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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

- ¿Cuántos años tienes? – le preguntó el taxista mirándolo por el retrovisor, era extraño que alguien como ese chiquillo anduviese solo tan tarde.

- 19 – mintió.

Sarah estaba llorando, no quería mirarlo, y por eso ocultaba su rostro entre sus manos. Él quiso preguntarle qué le sucedía, y ella sólo había comenzado a llorar.

- Quiero terminar contigo.

Le había dicho, él simplemente le acarició la cabeza y se apartó de su lado, no se sentía con ganas de preguntarle nada, en realidad la relación lo tenía bastante aburrido, él no solía ser bueno para relacionarse con la gente.

- ¿No me vas a preguntar nada? – chilló ella.

- No…

- ¿Ves? ¡Por eso te dejo! ¡Estás hecho de piedra!

Sarah fue la que se levantó y se fue caminando a paso rápido. Él no se movió, en realidad estaba aliviado, miró el cielo y saboreó su libertad… Estaba solo de nuevo, pero no le dolía, comprendía perfectamente lo que ella le decía, él de verdad no era bueno para andar desperdigando sentimientos, para eso tenía la pintura.

Se levantó con pereza y se estiró, se colgó el bolso al hombro, tenía que pasar por la tienda de mascotas antes de irse a la casa, Alfonso necesitaba comida… Le impresión que la ruptura fuese menos relevante para su vida que la alimentación de su compañero de cuarto. Bajó la cabeza, él ya no consideraba a Alfonso como una mascota, lo sentía como su amigo… Incluso más cercano que esa rubia preciosa a la que había creído amar por unos cuantos meses.

James llegó a su apartamento, seguía pensando en lo que había pasado, Sarah ya no vendría por esos lados ¿Debía acaso estar triste? Le puso comida a Alfonso y se arregló, aprovecharía de salir esa noche, hace mucho que no iba a perderse en una pista de baile un Viernes por la noche.

Se calzó una chaqueta de jeans gastada sobre una sudadera blanca. Eligió unos pitillos negros y finalmente zapatillas con caña, se amarró un pañuelo carmesí y se despidió de Alfonso.

Salió con tranquilidad de su apartamento, pisando con cuidado y sin pensar demasiado, jugueteando con las llaves. Estaba extrañamente relajado, se imaginó que Sarah probablemente estaría llorando, pero eso era su problema, no el suyo, ella había escapado, él no la había echado ¿O sí?

Miró las puertas del ascensor sintiéndose confundido ¿Y si él la había echado? Entró en el cubículo y se recargó en el espejo. Era muy posible que la hubiese echado, después de todo Sarah siempre necesitaba y pedía más de lo que él entregaba… ¿Será acaso que tal vez nunca estuve muy enganchado de ella?

Hizo parar un taxi al salir del apartamento y le dio la dirección de la discoteca a la que quería ir… ¿Qué era amar entonces? Se cruzó de brazos y se enterró en el asiento ¿Qué era sentir esa necesidad de alguien? ¿Por qué era tan desapegado de todo?

Recordó a su abuela, ella siempre tan estupenda y sonriente, era la única mujer a la que había extrañado sinceramente luego de su partida… Aún la extrañaba, James era un mocoso, se sentía como tal, pero estaba tan habituado a la soledad que sentía que los últimos años de Fiorella habían sido exclusivamente para que ella le enseñara a vérselas por sí mismo. Suspiró, eso era lejos lo más deprimente que había pensado.

- ¿Cuántos años tienes? – le preguntó el taxista mirándolo por el retrovisor, era extraño que alguien como ese chiquillo anduviese solo tan tarde.

- 19 – mintió.

- ¿De verdad? – estaba seguro de que no tendría más de 17 años – Te diriges a un club para mayores de edad, si no lo eres te echarán de patitas a la calle.

- Sí – miró por la ventana, lo que le faltaba, un adulto pretendiendo preocupación.

El taxista despegó la vista de mala gana, el muchacho ya ni siquiera parecía ser parte del mundo, así que se resignó a conducir, al cabo de 10 minutos su pasajero descendió, se quedó mirándolo caminar con esa soltura tan impropia de un chiquillo. Finalmente volvió a ponerse en marcha.

