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Nuevos problemas por Darkneko

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Notas del capitulo:

por fin he logrado terminarlo... perdonen la tardanza... espero que les agrade...

Nao no ha llegado a su habitación desde la mañana en que salio, y Sora se encuentra muy preocupado, decide buscarlo junto con Matsuri y un grupo de busqueda que organiza el manager de Gakuen Nandemoya... ¿lo encontrarán antes  de que algo desastrozo suceda? lean y lo sabrán... ^u^

     Caminaba por los pasillos de la escuela pensando en como detener al posesivo y celoso de su koi, cuando sintió como unas manos salían de uno de los corredores tapando su boca, evitando de esta manera que escaparan gritos pidiendo ayuda, al mismo tiempo que muchas manos, no pudo contar cuantas, impedía que se moviera, tomándolo por el cuello, las muñecas, la cintura. 

     - Nos fue muy difícil deshacernos del estorbo que siempre te sigue… ahora si… nos vamos a divertir… descuida… se que te gustará… - decía con voz lasciva una persona que no pudo distinguir. 

      Lo próximo que sintió fue un pañuelo húmedo de alguna sustancia que desprendía un olor que mareaba y lo hacía perder el control de sus fuerzas, nublaba la vista y lentamente fue cerrando lo ojos cayendo inconciente. 

     Abrió los ojos pesadamente, no sabía cuanto tiempo había permanecido dormido, le dolía la cabeza y aun podía percibir aquel fétido olor que lo hizo caer inconciente, intento colocar una mano sobre su rostro para desaparecer los mareos que sentía al igual que intentar agudizar la vista, pero fue inútil se dio cuenta que se encontraba atado con las manos por encima de su cabeza, su torso completamente desnudo, dejando ver parte de aquella exquisita piel pálida del pelirosado, una cadena bajada desde el techo para poder sujetar el amarre que se encontraba sobre sus muñecas, se encontraba sentado en el piso, sin poder levantarse por culpa de los mareos, decidió permanecer un poco más sentado intentando reaccionar como era debido, a pesar de que eso era completamente imposible. Se percato que de igual forma tenía sus manos atadas, sus tobillos presentaban la misma condición.  

     Buscaba la forma de salir de aquella situación, comenzaba a pensar lo peor, cuando se escucho a lo lejos unas risas y como unos sujetos se acercaban acechando a un atado y confundido Nao. 

     - Vaya… hasta que despertaste… - decía uno mientras se arrodillaba para quedar a la altura de Nao. - Ya me estaba preocupando… - dijo acariciando la mejilla de Nao con el dorso de su mano. 

     - Si, eso sería una lastima… además… un rostro tan lindo no debería permanecer dormido… - decía otro parado del lado izquierdo de Nao mientras sonreía de una manera que Sunao terminó más nervioso de lo que ya estaba. 

     - ¿Por… por qué me han traído hasta aquí?... – de aventuro a preguntar. 

     - Es muy simple… pero… te lo explicaré… - decía un tercero que se encontraba en el fondo de la habitación con una pose petulante, se levanto de su posición, hasta ese momento había estado recargado en el marco de la puerta mirando la acción dentro de la habitación. 

     - Nosotros solo deseamos poseerte… mandamos algunos pedidos para que cayeras en nuestras manos… pero al parecer ese manager tuyo no accedió, por lo tanto… hemos… decidido hacerlo por nuestra cuenta… la verdad… hubiéramos preferido hacerlo de otra manera… que tu fueras el que llegarás a nosotros voluntariamente… aunque ya es demasiado tarde para arrepentirse… ¿no crees? – se acercó lo suficiente como para poder posar sus manos en el dorso desnudo de Nao, que se retorció por las caricias que le parecían nauseabundas. 

____________________________________________________ 

     Hashiba estaba preocupado, desde la mañana no veía a Fujimori y eso le estaba crispando los nervios, pero sabían quien era el culpable, se dirigió a su habitación, sorprendiendo en esencia al habitante de esta por el sonido de la puerta siendo abierta libremente. 

     - ¿Dónde está Fujimori?... – pregunto con el seño fruncido haciendo notar su enfado al habitante. 

     - So… Sora… ¿qué te trae por aquí?... – preguntaba el dueño del cuarto. 

