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A través de tus ojos... por Darkneko

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Notas del capitulo:

perdon por la tardanza me entretuve en varias cosas... pero bueno... aqui les dejo el capitulo y una promesa que no se si cumplire... tratare de no tardar tanto otra vez ^u^...

fullmetal alchemist es propiedad de Arakawa-sensei

bien sin mas que decir, disfrutenlo ^u^....

     Roy se encontraba con los nervios hecho un desastre, no entendía como era posible que hace unas horas todo era perfecto y ahora, la vida de la persona que amaba más que a nada en este mundo se encontraba en un estado dudoso, las dudas le mataban y sobre todo la culpa, la culpa de saber que por su trabajo la persona que mas amaba se encontraba en peligro, porque no cerró la maldita botella, ahora culpaba a su idiotez, comenzaba a creer en la posibilidad de que si no le hubiera conocido ahora estaría infeliz, cierto, pero él estaría bien. 

     - Roy-sama… - murmuro llegando a su lado Alphonse con Ayelén y los pequeños a su lado, tocando con suavidad su hombro en un gesto de dolor compartido y de apoyo. 

     Tal fue su prisa por salir que no se detuvieron en detalles, tomaron las cosas y marcharon, sin percatarse de que los pequeños solo traían un gran sweater cada uno, Shiroineko-chan con uno de color blanco mientras que su hermana llevaba uno de color gris con unas medias largas, su hermano a cambio tría un short para cubrir sus piernas, sus orejas y cola quedaron expuestas pero ese no era momento para preocuparse por ello, la salud de Edward corría peligro. 

     - Alphonse… esto es mi culpa… sino lo hubiera conocido… ahora… - no pudo terminar su frase entrecortada por los sollozos que clamaban por llorar, pero que él se resistía terminantemente a ello, debía ser fuerte, por él, por Edward, por ambos. 

     - Si no le hubieras conocido seguiría siendo un joven triste por su destino… eres lo mejor que le paso, esto solo es un tropiezo, ya verás como se recupera y vuelve a hacer el mismo de antes… - sonreía tranquila Ayelén aunque por dentro estaba destrozada igual o más que la persona que tenía delante suyo. 

     - Gracias… ano… ¿Quién eres?... – pregunto recobrando un poco de razón y encontrar a una desconocida para él. 

     - Gomen… soy Ayelén la compañera de casa de Edward… - respondió rascándose la nuca con nerviosismo, estaba frente a Roy, Roy Mustang una de las personas mas sensuales del planeta. 

     - ¿A que te refieres con estar triste por su destino?... – pregunto recordando la frase de hace un momento. - Vamos a sentarnos… te contaré… - comentó al momento de ver unas bancas en la sala de espera, al llegar se sentaron mientras los pequeños corrían jugando sin hacer mucho escándalo, llamando notablemente la atención por las orejas y la cola que sobresalían. 

     - Bien… el padre de Edward es un religioso, muy estricto en los ámbitos relacionados con las normas que le demandan sus creencias… - hizo una pausa, suspiro pesadamente, aun no podía creer como un hombre se preocupe mas por el que dirán que por los sentimientos de su hijo, su único hijo. 

     - Cuando se entero de las tendencias homosexuales de Edward, aparte de golpearle con brutalidad negarle como hijo, llamarle adefesio o fenómeno incluso le dijo demonio, le corrió de la casa, maltratado y sin nada para sustentarse… - los puños de la pelirrosa se apretaban con fuerzas, recordaba con dolor el momento en que conoció esa verdad y más cuando intento hablar con el padre de su amigo para que entrara en razón. 

     Roy podía sentir la desesperación, la tristeza, el coraje que la ojiverde sentía al recordar al que se hizo llamar un día el padre de su amigo, ahora entendía el porqué siempre tenía algo de miedo a las cosas y también porque en su mirada reflejaba tristeza aunque estuviera feliz. 

     - Ese hombre pretendía que su hijo siguiera sus pasos, pero Edward no quería engañar a las personas, vago por las calles sin regresar a la casa a la que una vez llamo hogar, cuando lo conocí… parecía distante, se negaba a vivir, se estaba dejando morir… era horrible verlo de esa manera… me deprimía, me dolía, me sentía impotente e inútil… - se detuvo un momento para recuperar la compostura, sus ojos se veían vidriosos y sus manos apretaban con fuerza la tela de su pantalón. 

