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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

- Sam – se acercó al rubio y lo abrazó, realmente Sam era parte suya, lo adoraba, en fotos, en persona, cuando era bebé, ahora de adolescente… -, por favor llámame.

- Tienes que – la estrechó con fuerza – ayudarme con mi mamá.

Elliot se sentó en el asiento del conductor, su abuela no había hecho más que mencionar a Sam y él y su padre habían saltado dentro del auto, y la visita que seguramente iba a ser de “control y vigilancia” se convirtió en lo que siempre debió ser, una visita familiar.

Kenth era el hermano mayor de Alice, sus rasgos eran muy similares y sus colores también. De ojos azules inmensos y brillantes, cabello rubio y lacio, barba y piel clara, su hijo en cambio tenía el cabello tinturado de un rojo chillón, los ojos castaños y la piel tan blanca como la de su padre, había heredado los ojos de la abuela.

El joven, que contaba con 17 años, echó a andar el vehículo y condujo despacio, llevando a sus padres y abuelos de visita a casa de su tía. Tenía muchas ganas de ver a su primo, pero lo que ninguno de los ocupantes del vehículo esperó jamás encontrarse, fue al menor de la familia bajando de un taxi, seguido de un muchacho de cabello negro y lustroso que se cargaba en él para tenerse en pie.

Georgia carraspeó con fuerza, notoriamente molesta por la escena que se desarrollaba frente a la que consideraba SU casa.

*

Sam se levantó temprano ese día, preparó el cuarto de invitados con ayuda de su tía, y ambos dejaron a Alice durmiendo en su cuarto, la pobre mujer seguía (Gracias al cielo) bajo los efectos del poderoso calmante que la otra le había echado en la bebida cuando había empezado a reírse como maníaca la noche del domingo, previo a la esperada visita de su abuelita…

- Gracias por ayudarme ¿No tienes que trabajar? – salieron de la habitación y observó el reloj de la pared, marcaba las 8 de la mañana… Aún faltaban 4 horas para el alta de James, ya quería tenerlo en la casa.

- Vayamos a buscar al gato ¿Quieres? – estaba al tanto de todos los detalles de la venida del chico – Lo dejamos acá, te llevo al hospital y luego yo desaparezco hasta que tu madre…

Sam la observó comerse las palabras y morderse el labio, le gustaba mucho su tía, le gustaba más que estuviera tan notoriamente enamorada de su solitaria madre y que la adorara con la devoción suficiente como para tragarse sus rechazos y seguir predicándole el mismo cariño y dedicándole las mismas sonrisas.

- Te llamaré cuando se vayan… Ahora que te conozco – cerró los ojos despacio – no quiero perderte otra vez.

- Vale – se sintió profundamente conmovida, estuvo tentada a llenarlo de besos, pero no se sentía de ánimos, aún le pesaban los trozos de corazón que revoloteaban en su pecho sin conseguir unirse.

Salieron en el Ferrari y recogieron a Alfonso, tía Loretta murió de felicidad al identificar la raza del felino, y a este pareció agradarle de sobremanera esa explosiva efusividad con que la mujer lo tomó en brazos y lo besó.

- Es precioso – siguió abrazándolo.

Sam recordó la primera vez que había visto a esa laucha híper desarrollada y concluyó que jamás se le habría pasado siquiera por la mente agarrarlo y besuquearlo de esa manera.

Lo pusieron en su jaula, sacaron la comida, los pocillos y finalmente el arenero y la correspondiente arena, lo cargaron en el vehículo y volvieron a la casa. Una vez que el precioso minino estuvo instalado en la casa, partieron al hospital.

Hacía un clima espantoso, el día estaba heladísimo, pero a Sam se le antojaba que venía un buen porvenir. Ya quería estrechar a James fuera de ese recito tan frío, verlo sonreír y comenzar a ayudarlo para que pudiera caminar y volver a vivir.

Su tía lo acompañó hasta adentro, notaba que ella se moría de una curiosidad que no disimulaba en absoluto.

- ¿Te gusta mucho? – le preguntó al entrar en el ascensor.

- Tanto que me da miedo – evitó mirarla –, tanto que es mi culpa que esté aquí…

Loretta sonrió de forma tirante y le palmeó la espalda.

- Así como te odiaba tanto – murmuró cuando las puertas te abrieron -, creo que tú me quieres decir que gracias a ti él está aquí… Vivo.

