CAPITULO 1 AULLIDO
--IAN--
Desperté sobresaltado aquella noche. Las altas temperaturas de la noche me hacian girar todo el rato de un lado a otro. Eran las dos y media de la madrugada, dentro de treinta minutos haría diecisiete años que había nacido. No podia dormir, asi que me levanté, me vestí con un chandal y salí.
Pocas veces me vestía con chandal. Siempre llevaba vaqueros. Pero esa noche necesitaba salir. Despejarme.
El cielo estaba despejado. En las afueras de Wooden Falls, donde yo vivia, no había aún farolas en las calles. Pasé por delante de un escaparate vacío donde con la poca luz de la luna llena. Observé, recordando como era de niño y como era ahora. Mi pelo, de llevarlo corto y en punta, a llevarlo un poco largo, tapandome el ojo izquierdo con el flequillo. Aun así, me había vaciado bastante, pero no me cortaba el flequillo. Éste tapaba el piercing de mi ceja. Me fijé en que llevaba aún el pendiente del ying-yang en la oreja derecha. Detrás de la oreja, tapado por el pelo, un tatuaje de la m de virgo. Miré mis manos. En la parte interior de ambas tenía tatuajes. Un corazón formado por la clave de sol y la clave de fa en la derecha, y los kanjis de amor, fuerza y viento en la izquierda. En el brazo izquierdo, en aquel momento tapado por la camiseta que llevaba, una calavera, con los ojos enforma de corazón y una lagrima en el ojo izquierdo. Una rosa negra envolviendo el craneo y mi nombre en la frente de él. Recuerdo porqué me los hice. Todo empezó cuando cumplí dieciseis años.
Ese dia fue uno de los pocos dias que mi padre estaba feliz, tranquilo y apacible. Normalmente era serio, algo rudo y terco. Ese dia me mostró su cara mas amable. Me mantuvo despierto en el bosque, junto con toda mi familia hasta la hora en la que naci. Entonces comence a sentirme mal, con dolor y fiebre muy alta. Los huesos se estiraban y se retorcian, lenta y dolorosamente. Mi cuerpo se deformaba hasta formar el de un animal rasgando la ropa. Entonces empezó a crecerme el pelaje. Un color negro azabache, que brillaba. Era mas grande y fuerte que un lobo normal. Lloraba sin parar por unos ojos que se habían tornado de un marron oscuro casi negro a un color amarilo dorado. Mi padre se transformó también, y ahi se comunicó conmigo. Hablábamos como si fueramos aún humanos, pero sin necesidad de mover los labios. Emitiamos sonidos suaves que solo nuestra especie entendía. Aquella noche también era luna llena. Recuerdo aún aquella conversación.
- Papá, ¿qué me está pasando? - le pregunté atemorizado.
- Nada, pequeño. Simplemente has nacido porfín como uno mas de los Lobos - contestó el orgulloso de su hijo.
La familia entera se transformó, incluso mis hermanas pequeñas, Mary y Vera. No tenía ni idea. Mi familia no era humana, yo no era humano. Era un hombre lobo.
- No te equivoques - dijo Clarise, mi madre - Los hombres lobo ya no existen, existimos nosotros, los descendientes de ellos, que aprendimos a transformarnos en un lobo completo a nuestro antojo y no en el hibrido en el que ellos desarrollaron, somos hijos de los Lobos, mi vida -.
Recorrimos el bosque de un lado a otro, corriendo sin parar. Era increíblemente veloz, los arboles se convertían en manchas a mi alrededor. Mi pelaje era parecido al de mi padre, aunque mi padre poseía vetas grises y marrones. Mi madre tenía una mezcla de colores marrones desde el beige hasta el marron oscuro de la tierra. Mi hermana Mary tenía un pelaje rojizo, con las patas delanteras negras y las traseras blancas. Mi otra hermana, Vera, tenía el pelaje rubio, muy blanco, con las puntas de la cola, las patas y las orejas negras. Yo era completamente negro, con mi parte blanca en la barriga y en el hocico. Todos teniamos los ojos de un tono dorado amarillento, o un amarillo dorado.
Llegamos hasta el final del bosque, encima de un acantilado. Bajo de el estaba el agua del mar. Habíamos llegado muy lejos de Wooden Falls. Simplemente cogí aire con orgullo y solte un aullido. El mas largo e intenso que jamás había hecho. No podía compararlo a ningun grito anterior, simplemente era un lobo aullando por ser un lobo.
En los dias siguientes, mi padre nos mandó a mi y a mis hermanas a hacernos tatuajes y algun piercing. Era tradición en mi familia. Me aseguró que al transformarme en lobo solo los piercings dolerían al principio. Mis hermanas y yo nos hicimos nuestro signo detrás de la oreja. Yo, Virgo; Vera, Escorpio; y Mary, Piscis. Yo me hice el resto de tatuajes, mas la frase de "Alea Iacta Est" en el lado izquierdo de la cintura. Dolió pero mereció la pena. Mis hermanas solos se hicieron piercings en el oido. Yo me hice mas. Me hice un piercing en el ombligo también, el pendiente y dos aros en la parte de arriba de la oreja izquierda. (N.A. El piercing de la ceja se lo hace más adelante a escondidas de su padre).
Recordé al instante. Eran las tres. "Feliz cumpleaños Ian" me dije a mí mismo. Volví a casa. Mi familia aún descansaba. Me acoste imaginando que me regalaría mi padre, mi madre y mis hermanas. Aunque mi regalo estaba aún por llegar.