      Las lágrimas terminaron ganando y una sonrisa melancólica surco sus labios, recordó como fue que poco a poco se comenzó a reír a comer, comenzó a querer salir de la casa, tener sus propios amigos y trabajar, aunque parecía no querer tocar el tema de su padre, comprensible, después de que alguien te trata de esa manera es difícil recibirle con cariño. 

     - Me costó mucho, pero pude recuperarlo de donde sea que se metió, ya sonreía eso me lleno de felicidad el corazón, no te imaginas lo difícil que fue sacarle las palabras y hacer que se aceptara a si mismo y olvidara las palabras de su padre… - secó con el dorso de su mano las lágrimas rebeldes que no acataron la orden de permanecer en sus ojos. 

      - Gracias a que te conoció sonríe más a menudo, nunca le había visto tan feliz, las palabras de su padre ya no tienen importancia, lo único que quiere es estar a tu lado… - mencionó mientras sonreía calidamente, unas orejas blancas y una colita negra la sacaron de sus cavilaciones de cómo sacar a Edward de la depresión que de seguro sentiría o de que algo peor pudo ocurrir. 

     Abrió los ojos desmesuradamente mientras veía a los pequeños jugando, abrazados, con la expresión de paz en ella pero en sus ojos se notaba un deje de tristeza y culpabilidad, cambió su mirada hacía el castaño que les miraba interesado, para después observar con detenimiento a la joven al lado suyo, sus pensamientos coincidieron, alternaron miradas hacía los pequeños que ya se encontraban dormidos en un sillón y hacia ellos. 

     - La desgracia… - gritaron al unísono alarmando a todo el personal que se encontraba en ese momento cerca. Los pequeños al escuchar el grito por parte de sus cuidadores se alarmaron escondieron las orejas, pues sabían que eso era parte su culpa, el destino se torcía al tenerles juntos pero a la vez separados, no tenían el valor para verles a la cara, se sentían responsables. 

    - Gomen nasai… - murmuraron los pequeños sentados ahora en el suelo, lamentándose el hecho de ser unas criaturas malditas a la vista de los demás. 

      - Lo que paso no fue su culpa… tranquilos… - susurraba Ayelén mientras cargaba a Shiroineko-chan y Alphonse hacía lo mismo con Kuroineko-chan, fue en ese momento en el que Roy calló en la cuenta de que ellos estaban con su asistente y la compañera de hogar de Edward. 

     - ¿Quiénes son ellos?... ¿de que tragedia hablan?... – estaba desesperado, muchas cosas pasaban por su cabeza y muchas preguntas eran formuladas, pero ninguna tenía respuesta, por el momento, Ayelén y Alphonse se miraron cómplices tratando de ver la manera de no contarle nada a Roy de lo contrario tendrían consecuencias catastróficas para todos. 

     - Mi nombre es Kuroineko-chan y el es mi hermano Shiroineko-chan, somos el complemento del otro, por causas del destino fuimos separados y esto… no debía ocurrir… no debimos estar juntos… pero era necesario… de lo contrario… - Kuroineko-chan bajaba la mirada, era muchas las sensaciones que tenía en ese momento y no sabía como ese adulto iba a responder. 

     - Me moriría sin mi nee-chan… - completo Shiroineko-chan al momento de tomar la mano de su hermana. 

     - ¿Kuroineko-chan?... ese es el nombre de tu gato… donde esta llevo días sin verlo… ¿Por qué tiene orejas?... ¿Qué significa todo esto?... – estaba cada vez más confundido no sabía que estaba pasando como era posible que la mascota de su asistente se convirtiera en un humano además a que se refería con su complemento, todo esto o tenía sentido. 

     La luz del cuarto donde momentos antes había estado Edward se apago, dando por entendido que todo el procedimiento ya estaba terminado, de ella salía un joven con bata blanca que se quitaba los guantes para después botarlos a la basura, se descubrió el rostro del cubre bocas que en ese momento llevaba puesto observo a los presentes, reconociendo en el momento al moreno que llamo para traer al chico, se acercó a él. 

     - Lo lamento… - pronunció al estar frente al joven de cabellos negros que en ese momento colapso, a que se refería con esas disculpas. 

     - ¿Está bien?... – a pesar de toda predicción pudo formular una simple pregunta que hizo al hombre con la bata pedirle tomar asiento nuevamente mientras que los demás le imitaban para escuchar las noticias que tenía el doctor acerca del rubio. 

