La luna alumbra la noche, aun no puedo creer que ya hace un año que estamos juntos, en un lugar donde se nos permite ser nosotros mismos, no hay restricciones para el amor, eso es lo que más me agrada, hace 6 meses que nuestros nuevos vecinos se mudaron y no les incomodan las muestras de cariño que tenemos entre nosotros, al parecer ellos si tienen la mente abierta a muchas posibilidades.
Me percate de un detalle interesante cuando se presentaron, comparten el mismo apellido y no se encuentran casados, tiempo después nos contaron que eran primos, que huyeron por miedo a que les separaran, estando aquí ellos también podrían amarse a sus anchas, ahora comprendo el porque no les causo sorpresa el saber que nosotros teníamos aquellos sentimientos enfermos como algunos le suelen llamar, o amor retorcido, pues ellos comparten uno prohibido.
Tu cuerpo junto al mío me da una gran paz interior, aun no puedo creer que esto es real, aun sigo pensando que es un hermoso sueño y que algún día despertaré, tengo miedo a ello, si es un sueño, prefiero no despertar jamás si eso implica perder el calor de tu cuerpo y el sabor de tus labios, me niego rotundamente a ello.
- Alphonse… - susurras quedito, mis labios acaban de tocar un punto en el que no puedes evitar sentir placer.
- Edward… te amo… - murmuro mientras mi lengua recorre tu cuello con tanta calma que tu cuerpo comienza a temblar por la excitación que comienzas a sentir.
Mis manos se cuelan por debajo de tu camisa alzándola un poco para tener mas contacto con aquella piel que me embriaga los sentidos, el calor de tu cuerpo se ha hecho necesario para mi existencia y el olor que despides mantiene mi mente bajo control.
Mis dedos rozan tus tetillas de tal forma que no puedes evitar soltar un pequeño gemidito, esos sonidos de tu boca me hacen perder el control, sabes exactamente que hacer para doblegarme, me conoces tan bien, tus manos intentan despojarme de mi camisa para quedar en condiciones iguales, me incorporó un poco para ayudarte en la tarea de sacar la molesta prenda, el calor es evidente, nuestros cuerpos se piden mutuamente, nos piden amarnos, y no esperamos mucho para hacerlo, ahora tienes acceso a mi piel, tus manos me queman, pero no puedo evitar esperar que me recorras hasta estar lleno de mi, al igual que yo lo hago contigo.
Junto nuestros labios en un beso demandante, necesito sentirte cerca y no es suficiente el tener los labios unidos, delineo con mi lengua tu boca pidiendo permiso para entrar y saborear toda tu esencia, eres realmente exquisito, un manjar de dioses me atrevo a decir.
Nos separamos por falta de aire, respiras con dificultad, me sucede lo mismo, tus ojos brillantes, las mejillas sonrojadas, el vaivén de tu pecho pidiendo a gritos recuperar el aire perdido, no puedo esperar más junto nuevamente nuestros labios en un corto beso, para después pasear mis labios sobre la piel blanca que me ofrece tu cuello, repartiendo besos, lamidas y pequeñas mordidas por toda la zona, sacando de tus labios pequeños gemiditos de placer, tus manos pasean por mi espalda regalando caricias embriagadoras, te deseo tanto.
Mis manos se deslizan por tu vientre logrando que te tuerzas por la sensación, me miras suplicante, ya no puedes aguantar un más te comprendo me encuentro en las mismas condiciones que tu, pero debo esperar, no quiero lastimarte, quiero que esta vez sea la mejor de todas, desde el accidente de la bañare aguarde este momento con tantas ansias, te amo tanto minino, no quiero verte triste de nuevo por mi culpa.
Juego con tu ombligo, haciendo círculos con mi lengua puedo sentir los espasmos de tu cuerpo producto de la excitación, te muerdes el labios inferior tratando de acallar los gemidos que comienzan a ser más sonoros, tus manos estrujan las sabanas blancas de la cama, introduzco mi lengua en tu ombligo y no puedes acallar un fuerte suspiro.
Deslizó con cuidado las prendas faltantes, dejando al descubierto tú cuerpo desnudo, eres hermoso Edward simplemente hermoso, mi entrepierna me pide a gritos atención, pero esperare, lo importante es hacerte sentir bien primero a ti, acarició tu cuerpo con suavidad, sintiendo cada rincón de tu piel, eres tan suave, tan frágil, no quiero dañarte.
