaba cuando hacía sus ya famosos ‘aegyos’; era dulce, pero no tanto como para empalagarlo, sería fácil de llevar una relación con él. Claro, si es que su hyung sintiera lo mismo que él estaba sintiendo en ese preciso momento.

Suspiró resignado, miró la fruta cortada en trocitos y la metió a un pequeño plato hondo. Tomó la crema batida roja que había comprado para una ‘situación especial’.

Sungmin vio como el menor agitaba el producto y gritó antes de que lo echara a la fruta.

–        ¡NO! – el grito del mayor resonó en toda la cocina, de milagro no levantó a los demás miembros. Ryeowook se tapó los oídos por el estruendoso sonido. Bueno, no era para tanto, pero aún seguía algo dormido y, por ende, algo sensible.

 

–        ¿Qué pasa?   – preguntó algo aturdido.

 

–        No puedes poner algo rojo – comentó casi histérico el conejo.

 

–        ¿Por qué?  – volvió a interrogar pero esta vez un poco más enojado. Lo que nunca toleraba Ryeowook era que le dijeran qué hacer a la hora de cocinar. Él sabía lo que hacía, así que si él quería ponerle algo rojo, rojo debía ser.

Pero el rubio no se quedaba atrás. Quería algo rosa, en definitivo rosa. Arrebató el producto de la mano del menor y la escondió detrás de él.

–        Algo rosa, quiero algo rosa – renegó como niño pequeño.

 

–        No, rojo, tendrá algo rojo – Ryeowook imitó lo mismo que Sungmin.

 

–        Qué no – dijo firme.

 

–         Qué sí – le retó.

 

–        Rosa, rosa, rosa…

 

–        Rojo, rojo, rojo…

Y fue un cuento de nunca acabar.

 

Crema batida rosa por el suelo, y de igual manera se encontraba la roja. Pelearon por un color que, al fin y al cabo, venían casi de la misma familia.

–        Sungmin-hyung… lo siento – dijo muy apenado el menor al ver todo el tiradero que hicieron por una crema batida.

 

–        No, Wookie, lo siento yo…

 

–        No, dije que lo siento yo…

 

–        Pues yo lo siento más que tú…

 

–        Claro que no, yo lo siento más de lo que tu lo puedes sentir… – rieron al ver que estaban a punto de iniciar otra pelea para ver quién lo sentía más.

 

–        Wookie, no volvamos a pelear – el rubio abrazó al mencionado que correspondió el abrazo.

Sus corazones latían sin límite alguno. Se separaron, ambos sonrojados.

 

–        Y… ¿cómo está? – los ojos del menor brillaban tales estrellas en el cielo.

 

–        Mmm… Te quedó demasiado rico, Wookie. Estoy seguro de que ya te puedes casar – comentó un alegre Sungmin que no dejaba de ver la sonrisa del contrario – Vamos, prueba…

Tomó una cucharada y se la dio en la boca al pequeño.

Esto hizo sonrojar al menor, pero para Sungmin parecía una gran oda a la lindura.

 

Sungmin estaba tan concentrado comiendo aquello que no se percató cuándo el menor se quedó dormido en la mesa. Sus ojos cerrados, su boca entrecerrada… se veía más lindo de lo normal. Se levantó y dejó el plato en el lavamanos. Ya después alguien limpiaría la cocina.

Cargó a Ryeowook y lo llevó a su cuarto, lo recostó en su cama sin hacer el menor ruido.

La leve luz de la luna alumbraba el cuarto y la tenue luz se posaba en el menor, haciendo aún más finas sus facciones.

Sungmin acercó su rostro al que descansaba y se preguntó a qué sabrían esos pequeños labios; no se quiso cuestionar más, así que le besó, era un suave roce, pero igual e placentero que las otras veces. Sabían bien, sabían dulce.

–        Wookie-ah, lo siento, pero te dije que se me antojaba algo dulce – susurró levemente y dejó un beso en la mejilla contraria.

En realidad había ido otra vez con la tonta excusa de tener hambre. La verdad es que hacía eso sólo para tocar los labios del menor cuando éste se quedaba dormido esperando a que el mayor acabase. Pero siempre con la condición de que a la otra le diría lo que sentía por Ryeowook.

 

–        Tal vez a la otra, Sungmin… – dijo ya enterrado en su cama cerrando sus ojos.

 

 

Notas finales:

¿Gustó? Es pequeño, lo sé... también sé que a muchas personas, y cuando digo 'muchas' es porque son muchas... no les agrada esta pareja o simplemente no la toman en cuenta.

Pero aún así lo hago para dejar esas ganas de escribir sobre ellos x3

*Vómita arcoiris*

Nos leemos en la próxima...

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Bye~^^


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