     - Descuide, su vida no corre peligro… lamentablemente el líquido de revelado que le cayó sobre los ojos le ha quemado la cornea completamente, no volverá a ver… necesita un transplante de cornea… - dichas las palabras del doctor, fueron como un balde de agua fría para los presentes, los pequeños se aferraban a sus cuidadores mientras las lágrimas de sus ojos de color dispar brotaban sin poder ser contenidas, era su culpa, todo por su culpa y su deseo de estar juntos. 

     - ¿Hay algo que podamos hacer?... – pregunto un poco alterada Ayelén, no permitiría que su amigo y casi hermano se deprimiera de esa manera, sabía que sería difícil estar en aquellas condiciones y podría que el rubio no lo soportara. 

     - Se puede salvar su visión si le practicamos un transplante de corneas… - concreto el medico con su usual tono de voz calmado. 

     - Pues hágala… enseguida, no se preocupe por el dinero, yo la pagare… no importa cuanto cueste, solo hágalo… no lo deje así… no permita que su mundo se vuelva oscuro, no lo permita… - la voz de Roy que al principio de esa contestación era alto, considerablemente alto fue disminuyendo hasta convertirse en un murmuro apenas audible. 

     - No tenemos donantes disponibles por el momento, pero lo pondremos en la lista de espera… - sentenció el doctor al momento que del mismo cuarto que salió momentos antes salía una camilla guiada por un joven y dos enfermeras con unas bolsas de suero en las manos. 

     La visión  era escalofriante, Edward inmóvil en la camilla, mientras que una gruesa aguja le perforaba su brazo izquierdo que le proporcionaba el indispensable suero, en su cabeza una venda cubriendo los ojos, sus labios pálidos un tanto entre abiertos, de los cuales pequeños y apenas audibles gemidos llenos de dolor salían sin control. 

     El moreno corrió para verlo mejor, pero se detuvo en el momento en que lo vio con claridad, el corazón se le detuvo al escuchar lo que entre sueños hablaba el pequeño era demasiado para él. 

     - Roy… - murmuraba una y otra vez entra cada gemido de dolor. 

     Por su culpa estaba así, si no hubiera sido tan descuidado, si tan siquiera lo hubiera tapado, esto no habría pasado, esto no tenía que haber pasado, pero como siempre el hubiera no existe, el hecho consta de que no tapo el líquido, de que dejó ir a Edward a buscar el nuevo rollo y que por bajito le cayó en los ojos. 

     - Opérenlo ahora… no lo dejen en la oscuridad… no a él… ¿Por qué?... – fue en ese momento en que el camillero le pidió paso para llevar al ojidorado a la habitación que ocupara mientras se recupera de los anestésicos. 

     - Lo lamento señor pero mientras no consiga un donante para el transplante no puedo hacer nada… - contesto simplemente el doctor, cuando Roy impotente se fue a sentar a una de las sillas que se encontraba cerca, ¿cómo habían llegado hasta ese punto? 

     Mientras tanto, Alphonse y Ayelén peleaban con los encargados de llevar al rubio a la habitación a que descansara, alegaban de que las visitas aun no eran posible que el pequeño debía recuperarse y que las visitas podían hacerse a partir de que despertara el joven. 

     Roy mientras tanto se debatía con sus propios pensamientos, como era posible que todo esto estuviera pasando, ahora pensándolo si nunca le hubiera conocido, esto nunca hubiera pasado esos pensamientos le seguían dando vuelta en la cabeza, no sabía que hacer, debía encontrar un donador lo antes posible, de lo contrario sería demasiado tarde, pero ¿Quién?... ¿Quién?. 

     No podía pedirle a cualquiera que se sacrificará de ese modo, por más que lo pensará no se le hacía justo, con nadie, no tenía porque haber ocurrido, un accidente, un mísero accidente destruyo la vida de muchos. 

     Los pequeños se intercambiaron miradas, estaba decidido tenían que regresar a su mundo y tenían que hacerlo ya, de esta manera no solo salvarían la vista del joven de los ojos doras, sino la felicidad del hombre que se encontraba navegando en un mar de confusiones y teorías que no dejaban nada bueno, los únicos capaces de volver las cosas a la normalidad eran ellos, pero la cuestión eran sus protectores, horas antes les habían pedido que no les abandonaran, que encontrarían la solución a cualquiera que fuese la desgracia, pero nadie contó con que el destino fuera tan cruel y solo le guste hacer sufrir a quienes tienen contacto con ellos, no había marcha atrás, pero antes, la despedida. 