     - No te hagas el tonto y responde mi pregunta… ¿dónde está Fujimori?... – repitió acercándose a la persona frente a él. 

      - ¿Nao-kun…? ¿Qué?... no estaba contigo… - dijo desconcertado, haciendo con esto que Sora se calmara un poco y comenzara nuevamente a preocuparse. 

     - Maldito Matsuri… no trates de engañarme… a la mejor y lo mandaste a uno de los malditos encargos del Gakuen Nandemoya… no te hagas el tonto… - replico Sora mientras levantaba el puño en el aire. 

     - Sora… no se de que me hablas… a Nao-kun no lo he visto desde la mañana y tiene varios encargos que tuve que posponer… aunque es una lastima… acabamos de perder todos los encargos que eran para hoy… ¿no sabes a donde pudo haber ido?... – pregunto Matsuri calmando completamente a su amigo. 

      - A mi no me ha dicho nada… en la mañana solamente se salió y no lo he vuelto a ver… no puede ser… no me digas que ese tipo otra vez… - Sora no termino de decir lo que pensaba pues acto seguido desapareció de la habitación dirigiéndose a la habitación al lado suyo siendo seguido de cerca por Matsuri. 

     - Maldito… que le has hecho a Fujimori… - replico gritando Sora al abrir abruptamente la puerta encontrando algo que le dejo paralizado a lo cual Matsuri no puedo evitar tomar una foto. 

      La habitación de Hiroshi se encontraba tapizada por fotos de Nao en distintas posiciones, en algunas solo, en otras con Sora o Matsuri, todas aquellas fotos vistas desde la lejanía hacían un notorio retrato a píxeles con las fotos de Nao sonriendo de forma encantadora.  Incluso se podía observar en algunas fotografías a un Nao dormido con los labios entreabiertos. 

     Sobre la cama, la mesita de noche y el escritorio, se encontraban muñecos hechos a mano, un gran peluche para abrazar por las noches sobre la cama, del mismo tamaño que Toshizou inclusive los cabellos rosados de Nao-peluche eran iguales a los del elefante rosado de Sora que a su vez… se asemejan a los cabellos de Nao por las noches. 

     Sobre el escritorio muchas cartas de amor y fotos desperdigadas pegadas en el espejo, entre otras cosas. Lo que más le impacto a Sora fue ver a Hiroshi con uno de los tantos muñecos de mano de Nao, tomándolo cariñosamente y uniendo sus labios al rostro del muñeco, todo sonrojado, al parecer para Matsuri… se le estaba declarando al muñeco… lo más impresionante es que por ese beso, parece que el muñeco había aceptado esa proposición. 

    Hiroshi al ver a los intrusos no puedo evitar sonrojarse por que lo vieron haciendo algo bochornoso, pero cambio rápidamente su semblante por uno molesto al ver que entraron en su habitación sin avisar y sobre todo porque lo estaban acusando de algo que él no había hecho, por lo menos no en esta ocasión. 

     - Oie… toca antes de entrar… - pregunto enojado cambiando drásticamente su semblante por uno lleno de terror mientras corría y tomaba por el cuello a Sora quien quedo impactado por el cambio de actitud. 

     - ¿Qué le ha pasado a Nao? ¿Dónde está? Si algo le pasó te juró que… - decía con las lagrimas en la comisura de los ojos al pensar que algo le pudo haber pasado, y por su mente le pasaban mil y una imágenes, desde que un tropiezo por las escaleras hasta un asalto a mano armada con un Nao herido. 

     - Tranquilos, tranquilos… vamos a buscar a Ichikawa-kun para que nos ayuda con la búsqueda… lo importante ahora es encontrar a nuestro preciado amigo… - decía Matsuri calmando el tenso ambiente que se percibía.

      Y así el equipo de búsqueda y rescate que  Matsuri consiguió esta integrado por los pequeños ayudantes de Gakuen Nandemoya, Nanami-chan, Minato-sensei, Ichikawa-kun, Nagase-bushou, el propio Matsuri, Sora y Hiroshi que no dejaban de buscar a toda prisa tratando de encontrar al pelirrosa pero sin existo, las posibilidades de donde encontrarlo eran cada vez mas escasas, lentamente comenzaron a abandonar la búsqueda algunos integrantes del grupo después de 2 horas sin encontrar rastro alguno de Nao. 

