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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

Sam sintió escalofríos, no quiso saber el plan de Mike, él sólo quería hacer su parte y salir corriendo. Recordó la plática en el bus, su  gentileza, el detalle de comentar en voz baja y de hacerlo bajar la voz. Bajó la cabeza, no podía hacerlo, no podía entregárselo al diablo en persona ¡¡NO PODÍA!!

Mike era una oveja descarriada. Así le decía su madre cada vez que se metía en problemas. Luego de darle una paliza, lo ponía a rezar durante horas, el chico a sus 18 años seguía a dos cursos de graduarse, cuando la mayoría a esa edad está entrando a la universidad, él estaba en el escalón de las ovejas descarriadas.

Ese día guardó su tesoro tras los basureros de metal del callejón cercano al colegio, Zack se llevaría una agradable sorpresa, después de todo que el cobarde de Sam no participara era una suerte, como oveja descarriada que era, tenía la obligación de corregir a las más descarriadas, esa era la voluntad de Dios.

*

- Así que… - James se inclinó despacio, estaba bailando en el abismo, pero no podía detenerse.

Sam no había dormido nada, se levantó como un muerto, se vistió, no desayunó, y salió… Estaba nervioso, al mirarse en el espejo de su casa, antes de partir, deparó en lo deplorable de su estado.

Cuando tomó el autobús, para su mala suerte, descubrió que el último asiento disponible que quedaba, estaba al lado de James. Se le revolvieron las tripas, no quería sentarse allí, prefería irse de pie… Finalmente se sentó de todos modos, sentía el corazón en la garganta. “No vayas hoy a clases, devuélvete a tu casa” Pero intentó disimularlo bajando la cabeza, por un minuto olvidó lo que había pasado el día anterior.

Sus recuerdos volvieron de sopetón al escuchar la voz del moreno.

- … pinto como los dioses? – sonrió, su voz fue a penas un susurro, pero bastó para que Sam se sonrojara y escondiera la cara - ¿Qué mierda quieres?

- ¿Es tan raro que alabe tus obras? – gruñó, le había asestado un golpe directo al corazón “Me gustas, maldita sea” se mordió los labios “quiero besarte, que me sonrías, y que te salves de la paliza que mis compañeros van a darte hoy”.

- Sí, eres un gorila sin aprecio por nada – se echó hacia atrás, estirando su esbelta anatomía con pereza y hablando en un tono mucho más alto.

Lo observó alzar la vista, había tenido la decencia de arrojarle la bomba en voz baja, para que el resto de los compañeros, que viajaban con ellos en ese momento, no se enteraran de las palabras que le dijo.

“Lo destruiría” sonrió divertido “, y él es un debilucho, me da algo de pena”.

- Eso crees tú yo… - lo miró a los ojos, recobrando un poco de su confianza. James ensanchó la sonrisa y movió sutilmente los ojos, se sonrojó inevitablemente, era demasiado apuesto, pero alcanzó a percibir que todos los estaban mirando y guardó compostura lo mejor que pudo – No entiendo – susurró -, cómo es que puedes tener esa cara…

- ¿Qué cara? – se inclinó nuevamente, estaba entretenido.

- La cara para decirme que me comporte, gracias por no gritar a los 4 vientos…

- Es que ni yo me lo trago todavía, soy el maricón al que torturas ¿Por qué me habrías dicho algo así? Me hace pensar que quieres algo ¿Qué es? – volvió a sonreír, enseñando su perfecta dentadura, mientras más miraba la forma en la que se comportaba se sentía más confundido ¿Quién diablos era Sam? – Seguramente engañarme.

- Pff – se rió con tristeza y esquivó su mirada “Ojalá fuera eso… Además hoy tengo que…” se hundió en el asiento, sentía las penetrantes esmeraldas sobre él, analizándolo con curiosidad -, no, no quiero nada.

- Mmm, no te entiendo – se enderezó y dejó de observarlo, se concentró en la parte delantera del vehículo para no seguir atormentándolo con los ojos - ¿Por qué de pronto ya no me insultas?

“Porque me siento culpable” – No sé a qué te refieres – quería desaparecer de la faz de la tierra.

