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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

Fue terrible, este semestre fue un parto ¿Qué les puedo decir? 

Que me feliciten porque aunque me eché la suerte de una vida, la escritora aquí, pasó todo!! 

Yey por míiiiii!!!

Así que más James y Sam sólo para ustedes, sus lecturas y comentarios. Disfruten!

Despertó completamente vestido sobre su cama, por un segundo pensó que vería a James a su lado, pero los recuerdos se deslizaron con potencia dentro de su consciencia.

Detuvo sus manos y echó la cabeza hacia atrás, el otro soltó una pequeña carcajada y se apartó.

- Al final lo hiciste – se estiró cuando largo era y suspiró, su cerebro casi se había quedado sin sangre y le temblaban un poco las manos.

Sam asintió y se quedó inmóvil dándole la espalda, todos sus sentidos parecían disparados, una explosión en conjunto desencadenada con una potencia arrolladora. Le aterró pensar que aquellas eran las manos de un hombre, porque se estaba fundiendo con ellas… Quería fundirse con ellas, pero no así, se recriminó internamente por actuar como una virgencita cualquiera, pensando que su primera vez tenía que ser especial y toda esa sarta de estupideces…

“No, porque es él necesito que sea… No así”.

Lo observó un rato, tan quieto y en esa posición tan vulnerable, sin saber lo que el otro se estaba recriminando, él comenzó a retarse, se había apurado demasiado, terminó asustándole… Tenía tantas ganas de comérselo a cucharadas que no pensó en lo que Sam consideraría apropiado…

- Lo siento, me ade…

- Tú mismo lo dijiste – lo interrumpió y se volteó, quedó boca abajo, necesitaba ocultar ciertas partes que no deseaba hacer notorias -, no ahora que estás tan herido…

- Ahm… - abrió mucho los ojos, su rostro cambió paulatinamente hasta dibujar una expresión tremendamente felina - ¿Pensaste que iba a llegar hasta el final?

Sam se sonrojó, las ganas de molestarlo volvieron a incrementarse, podía notar como ingresaba el fluido hacia su sistema nervioso.

- ¡Final o no me ibas a tocar! – contestó exaltado, pero terminó más humillado cuando James empezó a reírse.

- Anda, vete a tu cuarto, tienes razón princesa, iba a tocarte – parpadeó despacio y ralentizó sus carcajadas -, por eso mejor no duermas aquí, no tengo control de mis deseos.

- ¿Vas a violarme si me quedo? – a las alturas de la conversación él ya tenía la cara enterrada contra la cama.

- No te garantizo nada… Quizás te convenza, pero – se giró despacito y lo abrazó con suavidad -… Hoy estás agotadísimo, ve a descansar.

Asintió y se sentó, extrañamente convencido arrastró sus pies por el pasillo, ese subidón de adrenalina lo había agotado, tal y como James le dijo. Se sentó en la cama y fue entonces cuando su cuerpo recobró plena consciencia de su estado. Se cubrió con la manta y se sumergió de lleno en el sueño, ya no valían ni su abuela ni su primo, el llanto de su madre se perdía entre esa marea imparable de cansancio.

La luz de la mañana ordenó sus pensamientos, el reloj marcaba recién las 9, se preguntó si James estaría despierto, pero antes que todo se daría una ducha, le dolían las extremidades por culpa del jeans.

*

Loretta dejó de besarla para sacarse el abrigo y la hizo caer, de un empujón, en la cama, Alice la miró con una expresión entre vacía y confundida, la morena se sentó en el borde y suspiró, internamente se había resignado a despertarse del sueño… Tenía la posibilidad al alcance de la mano y ella estaba dando un paso atrás.

- ¿Qué pasó? – la rubia también se sentó.

- ¿Qué te pasó a ti? – apoyó las manos en sus rodillas y se concentró en ellas para no mirarla.

- ¿Lo dices porque te llamé?

- Lo digo porque vino esa bruja con su séquito… Lo digo porque me besaste, y sí ¡Lo digo porque me llamaste! – levantó la cabeza y clavó la mira en aquellas fuentes azules que de las que manaban una cantidad impresionante de lágrimas, por un instante le entraron ganas de echarse a correr fuera de allí.

