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Faraway... por himeko-san

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Notas del capitulo:

DEDICADO A MIZUKI-ONECHAN!!!!!!!!!!!!! 

..MUCHAS GRACIAS POR APOYARME SIEMPRE!

Hola!


....ok...esta vez fue mucho tiempo sin actualizar..

LO SIENTO MUCHO!

...no tengo escuza....

..es que..me dio un bajon de autoestima...y...bueno.

no tenia ni ganas de escribir..

.... bien aqui esta el cap tres...disculpen si no tiene la calidad que trato de darles a mis fics....

.....

lo siento mucho...

...espero...que disfruten el cap...

Capítulo 3: Una llamada en la penumbra y una petición poco común…

-Perdone…. se oye la voz, algo ronca y un poco retraída de un chico. A pesar de las horas, del cansancio del cuerpo y de la pesadez de sus ojos, reconoce esa voz,  aquel analista de la mente toma sus lentes de la pequeña mesa de anoche a su lado, se los coloca con gracia y  Lleva  una mano a sus cabellos y aparta algunos mechones que estorbaban su vista,  antes de darle una respuesta aquel chico, la voz del mismo lo interrumpe de improviso- perdone, por llamarlo a estas horas….

-No te preocupes….-el analista vociferaba una diminuta sonrisa,  se sienta sobre su cama moviendo las sabanas, sintiendo el cuerpo pesado. Sentía un leve dolor en su cuello, justo en su nuca, poso su mano en su nuca, adolorido, cansado. Pero aun así sonriendo, sirviendo en su trabajo a pesar de las altas horas  y el cansancio sobre sus hombros- ¿Qué ha pasado, porque me has llamado a estas horas?...- le pregunta, en su voz sonaba el típico tono de preocupación y algo de angustia, el cual se adquiere  con el tiempo, justo después  de ser padre o después de amar alguien demasiado.

-Yo…no lo sé honestamente, solo no podía dormir y no se me quitaba de la cabeza, toma el teléfono… y llamarlo a usted, disculpe… fue…fue un error…

-Tranquilo Atemu-kun, dije que si necesitabas de mi podías llamarme, no importaba la hora o el momento…-la voz del analista mental sonaba totalmente impasible, llena de una tranquilidad propia de alguien que ha pasado por mucho, pero que aun así ha salido sonriendo- ¿de que deseas hablar?...

-….-un largo silencio se hace presente en la otra mitad de la línea, se oye la voz de aquel chico suspirar- …Mi padre… se fue cuando era un niño, desde entonces soy el único hombre en mi casa… siempre he sido fuerte, jamás he llorado ante nadie y ni siquiera he bajado la cabeza  ante mis mayores….hasta hoy….-nuevamente el silencio-me sentí humillado…. Realmente humillado...

-¿Humillado?...- se pregunta el psicoanalista, aunque no podía visualizar al joven detrás de la otra línea, podía imaginarse a la perfección. Con su mirada baja, tapada por los rubios mechones de su cabello tricolor, posiblemente aferrado a las sabanas con fuerza. Tratando de controlar el impulso se lanza muy lejos su teléfono para mandar al diablo todo.

-Humillado ante  mí mismo, me sentí un pedazo de basura… me sentí igual que cuando era pequeño…-vuelve un larga pausa, en donde solo se oía la horrible estática del teléfono- hagamos un trato….- el  analista queda estupefacto ante tan sorpresiva respuesta de parte de la otra línea- le contare cosas mías pero usted tendrá que contarme cosas sobre si,  no diré nada… si usted no dice nada….

¿Lo aceptas?....

-….- ahora el silencio se pasa del  lado de su teléfono,  no es la primera vez tampoco la última en que le proponen un trato así. Es más, se había ganado la confianza de muchos clientes de su despacho haciendo ese trato que el mismo bautizo como “El trato de la equivalencia”, pero lo único que frenaba a este psicoanalista de pactar este trato era el temor bien fundado de que tan lejos o de que tan profundo puede llegar ese trato. Hay cosas que jamás se comentan, hay cosas que es mejor guardarse. Pero el psicoanalista había aprendido algo en sus años de experiencia laboral: la vida privada deja de ser privada, y se vuelve pública para sus clientes, cada detalle, cada secreto y cada pequeño momento será finalmente revelado en la mesa de su propio consultorio. El analista acomoda sus lentes y por fin da la respuesta.

-Claro que si, Atemu-kun…. Es un trato…

-Bien…-la voz del adolecente adquiere algo de confianza y fuerza, totalmente diferente a la voz dudosa y retraída que había usado al comienzo de su llamada-  comencemos ahora, ya le he dicho mucho de mí cuénteme de usted… yo hare la preguntas esta vez….-el analista no puede evitar vociferar una pequeña risa muda, ¿Cuántas veces ha oído esa frase antes?,  esa  pregunta era estándar en cualquiera de sus pacientes principiantes.

-¿Cómo es su familia?...

