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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

- El almuerzo puede esperar – lo alzó en brazos y se lo llevó a la pieza. James le mordió con suavidad el cuello y se rió despacio.

James se despertó y le dio un beso en la cabeza a Sam. Se levantó con dificultad y se alistó para asistir a clases. Tendría que hablar con Sarah a penas llegase, más que seguro que alguien los había visto yéndose juntos la tarde anterior… Su princesa no podía, simplemente no podía enterarse de que se había acostado con ella antes de hacerlo con él… Sam era la persona más linda que había tenido cerca suyo, el más puro, el más inocente… No podía simplemente perderlo.

Tomo las muletas y aprovechó de ordenar un poco sus cosas. Alfonso se cruzó por sus piernas y le maulló con flojera. Se inclinó para hacerle cariño y aprovechó de ver a Sam por última vez antes de marcharse.

Para James el sexo era sexo, simple, vacío… Era cosa de técnica, de seguir la corriente y disfrutar del placer ¿Por qué se sentía tan mal entonces? Se había tirado a Sarah, aquello no era algo tan grave, había sucumbido al verla encima suyo cuando lo empujó a la cama en su apartamento… Su cuerpo la deseaba, la necesitaba, penetrarla no era ni comparable a los vagos intentos de Sam por masturbarlo… Ella era exquisita, tan y como la recordaba.

Tensó los labios. Sam era un mundo distinto, su inocencia y la fuerza con la que cogió su cuerpo y simplemente se dejó llevar lo había trastornado. Jamás había tenido sexo así, mirándose a los ojos, sujetando con fuerza el cuerpo del otro, repitiéndose una y mil veces que lo amaba en su cabeza.

Para cuando llegó al colegio su cabeza era un lío, tenía una mezcla de escalofríos, excitación y una pesada culpa en el estómago ¿Por qué se había acostado con Sarah? ¿Por qué no pudo simplemente rechazarla?

La rubia estaba charlando con un grupo de chicas cuando la divisó a lo lejos, un par de ellas le sonrió y entre todas lo llamaron para que se acercara. Él fue de mala gana, tenía un pésimo presentimiento.

- Yo sabía que tú y Sarah eran la mejor pareja del colegio – Maggie, una de las chicas habló fuerte y claro, con una gran sonrisa en los labios, mientras le daba palmaditas en el hombro -. Me alegra que hayan vuelto…

- Sí, sobre todo para que así nuestra amiga pueda superar la muerte de Micke – comentó otra chica.

James se mantuvo inexpresivo, no se atrevía a mirar a Sarah, y agradeció profundamente que Sam no estuviera allí en ese momento.

Se quedó escuchando las pláticas en silencio, al final apartó a Sarah del grupo, la agarró por la cintura y la besó para alejarla de sus compañeras, éstas se ruborizaron y les aplaudieron.

- ¿Qué estás haciendo? – le susurró con odio cuando estuvieron solos en un rincón.

- Podría preguntarte lo mismo – se soltó de su agarre y le sonrió.

- ¿Qué les contaste? – estaba empezando a angustiarse, sacarla dándole un beso no había sido una de sus mejores ideas “Últimamente estoy siendo un jodido genio” pensó con amargura.

- Que nos acostamos y que se te pasó la locura con Sam y que volvimos – le pasó sus brazos por el cuello, James retrocedió por inercia -, gracias por seguirme el juego al darme ese beso.

- Sarah no – la apartó, le estaba empezando a latir muy rápido el corazón, Sam iba a echarlo de su casa, iba a cortar todo contacto con él ¡¡¿CÓMO, CARAJO, HABÍA PODIDO SER TAN ESTÚPIDO?!!

- ¿Así que volvimos? – le sonrió con dulzura, le dolía el corazón a ella, pero así como la había usado no iba a permitir que la sacara gratuita, ella no era ninguna puta.

- No… Sarah, yo no te amo, por favor…

- Mira James, si tanto amaras a Sam ayer no me hubieras llevado a tu casa, pero lo hiciste… - lo soltó, se miraron con odio un instante, ella tomó aire para continuar – Lo hiciste y me la metiste hasta el fondo sin siquiera dudarlo, mientras seguramente pensabas en lo muchísimo que amas al enfermo que te pegó casi medio año.

- ¡Me equivoqué, lo sé! - se agarró la cabeza con la mano con la que no sostenía la muleta y se recargó en la pared - ¿Qué quieres?

- Decirle a Sam que eres una mierda.

Se dio la media vuelta y se fue, James no tuvo fuerzas para detenerla… El colegio entero pensaba que habían vuelto, no podía simplemente decirle a Sam que aquello era invención de Sarah… ¡Más encima el estúpido beso que le había dado delante de todos!

*

Sam le hizo cariño a Alfonso antes de meterse a la ducha, cuando salió vestido se encontró a su madre fumando en el sofá del living, tenía la vista perdida y el cigarrillo se le había consumido prácticamente entero entre los dedos. Las cenizas se acumularon en uno de sus muslos.

- ¿Mamá?

Su voz pareció remover lo más interno de Alice y se despabiló de inmediato. Se miró la pierna y se dio cuenta de que tendría que cambiarse los pantalones. Se había pasado la noche enterita viendo películas y series. No quería dormir, en sus sueños lo único que hacía era ver a Loretta irse una y mil veces.

- ¿Dormiste? – le preguntó al notar que ella seguía en su estado de ensoñación.

