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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

- No cargo contigo – se sentó en la cama, el comentario le dolió como el hielo -, en realidad me siento responsable de ti… No… - tomó su mano, sin  tener el valor de girarle la cabeza para que lo mirara – ya te dije porque estoy aquí.

Lo sacaron a patadas de la cama y de la habitación, volvió a entrar a la fuerza, se despidió de James y volvió como zombie a su casa. Su madre estaba dormida en el sillón, una botella de licor estaba en la mesita, el vaso se le debió de haber volteado en la noche, y habían ropas tiradas por el suelo…

- Mamá – cerró la puerta intentando hacer el mayor ruido posible, Alice saltó sorprendida y lo miró asustada.

- ¡Sam! – se acomodó el pijama y al mirar a su alrededor comprendió la turbación de su hijo – Me quedé dormida, lo siento…

- ¿Tuviste una mala noche? – comenzó a recoger las ropas, la tela del vestido que tenía entre las manos era de una calidad excepcional – No sabía que tuvieras ropa tan bonita…

- No la tenía – se afirmó la cabeza, al parecer tenía resaca -, me la regaló tu tía, tu tía Loretta…

- ¿Saliste con ella? – estaba entendiendo porqué su madre estaba en aquel estado tan deplorable.

- Me contó algo que debería contarte…

- ¿Qué cosa? – se acercó a ella y dejó las ropas a su lado en el sillón.

- Que Ethan se mató en un accidente – se afirmó las cienes, sentía la cabeza caliente -… Ethan, tu padre.

- ¿En serio? – la miró con curiosidad, la noticia no le produjo ningún efecto, estaba demasiado embriagado por la noche que había tenido… Además ni siquiera había conocido a ese hombre.

- Sí…

- ¿Eso te tiene mal? – levantó una ceja – Te abandonó hace siglos ¿Por qué…

- Créeme que él no es el problema, es que dejó a su hermana detrás y… - estaba volviendo a molestarse – Sam… - se calmó de pronto, el enojo que sentía no le había permitido pensar en que el padre de su hijo estaba muerto - ¿Estás bien con esto?

- No es que esté bien o mal – la miró con extrañeza -, es que no me importa…

- ¿Te gustaría ir al funeral?

- ¿Para qué? – alzó aún más la ceja.

- Para que conozcas a tus abuelos y a tu tía… - no tenía ganas de ver a Loretta de nuevo.

- Supongo que sí, si ese es el asunto.

Alice se levantó y se estiró, definitivamente tenía resaca, pero pretendía pasarla por alto, se sentía renovada, molesta, pero como una mujer nueva. Estaba decidido, llevaría a su hijo a que conociera a su familia paterna, haría justamente lo que sus padres le habían prohibido hacer, la razón por la cual la casaron con esa bestia insensible para ocultar sus errores.

- Pediré comida a la casa – murmuró contenta, el dinero nunca había sido un problema para ella, ganaba lo suficiente en el centro de estética, no tenía que preocuparse por las cuentas de la casa, y Sam estaba becado…

- Los abuelos se enojarán contigo – se levantó detrás suyo.

- Tengo 32 años, que se enojen si quieren.

*

Llegó en la tarde, James estaba en compañía de una chica muy joven con uniforme azul, él se acercó y saludó, el moreno se giró sonriente a mirarlo y le guiñó el ojo.

- Hola – saludó la mujer -, tú debes ser Sam, el niño que siempre viene.

- Sí – se acercó a la cama.

- James me dijo que a lo mejor se quedaba contigo cuando le den el alta… Y – bajó un poco la cabeza, de pronto la sintió incómoda -, como sus padres no han venido, me gustaría enseñarte los ejercicios que tiene que hacer James para que sus costillas se arreglen.

La mujer se puso detrás de James y colocó sus manos con fuerza en sus costillas, a continuación le pidió que respirara hasta que sus manos se movieran.