-Mi familia, bueno si te refieres a mi padres pues he sido huérfano desde que tengo memoria, me ha criado mi abuelo desde que era pequeño hasta murió recién inicie la universidad, desde ahí en adelante he estado solo atemu-kun…-explica con voz tranquila el analista, ya para él era un guion contar su vida, un guion que había ensayado y dicho miles de veces, su vida para sus pacientes era un informe concreto y detallado de el mismo- Ahora tengo mi propia familia, tengo una hijita de tres años y te lo preguntas no estoy casado, soy viudo. Mi esposa murió un año después de tener a nuestra hija…

-es muy joven para tener hijos, pero ya que…. ¿Cómo se llama su hija?....

-Mana…- responde tranquilo, cerrando sus ojos un tanto adormilado. Estaba a punto de levantarse a buscarse un café para mantenerse despierto, pero una pregunta sorpresiva lo despertó.

-¿De que murió su esposa?....-la voz del adolecente sonaba neutra y un tanto falta de emoción. El analista respiro profundo. No era la primera vez que le preguntaban eso… pero, siempre era difícil responder esa pregunta.

-Ella murió de cáncer. Tenía cáncer de mama, fue diagnosticada cuando tenía veintiuno y lucho contra el cáncer por mucho tiempo.  De hecho cuando la conocí… usaba un hermoso sombrero de lana rosada,  que escondía su cabeza calva por la quimioterapia….-suspiro un tanto cansado- me enamore de ella casi al instante sin importarme nada,  en verdad fue un milagro cuando ella quedo embarazada de nuestra hija. Aun después de que los doctores le habían dicho que era poco probable de eso sucediera debido a las múltiples terapias que había tenido a lo largo de su vida….

-Lamento escuchar eso...-la voz del chico sonaba un poco ¿apenada?  O eso pudo distinguir en la voz del muchacho- ¿desde cuándo es psicólogo?...

-Desde ya cinco años…. –el analista sonríe un poco- y tengo mi consultorio propio desde hace dos años…

-interesante…-se oye una corta pausa- son las 4: 48 de la mañana, es muy tarde… yugi-san…tengo que irme a dormir o si es que puedo….pero antes de dormir, quiero pedirle algo…

-¿Y que será, Atemu-kun?....-pregunta el psicoanalista quitándose sus lentes suavemente,  en sus labios enfunda una diminuta sonrisa algo divertida y un poco agotada.

-Traiga una foto de su hija, quiero verla…-otra pausa pequeña se hace presente, seguida de algunos ruidos de estática y otros más provocados por quien estaba del otro lado- Buenas noches, yugi-san…-luego el silencio se hizo presente después de un pequeño instante de estática, el analista quedo sosteniendo su celular unos segundos antes de cerrarlo para poder finalizar la llamada de su lado.

-Una foto…-murmura el psicólogo cerrando los ojos, coloca sus gafas en la mesita de noche- que petición tan… extraña…-se cae en la cama, acurrucando su cabeza en su almohada y se arropa bien, cerrando sus ojos suavemente- ….espero dormir tan siquiera un poco….-murmura antes de emprender la lucha contra la consciencia y el sueño.

………………..

Hace escasamente tres minutos había trancado su teléfono, miraba su celular muy fijamente esperando tal vez que este hablase o que con mirarlo fijamente, tal vez la llamada que hizo hace tres minutos jamás existió. Pero él sabía que no era así, podía ver el teléfono durante lo que quedaba de madrugada, hasta que el sol regalara los primeros rayos de luz. Pero esa llamada, esos largos minutos con el cual hablo con el psicólogo jamás volverán. Toma su celular y lo puso debajo de su  almohada, sin arropar su cuerpo el chico de piel color tierra cae en la cama, no muy bien acomodado cierra sus ojos.

-No creo poder dormir nada…-murmura suavemente aquel chico soltando luego un largo y muy pesado suspiro.

………..

Ya era de mañana, el psicólogo se encontraba sentado frente de su escritorio, escribiendo algunos formularios de pacientes,  tenía algo de sueño y un poco de cansancio por la imprevista llamada del muchacho a aquellas horas tardías, soltó un largo bostezo y detiene su labor. Mira a un lado de su escritorio y ve una foto. La foto de su hija, sentada en el jardín de su casa, abrazando con fuerza a un hermoso peluche de un lindo conejito blanco con ojos rubíes. Sonríe gratamente  mirando la foto, aparto su vista de su foto y mira el reloj.

-Ya debe de estar aquí…-murmura muy suavemente cerrando sus ojos- je, me pregunto cómo será la consulta de hoy…-se pregunta, seguida ve como abren la puerta de su consultorio y ve a su secretario entrar a su despacho- ¿ya llego?...

-Si, Yugi-san…-murmura suavemente el chico de cabellos amarillos- ¿quiere que me quede aquí mientras ese chico este aquí?, ya sabe por si pasa algo…

-no, no Joey-kun…-le sonríe- algo me dice que nada saldrá mal hoy…

-Si usted dice,  yugi-san…-murmura, el rubio desaparece del consultorio, luego se oye como se abre otra vez la puerta del despacho  dejando entrar al adolecente, esta vez usaba una chaqueta gris oscuro con capucha. La capucha estaba sobre su cabeza, sus manos estaban escondidas en los bolcillos de esa chaqueta con su mirada pegada al suelo.

-Buenas tardes, atemu-kun…-le sonríe suavemente.

-Buenas….tardes….-murmura- Yugi-san….

Notas finales:

Muchas gracias por leer...

....muchas...muchas gracias....

bye bye...


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