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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

Volví, abajo explico la razón de mi ausencia, pero enjoy el capítulo.

 

Empujó suavemente a Sam contra la pared y lo besó con furia, se comió sus labios en un suspiro. Sujetó sus caderas y al soltarlo le dio un mordisco en el cuello. El rubio estaba jadeando, aún presa de la sorpresa, el corazón se le detuvo al sentir los labios calientes del otro en el lóbulo de su oreja.

 

James observó a Sarah y dio una vuelta a su alrededor haciendo el intento de evitarla, ella lo cogió del brazo y se le acercó.

- Ya que no tienes al cachorrito que te mordió ¿Podrías hablar conmigo?

- Oh ¿Te ha vuelto el interés? – intentó hacerle el quite, pero su deficiente equilibrio se lo impidió, tuvo que conformarse con clavarle su gélida mirada.

- Esos ojitos tuyos no me intimidan, quiero hablarte… Por favor – lo tiró despacio.

- ¿Puedo decirte que no?

- Puedes decirme lo que quieras, yo no te soltaré – apretó las manos alrededor de su brazo y le devolvió una mirada de intensidad similar.

-  Vale.

Sarah lo guió al parque que quedaba cerca del colegio, se sentaron en una banca.

- ¿Y cómo es encamarse con otro hombre? – le gruñó, por algo él y esa chica habían durado tanto tiempo, su carácter fuerte y ácido era el complemento perfecto ante su falta de amor hacia ella, le bastaba con lanzarle unas palabras cargadas de odio para aparentar que la relación estaba como antes.

- Eso lo sé hace años, pero a Sam no lo he tocado – le sonrió con ago de dulzura en la mirada, la otra soltó una amarga carcajada.

- ¿Por qué no? ¿James ha cambiado acaso? ¿Hacía falta una paliza para que te dejaras de ser un puto?

Levantó la cabeza y la miró con odio.

- ¿Qué te pasa?

Sarah se mantuvo altiva, sosteniéndole la mirada. Suavemente se inclinó y lo besó con suavidad en los labios, James no retrocedió, se limitó a mirarla, esperando a que le respondiera.

- Quiero que me mires así, que me cuides así, a mi… Que jamás te hice daño…

James suspiró y le acarició la cabeza.

- Sarah…

*

Sam se quedó pegado a la ventana, preocupado por James, era de noche, y todavía no llegaba.

Se acostó en el sillón, su madre acaba de llegar, lucía algo abatida. Tía Loretta había llamado en la tarde preguntando por ella, seguramente tendría algo que ver con eso. Iba a levantarse a preguntarle qué le había pasado cuando llamaron a la puerta. Sus pies volaron por el suelo, vio a James sonriéndole cuando abrió la puerta y al fin pudo tranquilizarse.

- Estaba preocupado – le susurró antes de besarlo en los labios.

- Fui a mi casa, hacía mucho que no pasaba por allá.

Sam lo ayudó a entrar y le contó sobre su día, el estudio en casa le cundía bastante y estaba ansioso de tener los apuntes de James para avanzar al día siguiente. Le comentó que las fechas se le venían encima, que pronto estarían terminando el año. James lo afirmó por la cintura y lo detuvo en el pasillo antes de entrar al comedor.

La muleta que el moreno usaba para afirmarse se cayó al piso. Empujó suavemente a Sam contra la pared y lo besó con furia, se comió sus labios en un suspiro. Sujetó sus caderas y al soltarlo le dio un mordisco en el cuello. El rubio estaba jadeando, aún presa de la sorpresa, el corazón se le detuvo al sentir los labios calientes del otro en el lóbulo de su oreja.

- Ésta noche vamos a hacerlo, vas a tomar mi cuerpo, me muero por… Sentirte.

Los brazos de Sam cayeron pesados a sus costados. El corazón volvió a latirle, un incendio se inició en sus venas y rápidamente se extendió hasta la última célula de su cuerpo. Cambió la posición, puso a James contra la pared y le separó las piernas con una de las suyas. Devoró sus labios, su dulce sabor le colmó los sentidos. Estaba loco por ese hombre, su piel, su olor, los pequeños gestos y la voracidad con la que lo conducía lo estaban volviendo loco.

Los pasos de Alice en el corredor los hicieron separarse. El sudor le caía por la cara, había tenido un aumento de temperatura muy sorpresivo.

- ¿Pasó algo? – la rubia se apareció por el pasillo, alzó una ceja divertida, los adolescentes y sus hormonas… “Bueno, al menos no hay riesgo de embarazo” pensó al ignorar el asunto y agacharse a recoger la muleta del moreno, que apenas podía sostenerle la mirada de lo rojo que estaba – Vamos a cenar, y tranquilos, yo también fui joven.