- Tienen que ser respiraciones profundas – indicó -, deberás encargarte de que haga al menos 20 por día, se irá con un corsé y… Tus padres deberían estar aquí… - su expresión delataba inquietud.

- Maggie – James volteó la cabeza para mirarla -, ya te dije que ellos no van a venir, mis padres pasan viajando y ya tienen otras familias, yo soy lo que sobró…

Sam abrió los ojos, era la primera vez que lo escuchaba, comprendió de pronto porqué él vivía solo, porqué atesoraba tanto a ese gato y porqué siempre tenía esa expresión de frialdad y superioridad… Así también se explicó su turbia vida sexual.

- De acuerdo – suspiró la kinesióloga - ¡Tú – increpó a Sam -, me ha costado un montón rehabilitar a James, será tu deber cuidarlo y que dentro de 2 meses pueda pararse y caminar!

- Sí, yo me encargaré de cuidarlo – lo miró de reojo mientras se fijaba en como la mujer se ponía a explicarle otro procedimiento.

 

Maggie salió satisfecha, ambos se miraron y se sonrieron.

- Que ella estuviera aquí hizo que entrar fuera más fácil – de pronto le pesaba demasiado la vista, estaba rojo como tomate y la intimidad que ambos tuvieron fue abrumadora.

- Lamento que tengas que cargar conmigo como peso… - volteó la cara hacia la ventana, se quedó pensando en la molestia de Maggie, sus padres realmente lo habían dejado olvidado, pero eso no era culpa de Sam, ni de nadie, odiaba sentirse tan desvalido.

- No cargo contigo – se sentó en la cama, el comentario le dolió como el hielo -, en realidad me siento responsable de ti… No… - tomó su mano, sin  tener el valor de girarle la cabeza para que lo mirara – ya te dije porque estoy aquí.

Respiró pausadamente y cerró los ojos, la mano temblorosa que había cogido la suya fue terriblemente desoladora, estaba nuevamente confundido, ni entendiendo que Sam se comportaba extraño porque le gustaba era capaz de darse cuenta de la magnitud de lo que decía… Mucha gente le había gustado y nunca tuvo ni la más mínima intención de responsabilizarse por ellos…

- No te entiendo…

- No importa – tenía un nudo en la garganta, se había imaginado que verlo de nuevo iba a ser una explosión de felicidad y besos y alegría, nunca se visualizó sintiéndose tan triste por la situación en la que James estaba envuelto -. ¿Cuándo se separaron tus padres?

- Mmm – abrió lentamente los ojos -, cuando entré al colegio, era un niño, pero antes de siquiera terminar el proceso ya tenían decidido que ninguno de los dos quería hacerse cargo de mí – la historia que podía parecerle tan terrible a cualquiera, a él le parecía de lo más normal -, pero me lo veía venir, nunca recibí mucho amor por parte ellos, más bien me ignoraban bastante, por eso pasaba más tiempo con mi abuela paterna, que fue la que se hizo cargo de mí hasta que falleció…

La soledad es muchas cosas, para Sam era difícil definirla, su madre vivía con la expresión que James tenía en ese momento, ella patinaba entre los abismos de la locura y la desolación, abandonada… La soledad implica que las personas que no se sienten solas sean atraídos hacia ella, que las víctimas de sus penas les parezcan tratables y atractivas, y en ese momento él quiso ser la razón por la cual James dejase de mirar al vacío como si fuese su hogar, quiso ser la persona que lo acompañase por siempre, sin esperar demasiado, y a la vez esperarlo todo.

- Oye – apoyó su cabeza con temor en el  regazo de James, el cuerpo le quedó colgando, pero consiguió atraer su atención -, yo me haré cargo de que puedas caminar en 2 meses más, y cuando eso pase tendrás que premiarme.

- ¿Premiarte? – estaba cansado, agobiado por todo lo que sentía, se limitó a sonreírle sin ganas, definitivamente ya estaba completamente despierto, el maravilloso sueño de la noche anterior era simplemente demasiado perfecto para alguien como él, para una carga de la que nadie tenía porqué hacerse cargo – Tú me dices y follaremos de la manera que quieras.