     Al llegar el ocaso solo tres personas seguían buscando el rastro de Nao, las tres personas para las que Nao era lo más importante y no se perdonarían si algo le llegará a pasar por no estar a su lado para socorrerlo.

_______________________________________________________

     Mientras tanto Nao se debatía entre las lágrimas de impotencia, asco, tristeza, soledad y malos recuerdos que intentaban escapar por sus ojos rosados, el estar en esa posición con aquellos tipos besándolo a la fuerza, tocándolo a su antojo le trajo aquellos recuerdos que tanto deseaba olvidar, eso paso después de que Hiroshi despareciera de su vida dejándolo solo por segunda vez en su corta vida.

________________________flash back_____________________ 

     - Número 529 es hora de probar los medicamentos… - decía la voz de Aizawa quien era quien realizaba los experimentos en los pequeños, que había adoptado o en su defecto robado. 

     - Ha… hai… - respondió una tímida vocecita suave y con tono característico de miedo por saber lo que vendría. 

     Después unos agotadores experimentos siempre sucedía lo mismo, llegaban a controlarlo, cortando parte de su cuerpo para ver si las drogas administraban hacían al cuerpo sentir menos dolor. 

     - Si seguimos así podremos tener a los soldados perfectos, capaces de seguir concientes aun cuando se les dispare o hieran con armas blancas o de fuego… y si le añadimos el proceso de manipulación individual, serán las armas del futuro… con esto podremos dominar continentes enteros… - decía muy alegre mientras veían a Nao envuelto en sangre sin siquiera quejarse, con la mirada perdida en algún punto especifico de la habitación. 

     - ¿Puedo irme a mi habitación, señor? – pregunto nuevamente la vocecita de un pequeño de pelo rosado que no tenía mas de 10 años, cubierto de sangre y heridas por todo su pequeño cuerpo. 

     - No, antes de ir a la habitación a descansar, tenemos que limpiarte… - decía con voz seria el hombre y con un brillo macabro en la mirada. 

     - Hai… - dijo secamente el pequeño, esa era la rutina de todos los días. 

     - Sabes que tenemos que meterte en agua fría para que el efecto de los fármacos no sea contraproducente… - decía el hombre mientras desprendía la bata del menor. 

     El menor no contestó, le desagradaba demasiado que ese hombre lo tocará, porque siempre que lo tocaba terminaba lastimado al no sentir la droga que acababan de suministrarle, además de que haría que las heridas ardieran hasta que sanaran nuevamente y volverían a lo mismo, a inyectarlo y lastimarlo, era la misma rutina desde que Kuu-chan y Hiroshi habían desaparecido de su vida, la primera vez que ese hombre lo tocó esta aun con Kuu-chan fue ese día cuando conoció a Yoru, la segunda vez cuando apareció Ran y la última que pudo contar cuando desapareció Hiroshi, antes podía soportar un poco ese trato, porque no se encontraba solo, pero ahora… 

     El mayor había logrado dejar al menor sin ropa y lentamente lo tomó en brazos, sintiendo choques eléctricos en su entrepierna al contacto con aquella marcada aunque tersa piel del pequeño, lo metió lentamente al agua fría haciendo que el pequeño se retorciera por aquella sensación en su piel lastimada, disfrutando de los gestos de dolor y los pequeños gemiditos que de sus labios salían al contacto con el agua fría, que disminuía rápidamente la sensación de los fármacos. 

     Se relamió los labios al pensar en el pequeño gimiendo pero no por el contacto del agua fría, sino por el calor que emanaba de su cuerpo, pero estaban siendo vigilados, deberían de esperar hasta llegar a la habitación del pequeño, sabía que la seguridad dentro de ese cuarto no era muy buena y podría disponer del pequeño como tantas veces lo había hecho. 

     Antes el pequeño tendía a correr a los brazos de sus antiguos compañeros de cuarto, llorando su suerte para después aparentar que nada había ocurrido, así que para el mayor cada vez era la primera, pero desde que le apartaron de sus compañeros, el pequeño se volvió sumamente frío tenía la mirada perdida y ocasionalmente gritaba por ayuda a Kuu-chan, Yoru o inclusive a Hiroshi, aunque sabía que al principio a Hiroshi le tenía miedo por el trato que éste le tenía. 