- Ven Sam – lo llamó sonriente. Dejó la colilla en el cenicero y se encendió otro cigarrillo. Comenzó a fumarlo de inmediato. Su hijo se sentó de mala gana a su lado - ¿Cómo fue?

Sam se sonrojó por completo y se puso de pie de un salto, su madre ahogó una pequeña carcajada antes de volver a darle otra calada al cigarrillo y exhaló el humo.

- No tienes que contarme nada, me interesa que te hayas protegido y esas cosas, uno jamás sabe…

- Ssi… - la esquivó y se metió en la cocina a buscar algo de comer.

- Perdón por haberte intimidado, la verdad es que a una jamás le dicen cómo hablarle de eso a los hijos…

Se dio vuelta, su madre volvía a estar sumergida en un pozo demasiado profundo dentro de su mente como para alcanzarla.

- Pero has sido la mejor mamá de todas – la abrazó con fuerza -. ¿Mamá?

- Sam… - se recargó en él y dejó la colilla en el cenicero, se le había acabado los cigarros.

- ¿Por qué no ha venido tía Loretta? – sabía que la estaría golpeando, que entre su madre y su tía algo había sucedido, y ese algo tenía deshecha a su mamá.

- Ay Sam – sólo suspiró  se levantó del sillón -, porque con la edad desaparece la valentía.

Sam la observó perderse dentro de su habitación y cerrar la puerta. Se le apretó el pecho, pero sabía que aquello era tema de su madre y que a él no le correspondía meterse en lo absoluto.

*

James llegó a la hora habitual, fue el gato quien alertó a Sam que su amo se acercaba y el rubio terminó de preparar el almuerzo para recibirlo.

James entró a la casa y saludó a su gato, vio a Sam que estaba con un delantal puesto y se largó a reír.

- Tremenda princesa la que atrapé, es también una esposa excelente.

Sam se sonrojó y se sacó el delantal. Se acercó a él y lo besó suave y largamente. James cargó su cuerpo en él y permitió que lo condujera a la mesa sin dejar de besarlo.

Los labios le sabían a hiel, estaba frío por dentro pero hacía hasta lo imposible por sonreírle y mostrarse animado. Su precioso Sam, tan sonriente como un sol… Lo había traicionado…

- Huele delicioso – comentó cuando el rubio lo ayudó a sentarse -. Igual que tú – susurró con la voz cargada de deseo en su oreja. A Sam se le erizaron los pelos de la nuca y aquello lo incitó a seguir excitándolo un poco más - ¿Qué te parece si después de comer lo que hiciste me dejas darte otra mascada?

Un jadeo largo y denso dejó los labios del rubio.

- El almuerzo puede esperar – lo alzó en brazos y se lo llevó a la pieza. James le mordió con suavidad el cuello y se rió despacio.

- ¿Tan efectiva fue mi petición que comeremos el postre antes? – se aferró a su cuello, sentía su cuerpo encenderse… Arder por dentro, con la pesada piedra de la culpa danzándole por las entrañas.

- Tú eres – lo dejó en la cama y rápidamente lo despojó de la camisa, volvió a suspirar al verle el torso desnudo, por un instante recordó cuando se escondía para verlo entrenar, como disfrutaba observar aquellos movimientos ágiles y elásticos – el que me hizo adicto a ti.

James cerró los ojos y se dejó desvestir por completo. El rubio tomó su pierna derecha con mucho cuidado antes de morderlo despacio en la cara interna del muslo. Abrió los ojos de golpe, asustado ¿Tendría alguna marca que le dejó Sarah? Pero sólo vio a Sam sonriéndole, y sintió como volvía a morderlo, seguramente convencido de que aquello lo había excitado bastante.

Desvió los pensamientos de Sarah de su cabeza, sino lo había no conseguiría concentrarse. Sam se quitó la ropa delante suyo y lo dejó apreciar su cuerpo antes de abalanzársele encima.

Se aferró a su espalda al sentir como el rubio rozaba ambos penes al mover la cadera.

- Te amo James – murmuró entendiendo la mano y abriendo el cajón de la cómoda al lado de la cama. Sacó los condones y el lubricante, quería tomarlo de nuevo, quería volver a ver esas preciosas expresiones de placer.

*

James se estiró en la cama y se sintió la peor persona sobre la fa de la tierra. Sam lo estaba abrazando con fuerza, y él no era capaz de decirle lo que había hecho… Le estaba mintiendo a la persona que amaba.

Se levantaron a almorzar y comieron juntos. En la tarde estudiaron y se acostaron luego a jugar videojuegos.

La noche se le sobrevino encima a James, que nuevamente tendría que volver al colegio, a rogar que nada ni nadie alertara a Sam de lo que se estaba cocinando allá afuera, frente a sus propias narices.

- ¿Sabes princesa? Creo que jamás había amado tanto a alguien – le temblaron los labios.

- Tú eres mi primer amor James – le sonrió y lo besó despacio -. Me enseñaste que se puede amar con locura a un hombre.

James se puso a reír y lo abrazó, deseó con todas sus fuerzas no ser lo que Sarah le había dicho que era, una mierda. 

Notas finales:

Siento que me van a odiar por ésto, siento que se me viene encima... ¿Perdonará Sam la infidelidad? ¿Mandará a James a la mierda? Eso sólo lo sabe Sam, pero... ¿Qué creen ustedes que pasará? Esperaré sus comentarios al respecto.

Un gusto haber vuelto y ser tan bien recibida de vuelta con tantas visitas y sus comentarios bonitos.

Nos leemos pronto, acá o en Resistencia, que estoy retomando ambas historias a la vez.


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