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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del capitulo:

- ¿Qué sabes? – lo acuchilló con la mirada, la emoción del momento estaba incrementándose.

- Que eres cinturón negro…

James despertó adolorido, la cama del hospital era horriblemente incómoda, y mientras se quejaba mentalmente deparó en que Sam seguía dormido, con la cabeza en su cama y el cuerpo sobre esa silla de ruedas.

“El amanecerá peor que yo” pensó divertido y se quedó mirándolo.

No entendía nada, no necesitaba hacerlo tampoco, ese mono era flacucho y pálido, el pelo caía deslucido desde su casco, pero se veía tan relajado que sintió algo de temor, hubiese deseado poder leerle la mente por un segundo ¿Qué diablos estaría soñando?

Sam se removió y bostezó, la espalda le crujió cuando se enderezó, pero hicieron contacto visual, sus ojos azules lo penetraron, por primera vez fue él quien desvió la mirada, pero lo hizo con tal naturalidad que pareció un gesto para nada forzado, se estaba poniendo nervioso.

- Te quedaste – sentenció, aun manteniendo su naturalidad.

- No me dijiste que me tenía que ir… - bajó la cabeza, estaba adolorido, no sabía si soportaría dormir en esa postura tan incómoda de nuevo.

James se estaba divirtiendo, no se imaginó nunca que luego de despertar así de mal en un hospital, iba a tener razones aún para reírse.

- Gracias, Sam – murmuró saboreando las palabras con ternura mientras se perdía en los edificios que se veían a través de la ventana, temía que si devolvía su atención a la habitación su paciencia se perdiera en ese simple gesto- pensé que no iba a salir vivo de aquella…

- Pensé que te iba a matar – gruñó apretando las manos, agradecía que no lo acuchillara con la mirada -, me dio mucho miedo que te matara…

- Nadie quiere ser cómplice – murmuró encogiendo sus piernas, mientras lo atacaban pensó que no volvería a ser capaz de moverlas por voluntad propia nuevamente.

- Es más que eso – se quedó prendido de su figura, lamentaba tener que murmurar de aquella manera resumida la vorágine de sentimientos que lo embarcaban y los asfixiaban.

James giró la cabeza con rapidez, el gesto le anudó las cuerdas vocales de forma imposible, pero su silencio y la forma sutil en la que respetaba sus tiempos era más aterradora que su mirada.

“Él ya sabe que oculto algo” suspiró aún con las palabras en la punta de la lengua”, tendría que habérmelo imaginado”.

- ¿Entonces… - su voz sonó firme, poderosa, se estaba rompiendo lentamente la defensa de Sam, ya que al no tener más temas de conversación, el único que le quedaba era el que se comía sus sesos por develar.

- Si… - su mente viajó rápida, veloz, buscando una excusa que no fuera “Porque me gustas”, pero estaba tan nervioso, saberse expuesto era desolador y aterrador – Sería una lástima…

James sonrió de medio lado, ocultando su ansiedad, preguntándose si le saltaba encima y lo golpeaba igual que Mike obtendría lo que quería… Apretó los puños un instante.

- Me llamo James Miller, tengo 16 años, aunque algunas veces tengo 19 – sonrió.

- ¿Ah? ¿Cómo es eso? – se colgó de la información como si fuese un salvavidas, entendió de inmediato la jugarreta de James, no se conocían, por eso no podían hablar, y como él se negaba a irse…

- Tengo una identificación falsa – hizo el signo de paz con las manos y empezó a reírse -, la uso para salir a carretear en la noche, es súper útil.

- Para el que quiere meterse donde van los mayores…

- Mmm ¿No te gustaría? – buscó su mirada, Sam se escurría, pero él lo acechaba con interés felino, se estaba emocionando de más – Bailar con universitarias…

- Evi… Oye pero tú… - lo apuntó, había dicho ¿UniversitariAs?

- Vamos, si quieres saber de mí, dame algo de ti – se encogió de hombros y se recargó en la cama.

- Sam Raven, 16 años… Soy una persona aburrida – intentaba en vano escapar de James.

- ¿Aburrido? Eres el acosador del colegio ¿Cómo terminaste haciendo eso? – el corazón le latía con fuerza, se estaba divirtiendo, como si la conversación y sus preguntas fuesen a velocidad de vértigo, pensaba rapidísimo, evitando a toda costa ¿Qué me escondes?