- Ayer me dijiste maricón sobre este mismo autobús ¿Por qué no me lo dices hoy?

Sam lo miró a los ojos y suspiró.

- Porque…

El bus llegó a destino, ambos se quedaron mirando en silencio. James iba a preguntar, pero de improviso Sam se levantó y salió. No intentó seguirlo, se bajó también y vio cómo se alejaba a toda marcha, quería saber cuál sería la razón, pero su alma paciente le dijo que si lo pinchaba mucho ese abusador volvería a ser el hijo de puta que siempre había sido…

Pero Sam… Pocas veces lo había intimidado, de hecho lo evitaba… Incluso cuando se dirigía magullado a acusarlos por haberlo golpeado con los balones de la clase, él se había adelantado y se había disculpado… Se  había inclinado ante él. En ese preciso momento no le creyó en absolutos, pero con ese comportamiento tan raro sus dudas comenzaron a hacerse audibles, y esa disculpa fue de lo más extraña.

Volvió a mirar su figura ¿Por qué de pronto se estaba preguntando por ese tipo? De todas formas él no tenía voz propia y terminaba obedeciendo en todo a Mike, las personas así no valen la pena, las personas sin voluntad….

*

Los escuchó sin que nada se le gravase en el cerebro, sin comprender los planes, sabiendo a duras penas el asqueroso papel que iba a representar al acabarse la jornada.

- El marica sale los Miércoles por el callejón – comentaba Mike con seriedad -, no sé a dónde carajo se dirige, pero Sam, tú tienes que bloquearle el paso, para que Zack y yo lo pesquemos y destruyamos lo que le queda de valentía.

- ¿Qué le haremos? – Zack estaba extasiado, parecía muy ansioso.

- Lo haremos entender que con nosotros no se juega – comentó con cierta maldad en su voz.

Sam sintió escalofríos, no quiso saber el plan de Mike, él sólo quería hacer su parte y salir corriendo. Recordó la plática en el bus, su  gentileza, el detalle de comentar en voz baja y de hacerlo bajar la voz. Bajó la cabeza, no podía hacerlo, no podía entregárselo al diablo en persona ¡¡NO PODÍA!!

Se levantó.

- No puedo – dictaminó, dejándose llevar por sus latidos frenéticos.

- ¿Qué no puedes? – el tono de voz de Mike se ensombreció.

- No puedo ayudarlos a hacer esto -, estaba intimidado, pero se forzó a permanecer de pie, rígido como una estaca, y frío debido al miedo que sentía.

- ¿Qué? – Zack se extrañó.

- ¿Qué no puedes, qué? – Mike se levantó y lo afirmó del cuello de la blusa – Lo vas a hacer y punto.

- No lo haré – intentó liberarse, pero Mike tenía mucha más fuerza, quedó parado de puntitas.

- ¿Por qué quieres proteger al maricón? – lo acercó a su rostro y apoyó su frente contra la suya, sus ojos desprendía chispas eléctricas, estaba comenzando a retorcer la tela, pero Sam seguía sosteniéndole la mirada, haciendo caso omiso a su intimidación, sin decirle ni una palabra, y su silencio fue lo que más lo encolerizó - ¿O es que acaso que has vuelto maricón y te gusta?

- No – estaba temblando.

- Hijo de puta, nos vas a ayudar y punto, sino te trataremos como a él, no creas que me pasó inadvertido que te inclinaste ante esa plasta para disculparte, te vi, y sentí ganas de vomitar, así que más te vale que vuelvas por el buen camino – suavizó el tono de voz, más no la fuerza con la que lo sujetaba.

- Ya te dije que me disculpé por lo de la…

- No me vengas con mierdas, no soy imbécil, lo hiciste porque quieres que el maricón te la meta ¿Cierto?

Sam se impresionó, su presión arterial descendió muchísimo, pero su corazón latía como loco ¿Realmente quería lo que Mike decía? Le agarró las manos e intentó liberarse, era imposible. Se mantuvo firme, lo suficiente como para creerse capaz de seguir aparentando.

- No seas asqueroso, pero te estás pasando, no hagas algo de lo que puedas arrepentirte.

