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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

Yo nunca pensé que iba a estar acá escribiendo el capítulo número 21.

Reitero la advertencia del capítulo anterior, no se queden pegados y disfruten.

Loretta estuvo ausente toda la jornada, su trabajo como siempre fue impecable, pero no podía sacarse a Alice de la mente, ni a su agria familia… Respiró pesadamente al subirse al vehículo, encendió el motor y colocó un compilado de penosa música romántica para así sentirse peor. Ella jamás tendría aquello por lo que cantaban todos esos estúpidos, ella no tendría a la mujer que tanto amaba. Giró en la intersección y presionó el acelerador al entrar a la carretera… Sí, se le iba a cada instante, porque…

- ¿¡POR QUÉ TUVE QUE SER MUJER!? ¡¡MIERDA!! – gritó a los cuatro vientos.

La Alice que conoció cuando su estúpido hermano la llevó, era pequeña y menuda, tan guapa, tan inalcanzable, tan preocupada de mirar a Ethan a cada instante, temerosa, avergonzada, misteriosa, exquisita… Apretó el volante con todas sus fuerzas y se largó a llorar. Cantaba Adele que podrían haberlo tenido todo de no haber sido por la estupidez, cantaba su corazón que si fuera hombre esa rubia le devolvería con menos horror el amor envuelto en caricias y cuidados…

¿Por qué una mujer como ella, tan pasada a llevar por todos se negaba con tantas fuerzas a aceptar el amor que le ofrecía con tanta devoción? No le pedía nada… Volvió a acelerar, por un segundo se le pasó la idea de matarse en ese instante. Lentamente retiró el pie, quizás por eso, porque no le pedía nada.

“Crees que no me mereces…”

Alice mientras estaba acurrucada en su cama, había fingido dormirse para dejar a su hijo en paz, leía en sus manos las ganas que tenía de ir a meterse a la cama de James… Estaba preocupada y asustada, no quería que lo lastimaran, su madre la odiaría por permitirle aquello, su madre la que no lo veía sonreír mientras le daba besitos a ese chico tan guapo, no lo veía relajado y confiado…

Ser gay, pensó en Loretta, cómo estaría, la había notado muy triste antes de que se fuera en la mañana…

“Me propasé” se sentó en la cama y se agarró la cabeza…

Georgia ya no estaba, su hermano y su esposa perfecta tampoco… Ni tan perfectos, Elliot era más gay que su propio hijo, se tragó la sonrisa, eso no lo hacía ser menos, tenía que empezar a cambiar esa manera estúpida de pensar, tenía que buscar a Loretta ¿Es que acaso no había normalidad a su alrededor?

Se levantó de la cama y se miró en el espejo de cuerpo completo de la puerta, era la misma mujer de siempre, con el pelo más largo y una expresión de cansancio más intensa.

- Normal… ¿Eh? – se repitió que seguía siendo la misma… La misma tonta que estaba hasta la coronilla de los hombres, estúpidos y machistas “Ya sé que no son todos iguales”

Le gustaba su rutina, le encantaba tener que vérselas sólo con su hijo y echar a Loretta a patadas… Loretta, siempre estaba allí, aunque se quedara con el pijama puesto todo el fin de semana y no se bañara, aunque se la pasara comiendo helada y borracha los días Viernes…

Corrió por el cuarto y tomó el móvil, no podía creer lo que estaba haciendo, pero marcó el número de esa mujerzuela y la llamó, la espera se le hizo eterna…

- ¿Qué quieres…

Dio un respingo, su voz sonó tan gélida que creyó que la mano se le iba a congelar, era la primera vez en la vida que la oía así.

Loretta estaba en plan de chillar las penas cuando empezó a sonarle el teléfono, pensó en no contestar, pero se detuvo en una gasolinera y estiró la mano al bolso, procedió a encender un cigarro y contestó después de darle la primera calada al cilindro, el corazón se le había detenido al ver quien era la idiota que importunaba su ritual de amor no correspondido.

“Mierda, no quiero que sepa que lloré” pensaron al mismo tiempo cuando el tono de espera cambió.

- ¿Por qué me contestas así? – se tragó el pánico.

- Porque tú jamás me llamas – echó el humo por la boca, estaba fumando tan histéricamente que ya iba más allá de la mitad.

- Lo siento… - fue como vomitar – Loretta, yo no sé qué puedo ofrecerte… Por eso, olvida lo que te dije en la mañana.

A Loretta se le cayó el cilindro y se le quedó el pulso estático, se imaginó que sonaría como en las películas.

