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MAN IN LOVE. por Steline

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No importa lo mucho que pienses, que lo consideres aunque sea por un minuto.
De nada sirve… si te enamoras, lo haces y punto, si le das vueltas al asunto sólo te terminarás dando cuenta que la lógica no yace en los sentimientos ni en las reacciones en tu cuerpo cada vez que esa persona te toca, te besa, te sostiene entre sus brazos…

Sólo intenta que cuando acabe los recuerdos no te desagraden del todo.

 

 

Capítulo I: Sus ojos.

Estaba recostado en la azotea de la escuela, sin ruidos por supuesto, no se nos permite subir, no hay rejas, pero el acceso es tan ridículamente sencillo que parece broma que nos nieguen acercarnos por unos instantes a las nubes o caer… Deben de estar alterados, quizás, luego de las múltiples demandas que cayeron sobre el establecimiento puesto que un chico de segundo grado intentó suicidarse. Con intentarlo me refiero a que no lo consiguió, cayó, si, rebotó más bien dicho pero en la piscina, imbécil de él arrojarse por el costado en que esta estaba. El sonido fue tan grande cuando aterrizó que el conserje logró escucharlo, eso dicen…y lo salvó. El pobre quedó todo magullado, con un brazo y tobillo roto, sumando la torcedura de cuello que se dio y que le obligó a venir con un inmovilizador, quizás en ese instante fue cuando más deseó haber acertado en la caída.

Mi mente siempre ha sido como la de una chica, pienso en ramas y eso es bueno. Cuando tu cabeza está concentrada en un problema o en algo que acongoja es fácil desviarlo si comienzas a preguntarte que habrá de comer cuando llegues y si a parte debes de darle comida a tu mascota, lo que suma a meditar la última vez que lo llevaste al veterinario, cuentas las vacunas que ha tenido, lo recuerdas de cachorro y a tu mente viene esa cena de navidad… ¿En resumen? problema olvidado, es sencillo, aunque siempre será por sólo un momento.

El cielo estaba precioso, celeste, no azul, aunque mi madre dice que el celeste es un color inventado para un tipo de azul, da igual. Las nubes siempre me han dado cierta opresión en el pecho ¿Por qué pueden estar tan alto y desvanecerse cuando están cargadas? Suena metafórico, pero todos sabemos que el ciclo del agua es así…ojalá la vida también lo fuese.

-¿SungJong? –escuché tras la puerta de ingreso.

Me incorporé de inmediato y centré mis ojos en la entrada que en cualquier momento se abriría por el propietario de dicha voz.

-¿Sunggyu? —cuestioné, ya sabía quién era, su voz me era más que familiar.

-Rayos ¡Aquí estás! —cerró la puerta tras él.

-¿Pasa algo? —ladeé mi cabeza, cruzándome de piernas y recargando cada antebrazo en una rodilla.

-No, pero desapareciste de repente, me preocupé...—se fue acercando y se puso de cuclillas frente a mí—. ¿Nada te ocurre? No vienes aquí seguido.

-Oh…no, descuida hyung, quería un respiro, sabes que no me gusta estar todo el día encerrado –palmeé un sitio a mi lado para que se situara en este.

-Mh, bueno, la asamblea fue larga, incluso yo estaba casi babeando de aburrimiento—sonrió totalmente amplio y se situó a mi lado.

Me agradaba cuando sonreía, sus ojos particularmente pequeños eran a su vez demasiado expresivos, contagiaban alegría.    

-Te creo hyung y te imagino ¿Ya terminó o te sacaron por no prestar atención? —reí bastante, con mi vista fija, no en él, sino a lo que se encontraba frente a mí: edificios, copas de árboles lejanos, aves.

-Terminó —me replicó entrecerrando los ojos, más bien cerrándolos.

-¿Y en qué terminó? —consulté con vaga curiosidad, no era que no me interesara, no del todo.

-Haremos el festival con otra escuela, una del distrito de Yongsan-gu—parecía agradarle la idea, yo no estaba emocionado.

-Eish…-mascullé- ¿Es necesario? No me incomoda que vengan, lo sabes, pero no me agrada la idea de q…

-De que un extraño duerma contigo, en tu habitación, lo sé…—completó mi oración.

Me dio unas cuantas palmadas en la cabeza y se puso de pie, estrechando su diestra hacia mí-

-Bueno, no hay nada que se pueda hacer—dijo con media sonrisa curvada en sus labios.

-Claro, porque a ti te gusta la idea, a mí sólo me queda la resignación—tomé su mano y me puse de pie, agregando un sutil “gracias” al momento de hacerlo.

-¡Yah, no seas tan dramático! –esta vez él fue quien rió.

Pasó su brazo izquierdo sobre mi hombro y allí quedó el tema. Bajamos a comer y cada uno a su cuarto, mañana sería ese fatídico día. Disfruté de mi última noche como único dueño de la habitación…bueno quizás esté exagerando bastante, ya que sólo sería por el mes que las competencias durasen.

Mi escuela se situaba en el distrito de Dongjak-gu y los chicos del otro lado del río Han vendrían a participar en las olimpiadas de la escuela. Por lo general duraba 2 semanas, entre nosotros, más se decidió que sería el mes completo de junio, un mes antes de las vacaciones.

Las competencias son de todo tipo, desde las destrezas en el deporte hasta las artes más finas como la danza, baile, canto, actuación, modelaje, entre otros. Siendo una escuela de hombres ya sabrán a qué se le da más prioridad… actividad física, cosa que no me agrada del todo, soy algo flojo, pero me gusta bailar.