James se dirigió a la fila que se había formado para entrar y sacó su identificación falsa, en ella efectivamente aparecía que su edad era 19 años, muy conveniente para cuando llegó a la puerta y le permitieron la entrada sin más.

El club estaba cargado de un ambiente denso, adentro costaba respirar por el humo del cigarrillo, y la cantidad de gente que se movía. La iluminación era oscura, un haz de luz rojo era disparado desde el techo, y cambiaba de color cada cierto rato, las personas lucían extrañas.

Se acercó a la barra y pidió un trago fuerte, se sentía tan bien que estaba comenzando a extrañarse.

- Hola guapo – un tipo altísimo se posicionó detrás suyo - ¿Y si yo te invito ese trago?

James rió por lo bajo, sí, precisamente por eso había venido a ese club, en el bolsillo de su chaqueta tenía unos cuantos condones esperando a ser usados esa noche, quería cazar hombres, quería saber si su desapego por Sarah era producto de una homosexualidad aún no descubierta.

Se giró y le asintió al tipo, era muy apuesto, delgado y elegante, James no era capaz de negarse a aquellas insinuaciones, viniesen de quién fuera… Pero por último esa noche no quería encasillarse, no quería saber nada más de sí mismo.

- ¿Por qué no mejor vamos a los baños? – tomó su bebida y la pagó, de la bebió de un sorbo y tomó la mano del desconocido.

El tipo lo empujó dentro de uno de esos estrechos y sucios retretes, cerró la puerta y lo arrinconó. James se colgó a su cuello, era demasiado alto para él, pero sentía demasiada hambre como para quejarse, el tipo se sentó en el inodoro y él se colocó a horcajadas en su regazo. Lo besó de una forma muy apasionada, y comenzó a restregar su cuerpo contra el de ese desconocido, que estaba metiéndole las manos bajo la sudadera, arrancándole suspiros y jadeos.

Se colgó a sus labios, extrañaba la rudeza de los hombres, que lo dejaban sin mucho tiempo para analizar si lo que estaba haciendo le gustaría a la otra persona o no, si le dolería, si se quejaría, todas esas cosas molestas en las que había que fijarse cuando tenía sexo con Sarah. Con ese tipo se estaba dejando llevar, le iba a ser imposible metérsela, era demasiado alto y ya lo tenía perfectamente posicionado, era cosa de seguir, ya no había vuelta que darle, estaba muy excitado, sintiendo como la sangre bajaba a su entrepierna.

“Soy un idiota” pensó “¿Hago esto por Sarah? Antes de ella lo hacía bastante seguido”

Se levantó parcialmente y se abrió el pantalón, se comenzó a masturbar, el desconocido hizo que se apegara a la pared.

- ¿Tienes condones?

James se sacó uno del bolsillo y se lo pasó al tipo, que se lo puso en la boca y lo deslizó por su pene, él se arqueó de placer, definitivamente no podía estar haciendo eso por Sarah, amaba sentirse así de libre, así de capaz de tomar a cualquier persona.

Le afirmó la cabeza, el tipo era estupendo con la lengua, sentía las oleadas de placer reventarle en la nuca, y era tan intenso que las piernas le temblaban, pero el otro lo sujetaba por el trasero.

El tipo le pidió otro condón y lo dejó temblando por unos instantes, luego lo volteó y abrió sus nalgas, lo penetró con fuerza, él gritó, le había dolido, todo el placer se había ido al carajo, por eso no le gustaba que lo tomaran. Apretó los puños.

Se concentró en moverse despacio, en guiar al otro, la sensación de libertad seguía impresa en esa piel, y aquello no estaba para nada mal, pero el sexo rudo y doloroso no era lo suyo.

Cuando el tipo terminó se sacó el condón, arregló y salió sin decirle nada, no quería quedarse sin haber probado algo plenamente exquisito, y pronto ya tenía a otro candidato.

*

Volvió a casa en compañía de un universitario, se bajaron del taxi y caminaron en silencio, el tipo había demostrado ser buenísimo en la cama, y lo mejor de todo es que le permitió metérsela, así que decidió invitarlo a pasar la noche en su apartamento.