Zack se apartó asustado, observó con terror como Mike lanzaba a Sam contra el muro con una fuerza descomunal.

- Eso es algo que yo tendría que decir te a ti – se inclinó y le afirmó el rostro, el rubio estaba a punto de desmayarse, pero se resistía para seguir mirándolo -, lo vas a hacer, y punto ¿Entendiste? Tú no eres un maricón, no tienes porqué defenderlo ¡¿Entendiste?!

- Ssi – sentía sus costillas hechas polvo, no creyó nunca que Mike tuviese esa cantidad de fuerza escondida dentro.

Zack se sentó temeroso de la ira de Mike, y Sam se quedó inmóvil, sintiéndose un cobarde, pero temía que su amigo pudiese matarlo si seguía insistiendo… Ambos, él y Zack, seguían a Mike, le tenían miedo.

Continuaron hablando del plan, Zack parecía aliviado, su ansiedad había desaparecido, era una suerte no ser la víctima de Mike.

*

James dio unos últimos retoques al cuadro de la sirena y sonrió, se había pasado la jornada sopesando los recuerdos amargos que tenía de Sam, y sus bonitas palabras dichas con tanta vergüenza, por lo general no se solía quedar pensando en tales estupideces, pero estaba intrigado, sinceramente intrigado.

Decidió tomar la croquera y empezó a dibujar. El cabello alborotado, los ojos azules, esa mirada que delataba vergüenza… De esa forma lo miraba Sam desde hacía algunos meses, como si estar en su presencia no sólo fuese molesto, sino…

Dejó el dibujo y guardó la croquera, no podía creer que había entablado una conversación decente con esa bestia-persona. Estaba confundido, realmente confundido, pero una tarde entrenando lo despejaría, además era posible que su acosador volviera… Se rió con suavidad, ese pensamiento era tan ilógico como creer que Sam había sufrido una metamorfosis.

Caminó por los pasillos, se sentía extraño, tenía un mal presentimiento. Se preguntó si el trío odioso lo molestaría, pero no le tomó importancia.

Zack el influenciable, Sam el manipulable y Mike… Mike, ese mal nacido tenía la maldad dentro, él era el titiritero del show.

Salió del colegio y dobló por la calle apartada, era la forma más rápida de llegar al dojo. Pensó en lo que haría para cenar, en lo que compraría y en cómo se encontraría Alfonso… Iba volando cuando vio a Sam, estaba magullado, tenía sangre en la camisa. Lo observó con curiosidad antes de acelerar el paso, se veía realmente mal, pero lo que más lo asustó, fue la forma en la que lo miraba, se veía terriblemente arrepentido.

- ¿Estás…

Mike emergió del callejón, vestido completamente de negro. Sam se volteó, pero se quedó allí, de pie, como una estatua, sin cambiar ni un ápice la expresión hueca de su rostro.

Su presentimiento se confirmó cuando Zack empezó a amarrarlo, fue en ese momento cuando hizo uso de una de las técnicas de karate que mejor sabía, pero Mike la adivinó, le dio un rodillazo en la entrepierna y su secuaz pudo terminar el trabajo.

- Bien – lo dejó caer cuando comprobó que el otro había hecho bien los nudos -, pásame la mordaza -, el otro se la entregó, y mientras se la colocaba apuntó al contenedor de basura -, saca la bolsa.

Zack se movió lentamente, él y Sam estaban muy asustados, pero él no quería terminar igual de golpeado que Sam. Cuando levantó la bolsa se quedó en una pieza, dentro de ella habían dos bates de béisbol.

Sam se volteó para ver el juguetito que Mike había traído, el sudor en frío comenzó a correrle por el cuerpo, ver a James tan indefenso… Ya era demasiado tarde, él no podía detener a Mike, simplemente no podía. 

Notas finales:

Lo terminé de editar para que así se entienda mejor (Lo subí muy rápido, lo siento)...

Me disculpo por dejarles la trama así (La verdad no, me gusta dejarlas con la expectativa, esperando a qué pasará muajajajaja) 

Espero que les guste, muchos saludos y nos estamos leyendo, como siempre espero sus comentarios!

Nos leeeemos <3


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