- El año pasado me dieron una beca… Entré este año, por notas al colegio que es uno de los mejores en la zona… Mi primer amigo fue Zack, luego conocí a Mike, creo que me pareció divertido ser más fuerte que los otros… Yo, practico boxeo, pero jamás pensé que fuera tan…

- ¿Divertido atacar a los demás aun cuando sabes que no tendrán como defenderse de ti? – frunció el entrecejo – Yo igual podría decirte eso…

- Lo sé, por eso empecé a evitarte…

- ¿Qué sabes? – lo acuchilló con la mirada, la emoción del momento estaba incrementándose.

- Que eres cinturón negro…

James quedó con la impresión en el rostro, las palabras se le deslizaron por la garganta, lo único que captó Sam fue como sus pupilas se dilataban.

Retrocedió incómodo, iba a hablar de nuevo cuando una enfermera entró al cuarto y su enojo se dibujó en la cara, Sam estaba atrapado entre la expresión de incredulidad de ese tipo, y la furia de la enfermera, que lo sacó en un soplo de la pieza.

- ¡No, espe… - James estiró su brazo en vano, ambos habían salido.

El peso de su cuerpo se volvió evidente, el dolor en sus extremidades lo atenazó, la emoción se le había quedado trancada en el pecho, sentía como si jamás fuese a salir de allí ¿Cómo podía saber eso? ¿Por qué ese dato había provocado que se alejara? Estaba tan confundido, y lo peor era que físicamente no podía ir detrás suyo. Golpeó el colchón con rabia, ese imbécil le había dicho algo tan terrible, pero había enmendado su error de una forma elegante, así mismo como evitado tener que darle más explicaciones.

“Será que me oculta algo que aún no tengo que saber” pensó buscando tranquilizarse.

*

Sam no escuchó los retos, fue como si penetraran y salieran de inmediato de su rango de audición. Se quedó muy quieto, muy tranquilo, el médico vino a examinarlo y entonces le dijo algo que sí escuchó claramente.

- Si pasaste la noche durmiendo en esa silla y estás tan bien, creo que ya te daremos de alta – revisó su espalda -, es una suerte que sólo te hayas dislocado una costilla, una suerte, considerando que a tu amigo ese mismo tipo se las hizo polvo.

- Tengo suerte – saboreó esas palabras, tenían mucho sentido.

- Aún no me dices – el médico se alejó para escribir en la ficha - ¿Cómo lo hiciste? Lo levantaste del suelo y te desmayaste afuera de la urgencia, estabas herido, una costilla fuera de lugar molesta mucho.

- No lo sé – se perdió en la blancura de la habitación -, para serle sincero, ni siquiera recuerdo haberlo hecho…

El médico sonrió y cerró la carpeta.

- Creo que ya estarás bien, mañana vendré a darte de alta, creo que querrás ir a ver a tu amigo, puedo darte una mano…

Sam asintió, se levantó y se puso una bata con ayuda del médico, el resto del camino lo recorrió a pie, era increíble que se sintiera tan bien, pero el dolor era cada vez menor.

- Te recomiendo que descanses un par de días sí – el médico se inclinó sobre su hombro -, ahora te sientes bien, pero no te aseguro nada, ya no estás grave, estás para dormir entre tus cosas…

- Gracias – entró en el cuarto de James y le sonrió al hombre que se alejó por el pasillo.

James estaba durmiendo, desde la conversación de la mañana habían pasado al menos unas 6 horas, las mujeres movían los almuerzos, el médico había dejado dicho que buscaran a Sam en el cuarto de su amigo, así que se movió con naturalidad y acercó el sillón a la cama, el ajetreo despertó al moreno, que se estiró levemente y le sonrió divertido.

- Así que conoces mi secreto.

- Deberías seguir durmiendo – se sentó con suavidad y se cubrió con la bata.

- ¿Y perderme la entretención?

- ¿Disculpa? – lo miró extrañado, James estaba empezando a darle mala espina.

- Así que conoces mi secreto… Cuéntame de eso – le mostró los dientes, sus gestos felinos se acentuaron.

- Bien – empezó a sonrojarse, él mismo se lo había buscado, seguía yendo a esa habitación como si esa fuese la única cosa que tuviera que hacer en ese hospital -, hace como 2 meses te seguí y descubrí que practicabas karate… Me sentí tan asqueroso que desde ese día empecé a seguirte cada vez que tenías prácticas…

- ¿Cada vez… - sonrió sosteniendo la frase.

