Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando Sam baja al infierno por Rushia

[Reviews - 211]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

- Tendrías que haberlos visto – sonrió con la mirada perdida -, era como si se aferrara  a un bote salvavidas, nunca pensé que lo vería así de enamorado, me llega hasta a dar celos que mi pequeño ame a otra persona…

- Al menos serás la mujer de su vida – la despeinó y siguió manejando.

- Sí, me conformo con eso – la sonrisa se ensanchó.

Alice se quedó de una pieza, Loretta siempre tenía un radar para aparecer en el local cuando menos quería verla.

- Hola cuñadita – se acercó alegremente –, tú y yo tenemos que conversar.

- No me digas cuñadita – la acuchilló con la mirada, estaban a punto de cerrar y esa bruta se materializaba cuando no podía ser más inoportuna -, y no quiero hablar contigo, maldita sea, vete de una puta vez.

La jefa del salón alzó una ceja y se rió, todos los demás empleados la corearon, estaban acostumbrados a esa clase de respuestas, cada vez que Loretta venía, la tranquila Alice se convertía en un energúmeno con tentáculos y dientes afilados, un circo cuando no había clientes que pudieran ser espantados.

- ¡Alice! – habló la jefa - ¡Que Loretta nos paga bien, trátala mejor!

- ¡Deberías atenderla tú, Sophie, esta bruta me tiene enferma! – se alejó tras la cortina que separaba las camillas de masaje.

Loretta la siguió rápidamente, sus tacones negros sonaron con fuerza en el piso, la alcanzó y la giró con fuerza.

- Te dije que tenemos que hablar, cámbiate de ropa, te estaré esperando afuera – dio la media vuelta y caminó lentamente hasta la salida.

- ¡No quiero! – gritó enajenada, no se podía creer que una tipa más joven que ella, le estuviera dando órdenes.

- Ah – suspiró y se detuvo, ladeó la cabeza y volvió sobre sus pisadas hasta pararse frente a la rubia histérica y mañosa -, es sobre Ethan, por favor, cámbiate y ven conmigo.

El nombre le quebró la resistencia, sus rodillas temblaros y terminaron por ceder, la habitación le dio vueltas… Ethan, el bastardo que había huido despavorido cuando ella le mostró las ecografías sonriente…

Loretta la sujetó un instante y luego la dejó.

- Te espero afuera, estaré en mi auto – traspasó la cortina con rapidez.

Cerró los ojos con fuerza, Loretta… La portadora de malas noticias… Aún recordaba a la niña de 9 años que se había abrazado a su cintura para decirle que su hermano había huido, que no sabían dónde estaba, pero que ella la cuidaría y la acompañaría…

Esa niña con el cabello negro, largo y desordenado, con el rostro siempre sucio y de brillantes y enormes ojos grises, se había convertido en una elegante ingeniera, ya no había rastro de su pasado desastroso al verla vestida con sus conjuntos de chaqueta y falda ajustados de marca Channel. Su cabello estaba cortado en una melena, y su piel blanquísima y brillante… De Ethan, se preguntaba cómo lo habrían tratado esos 16 años de ausencia.

Caminó pensativa, con el alma en un hilo, sintiéndose horriblemente inferior al subirse en el descapotable negro, Ferrari, que conducía Loretta…

- Te hizo bien crecer – murmuró sentándose como si la vida le pesara en cada célula.

- ¿Tú crees? – le sonrió y echó a andar el vehículo - ¿Viniste en auto?

- Nop, vivo cerca y… ¿A dónde vamos? – estaba cansada.

- Al Hilton, quiero comer allí ¿Te molesta? – la miró de reojo, estaba usando unos lentes de sol, la marca DG brilló en las patitas, Alice volvió a sentirse miserable.

- Comeré como la gente rica – apretó su cartera.

Se detuvieron en seco, y en un impulso se miró en el espejo retrovisor, el sitio era elegante a morir, y ella andaba en jeans, polera y zapatillas, de inmediato se sintió fuera de lugar. Extrajo el labial del bolso, al menos se pintaría los labios de rojo, le lucirían con el cabello largo y rubio que le caía brillante hasta la cintura.

- ¿Alice? – Loretta la observó mientras se arreglaba en el retrovisor y se sintió divertida - ¿Me dejas consentirte un poco?

- ¿Ah? – dejó el espejo y miró a la mujer que le sonreía.

- ¿Te espera Sam en casa? – volvió a poner el auto en marcha, los cambios pasaron con suavidad, el corazón le palpitaba.