- Me dijiste que era lo máximo y que no necesitabas…

- ¡Ya sé lo que te dije! – gritó apretando el aparato – Ya lo sé… Podrías ¿Podrías venir?

- ¿A tu casa? – no conseguía retomar la compostura.

- Sí…

Cortó la llamada y encendió otro cigarro, se moriría de cáncer, claro, eso siempre y cuando Alice no la matara con esas salidas de humor y de cambios de pensamientos que tanto le encantaban.

- Más te vale que no me estés ilusionando por las puras – encendió el motor y enfiló camino a la casa de la rubia, se limpió las lágrimas y se arregló el maquillaje en los semáforos.

*

Lo tumbó en la cama, James se sujetaba a su espalda y permanecía con los ojos cerrados, sus labios le temblaban pero seguían moviéndose, temiendo que si se detenían bajo cualquier circunstancia se moriría. Respiraba pesadamente, hacía un rato ya que sus exhalaciones se habían convertido en jadeos.

- Ahora es cuando… - le afirmó la cara, casi se infartó cuando James lo observó con sus penetrantes esmeraldas - ¿Las parejas hacen el amor para celebrar?

- Sí, pero olvídalo – lo atrajo hacia sí y le sonrió, estaba temblando de la cabeza a los pies -, sería muy fome – soltó una cristalina carcajada, quería retomar el control de las situaciones, en vez de eso a cada instante los nervios lo consumían con mayor intensidad -, no puedo ni moverme.

Sam se sonrojó y escondió la cara en su pecho, no podía creer lo que le había dicho, la risita de James lo removió por dentro. Escuchaba claramente los latidos de su corazón… “No pienso en eso” se había dicho tantas veces, pero así era ahora, así cuando el corazón hablaba más fuerte que la mente.

- Sí… Estás temblando – se estiró en la cama y lo rodeó con los brazos.

- No me pongas en evidencia – le tiritaban hasta los labios -… A menos claro que – se ladeó haciendo un esfuerzo terrible por el que tuvo que tragarse varios gemidos – quisieras sentarte en mi… - se sorprendió, no podía ser tan directo, le avergonzaba estar tocando el tema “Esto es nuevo”.

- ¿Qué significa eso? – estaba completamente escondido, sentía rojas hasta las orejas - ¿A menos que quiera sentarme dónde? – la situación era tan vergonzosa que le estaban entrando ganas de reírse.

- No me hagas decirlo – enterró la cara en sus cabellos -, pero no quiero traumarte…

- Vaya ¿Ibas a cederme el papel de dominante? – sin querer se largó a reír y se aferró a sus hombros.

- Es tu primera vez, no quiero que sea un fiasco con un idiota metiéndote…

- ¡No lo digas! – chilló, la risa a penas lo dejaba hablar - ¿Cómo piensas que lo haga si no tengo idea de cómo… Planeabas guiarme acaso?

- Sí – la risa nerviosa era contagiosa, ya no sabía se temblaba de nervios y vergüenza o de tanto reírse -, iba a guiarte, tampoco quiero morirme de dolor, pero si me cedes el lugar…

- ¡No quiero planear eso! Mierda, tengo tan malos recuerdos de esto y ahora me estás proponiendo – recorrió su espalda y las manos se colaron bajo la tela del pijama. Se encontró con el corsé, pero subió hasta clavar las manos en la piel de sus hombros, la sensación exquisita de su piel recorrió todo el camino de vuelta hasta su cerebro, fue una hazaña procesarla – con esa soltura…

- Sam – le levantó la cara - ¿Dónde tienes las manos?

- No seas grave – gruñó -, regáñame cuando haga esto -, en una salida de confianza impresionante bajó las manos y las sacó de debajo del pijama. Procedió a apretarle las nalgas y con eso obtuvo otra información casi imposible de definir y clarificar.

James dio un respingo y le enterró los dedos en la espalda, lo miró impresionado y se inclinó a besarlo, casi devorando sus labios. Con otro esfuerzo sobre humano, movió su brazo derecho y sujetó las manos de Sam.

- Sigue – susurró -. No es soltura, idiota, es que…

Su mirada estaba cargada de deseo, la voz del moreno no hizo más que romper la poca cordura que le quedaba, no podía creer que días antes le había dicho que lo iba a frenar… Iba a seguir, no podía detenerse, ese beso aumentó la intensidad mientras más fuerte apretaba sus glúteos, una de sus manos descendió por su pierna, las había tocado en la tarde, pero le parecieron nuevas y exquisitas, realmente odió que tuviera esos fierros…

- James, no tengo idea qué hacer ahora – le impresionó que su mirada no lo aterrara – la verdad jamás me planteé estar abajo o arriba – iba a meter las manos bajo la tela, pero el otro lo detuvo en el aire y le negó con la cabeza.

