La poca atención del mundo hacia mí me inició en la lectura. Las peleas de mis padres y el deseo de escapar me iniciaron en la escritura y la ví como un modo de vida. Mi sentido del humor me inició en la escritura por gusto, y mi necesidad de tener alguien a quién aferrarme me impulsó a adoptar a mis mejores amigos como hermano y hermana.

Mi hermana me inició en el Yaoi, mi hermano me inició en el Yuri.

Me convencí, cada vez más, que la diferencia de pensamiento entre hombres y mujeres es puramente causa de la sociedad. Todavía no conozco a un chico que no piense como una chica, ni a una chica que no piense como chico. La cuestión siempre es la forma en que se los educa, forma a la que me opongo terminantemente por ser injusta para ambos bandos. Siendo de un sexo a veces pareciera que defiendo más al otro, y lo hago precisamente porque no lo ostento. Fuí "todo en uno", pues pasé radicalmente por todas las personalidades que conozco a medida que mi forma de pensar maduraba.

Me enamoré del caos y de la disciplina en sus formas más crudas, y me acostumbré al rechazo del modo en que se acostumbra uno al pan de cada día. De hecho, mejor que al pan de cada día, pues no siempre tuve pan.

A los quince, por fín, terminé una novela, la única que he escrito. Entre sus páginas, camuflado, escondí un mensaje, si bien no radical, no por ello menos importante.

Me enamoré del silencio, de la soledad, después de haberlos sufrido de los modos más variados. Pero no me aislé, me hice, al principio de unos pocos, y luego de muchos, buenos amigos de las más variadas personalidades, que me escuchaban porque sentían que los comprendía, y a quienes yo quería por recordarme a mi propio ser en algún punto del pasado. Me enamoré de la vida en los aspectos más minúsculos, y me aterré ante la muerte, si bien deseo profundamente esos instantes en los que se lo arriesga todo, hasta lo que más amas, y los deseo hasta tal punto que me carcome y me hace necesitarlo, que se vuelve adicción.

Mi corazón permanece sólo, y me pregunto, en lo más hondo de mi ser, si existirá para mí un par. Una parte de mí, la que se ha enamorado del silencio, así quiere permanecer, si bien no desprecia la compañía, no puede vivir sin la soledad. La otra parte de mí, curiosa, fantasea y se pregunta si, para mí, será correcto encontrar un par. Lo ha intentado varias veces, pero siempre se incomoda, se decepciona ante las acciones tan previsibles y se desinteresa con facilidad.

El alma más interesante, sin embargo, me desconcierta.

Es predecible, como todas las otras almas, pero promete mucho a futuro, y su conocimiento sobre mí es el más profundo de todos, cosa que me intriga. A veces parece tan simple y bidimensional... y entonces, de pronto, me encuentro con una profundidad inesperada, atrayente.

Pero es alguien a quien no aspiro, en favor mío y suyo. En favor a lo importante que es para mí, y en favor a lo poco importante que pareciera yo ser para sí.

Ah, mis hermanos. Como los amo. Las cosas se vuelven confusos cuando de esas dos almas, una cree haberse enamorado de mí y de la otra creo haberme enamorado.

Aquí estoy: Siendo todas las posibilidades sin ser ninguna. Clasificable como inclasificable. Reflexivamente ireflexiv...@

Me autonombro como ángel, talvez sobreestimándome, pero en un sentido distinto a la usual visión de la palabra, el punto de vista legal. Me autonombro ángel desde el punto de vista Caótico, desde los Cánones de la sociedad del Caos y del Anarquismo, que no es ni remotamente las ideas tontamente legales en las que recae últimamente la sociedad. si no una visión distinta. Hablando más claramente: Al decir Caos no me refiero a querer echarlo todo a perder por ganas de que todo vaya mal, si no a que busco que todo vaya bien, si bien mi visión no es la usual. Considero incorrectos los cánones de bien y mal, por eso no los utilizo. Para mí hay Caos y Legalidad. La legalidad son reglas que seguir, el Caos es confianza en el juicio propio. Son opuestos, y yo elegí el Caos.

Así me llamo ángel, no como la idea común del bien, si no con la idea de la confianza en el juicio propio, así me llamo ángel, Ángel del Caos