- No… Se va a quedar en el hospital con… - sonrió, los había visto antes de venirse, abrazándose y hablándose en silencio – El chico que le gusta.

- ¡Guau! ¡Está tan grande! – soltó una carcajada – Moriría por verlo ¿Estás bien con eso?

- ¿Con que sea gay? – se sintió incómoda por la expresión de Loretta, ciertamente ya no tenía razones para ocultársela a su hijo – Creo que se la debo… Además así no corre riesgo de dejarla embarazada y joderse la vida...

- ¿Alice? – se detuvo en el semáforo - ¿No eres homofóbica?

- Tendrías que haberlos visto – sonrió con la mirada perdida -, era como si se aferrara  a un bote salvavidas, nunca pensé que lo vería así de enamorado, me llega hasta a dar celos que mi pequeño ame a otra persona…

- Al menos serás la mujer de su vida – la despeinó y siguió manejando.

- Sí, me conformo con eso – la sonrisa se ensanchó.

Loretta se detuvo en una tienda, se bajó del coche y la esperó, Alice comenzó a sentirse tremendamente incómoda, sobre todo cuando la agarró del brazo y la empujó dentro.

- No puedo llevarte al Hilton en esas pintas, vamos, te invito lo que quieras – la dejó en un aparador y se apartó.

- ¡No! – se giró molesta y se dirigió a la salida - ¡No permitiré que hagas esto!

- Alice – la afirmó de una mano -, te prometí que te cuidaría ¿No? Es ahora cuando puedo hacerlo, déjame consentirte – la abrazó con fuerza -, no es por esto por lo que te traje aquí hoy, pero cada minuto contigo es precioso – enterró el rostro entre sus cabellos de oro.

Se apartó de ella y asintió, el corazón le latía a velocidad de vértigo, Loretta no era como su hermano, ella la hacía sentir tranquila, sentía que era como la tierra firme, aún desde pequeña, huía de la casa de sus padres para acompañarla a los controles, le sostuvo la mano durante el parto, y ella seguía alejándola… No le haría mal dejarse consentir un poco, tal y como ella había dicho.

En cosa de minutos salió de la tienda vistiendo un vestido rosa apegado, con unas joyas plateadas, y zapatos también plateados, la chaqueta que completaba el conjunto era blanca, cuando se sentó en el auto volvió a sentirse como cuando era adolescente y su padres aún no la repudiaban.

- Gracias – se inclinó hacia Loretta y la besó en la mejilla, la otra mujer se sonrojó y apoyó las manos en el volante para hundir su rostro entre ellas - ¿Qué te pasó?

- No me esperaba eso – levantó la cabeza y abrió su bolso, sacó un labial brillante y un pañuelo -. Ven, vamos a terminar de dejarte preciosa – le limpió el labial rojo y aplicó el brillo encima -, ahora serás una muñeca en el Hilton – afirmó su mentón con suavidad, lamentaba tanto que esa noche de ensueño fuese a ser acribillada.

Condujo despacio, observando a esa Alice elegante a la que no veía hace 16 años.

Estacionó y se bajó con ella, entregó las llaves al valet y entraron en el hotel como huéspedes distinguidas.

- Nunca había venido – murmuró nerviosa, se estaba dejando llevar por la amabilidad de Loretta.

- ¿No? Que entretenido es desvirgarte del Hilton – se rió estrepitosamente.

- ¡No seas… - iba a golpearla cuando el anfitrión del restaurant las detuvo, su acompañante seguía muerta de la risa cuando dio los datos de la reservación -. Oye ya, para de reírte…

- No quiero – le cerró un ojo.

Se sentaron en una mesa con vista a las avenidas principales, la noche invernal comenzó a empañar los cristales en los bordes, pero dentro el ambiente era cálido, y las luces del exterior le daban un aspecto romántico a la velada.

Se sirvieron la entrada y Loretta dejó los cubiertos a un lado, se cruzó de manos, apoyó los codos en la mesa y en sus dedos su mentón, estaba tensa, iba a arruinar la noche…

- Alice, te traje aquí…

Alice estaba aletargada, comiendo muy tranquila y relajada, casi había olvidado la verdadera razón por la que se había dejado arrastrar, pero también dejó sus cubiertos a un lado y comenzó a contagiarse del nerviosismo de la morena.

- Te traje aquí – continuó buscando fuerzas en donde no las habían -, porque hay que hablar de Ethan… Porque mi hermano…

- ¡Ya no te des más vueltas y dime! – gruñó impaciente, el nerviosismo le estaba crispando todo el cuerpo.