Te besó nuevamente mientras que mis manos llegan a tus caderas y acarician con delicadeza tu erección, en gemido de placer muere entre mis labios, retiro mis manos de tu entrepierna y tu me miras suplicante y me atrevo a decir un tanto molesto por lo que acabo de hacer, mis labios se unen nuevamente en un corto beso, me cuelo en tu cuello, mientras acaricio nuevamente tu abdomen, me detengo un segundo en una de tus tetillas para lamerla mientras que la otra recibe la atención de mi mano, suspiras sensualmente por el actos, bajo con caricias y besos hasta llegar a tus caderas.
Con ternura beso la punta de tu miembro, un gemido sale de tus labios, provocando que mi entrepierna comience a palpitar aprisionada en los pantalones, dolorosa, demandante, al separarme me observas con deseos, amor, lujuria, muerdes sensualmente tu labio inferior mientras te yergues un poco para quedar a mi altura, me encuentro sentado, me das un beso en los labios mientras que tus manos viajan por mi cuerpo hasta llegar al botón de mi pantalón, el cual desabrochas y deslizas hasta mis rodillas sin romper el contacto del beso en el que nos uniste.
Me separo unos segundos mientras que termino la tarea de despojarme de la ropa y tirarla lejos, perdida en el cuarto como el resto, me recuesto sobre ti mientras nos volvemos a besar, nuestras caderas chocan en un toque embriagador, bailan nuestras lenguas dentro de tu boca, es una delicia y los gemidos mueren en ella, reparto besos por todo tu cuerpo hasta quedar entre tus piernas, me miras sin siquiera saber que es lo que pides, sonrío complacido por las respuestas que tengo de tu cuerpo.
Con mi lengua delineo todo tu miembro erguido mientras que mis manos estimulan tus caderas con caricias delicadas, muerdes tu labio inferior nuevamente, creo que es desesperante.
- Alphonse… - suplicas quedamente, entiendo a la perfección tu suplica y engullo tu hombría en mi boca, ese sabor es exquisito como todo tu, mi minino, un gemidito de placer sale de tu boca, que cubres con tus manos mientras cierras los ojos.
- Quiero escucharte… - susurro separándome momentáneamente de tus caderas para apartar las manos de tu boca, las alejo un poco y regreso a mi tarea de engullir tu miembro, un gemido mas, eso me agrada, sonrió para mi complacido por ser el que provoque esos gloriosos sonidos.
- Así me gusta mas… - con estas últimas palabras suelto tus manos, mientras regreso a mi labor de brindarte placer.
Mi cabeza sube y baja a un compás extremadamente lento, para tu desesperación, quieres que vaya más aprisa pero no lo haré quiero que me pidas tu mismo, tus manos se posan en mis cabellos enredándolos entre tus dedos, presionas un poco mi cabeza, intentando marcarme el ritmo, mientras que tu miembro comienza a palpitar anunciando que pronto llegaría el final, me separo.
- Aun no… - murmuro alejándome de aquella parte de tu cuerpo que demanda atención y besó fugazmente tus labios. Colocó mi mano frente a tu rostro, planeando que con tu saliva los lubriques, y así lo hacen, sin dejar lugar alguno sin ensalivar, el movimiento de tus labios me esta torturando, pero pronto será mi turno así que tengo que esperar no quiero lastimarte, eso es lo que menos deseo.
Cuando están completamente lubricados con tu saliva y la mía los retiro bajando poco a poco hasta situarla entre tus piernas, levantas un poco las caderas para darme acceso mas fácilmente, tus ojos brillosos me miran con algo de temor, uno nuestros labios mientras uno de los dedos hace círculos en tu esfínter logrando gemiditos ahogados.
- Iré despacio… - te tranquilizo, uno nuestros labios mientras que mi dedo se introduce lentamente en tu interior, tensas tu cuerpo al instante y una mueca de dolor se dibuja en tu rostro, pequeñas lagrimitas comienzan a formarse en tus ojos, las cuales me encargo de limpiar con besos en ellos, me espero un momento para después comenzar a moverlo de adentro hacia fuera, gimes con dolor, te beso con desesperación tratando de hacerte olvidar el dolor, cosa que parece funcionar.
Relajas tu cuerpo en pocos minutos, introduzco el segundo dedo ensanchando tu entrada, es demasiado estrecha, movimientos circulares, de tijera y un vaivén dentro hacia fuera se hace presente, mi cuerpo se calienta, mueves las caderas insinuantes, no puedo más, creo que ya estas listo.