Cerré mis ojos rendido en la penumbra de mi habitación ¿Ya qué podía hacer? Sólo esperaba que no me tocara un maníaco o alguien sucio…

A la mañana siguiente el sol, esa estrellita de calor me despertó, ofuscando mis ojos. Mis mañanas siempre eran largas, odiaba despertarme, levantarme…saber que debía arrastrar mis pies hasta la primera clase del día lunes, biología, es decir: PUAJ.

Me aseé, vestí y cargué mi mochila con las cosas necesarias. Ya la había cerrado e iba salir cuando llamaron a la puerta. Miré receloso la manilla ¿Ya tan temprano? Mierda, esto era injusto.
Me volvía  repetir: “Ya da igual” en mi fuero interno, pero no, no daba igual, no soy egoísta, bueno algo, pero aun así, es mi espacio, son mis cosas y alguien vendría por un mes a calcular mis tiempos en el baño, me tomaba duchas largas, soportar quizás incluso sus olores…
Sacudí la cabeza y aparté todo pensamiento malo en mi mente o si no mi rostro al saludar al chico no sería de los mejores, aunque me palpitaba una ceja.

Abrí la puerta despacio y asomé primero la cabeza. Debí de agradecer que quién se encontraba tras la bonita tabla de madera no era alguien ajeno, si no la misma persona que me había ido a ver el día de ayer…

-¿Así es como planeas recibir a tu “invitado”? —soltó una vil carcajada, apoyando su espalda en la pared del pasillo.

-Yah…y yo que luchaba por no poner una cara de malos humores… y yo no lo invité. —rodé mis ojos y salí de la habitación, cerrando la puerta.

-Si esa es tu mejor manera de disimular no te molestes en hacerlo entonces —y otra vez volvía a reír.

-JA-JA-JA —mascullé.

-¿Tus humores no son muy buenos por la mañana, eh? —dijo él con un tono que marcaba su diversión por verme en ese estado tan…parcialmente colérico.

-Han sido dos años, hyung, dos años que sabes eso —.resoplé intentando calmarme, él no tenía la culpa de nada de lo que me ocurría.

-Tranquilo, todo saldrá bien, SungJong.

 

Luego de desayunar y obviamente lavarme los dientes nos retiramos a clase, empezaban a las 9 am y finalizaban a las 5 pm con un intervalo de colación de una hora y media.

Todo transcurrió normal, excepto por el cotilleo en los pasillos de cómo serían los estudiantes nuevos, y yo, “dramáticamente molesto” como diría Sunggyu porque alguien invadiría mi espacio.

Al ser una “High School” la permanencia en esta era de tres años; a pesar de ello el campus era enorme y la cantidad de estudiantes la suficiente como para que el aprendizaje sea grato, es decir, no muchos. Habían tres clases de especializaciones: deportes, el ámbito científico y las artes. Yo me encontraba en la última y a decir verdad siempre me he considerado un chico bastante versátil en aquellas disciplinas.

Volví una hora más tarde de lo acostumbrado, con el cabello algo alborotado y el cuerpo cansado. Las prácticas se incrementaban con cada día como si estuviesen ensimismados en ganar. No voy a negar, me gusta hacerlo, triunfar en cada competencia, pero tampoco estoy dispuesto a matarme bailando.

Ya casi olvidaba a mi desconocido y nuevo acompañante, “casi”, por poco… Al entrar a la habitación no supe si veía doble, pero habían dos camas. El espacio se veía horrendamente reducido y a los pies del nuevo mueble se encontraba una maleta más un bolso.
Entré con sigilo, inspeccionando por doquier cada rincón de su habitación, no había nadie, a no ser que la especialidad del chico fuese ser un ninja…duh.

Dejé todo sobre el escritorio y noté que aparte del mío otro más descansaba sobre la lisa superficie del suelo a un lado de la cama, justo igual a como el mío se hallaba.+

 

 Por tercera vez me dije…”No importa, pon buena cara” y rendido dirigí mis pasos hasta el baño…

Ciertamente hay cosas que uno no desea ver, bueno, este por poco fue el caso. Al abrir la puerta unos ojos impacientes me recibieron, nerviosos, preocupados, cómo no si el pobre acababa de bañarse y acomodaba la toalla a sus caderas, lo cual hizo rápido y atolondrado al verme.

-N-no…no alcancé a ver nada… —bingo, la mejor frase para el primer encuentro.

Bajé la mirada avergonzado hasta que luego pensé…”Estúpido, es un chico, tú también eres uno, tiene lo mismo que tú, no te escondas.”

En seguida subí la mirada, algo confundido, no mostraba su rostro ya que una blanca y pequeña toalla cubría su cabeza. No dijo nada, esperaba que lo hiciera puesto el momento no era precisamente jodidamente cómodo. Avanzó hacia mí, más bien hacia la puerta, haciéndome a un lado para que pudiese salir. Sólo pude ver su desnuda espalda, era delgado, bastante, un poco más ancho que yo y ligeramente marcado.
Divisé sus manos, buscaba algo como quien finge mantenerse ocupado para no formular sospechas, pero a pesar de ello no dejé de mirarle fijo, no hasta que se volteara, cosa que hizo pero de reojo encontrando sus oscuros orbes.

Nos quedamos así, mirándonos unos segundos hasta que mis ojos, malditos ojos se desviaron hasta la toalla que cubría sus “partes”, la cual se deslizaba lentamente.

-E-eh… —tartamudeé y nuevamente volteé mi rostro, apuntando “allí”.

Claramente tuvo que haber mirado lo que ocurría, vi de soslayo como atarantado acomodaba nuevamente la tela y cuando estuvo “fuera de peligro” me volteé.  La toalla en su cabeza había caído y cuando el muchacho de oscuros cabellos elevó la cabeza para mirarme…
Contuve la respiración, me paralicé...


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