- Quería verte – chilló.

- Alice ¡Déjate de llorar! – sujetó sus hombros con suavidad y le tapó la boca – Apuesto a que llevas un montón de rato en eso ¡¿Por qué carajo esa bruja te sigue afectando tanto?!

- ¡¡Porque controlan mi sueldo y mi vida, y estoy cansada!! – liberó sus labios y afirmó con fuerza la mano de esa mujer.

- Ah claro, y el acto de rebeldía soy yo… - se puso de pie y se liberó de su agarre – Ya me parecía demasiado bueno el que me llamaras – se volteó.

- Oye no – rápidamente se abrazó a su cintura -, de verdad quería verte – sintió que si no la sujetaba con toda la fuerza que tenía ella se marcharía… -, estoy cansada y siempre me dices que confíe en ti… Siempre he sido lo que quieren que sea y siempre me sale mal… La vez que los desafié quedé embarazada y jamás me lo han perdonado… - si Loretta se iba sería completamente miserable, la necesitaba allí - Loretta, tú eres la única persona, aparte de Sam que ve en mí a alguien capaz de poder hacer lo que se propone… - porque Loretta, aún sin mirarla, le estaba transmitiendo el calor que no era capaz de producir por sí misma en esas condiciones.

Suspiró profundamente y se tragó las lágrimas, la emoción del momento parecía haberse podrido dentro de sus venas, contaminándola por completo y haciéndola temblar… Odiaba profundamente la poca autoestima que la familia de la rubia había sembrado en ella, los temores que florecían y los castigos con los que la mortificaban…

- Tú eres quien eres y puedes mover mundos – notó como soltaba un poco la fuerza -. Vale, no me iré, pero déjate de crearme cintura.

- Lo siento – habló contra su espalda y la soltó -, me sentía tan sola…

Giró la vista por el cuarto, un par de repisas colgando, un clóset inmenso y un espejo contra la pared contraria. La madera de los muebles era clara, la cama al centro tenía un cobertor azul, lo había cambiado… Alice seguía con la cara apoyada en la curvatura de su espalda, respiraba nerviosa y sentía el calor de cada exhalación contra su piel.

- Necesito que me prestes ropa de noche – dio la media vuelta y se metió a trajinar el ropero, Alice la observaba aletargada. Encontró la ropa de cama y sacó dos pijamas -. Vamos a dormir, deja que nuestras yos del mañana se ocupen de este lío – le arrojó el conjunto a un lado, el suyo lo dejó en la cama y empezó a desvestirse dándole la espalda.

La tensión del ambiente parecía haberse establecido para quedarse. Loretta se quitó una a una sus prendas, Alice no le despegó la vista, su cuerpo era exquisito y la piel marfileña estaba manchada en distintos puntos de la espalda por pequeños lunares oscuros… Un caminito, pensó al contarlos… condujo sus manos con torpeza hacia sus prendas, desabrochó el vestido con parsimoniosa lentitud y se lo quitó junto al sostén. Se pasó el polerón del pijama y cuando se quitó el vestido se calzó los pantalones. Loretta terminó un poco después, le costó bastante quitarse de los pies los zapatos de tacón para poder colocarse el pantalón.

- ¿Vas a dormir aquí? – susurró ansiosa, no quería que se le fuera a ninguna parte.

- Dime tú – dobló su ropa y la dejó junto a su bolso sobre una silla. Buscó su abrigo por el piso y al hallarlo lo dejó descansar en el respaldo.

- Quédate – gateó por la cama sin mirarla y se metió debajo, escuchó atentamente sus movimientos y se alegró cuando la morena se metió por el otro lado y se recostó.

- Cuéntame tu día – se tapó, recordaba aún los escándalos que Alice le hacía cada vez que intentaba tocar siquiera su cama. Las sábanas le supieron frías y extrañas, no se sentía bien allí… “La cama que compartiste con otro” le causó gracia que su veta celosa apareciera justo en ese momento.

- No, ya te lo sabes de memoria… Y para variar me seguirán dando mesada…

- Alice… ¿Qué pasará cuando Sam se vaya de la casa? – apretó las cobijas.