     Se acercaron con cuidado a sus protectores, halando levemente las camisas de ambos para llamar su atención, sus miradas hacía el suelo, las orejas gachas y las colas en el suelo no eran una buena señal y ellos lo sabían, les cargaron nuevamente, abrazándolos de manera protectora, en ese abrazo decían todas las cosas que con palabras no podían decirse, lo triste que se sentían por la situación, la única solución rápida en ese momento, la culpa por permitir que el destino se torciera de esa manera arrebatando todo y regresando tan poco, muchas cosas. 

     Roy apretó los puños con ira, como era posible que no sirviera para proteger y cuidar a la persona que le trajo felicidad y motivación a la vida que había perdido el sentido una vez, la belleza de dicha criatura radicaba no solo en su exterior sino en su forma de ver el mundo, mundo que cambiaría al enterarse de que no volvería a ver la luz del día si no encontraban deprisa un donante, era una situación desesperada y para toda situación  desesperada, planes desesperados y personas desesperadas que los ejecutaban. 

     Se levantó decidido de su lugar y sin siquiera despedirse o avisar a donde se iría se marchó rumbo a la oficina donde en esos momentos se encontraba el doctor descansando, al entrar el doctor se sorprendió un poco pero enseguida se calmo, no se veía alterado sino suplicante. 

     - Solo tres días… - murmuro, el doctor alzó una ceja sin comprender esas palabras, le miró confundido, cuando el moreno alzo las orbes para cruzar mirada con el doctor, repitió. 

     - Solo déme tres días, encontraré un donante para Edward… solo déme tres días… es todo lo que pido… - su voz era entre cortada pero sería. 

     - Esta bien cuando tenga al donante en el quirófano le haré el transplante enseguida, solo le pido que no haga una tontería, nadie quiere perder la libertad por un arrebato en la depresión… - indago el medico pensando en que a ese hombre tan sereno que tenía enfrente se le atravesó la idea del asesinato, las personas no suelen donar sus corneas estando con vida. 

     - Descuide por esto nadie ira a la cárcel… - termino con una sonrisa melancólica, esto era lo único que podía hacer por el momento, por el bien de Edward y para mostrar cuanto le amaba. 

     - ¿Puedo saber el nombre del donante?... – pregunto intentando agradecerle después de que terminara la cirugía por ser tan noble y valiente, perder la visión por un desconocido era algo de admirarse. 

     - Lo sabrá a su debido tiempo… con permiso… - fueron sus últimas palabras antes de salir de aquella oficina que le recordaba donde se encontraba, un lugar al cual no quería volver por mucho tiempo y eso era lo que esperaba. 

     - Gomen Edward… esto es mi culpa y lo único que puedo hacer es esto… - murmuro dirigiéndose de nueva cuenta por los pasillos del hospital, ignorando al castaño con la pelinegra en brazos y a la pelirrosa con el peliblanco en brazos, confortándose en un abrazo. 

     - Gomen Alphonse… solo espero que lo entiendas… esto lo hago por él… - partió con rumbo al lugar donde momentos antes todo era perfecto y un segundo después todo era una pesadilla. 

     Algo estaba claro, el destino es cruel y ha decido divertirse un poco con ellos, la vaga idea de que su amor era prohibido y mal visto le cruzo por la cabeza, haciéndole pensar por un segundo que Kami creo el amor entre las personas pero curiosamente castiga el amor entre personas del mismo sexo o era eso o era que se enamoro de una persona mas chica que el, pero en el corazón nadie manda y el no tenía la culpa de que el rubio se le hubiera metido por los ojos desde el primer momento, ahora sabía exactamente como devolverle el favor, solo faltaban tres días, para despedirse de todo lo que conocía. 

     - Dentro de tres días… todo estará bien… Edward… lamento no estar allí cuando despiertes o te quiten los vendajes… demo… es necesario… gomen… ai shiteru Edward… - murmuro en el cuarto vació que era su habitación, la ropa mojada del rubio aun permanecía calentándose cerca de la chimenea, la observó recordando aquel maravilloso momento que después se convirtió en su peor pesadilla, frunció el ceño molesto, tomando las ropas en sus manos y abrazándolas con fuerza. 

     - Edward… - fue su última palabra, ya no había vuelta atrás, dentro de tres días un nuevo comienzo para el rubio y aunque tuvieran que separarse él estaría feliz de saber que su pequeño se encontraba bien.

Notas finales: que les parecio... se acerca el final... que pasara? que es lo que tiene planeado roy? bueno nos vemos en el siguiente capitulo tratare de no tardar en actuaizar como ya he dicho ^u^... por cierto... en el siguiente capitulo les tengo una pequeña sorpresita...espero les guste... cuidense mucho y matta ne...

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