- ¿Qué? – se levantó asustado, la expresión horrorosa que James le dedicó enfrió el corazón - ¿Quién te crees que soy? – caminó con molestia hacia la puerta – Volveré en un rato – estaba molesto, no podía creer que le dijera eso sin siquiera sentirse contrariado, y más encima con semejante sonrisa…

James apretó las sábanas, lo había olvidado, se concentró tanto en la rabia que recorría sus venas que olvidó por completo que Sam no era lo que él pensaba de todo el resto… Pesadas lágrimas mancharon la colcha, grandes gotas que brotaban de sus ojos sin detenerse. Odiaba llorar, pero odiaba más a sus padres, a su madrastra, a su padrastro y a sus hermanastros, a éstos últimos más que a nadie, ellos no conocían la desolación en su más pura forma, ellos ni Sam, que siempre sonreía… Y ahora ya ni siquiera lo tenía para que lo sostuviera con sus ojos brillantes y sus sonrisas luminosas, lo había echado y se sentía más miserable que antes por haberle dado una probada a aquella sensación se seguridad tan peligrosa.

Tenía que seguirlo, seguramente estaría sentado afuera de la habitación, al igual que la última vez… Se salió de la cama gateando, no tenía fuerzas y apoyar su pierna derecha no era una posibilidad. Se quitó la vía y ocupó un perchero que había en una esquina para apoyarse y usarlo de bastón. Ni bien dio 3 pasos afuera de la habitación cuando se cayó estrepitosamente. Rebotó en el piso, alcanzó a gritar al sentir como un ramalazo abrumador se apropiaba de todo su cuerpo.

Las enfermeras y el personal corrieron a atenderlo, estaba comiéndose los gemidos de dolor, y Sam no se veía por ninguna parte…

*

Dio varias vueltas por el recinto, pensando que para James todos eran iguales, que desde el principio careció hasta de la más remota e ínfima posibilidad. No podía cambiarlo, la gente no cambia su forma de ser por las puras, mucho menos por un desgraciado con el que compartía tan malos recuerdos…

No quería volver, no sabía de qué forma iba a mirarlo tampoco, se odiaba por haberse arrancado furioso e indignado por ese comentario desdeñoso.

Sin saber cómo, terminó volviendo sobre sus pasos, el pasillo se le hizo interminable, pero el corazón se le quedó en la garganta al ver como varias enfermeras entraban a la habitación de James.

Apresuró el paso, si algo le había pasado en su ausencia se moriría de la culpa. La preocupación que sentía no lo dejaba respirar, cuando entró y lo vio amarrado a la cama, siendo regañado por 2 mujeres a la vez, quiso echarlas a todas y acercarse a él.

Se veía adolorido y decaído, su cara que siempre estuvo serena delataba que su cuerpo no se encontraba bien, pero al verlo se le relajaron los músculos y volvió a parecer un poco más sereno…

Se quedó en la entrada hasta que todos salieron y se acercó despacio, James seguía mirándolo de esa forma aliviada.

- Lo siento – le susurró.

- No importa – se inclinó sobre él y le dio un efímero beso en los labios - ¿Qué pasó?

- Intenté ir detrás de ti y me caí… Se me abrieron los puntos de la pierna, las costillas se movieron, y el hombro casi se me vuelve a salir – tenía el rostro sudado y los párpados hinchados -, quería disculparme…

- Me dijiste algo horrible y obtuviste tu castigo divino – tomó un pañuelo del mueble y le limpió la frente -. ¿Te duele mucho?

- Quiero llorar y gritar – murmuró –, pero eso sólo hará que me duelan más las costillas – afirmó la mano de Sam con su mano izquierda -. Pensé que no ibas a volver.

- Las princesas siempre vuelven por los príncipes – le sonrió, sintió pena por el moreno cuando intentó reírse y no pudo.

- ¿Soy el príncipe? – cerró los ojos relajado.