     Lentamente comenzó a tallar la espalda del pequeño con ternura, sin poder evitar que algo en su entrepierna despertará por los toques dados al menor y como el pequeño se convulsionaba un poco por el dolor que sentía sobre su cuerpo, sacando gemidos ahogados de sus labios, no pudo resistirlo más, aquella visión era sumamente atrayente. 

     Sunao esta en la tina tiritando de frío, con los ojos fuertemente cerrados por el dolor y mordiendo su labio inferior intentando en vano calmar el dolor y acallar aquellos molestos sonidos que salen de su boca, su piel resbalando el agua fría, podía ver incluso como la piel estaba erizada por el frío, el dolor y el tacto que recibía, esto hacía que el hombre no pudiera aguantarse más, tomó la nuca del pequeño y la acercó a su rostro aprisionando sus labios contra los suyos, lastimando al pequeño quien intentaba en vano alejarse de aquel toque que le daba tanto asco y desprecio. 

     - Ven vamos a tu habitación… - decía con una sonrisa lasciva en su rostro el mayor y con la lujuria que le invadía al momento de desprenderse de aquel beso en el que se concentro hace algunos momentos. 

     Llevó al menor a su cama con solo la toalla rodeando y cubriendo su cuerpo, el menor tenía miedo, sabía lo que pasaría, sabía que después de aquello no podría moverse por un tiempo y también sabía que no importaba las suplicas o los ruegos, ese hombre simplemente no entendía el dolor que le provocaba al menor con esos actos y la verdad era que no le importaba. 

     La toalla que anteriormente cubría al pequeño fue utilizaba como soga para inmovilizar los intentos de escape o los intentos de defenderse, las muñecas del pequeño estaban atadas por la toalla que se enredaba con los barrotes de la cabecera de la cama, el mayor sin contemplaciones y con la molestia entre su entrepierna, separó bruscamente las piernas del pequeño que comenzó a retorcerse por la desagradable sensación y el temor que le causaba. 

     - Kuu-chan… - murmuraba el pequeño con lagrimas en los ojos “¿aún me odias?... es por eso que no has venido por mi, verdad Kuu-chan… porque estoy sucio”  pensaba mientras la lengua del mayor recorría a su antojo aquella piel que tanto le incitaba y no sólo a él, sabía que tenía que compartir al pequeño aunque tenía el privilegio de comenzar con la diversión. 

     Al sentir que sus caderas eran levantadas, el pequeño se tensó de sobremanera, sabiendo que era lo que seguía, y sin pensarlo dos veces, sus ojos se abrieron de golpe pues desde el principio se encontraban cerrados, no quería ver que le hacían pues se sentía muy sucio. 

     Los ojos rosados cambiaron por unos rojos, el cuerpo comenzó a moverse con desesperación intentando en vano quitarse de encima a su agresor o por lo menos desatar sus manos para golpear a su atacante, no había caso, las muñecas comenzaron a sangrar un poco por el esfuerzo que ponía en romper aquella tela. 

     - Yo… yoru… quiero ver a yoru… solo el puede tocarme… aléjese de mi... hombre repugnante… - decía el pequeño con la mirada desafiante y el asco asomándose, mientras las interminables lagrimas escapaban de sus ojos. 

     Más el hombre ignoró todo esfuerzo del menor, penetrando de golpe la estrecha entrada del menor, haciendo que éste gritara de dolor y momentos después de unas embestidas se desmayara por todo el dolor que sentía tanto en su espalda, por los cortes que le dieron al suministrarle la droga, como por la sangre que comenzaba a inundar sus piernas. 

     ________________fin de flash _______________________ 

     Solo que esta no podría desmayarse, años en el laboratorio sufriendo lo mismo una y otra vez, hicieron que perdiera la maravillosa capacidad de quedar inconciente en momentos como esos y la ayuda que en ocasiones proporcionaba Ran solo aumentaba, algunas veces, los deseos de sus agresores. 

     - Hashiba… - murmuro mientras uno de los sujetos le colocaba una venda en los ojos para trasladarlo a un lugar mejor, según ellos. 