El chico se detuvo en el pasillo y asintió, otra vez sentía que su mente le decía una cosa y las personas otra, pero estaban en lo cierto, quizás incluso su propio padr…astro le diría lo mismo que todos le dijeron cuando murió, lo hiciste para salvar a tu madre, de la misma forma en que James le reiteraba que de no ser por él estaría bajo tierra…

Loretta alzó una ceja, cuando el pequeño se le antojó fragilísimo, incluso cuando lo abrazó y le volvió a repetir que ese niño que le gustaba estaba bien gracias a que él lo había sacado… Después de todo, y aunque Alice tuviese la delicadeza de ocultarle la prensa a su cría, en todo el sector se habló de la hazaña heroica que llevó a cabo Sam, el diario y el noticiero hablaron durante los días en que él estuvo hospitalizado de cómo habían muerto Mike y Zack, y que la presa oficial había sido rescatada por uno de los miembros del grupo, que sintiendo la justicia en la sangre lo alzó y lo llevó al hospital…

-… eres un héroe – le besó los cabellos, le asustó confirmar que sentía que ese niño era parte suya…

- Gracias – se aferró a ella un instante y luego se apartó.

Siguieron caminando por el pasillo y entraron en la habitación, eran a penas las 10:30 de la mañana, el moreno estaba más pálido que nunca pero sonreía. Se acercó a abrazarlo, estaba ansioso, notaba que James también lo abrazaba con esa impaciencia.

- Sam – susurró con el corazón latiéndole más rápido.

- ¿Cómo te sientes? – le sacó los cabellos de la cara y se alejó un poco para que su tía lo viera, era como mostrarle su tesoro, se sentía orgulloso de él, peligrosamente orgulloso.

- Mejor – desvió la mirada hacia la mujer y le sonrió -. Buenos días.

- Hola – sentenció ella sacándole toda la formalidad al saludo -, me llamo Loretta, soy la tía de Sam.

- James – la analizó de pies a cabeza… Definitivamente ella y Sam eran familia, sus rasgos eran similares, pero lo que le divirtió fue que llevaran el mismo corte, le picaban las manos por culpa de los deseos que tenía de dibujar esa escena.

- Vaya bombón – habló con claridad, provocando que ambos muchachos se pusieran muy nerviosos, pero James se sonrojó mucho, notó la forma en que la observó y decidió devolverle el favor, ella igual lo había analizado como un escáner de pies a cabezas, después de todo aspiraba a ser el novio del pequeño que había visto nacer -, tu madre tenía razón – se sentó despreocupada en el sofá que Sam siempre ocupaba -, te felicito por el buen gusto.

Se quedaron en silencio un rato, Sam se moría de vergüenza… Su madre ya había expresado su opinión, pero ciertamente no tenía deseos de que James escuchara que hablaban de él.

- Tu madre… - James alzó la mirada, entre Loretta y Sam, terminó riéndose a carcajada limpia, típico de su naturalidad tan sensible. Le importaba un carajo que su futura suegra (La frase quedó reverberando en su cabeza un rato… Se estaba empezando a tomar las cosas muy en serio, más en serio que nunca antes) supiera de la relación, pero sí le alegró saber su opinión (Bombón le había dicho…) - ¿Es que todos ustedes piensan eso de mí? – le clavó la mirada al rubio y sintió como se quebrajaba bajo sus orbes penetrantes.

- No hagas eso – le tapó los ojos, en ese momento se arrepintió de no haberle dicho a su tía que se quedara en el auto, se sentía terriblemente acorralado -, pero es la verdad, no por nada eres el ídolo de la escuela y todas mueren por ti.

- Todos también – habló en el mismo tono de voz que previamente ocupó esa mujer tan graciosa.

- No me extraña – añadió Loretta -, pero Sam también debe serlo.

- Sam – se sacó la mano del rubio de la cara y la sujetó con fuerza, como si temiera a que fuese a huir – era bastante odiado y envidiado, las 2 novias que alcanzó a tener fueron la líder de las porristas y la capitana del club de danza.

Loretta sonrió con sinceridad por primera vez en todo lo que llevaba del día, le alegraba saber que Sam era popular… Era dura la vida cuando uno caminaba al final de la cadena, cuando te acosaban por lesbiana y se burlaban de ti…

- Pero – continuó hablando James -, ahora te van a querer aún más – el rubio pareció sobresaltarse -, porque te dejarás de ser un matón.