- Voy a entrar… - anticipó, no quiero que te asustes, asientes con las caderas y abres un poco más tus piernas para darme acceso con facilidad, me colocó entre tus piernas, dirijo mi demandante erección palpitante a tu entrada, junto nuestros labios una vez más a la par que me introduzco en tu interior, un gemido de dolor mezclado con placer por parte de ambos se hace presente muriendo entre nuestras bocas unidas.
Espero unos momentos, tratando de que te acostumbres al intruso en tu interior, el gesto de dolor aun no se borra por completo de tu rostro, tu respiración es entrecortada y leves suspiros salen de tus labios volviéndome loco a cada momento que pasa, mi erección esta fuertemente apretada entre tus paredes, es deliciosamente doloroso y placentero, tan calido, estrecho.
Abres tus ojos que hasta momentos antes tenías cerrados, me observas sudando, esperando la señal para comenzar a moverme, mi respiración esta agitada al igual que la tuya, sonríes un poco de forma tranquilizadora moviendo un poco las caderas haciendo que ambos gimamos por el placer que se sentido en ese movimiento, eso me indica que puedo comenzar a moverme dentro tuyo.
El vaivén de caderas comenzó lento, intentando ambos adaptarnos a la estreches por mi parte y a la intrusión por la tuya, no lo soporto mas y comienzo a mover de forma mas rápida conforme lo voy necesitando, los sonidos que salen de tu boca se hacen más sonoros, nos besamos por quien sabe cuanta vez esta noche, entregándonos al amor y los sentimientos que sentimos el uno por el otro, es increíble que me correspondas creo que estoy soñando y si es así prefiero no despertar jamás.
Me abrazó a tu espalda y juntamos unos momentos nuestros vientres, giro sobre nuestras espaldas para cambiar de posición, al separarnos colocas tus manos en mi pecho para apoyarte, tus piernas están a los costados de mis caderas, tu rostro nunca se vio más precioso como hasta ahora, el sonrojo en tus mejillas, el sudor bañando tu cuerpo, tu respiración agitada, ese brillo lleno de deseo en tus ojos, eres simplemente encantador.
Mueves tus caderas hacia delante, haciendo dolorosamente placentero aquel contacto, acto seguido comienzas a subir y bajar sobre mi miembro, mi mano de desliza hasta tu entrepierna clamando atención, comienzo a masturbarte al ritmo en el que te auto penetras gimes fuertemente al igual que yo, el subir y bajar de tu cuerpo se vuelve mas rápido y profundo, tocando un punto que te llena de placer, mis labios no dejan de sacar sonoros gemidos al igual que los tuyos, mi mano presiona con un poco de firmeza tu miembro provocando que te detuvieras de golpe con un sonoro gemido, terminando por derramar tu semilla sobre mi mano y parte de mi abdomen, tus músculos se contraen apretando deliciosamente mi erección provocando que me viniera en tu interior.
Nos juntamos en un abrazo, intentando calmar nuestras respiraciones al igual que las palpitaciones de nuestros corazones, te recuestas en mi pecho, te cobijo en un abrazo protector demostrando todo mi cariño y amor, atraigo las sabanas y cubro nuestros cuerpos desnudos, mañana nos duchamos no tengo intenciones de perder este contacto, te separas con cuidado de mi, intentando no lastimarte en el proceso, para después acomodarte a mi lado y abrazarme con fuerza, colocas tu cabeza en pecho, mientras yo beso tu cabello y acaricio tus doradas hebras que juegan por tu cuerpo al estar sin aquella liga que las aprisionaba.
- Edward… no sabes cuanto te amo… me haces muy feliz el que permanezcas a mi lado… - susurre levantando su rostro, se sonrojo por mis palabras, cerrando los ojos lentamente para unirlos en un beso.
- Yo también Alphonse… - murmura antes de ser vencido por el sueño, pegándose más a mi si es que es posible, no sabes lo bien que se siente, acaricio tus cabellos al igual que tu espalda donde se encuentra mi otra mano, asegurándome que tengas sueños placenteros.
- Te ayudare a regresar a casa… minino… - fueron mis últimas palabras antes de caer dormido junto a mi amado, si este es un sueño no quiero despertar.
Lo que más deseo en este mundo es regresarte al lugar en donde se que deseas estar, donde se, que perteneces y que tienes a una persona que al igual que yo, te ama, te espera y desea con ansias verte de nuevo, te ayudare, no importa que, te amo Edward...