- No lo sé, probablemente me hagan volver con ellos – cerró los ojos, demasiado cansada para pensar en algo.

- Siempre podrías escaparte – murmuró aumentando la presión de sus manos.

- Puede ser que me escape contigo…

Loretta volteó rápidamente la mirada para encontrarse con una Alice profundamente dormida. Ahogó un grito de frustración y de volteó bruscamente, cerró los ojos, estaba demasiado molesta para dormirse…

Se levantó resignada, furiosa y confundida ¿Escaparse con ella? Ya no era la misma cría que se creía todas esas mentiras, estaba demasiado corrompida, demasiado desilusionada.

Echó a andar por el pasillo y vio a Sam irse a su cuarto como un zombie tras salir de la habitación que recordaba haber arreglado. Alzó una ceja, quizás ese chico, James, le ayudaría a dejar se pensar…

Se deslizó burlándose de sus ideas de mocosa y entró despacio, James se sorprendió al verla y terminó sonriéndole, de haber sabido la mujer que ese niño la consideraba cálida como una madre se habría partido de la risa.

El gato pelado estaba a los pies de la cama, rápidamente se acercó a él.

- Es el animal más feo y adorable que he visto – lo alzó y comenzó a acariciarlo, el animalito ronroneó feliz.

- Hola, no le diga así… Él es…. ¿Se encuentra bien?

Loretta suspiró y se sentó en la cama, dejó a Alfonso en su regazo.

- Es un animalito precioso, dicen que todo lo que tiene mucho amor es hermoso ¿No lo crees? – lo miró de reojo – Tú eres guapísimo…

- Mi caso ha de ser un milagro entonces – le sonrió.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque soy un descarriado solitario, no debería ni siquiera estar aquí… ¿Y usted?

Loretta le sonrió y se acercó a la cabecera, le agarró la cara por el mentón, los ojos del chico fulguraron de forma extraña, revelando mucha curiosidad.

- Yo tampoco debería estar aquí… - lo soltó y le acarició la cabeza.

- No sabía que estaba aquí, por eso me sorprendí.

- Yo sí sabía que estabas aquí, pero no pensé que iba a terminar viniendo a verte… Dime ¿Qué te trajo aquí?

- Lo mismo que a usted… - cerró los ojos - ¿Le gusta la mamá de Sam, o alucino?

Loretta se echó a reír despacio y asintió.

- ¿Cómo te diste cuenta?

- Bueno, el radar gay…

- Pero a ella no le gusto.

James se quedó muy quieto viendo como esa mujer se tornaba sombría y densa, no conocía lo suficiente a la mamá de Sam, pero intuía que era una persona alegre e inocente, en cambio la mujer que tenía en frente era muchísimo más fuerte, más cálida y directa, casi como si fuese un solo ejército contenido en ese cuerpo menudo y estilizado. La abrazó y recargó la cara en su vientre.

- Yo no tuve una madre, pero me pregunto si se sentiría como usted… Capaz de proteger a muchas personas – Loretta siguió acariciando su cabeza -. No sé bien qué piensa la mamá de Sam, pero si está aquí ahora es porque ella la considera su refugio…

- Gracias… Eres muy perceptivo.

- Soy pintor…

- ¿De verdad? ¿Por qué no me haces un retrato? – no podía creer que un niño de 16 la hubiese tranquilizado, entendía demasiado bien el porqué de la devoción que Sam sentía hacia él.

- Vale, cuando me deje de doler el hombro…

*

Sam se encontró a su tía durmiendo enrollada a los pies de la cama de James, con Alfonso en la barriga y al moreno jadeando en silencio… Se acercó lentamente, de su pelo dorado caían gotitas de agua.

Se inclinó en la cama y James pareció entre sorprendido y aliviado.

- Me… duele…

- ¿Qué pasó? – se arrodilló en la parte de la cabecera, para escuchar los susurros de James.

- Nos dormimos poco después que tú… Pero me desperté hace un par de horas… Sam, me duele… - cerró los ojos, pesadas gotas de sudor frío cubrían todo su cuerpo.