La mujer cambió la expresión de su rostro, se volvió rígida al momento que Sam se erizaba como un gato y se refugiaba bajando la cabeza.

- Ya veo… Por eso te culpas – se levantó y sujetó al rubio por los hombros - ¿En qué pensabas?

James observó asustado como el semblante de Sam se oscurecía y como su aura comenzaba a manar los infinitos deseos que tenía de salir arrancando… Se odió mentalmente, había dicho aquello porque lo sentía de verdad, porque percibía a un Sam auténtico y sin trancas…

- En miedo – atajó la pregunta antes de que el rubio alcanzara a responder -, creo que fue una mezcla de factores y malas juntas – tomó su mano - ¿Me equivoco? Me gusta como eres ahora.

Loretta lo dejó ir y asintió relajada, ese chiquillo estaba pasando su prueba. Lo había dejado mal parado, pero con tranquilidad le devolvió su honor a Sam, haciendo gala de sus dotes perceptivas, casi podía entender por qué un muchacho que llevaba toda subida protegiendo a la tontorrona que tenía por madre, se fijó en esa clase de chico.

- ¿Te gusta como soy? – se fue tranquilizando, cuando James sujetó su mano olvidó que su tía se encontraba en la habitación.

- Parece que brillas, Sam – acarició el dorso de su mano -, ya no te oscurece la negación.

- Parece que aceptar que me gustas me vino de maravilla – apretó sus finos dedos un instante, otra vez tenía los nervios de punta y el corazón en la garganta.

Loretta se rió despacito y se acercó a despedirse.

- Bueno, los dejo, un gusto – besó a James en la cabeza -. Recupérate, no sólo eres un bombón de primera, sino que aparte eres muy dulce, cuida de Sam ¿Vale?

- Es SU turno de cuidarme – bromeó, hace mucho tiempo que no sentía esa clase de beso, pensó en su abuela y lamentó que la tía tuviese que marcharse tan pronto.

- Sam – se acercó al rubio y lo abrazó, realmente Sam era parte suya, lo adoraba, en fotos, en persona, cuando era bebé, ahora de adolescente… -, por favor llámame.

- Tienes que – la estrechó con fuerza – ayudarme con mi mamá.

- Sí – le dio un besito en la mejilla y se separó dolorosamente de él -, mientras cuídala, yo iré cuando me llames.

Salió de la habitación, dejando un extraño vacío en ambos.

- Hace mucho tiempo que no veía a alguien tan maternal – murmuró muy bajo, con miedo de escuchar sus propias palabras.

- Ella – no pudo evitar pensar en su madre con el comentario de James, en lo empalagosa y cargante que era – me vio nacer… Y yo la conocí apenas hace unos días, siento que perdí muchos años…

- La tienes ahora – volvió a buscar su mano -, pero en el ahora de ahora… - atrajo la atención de Sam tironeando de su muñeca y llevándosela a los labios – Quiero que sea la hora de irme.

Sintió escalofríos en toda la espalda, pero asintió ansioso y afirmó su rostro.

- En el ahora de ahora, quiero besarte – unió sus labios a los del moreno y cerró los ojos, tuvo que contenerse para no subirse encima de la cama, los nervios estaban consumiéndolo a fuego lento pero constante.

Movió los labios con lentitud, dejándose embargar por su nerviosismo, por la forma en que la sangre comenzaba a circular más de prisa y con más temperatura por todo su organismo. Tuvo que imitar el gesto del rubio y cerrar los ojos. Se sumergió en un océano de explosiones, de sensaciones terribles y nerviosas, quería dejarse arrastrar por la marea, perderse en el fondo…

La voz de Maggie interrumpió el momento, detrás suyo apareció una persona a la que no tenía deseos de ver. Estaba su madre.

James maldijo por lo bajo y apartó de prisa al rubio, la mujer lo miró con asco. El médico entró al cuarto y mientras Maggie y Sam arreglaban su maleta, su madre firmó los consentimientos.