Sam se rió despacio cuando su madre volvió a la cocina, había sido muy descuidado, todo por culpa de James que nada más llegar le había saltado encima.

- Quiero preguntarte un par de cosas, pero mejor cuando estemos solos.

- Sí – le sonrió y le pasó el brazo nuevamente por la cintura.

*

Alice les deseó las buenas noches y se mordió los labios. Antes de que su hijo se fuera después de dejar el plato en el lavaplatos se inclinó un poco hacia él.

- Supongo que tienes condones.

- ¡Mamá! – le gritó espantado y se ruborizó muchísimo… En realidad no tenía, pero simplemente se alejó.

- Contéstame – le gritó.

- Sí – mintió y se perdió en el pasillo, rápidamente fue a esconderse al cuarto de James.

Alice negó con la cabeza. Suspiró pesadamente, los hombres seguían requiriendo preservativos… ¿Y las mujeres? ¿Cómo lo harían? ¿Qué usaría Loretta?

Agitó la cabeza, ella no tenía porqué ponerse a pensar en eso…

James estaba acariciando a Alfonso cuando el rubio entró y cerró la puerta tras de sí. Le puso pestillo y se acercó a James rápidamente…

Estaba nervioso, el cuerpo le temblaba, no había podido mirarlo durante la cena, y en ese momento apenas podía controlarse.

El moreno se sentó en la cama y cuando Sam estuvo lo suficientemente cerca lo sujetó del cuello de la polera y lo hizo caer tendido sobre él. Se aferró a su espalda mientras le lamía los labios con suavidad.

- Quiero que decidas dónde quieres estar – le susurró -, si prefieres estar arriba, o abajo.

- No lo sé – le enterró los dedos en la espalda.

James le besó la frente y lentamente le fue sacando la polera.

- Vamos princesa, entonces elegiré yo.

- No me digas princesa.

- Humm – se rió despacio al terminar de sacarle la polera -. No puedo evitarlo, con ese pelo rubio y esos ojos tuyos – se inclinó nuevamente y tomó el lóbulo de su oreja entre los labios. Sam sintió como la onda eléctrica se propagaba por su cuerpo -, eres mi princesa.

Con manos temblorosas abrió la blusa de James, su torso pálido y marcado le quitó el aliento un instante. Ya casi no tenía moretones, pero uno en las costillas llamó su atención. Agarró valor y lo tocó con los labios, el moreno volvió a reírse con suavidad ante la sorpresa, le encantaba la timidez de Sam, pero que el deseo que sentía por él fuera más fuerte y lo llevara a moverse.

Dejó que lo desvistiera con parsimoniosa lentitud, cada palmo de piel descubierto asustaba a Sam, pero su mirada ansiosa y poderosa lo armaba de valor nuevamente. Lo dejó en calzoncillos y se separó para mirarlo. Su pierna aún estaba vendada, ya no tenía los fierros pero sí unas vendas similares al yeso.

- ¿Qué hago ahora? – gimió, podía ver la erección del moreno a través de la tela, y sentir la suya propia presionando contra los pantalones – Siento que podría pasarme horas mirándote.

- Ven aquí – extendió su brazo y se sentó usándolo como soporte.

Tocó su torso, deslizando sus dedos por su espalda, mientras le soltaba el pantalón con la boca. Dejó caer su aliento caliente sobre el pene de Sam y sintió como el otro tiritaba, él mismo podía notar como su cuerpo se incendiaba por dentro, era increíble como el valor que le otorgaba a Sam hacía que el sexo se volviera muchísimo más intenso. Le bajó los pantalones, pudo notar que le temblaban las manos también… Había hecho aquello muchísimas veces, había sido “la primera vez” de muchos, y sin embargo estaba nervioso.

- En mi mochila hay preservativos y lubricante, tráelos.

Sam se alejó tembloroso a buscar lo que le pidió.

James recorrió su cuerpo con la mirada, si tan sólo hubiera podido ponerse de pie lo habría afirmado contra la pared. El rubio tenía un trasero increíble, le daban ganas de apretarlo… De tomarlo de las caderas y embestirlo con fuerza, se preguntó cómo gritaría... Ansiosamente llevó las manos a su entrepierna, cuando Sam se volteó con las cosas se lo encontró mirándolo perdidamente y masturbándose.