- Ethan falleció – murmuró con valentía.

- ¿Qué? ¿Cómo? – no supo claramente cómo reaccionar, su mente quedó en blanco, no sentía ni tristeza ni confusión, ni rabia, de pronto se sintió muy vacía, más consciente que nunca de la soledad en la que vivía cada día.

- Mi hermano huyó a Europa cuando nació Sam, allá tuvo un accidente en motocicleta, murió al chocar con un árbol, estaba ebrio – no sentía pena, ese maldito era un cobarde, desde que abandonó a su mujer y a su hijo no nato ella lo había repudiado desde el fondo de su alma -, mis padres quieren que tú y Sam vayan a la ceremonia, así también te otorgarán el seguro de vida que él tenía…

- No – bajó a la tierra de pronto, la voz de la mujer la condujo sobre sus pasos nuevamente, de pronto el vestido se le hizo incómodo, y cuando llegó el plato principal descubrió que no podría comerlo, no había forma de tragarlo -, él murió para mí cuando se fue y Sam… creo que será justo que le preguntes a él si quiere ir, pero yo no quiero ni su dinero, ni verlo cuando lo despidan…

- Alice…

- Loretta, ya sé que doy pena, que apenas puedo con las cuentas y más encima mis padres controlan todo el dinero que me ingresa, es como si me dieran mesada, pero tengo suficiente orgullo, como para rechazar esto, por favor – se irguió rígida en la silla, los ojos plateados de Loretta le dieron un poco de escalofríos, la estaba mirando con temor y admiración.

- Entiendo – se relajó -, envidio y admiro tu entereza – cogió los servicios y comenzó a comer con delicadeza -, me alegro que Ethan esté muerto, sólo espero que su fantasma no me acose mientras te digo que estoy enamorada de ti y que quiero hacerte mía – se echó un pedazo de carne a la boca.

-Estás loca – se le cayó la cara, y la presión arterial también, era perfectamente consciente de sus intenciones, pero era la primera vez que se las echaba al frente de esa manera.

- No – extendió una mano y agarró un mechó de su cabello -, te he amado desde que tengo 9 años, odiaba a mi hermano por tener semejante novia, pero ahora te tengo para mí, y todos estos años guardé silencio – entrecerró los ojos, las apalabras estaban brotando directamente desde su corazón, cada latido era una frase cargada e intensa – porque tenía miedo de que él volviera…

- Créeme – apartó su mano, las palabras le habían puesto la piel de gallina -, que no necesitabas hablar para…

- ¿Para qué se notara cuánto te deseo? – la cara de la rubia la divirtió enormemente – Te amo, Alice, vamos a tener una casita feliz, ya me dijiste que no eras homofóbica…

- ¡Ese es mi hijo, yo soy yo! – apoyó los puños en la mesa, la muerte de Ethan era lo menos importante de esa velada, maldita Loretta que siempre conseguía torcer todo.

- Bueno, la sangre tira – siguió comiendo -. Ahora, no te acosaré ni nada, que estuviste años casada con un bruto que te violaba, así que tuviste suficiente, te conquistaré con dulzura y amor – le sonrió emocionada.

- Por mí puedes morirte – se dedicó a comer, estaba molesta, pero en realidad también compartía la alegría de esa desubicada, sólo que no iba a demostrárselo, porque la muerte de Ethan fue la mejor forma de cerrar su desaparición.

- No me moriré hasta tenerte – ya no la miraba, estaba entretenida con su comida, la tranquilizó el hecho de que su hermano no fuera el protagonista de la velada, podría terminar siendo de lo más emocionante.

*

Volvió a besarlo, los jadeos de James y su tacto lo estaban volviendo loco, era casi como una adicción, recién descubierta e incomparable a cualquier cosa en el mundo.

Él por su parte estaba quieto, en la incómoda posición que sus heridas le permitían estar, aferrándose a ese otro cuerpo tan cálido, tan firme e intenso, que le recordaba a una calidez que casi había perdido por completo.

- Siento que si dejo de besarte me despertaré del sueño – susurró enterrando las manos en sus cabellos azabaches.

- Yo siento lo mismo – cerró los ojos y le dio un besito en la frente -, pero me muero de sueño – le apuntó los calmantes -, subieron la dosis…

Sam levantó la sábana y la miró la pierna, se le revolvieron las tripas, había vuelto a mirar en un impulso y ya no podía dejar de hacerlo, la iba a volver la culpa, pero James lo besó en la cabeza y se sonrojó.