- Me estoy muriendo de ganas, pero a penas respiro, ten piedad – le sonrió –. Igual es nuevo para ti hablarlo.

- Ssi… ¿No era yo el que tenía que frenarte? – se separó de él, le supo tóxico y enviciante al hacerlo.

Agradeció haberse puesto de lado, así no sería tan evidente que realmente se estaba muriendo de ganas, Sam parecía tener el deseo bajo control…

- Oye sí, yo soy el lisiado aquí, tienes que frenarme – le tocó la cara con suavidad -. Piénsalo y decídete, estaré bien con lo que elijas.

- ¿Por qué me dices eso? – cerró los ojos y atrapó su mano.

- Porque no me gusta que me la metan – le divirtió la cara de horror de Sam -, pero…

- ¿Lo soportarías? – casi se le había salido los ojos de las cuencas. El otro asintió y a la vez negó con la cabeza – Estás pensando que no sería del todo malo – tensó los labios cuando James asintió y le volvió a sonreír con tranquilidad -… Ah – suspiró -, no consigo calmarme… Prefiero que sea al revés – le dio la espalda, no podía decirle esas cosas de frente -, no tengo ni la menor idea y confío en tu experiencia… Maldita sea, me molesta tu experiencia.

Se mordió un labio y lo abrazó por detrás… Cucharita… Respiró en su nuca.

- Ahora estoy aquí contigo, gracias por confiar en mí – su mano izquierda recorrió un camino desde sus labios, bajando por su cuello, sus clavículas, pecho, vientre y se quedó aferrando el hueso ilíaco por encima de la cintura del pantalón -. Detenme cuando quieras – agarró el lóbulo de su oreja con los dientes y lo mordió son suavidad.

- ¿Qué… - observó el recorrido de su mano con horror… La mano de un hombre. Quiso empujarlo, otra vez su cuerpo inquieto comenzó a despertar, la respiración se transformó en un jadeo rapidísimo y se arqueó hacia atrás.

James tocó su piel y le dio pequeños mordiscos en el cuello, quería tocar hasta la última fibra de ese chico que tenía al lado, se preguntaba qué sabor tendría y estaba deleitándose con sus jadeos. Sam afirmó su brazo cuando empezaba a pasar los dedos bajo la cintura del pantalón pero lo ignoró. Besó su cabeza con devoción, aspirando su esencia, iban a terminar celebrándolo…

- Sam ¿Qué hiciste para que me enamorara de ti?

- No lo sé – jadeó, quería detenerlo, sus nervios empezaron a aterrarlo -, tratarte horrible ¿Te sirve?

- Tan sincero… - subió la mano y la introdujo bajo la polera, era aún más excitante saberse el primero en recorrer ese camino, el primero en provocarle esos escalofríos – Me mostraste algo que nunca tuve.

- ¿Qué cosa? – tenía la espalda completamente arqueada.

- Calidez – susurró directamente sobre su oído, dejando que su aliento se deslizara.

*

Loretta se bajó de automóvil, Alice estaba apoyada en la puerta vistiendo ese precioso atuendo que ella le había comprado. Caminó con fuerza, haciendo sonar las pisadas y se plantó frente a la rubia.

- ¿Qué me ofreces? – se puso las manos en la cintura y la observó con determinación.

- Ahora, un vaso de whisky, mañana no tengo idea.

- Estoy harta – siguió caminando, acorralándola. Cerró la puerta a su espalda y apoyó ambas manos a los costados de Alice, la tenía atrapada entre su cuerpo y la pared - ¿No entiendes que te amo?

- Por supuesto que lo entiendo… - intentó empujarla pero no pudo.

- ¿Qué me ofreces? – repitió la pregunta, escudriñándola con los ojos como si fuese a destrozarle hasta el último hueso.

Alice se mordió los labios y se colgó a su cuello, la besó en los labios y la atrajo aún más, Loretta no le respondió el beso de inmediato, pero ella no se apartó, la otra rodeó con fuerza su cintura y cerró los ojos, le temblaban las rodillas, no podía creer lo que había hecho.

La sintió pequeña y poderosa, tal y como se la había imaginado cuando su hermano se la presentó a sus padres… Tan exquisita, su olor la invadió, el primer beso después de una vida deseándolo…

Notas finales:

No me odien mucho <3 Yo los quiero a todos ustedes, la cantidad de lecturas que tiene esto me hace tan feliz que ni les cuento :) Y tantos comentarios, en serio que felicidad.

Espero leer sus opiniones y nos leemos pronto.


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