- O quizás fuiste tú el que volvió a mí – se quedó mirándolo, James era tan guapo que siempre le daban escalofríos, el sentimiento de posesividad se instaló nuevamente en su mente, verlo tan tranquilo le recordó que ese chico le correspondía…

- Sí – jadeó -, ya creo yo también que es lo segundo… Aunque tú eres la señorita virginal aquí – cuando abrió los ojos notó que Sam estaba rojo como tomate -. ¿Qué pasó?

- Nada – se inclinó sobre él y tomó sus labios con delicadeza, el tacto era tan exquisito como lo recordaba, la onda de frío, calor y placer le recorrió la espalda.

- Sam – jadeó -, sé mi princesa.

- No – se rió despacio y se sentó en la cama para hacerle cariño en el pelo -, no te olvides que aún tengo orgullo de hombre.

- Es que yo no sirvo para serlo, soy un idiota, recién te herí y… - el rubio le cubrió la boca con una mano.

- Si le dices a alguien que acepté ser tu princesa lo negaré hasta la muerte – sacó la mano y volvió a acariciar sus cabellos.

La broma le fue devuelta de forma elegante. Tomó la mano que tocaba su cabeza y la besó con dulzura, se estaba enamorando de ese rubio llorón y expresivo, sinceramente se moría de ganas de tratarlo como si fuera una verdadera princesa.

“¿Qué me pasa?” pensó en Sarah, y en todas sus novias anteriores, en lo frío que fue con cada una de ellas, y la forma en la que Sam sembraba calidez y la cosechaba a cada rato dentro de él “¿Qué truco usa pasa hacerme sentir tan tranquilo?”

- No le diré a nadie – le clavó los ojos, él mismo fue capaz de percibir que le provocó escalofríos al otro por la forma en la que lo miró.

- Más te vale – intentó serenarse, la intensidad de la mirada de James había aumentado de pronto, fue plenamente consciente de que no le diría a nadie, y que valoraba que aceptara -. Tus ojos dicen demasiado… - suspiró.

- O tú eres demasiado perceptivo – estaba agotado, el dolor lo tenía mareado -, princesa – la palabra fue un deleite para sus cuerda vocales.

- No, y lo sabes – estaba seguro de que no había forma de acostumbrarse a que otro hombre le dijera princesa “A mi antiguo yo le habría dado alergia” estaba muerto de nervios “¿Por qué me puse tan nervioso?” -, no me digas princesa…

- Lo haré cuando nadie nos escuche – tenía los ojos apenas abiertos, disfrutando de la incomodidad de Sam, de su cara de vergüenza y de lo embriagante que era la situación.

- Esto me supera – se levantó de la cama y se sentó en el sillón, e sentía como león enjaulado.

- Lo siento – volvió a susurrar –, cuando te fuiste me desesperé…

- ¿Te desesperaste? – se volvió a sentar, estaba inquieto.

- Sí, pensé que no me iba a sentir tan mal, pero me desesperó el que salieras – pestañó despacio, estaba empezando a dormirse - ¿Qué me haces sentir?

- No lo sé – tocó sus mejillas y delineó sus rasgos -, pero me alegra que te sientas así – le sonrió -. No me vuelvas a decir eso…

James negó con la cabeza y se sumergió en su mundo de sueños y dolor, lo último que sus labios murmuraron fue “Mi princesa”, y Sam volvió a sentirse como un gato enjaulado y estresado…

Notas finales:

Bueno, varias cosas... La respuesta al yuri me la esperaba, pero creo que en esta historia no pasará de lo necesario (Para las personas a las que no les gusta el yuri)

Me emociona ene esto de que James oculta aún muchas facetas que ni yo le conozco, pero ya las iremos develando y descubriendo juntos (Con Sam también)

Lo mismo de siempre, gracias por leer hasta acá, dejen sus comentarios porque la escritora es feliz y se siente comprometida con todos ustedes.

Saludos y nos leemos pronto!


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