Sam se levantó asustadísimo y recordó cuando estaban en el hospital. James le había dicho que le preguntara por el dolor cuando los efectos del calmante pasaran… Por lo visto eran insoportables… Recorrió la pieza buscando los calmantes en el bolso, se dio cuenta de que habían un par de jeringas y unas pastillas…

- James – su voz temblorosa despertó a su tía -, acá hay cosas inyectables ¿Cómo carajo te pongo eso? James…

- ¿No hay… pastillas? – gimió.

Loretta despertó sobresaltada, la imagen del chico tiritando de dolor y de su sobrino con las jeringas la dejó del todo alerta.

- ¿Qué pasó? Sam… - preguntó ansiosa.

- James, tiene mucho, mucho, dolor… No sé qué hacer ¡Tía!

La mujer salió al pasillo, había escuchado inyectables en su letargo, así que se fue a despertar a Alice, la rubia pareció alarmarse, la cara de nerviosismo de Loretta era de muerte.

- Alice, hay que pinchar a James, calmantes…

Alice se levantó y la dejó atrás, llegó al cuarto y le quitó los medicamentos a su hijo.

- Sam, cálmate, ayuda a James a desvestirse, yo me encargo.

El chico asintió y fue a ver a James que temblaba y estaba muy pálido. Le quitó las mantas y agradeció que estuviera boca abajo… No fue capaz de desvestirlo, sólo lo abrazó por encima y dejó que su madre hiciera el resto…

- Olvidé que mi mamá sabe primeros auxilios… - le besó la cara mientras le administraba los calmantes - ¿Qué fue lo que pasó?

- Esta bien… Yo quería ir al baño y me giré y… - apretó los dientes, las agujas no eran su cosa favorita en el mundo para nada.

- Idiota… No debí dejarte solo.

James le sonrió y asintió, la medicina le provocó un afecto de letargo muy poderoso, se quedó profundamente dormido…

- Ya – Alice lo sujetó por los hombros -, ya está bien, tiene que haber dormido poco por el dolor, déjalo descansar.

- Gracias mamá – le dio un último beso en los labios y se apartó, luego fue nuevamente consciente de que su madre estaba allí y se asustó.

- Estará bien – recapsuló la jeringa con cuidado y salió del cuarto, demasiada adrenalina en un minuto, quería volver a la cama un rato más…

Salió del cuarto y se encontró con Loretta que la miraba temerosa, se prometió ser grande frente a ella por primera vez y la sujetó del antebrazo.

- Venga, es temprano, vamos a dormir un poco más.

La morena asintió y se dejó conducir, tenía que llamar a la empresa avisando que no iría…

*

Sam se metió muy despacio en la cama, tenía puesto el pijama, y la prenda era muy ligera, se sintió de pronto muy expuesto.

James respiraba lentamente, le tocó la cara con suavidad y se pasó su brazo izquierdo por la espalda, el gesto removió un poco la consciencia del otro, que abrió sólo un poco los ojos y le sonrió, fue como una rayita verde fulgurante.

- Lo siento, te asusté… - susurró.

- No te volveré a dejar solo – le tomó la cara para darle un beso.

James asintió y lo atrajo hacia sí, le sujetó la nuca y profundizó el beso, finalmente le mordió despacito la punta de la nariz y cerró los ojos.

- Tengo mucho sueño.

- Duérmete, yo me quedaré aquí – le dio besos en las mejillas, el mentón y el cuello. Se veía tan frágil que se llegó a angustiar “Pensar que anoche me echaste porque podrías violarme, idiota… Perdóname por hacer que quedaras así, ya nunca más, ahora te cuidaré”.

Notas finales:

Les corté el lemon por piedad a James, pero no falta mucho, este capítulo es de transición, fue mucho, para ellos y para mí (Para ellos fue un día, para mí un mes terminando un semestre, paros malditos xD)

La verdad se me habían quitado las ganas de seguir, pero no puedo dejarlos, como que me sentiría traidora, así que los dejo esta noche, más la promesa de que el capítulo nuevo vendrá muy pronto.

 

Saludos!!


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