Una vez estuvo listo el papeleo sólo quedaron dentro de la habitación James y un par de enfermeras que se dedicaron a enseñarle a limpiar sus heridas y a vestirlo, al cabo de 10 minutos salió en una silla de ruedas. Olisqueó la tensión existente entre Sam y su progenitora, más aún cuando ella se apartó de la silla de ruedas como si estuviese infectada.

- James – Sue, vestida con la elegancia de una ama de casa que pasa todo el día en el gimnasio y arreglándose las uñas y el cabello, se agachó a su altura y tensó sus labios arreglados con bótox -, para que sepas, venía o me iban a seguir cobrando. Este chico me dijo que te vas con él, te mandaré dinero, tú sabes… No me provoques más gastos, y si te lo vas a follar… Que sepas que al menos es una preocupación menos que tenga tu edad.

La vieron irse moviendo su trasero, seguramente también arreglado en el quirófano. James suspiró pesadamente cuando se fue, de pronto se le había agriado la mañana… Loretta, tan cálida, y luego estaba su verdadera madre, tan amorosa como el depredador más letal.

Sintió como Sam lo rodeaba con los brazos y se supo pequeño y frágil…

“Me estoy cargando demasiado en ti” pensó cerrando los ojos cuando lo besó con suavidad en la cabeza y en las mejillas.

- Vamos a casa – susurró en su oído, rozando apenas el lóbulo con los labios. Sintió en la punta de éstos el escalofrío que el moreno percibió.

- ¿A casa? – cerró los ojos, estaba tan molesto “Yo no tengo casa”.

- Déjame ser tu casa – se apegó aún más a su oído, y en todo casi inaudible susurró -, mi príncipe.

Abrió los ojos de golpe y sonrió. Aferró el brazo que lo rodeaba y se rió con naturalidad. Otra vez estaba Sam llevándose todo lo malo y sustituyéndolo por el presente, haciéndole creer que podía ser alguien más, convenciéndolo de que todo ese cariño que manaba y chorreaba encima suyo lo iba a dejar impoluto.

- Llévame a casa entonces – estiró la sonrisa y lo miró con dulzura.

Tenía el corazón apretado, nunca había visto a una madre tan ingrata, tuvo deseos de golpearla desde que le dirigió la palabra y le dijo: “No sé que haré… ¿Dónde lo puedo dejar?” mientras se afirmaba la cara.

Él reaccionó mal, le respondió con furia que eso no era tema, que James se iba con él, y en cuanto cerró la boca ella lo observó con menos cariño que con el que se observa una cucaracha… Esos ojos verdes asesinos, casi muertos, deseó que los de James jamás estuviesen así. La mujer le sonrió mostrándole los dientes y se arregló el cabello “Me sacaste un peso de encima”, le había dicho antes de ponerse a hablar por celular.

Cuando al fin se fue, cayó en cuenta de que James estaba completamente desprotegido. Su cuerpo se abalanzó sólo sobre él, lo cubrió como si se hubiese transformado en una manta, y buscó las palabras en su mente… Vuelve conmigo, pensó con fuerza mientras hablaba tembloroso, y recién se calmó cuando James suavizó la mirada y le sonrió.

“Eres mío ahora, mi responsabilidad” lo soltó y movió la silla fuera del recinto.

*

Llegaron a la casa con una tonelada de papeles, maletas, calmantes e indicaciones médicas.

El taxista bajó los bolsos y él ayudó a bajar a James. Estuvo tentado a alzarlo en brazos, pero el auto de su abuelita, estacionado detrás del taxi, lo convenció de que hacer eso sólo iba a conllevarle problemas a su ya muy estresada madre, que salió perfectamente arreglada y preciosa a recibir a todas las personas que venían llegando.

 

Notas finales:

Capítulo denso (Ando densa)

No quería subir porque esperaba más reviews, pero sino les subo ahora no subiré jamás porque este es mi último momento de libertad y este capítulo sino lo escribía ahora... 

Loretta y James son mis niños en esta historia, madre e hijo me encantan, pero Loretta y James se llevan mi amor absoluto. Es que uno es negado a todo y cuático, y la otra es tan sincera que da miedo.

 

Bueno, me han leído mucho y yo se los agradezco siguiendo con esto, ya la cosa cambia... JAMES SALIÓ DEL JODIDO HOSPITAL, y soy feliz!

Espero sus comentarios, les agradezco toda la fidelidad de siempre y les mando mucho amor a ustedes también!

Nos leemos (espero que) pronto!!


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