Estuvo a punto de dejar caer las cosas. Rápidamente se acercó a él y le sacó las manos para reemplazarlas por las suyas. Le sacó el calzoncillo de un tirón, la tela crujió antes de que lo sacara de sus pies y se llenó las manos con lubricante. James estaba jadeando, al sentir sus manos resbalosas cerró los ojos y se inclinó para besarlo… Maldita sea, estaba enamorado, maldita sea…

- ¿Qué hago ahora? – le susurró antes de morderle el cuello con fuerza, sentía hambre de ese cuerpo perfecto y exquisito.

- … - abrió con dificultad los ojos, Sam era realmente bueno masturbando, las semanas de práctica le habían servido bastante, hasta el punto a que ya no se resistía a su toque – méteme uno o dos dedos y… Ah… sigue hasta que sientas que……

Lo observó hipnotizado, él mismo terminó de desvestirse. Se subió a la cama y se sentó de rodillas, se puso las piernas de James en los hombros y continuó masturbándolo, el otro arqueó la espalda y jadeó, volvía a cerrar los ojos. Rozó sus nalgas con su erección, James abrió los ojos un segundo y le dedicó una mirada cargada de ternura.

Lentamente introdujo sus dedos dentro suyo, la cavidad estaba caliente y apretada, James se arqueó un poco y abrió la boca, volvía a jadear, pero ésta vez más rápido. La sensación hizo que su erección creciera, ansiosa por reemplazar a sus dedos.

Se aferró a la cama, ahogó pequeños gritos entre los jadeos ansiosos que escapaban de sus labios. Sentía que pronto iba a terminar, que el orgasmo iba a golpearlo y probablemente lo botaría. Todo ardía, los dedos de Sam y su pene presionando contra sus nalgas…

- Métemela – gimió –, métemela ahora.

- ¿Seguro? – preguntó con temor, aún sentía que estaba demasiado estrecho.

- Sí, ya no aguanto más…

Sam lo soltó y se apartó para ponerse el preservativo, le dio una rápida mirada a James que lo estaba mirando con desesperación.

Cogió sus piernas y se las llevó a los hombros nuevamente. Comenzó a entrar despacio… James movió las caderas y gritó, con ese movimiento ansioso y desesperado se introdujo todo el pene de Sam entro suyo. Jadeó con fuerza y se arqueó para que llegara más adentro, sentía que se quemaba, que todo lo que Sam pro provocaba iba a terminar por enloquecerlo.

- Lo siento princesa, me tenías loco.

Sam se inclinó, las paredes calientes se cerraban alrededor suyo. Jadeó y buscó sus labios, le dio un beso profundo e intenso, empezó a moverse, no duraría mucho, el placer que sentía lo estaba derritiendo por completo.

- Te amo James, te amo – lo embistió con fuerza.

James se movió a su ritmo, él mismo siguió masturbándose. Ver la cara del rubio inundada por el placer no hizo más que revolverlo por dentro, estaba a punto de terminar. Sam le dio una última y torpe embestida, su cuerpo entero se contrajo alrededor suyo, y tal y como había previsto el orgasmo lo dejó tirado en la cama, jadeando y siendo movido por el rubio que no resistió mucho más antes de venirse dentro suyo.

- Te amo – se dejó caer a un lado suyo y lo abrazó con fuerza, su corazón le retumbaba en los oídos.

- Ah, y yo a ti – Recargó su cabeza contra la de Sam y le acarició la espalda -. Estuviste bastante bien para ser tu primera vez – lo besó con suavidad.

- Gracias… ¿Puedo preguntar…

- Hoy me di cuenta, estando en mi casa, de que ya no quería esperar para hacerlo contigo, por eso traje esas cosas y… ¿Contesté tu pregunta?

- Sí – le acarició la cara con suavidad -. Fue increíble, eres increíble…

- Te amo Sam – le sonrió, realmente lo amaba.

*

Sarah se fue esa tarde del apartamento de James sintiéndose una puta. Miró el cielo y suspiró, todo había sido como en los viejos tiempos, sexo, silencio y finalmente la confirmación de que ese idiota no la amaba para nada, tal y como Mike siempre le decía…

- Deberías haberte muerto tú y no mi hermano – unas lágrimas cayeron pesadas por su rostro, sabía que no sería capaz de detener el océano de tristeza que amenazaba con tragársela.

Notas finales:

Lamento haberlas abandonado, la razón es que últimamente, éstos meses la depresión se comió mi vida. No han habido ganas de escribir ni de pensar en las cosas que hacer.

Espero armarme de ánimos para continuar con éstos chicos porque de verdad los amo, amo su adolescencia, sus torpezas y todo eso, y quiero mostrarles lo que tengo pensado para ellos.

Espero leerlos, realmente los he extrañado muchísimo, pero es como si encima mío tuviera una nube negra que a veces no me deja ni respirar.

Muchos saludos, perdón por todo.


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