No hablaban, no era importante, iban a tener sexo, no eran amantes, ni amigos ni conocidos, pero lo que le extrañó fue que el tipo lo afirmara por la cintura y lo besara antes de entrar al apartamento. Le pareció un gesto curioso, pero no se resistió, decidió abrazarlo para luego soltarlo y obligarlo a acelerar la marcha.

Se metieron en el ascensor.

- ¿Te molestó el beso? – preguntó el desconocido.

- Para nada – sonrió forzadamente, no creía en las pláticas con los desconocidos con los que se iba a acostar.

Al entrar al apartamento encerró a Alfonso en la cocina y condujo al tipo a su cuarto. Lo desnudó con rapidez ¿Para qué iba a hacerlo lento? Y dejó que el otro le sacara sus prendas.

*

Se fue en la mañana, él se dirigió el colegio, y el tipo probablemente a su universidad, no lo sabía, no le importaba, esperaba no encontrárselo nunca más, le gustaba no volver a ver a las personas, en realidad le gustaba tanto estar solo que sentía que cada uno de sus compañeros sexuales no eran más que putas y putos por los que no había pagado ni un céntimo.

“Soy una persona horrible” se sonrió.

Nunca pensó que el colegio estaría lleno de letreros en las que salía una fotografía que pensó no estar viendo… Alguien había tomado una foto cuando el tipo de la noche anterior lo había besado en la entrada de su edificio.

Había tantos papeles con la imagen que sintió que se moría, las chicas lo miraban con tristeza, pero la más afectada fue Sarah, que lo llamó al pasillo para reclamarle entre gritos que hubiese hecho esa asquerosidad, que si acaso no la respetaba.

James se sentía ardiendo por dentro, él que tan bien se fijaba de apartarse de todos para cuidar su intimidad y libertad estaba frente a aquella exposición de la que no podía escapar. Dejó a Sarah hablando sola, y antes de marcharse la miró a los ojos con seriedad.

- Yo soy libre de hacer lo que quiera, tú me terminaste – se dio la vuelta y se alejó de ella.

Caminó  dando ágiles zancadas hasta encontrar a Mike, estaba solo, él sabía que ese imbécil era el responsable de los papeles, así que le bloqueó el paso y lo miró con toda la rabia que sentía.

- ¿Cuál es tu problema? – vomitó las palabras sobre él.

- Tú eres mi problema – contestó sin siquiera detenerse a prestarle atención -, en el colegio estás a salvo.

- ¿Crees que le tengo miedo a tus golpes de niña cuando no eres capaz de enfrentarme solo?

- Puedo golpearte estando solo – enfiló el puñetazo, pero James sujetó su puño, su codo, su hombro, y con una técnica impecable lo levantó y lo dejó caer contra el suelo, Mike lo miró anonadado.

- No puedes, y lo sabes.

- No – sonrió con malicia -, ya sé que no, estaré siempre atento de llevar a mis amigos, tú no puedes contra los 3.

- Cobarde – iba a golpearlo cuando escuchó pasos a lo lejos.

*

Lo había desafiado directamente, y el bastardo se había fijado de tenerlas todas las de vencer para atraparlo, primero lo había dejado completamente indefenso, y más encima se había hecho con armas, estaba más que seguro de que de ésta no se iba a salvar con tan sólo unos cuantos moretones y raspones. Sam le estaba dando la espalda, Zack lo miraba dubitativo, pero Mike lucía como si quisiera su cabeza en un plato… Si sobrevivía seguramente tendría que aprender a caminar de nuevo, por un instante la idea le pareció cómica y exagerada,  luego comenzó a cobrar sentido, un asqueroso sentido de que todo era real.

Sintió miedo, infinito miedo, apretó los párpados, no quería ver.

Notas finales:

Muchas gracias por los reviews, y por la cantidad de visitas que esta historia recibió, sinceramente me hacen sentir que les gusta y eso es súper bacán para mí :)

Esperaré seguir leyendo sus comentarios bonitos.

Muchos saludos!


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