     A pesar de llorar amargamente pero en silencio, sus lágrimas no salían, la razón, seguía con los ojos vendados.  

     Pudo sentir como era cargado a un lugar que no supo reconocer, pero sonaba fuera del edificio de apartamentos del instituto, no se escuchaba mas que el sonido de los pájaros volando y algunos insectos cantores, por lo que supuso que se trataba del viejo edificio de gimnasia. 

     Lo siguiente que sintió fueron unas manos rasgando sus ropas con gran desesperación, dejando marcas en su cuerpo y algunos cortes por la presión de los hilos sobre su tierna piel. 

     Escucho como movían algunas mesas y al parecer eran dos las que estaban siendo apiladas, temía por su bienestar pero solo podía repetirse mil veces en su mente “Hashiba no vendrá… me desprecia porque estoy sucio… siempre ha sido así… perdóname Hashiba… no era mi intención que esto pasará…”  las lagrimas saliendo de sus ojos siendo atrapadas por el paño en ellos, la rudeza como esos tipos lo tomaban colocándolo en una de las mesas que habían superpuesto. 

     Una mesa se encontraba con las patas sobre el suelo para dar soporte y la otra del mismo tamaño encima pero al revés, es decir, con las patas al techo, ahí colocaron a Fujimori, desatando ambas manos que se encontraban atadas a su pecho para atarlas de nueva cuenta pero en las patas de la mesa, igual que sus piernas para dar acceso con facilidad a esa hermosa piel que tanto incitaba a los tres tipos. 

     La imagen era estimulante para los individuos, Nao vendado a merced de ellos, intentando a toca costa juntar sus piernas para sentirse un poco seguro, sin embargo, aquellos amarres le impedían mover sus piernas, se encontraban atadas al igual que las manos en las patas de la mesa, podía escuchar las risas de los sujetos que lo habían tomado. 

     - Fujimori… eres hermoso… ¿te lo habían dicho?... – decía uno mientras acariciaba la parte expuesta de su rostro que permanecía vendado, al contacto con aquella áspera mano Sunao se estremeció. 

     - Demasiado bello para Hashiba… ¿no lo creen?... – decía otro colocándose al costado de Nao. 

      - Es muy egoísta de su parte tenerte solo para él… descuida… a partir de ahora nos pertenecerás… - decía el tercer joven colocándose entre las piernas de Nao. 

     - Yo… no le… pertenezco a… nadie… déjenme en paz… - decía con esfuerzo, pues se encontraba cansado por tanto intentar soltarse.

     - Eso está a punto de verse… estoy seguro de que cuando terminemos contigo… vendrás a rogar por más… - decía el chico que se encontraba entre sus piernas, mientras acercaba su lengua a la entrepierna del ojirosado haciendo que éste se retorciera del asco al saber lo que estaba haciendo. 

     Los ojos de Nao cambiaron de tono pero nadie pudo percatarse de aquello puesto que traía la venda aún en ellos, comenzó el forcejeo para liberarse de las ataduras que le impedían su escape, moviendo frenéticamente la cabeza para despojarse de la venda, pero todo era inútil.  Sus forcejeos cesaron cuando sintió como el hombre que le tocaba hace unos instantes el rostro de Nao lo golpeaba de lleno en el rostro. 

     - Deja de moverte… - le ordenó. 

     - Suéltame… me desagrada lo que me hacen… - murmuro Ran mientras escondía el rostro en la parte del hombre que alcanzaba. 

     El tipo tomo con fuerza el mentón de Nao y le estiro el cuello dejando espacio al hombre que de encontraba en un costado para besarlo y tocarlo a placer, mientras que le corría la cabeza hacía atrás y la colocaba cerca del cierre de su pantalón. 

     - Mas te vale que nos obedezcas… - repudió mientras deslizaba la bragueta de su pantalón y dejaba expuesto su miembro hinchado de la excitación. 

     El sujeto que lamía con frenesí las piernas de Nao imitó la acción de su compañero, acercando sus caderas a las del pelirosado, mientras el otro se entretenía lamiendo y mordiendo toda piel que tenia al alcance. 

     - ¡¡YORU!!... – fue lo único que pudo articular Ran en ese momento, ya que aquel joven lo hizo callar.


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