- Yo…

- Dijiste que ibas a cuidarme, no mirar las heridas es parte de ello – le sonrió -, además serán mis cicatrices de guerra – comenzó a reírse despacio -, una batalla por tu amor…

- Ugh – se puso pálido y luego volvió a sonrojarse, no dejaba de ser cierto, pero odiaba ese tono burlón con el que el moreno lo desestabilizaba.

- Quiero salir del hospital – cerró los ojos, la cada cambiante de Sam le daba vueltas en la mente todavía -, quiero ver a Alfonso y que te quedes a cocinarme.

- ¿Por qué crees que haría eso? – intentó actuar desafiante.

- Porque has venido cada día y hoy ya no pudiste irte, ya no te irás, y yo tengo que estar en cama como 2 meses más…

- Mejor te llevaré a mi casa, a ti y al gato, así podré irme al colegio y mi madre… - se estaba emocionando, era cierto que no podría dejarlo, más considerando que James vivía solo y que nadie de su familia se tomaría la molestia de cuidarlo.

- Lo que sea que hagas, sólo no me abandones… - empezó a dormirse.

- No lo haré – lo besó con suavidad y lo ayudó a ponerse de espaldas, luego se estiró a su lado y se apegó, no se quería bajar de la cama, en la mañana lo regañarían de lo lindo, pero no le importaba.

- Sam… - abrió un poco los ojos – No me dejes ir demasiado rápido, no quiero simplemente acostarme contigo y…

- De acuerdo – se apartó un poco, no había pensado en lo que James había mencionado, de hecho a duras penas y se imaginaba besándolo y tocándolo superficialmente -, te obligaré a ir con calma.

- Como si fueras una virgen – sonrió enseñando la punta de los dientes, los ojos le brillaban un poco.

- La verdad es que soy una, así que…

- ¿De verdad? – abrió los ojos como platos y soltó una risita que parecía zona como un ronroneo felino – Que suerte la mía entonces.

- Suenas como un viejo verde – frunció el ceño.

- Por supuesto, no quieres que nadie más me tenga, y yo saciaré mi posesividad siendo el primero – tenía sueño, pero quería atormentarlo un poco más antes de dormirse, estaba simplemente demasiado feliz.

- Hablas como si ya fuéramos una pareja, para el carro – le cubrió los párpados -, no la vas a tener tan fácil, me muero por probarte, pero tampoco va a ser muy entretenido así como estás.

James le sonrió y agarró su mano para a continuación besarla.

- Tú en serio no me querías de esa manera – besó los dedos con suavidad.

- No lo pensé hasta que lo mencionarte – se sonrojó, sus labios le provocaban explosiones momentáneas en todo el cuerpo.

- Te creo – dejó que el sueño lo venciera, seguro de que al despertar vería esos ojos azules de nuevo.

*

La velada terminó sin contratiempos, Loretta la dejó en su casa y se retiró, el vestido ceñido y elegante parecía estorbarle demasiado de pronto.

Entró rápidamente y cerró la puerta, se desvistió camino al baño, dejando todo tirado en un camino hasta el cuarto, donde se dio una larga ducha.

Se tocó los labios, el labial no se había salido, lo restregó hasta que se lo quitó todo… Loretta…

Hacía años que no la veía como una hermanita menor, ni como la hermana de su novio, desde que había crecido hasta pasarla por varios centímetros que se le aceleraba el corazón cuando la tenía cerca… Estaba consciente de que no podría seguir negándose, que su barrera de odio y desprecio se le caería por puras inconsecuencias, pero así como de distinta era de su hermano, era aterrador que le hiciera revivir todas esas emociones…

“Como si otra vez me casara con la  desgracia” pensó, juntando valor para lo que le traerían los días siguientes, deseando que esa idiota se consiguiera un marido, o al menos otra tipa rara como ella y se alejara de su vida.

Alice no estaba dispuesta a renunciar a la tranquilidad que su soltería le otorgaba, se negaba rotundamente a ser blanco fácil del corazón, no otra vez.

Notas finales:

Ustedes dicen que les gustó Alice, a mí igual me encanta ella, por eso cree esta personaje para entender algunas cosas de mi vida xD 

Iba a ser una historia parte, a lo mejor será así, en formato one-shot, o podría subirlo acá mismo... Aún lo estoy pensando.

Bueno, lo mismo de siempre, gente bonita, déjenme comentarios que es la forma en la que las escritoras nos animamos a escribir mucho harto.

Muchos saludos :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).