- Sí, yo soy el acosador que siempre notabas…

- ¿Por qué? – empezó a reírse, se moría de nervios, definitivamente terminaría invitando a su acosador a tomar una tacita de té…

- ¡No te rías! Porque no podía creer que una persona tan…

- ¿Tan qué? – entre lágrimas de risa consiguió articular la pregunta.

- Tan pequeña…

- Tú tampoco eres tan alto – sonrió -, de hecho diría que me ganas por unos centímetros.

- Tienes mucha fuerza ¿Por qué nunca te defendiste? Me atreví a provocarte sólo una vez, cuando noté que no te defendías confirmé una teoría…

- Ya te lo dije no? – logró ponerse serio – Pero en parte es porque no tenía ni la más mínima oportunidad en contra de los 3, Mike lo sabía, se aprovechaba de tu conocimiento de las técnicas, el final hizo uso de una de ellas para frenar el golpe que iba a usar para defenderme – recordó sus últimas acciones y agradeció sinceramente que se encontrara tan entero en ese momento -, en contra de Mike y Zack yo habría podido ganar, por eso el mal nacido me amarró…

- Mike… - estaba muy nervioso, la conversación se había desviado.

- Mike sabía que yo soy karateca, siempre lo supo, empezó el acoso cuando tú llegaste, si tú nunca hubieras llegado, nunca se habría atrevido a tocarme, pero a ti te faltaron muchas agallas… Ese día, estabas herido…

- Mike era muchísimo más fuerte que yo – la piedra de su estómago se movió, él había sido el causante del sufrimiento de James, él y sus técnicas de pelea -, y yo estúpidamente le compartí conocimientos…

James bostezó y se sentó con muchísima dificultad, no lo miraba, pero cuando estuvo cómodo estiró su brazo y sujetó su cabeza un instante, Sam se asustó por el gesto y lo miró…

- Me miras con tanto arrepentimiento que me da escalofríos.

- ¿Por qué Mike te hizo nuestra víctima? – desvió la cara.

- Dímelo tú – abrazó sus piernas, le molestaba la vía que tenía en el brazo, pero mientras Sam no lo miraba tironeó de la manguera y la botó.

Sam la afirmó en el aire, se levantó y le sonrió.

- Puedes ponerte de pie – lo miró mientras volvía a colocar el suero en su posición.

- Me van a dar el alta mañana, no me había fijado en que te estaban pasando medicamentos…

- Son calmantes, respirar me duele un montón, además de que...

Sam se movió rápidamente y le levantó la parte de arriba del pijama, James se quedó quieto, incrédulo ante lo que estaba pasando, pero el rubio observó las vendas rodeando su abdomen y la piel morada debajo de ellos.

- Lo siento – lo soltó y se recargó en la cama -, él nos dijo que eras un maricón asqueroso, y así lo creí, sobre todo porque un día en que estábamos afuera de tu apartamento llegaste con un tipo… Tampoco lo negaste…

- Es que sí llegué con un tipo – estaba atónito, Sam era una maldita caja de sorpresas indescifrable que no podía comprender -, pero Mike me odiaba porque Sarah le dijo, que yo iba a ir a buscar hombres a la discoteca por la noche, el día en que ella terminó conmigo…

- ¿Sarah? – se quedó quieto – La única Sarah que conozco…

- La hermana menor de Mike.

- ¿Por qué fuiste a buscar hombres? – lo miró con temor, como si la pregunta lo avergonzara.

- ¿Y por qué no? – le sonrió divertido – Me molesta lo prejuiciosos que son…

- ¿Te gustan sólo los hombres? – prejuicioso, él mismo se odiaba a rabiar por sentirse tan atraído, sin embargo ya no podía detenerse, ya no podía frenar el andar frenético.

- No, pero en realidad creo que ningún sexo me gusta o me disgusta – giró la cabeza un poco, si lo seguía mirando iba a dolerle la cabeza de tanto intentar leerle la mente.

- James – no podía creer que ese tipo fuese tan extraño, tan complejo, no podía creer la forma en la que se estaba comportando, se estaba propasando de los límites -, hace tiempo pensaba que eras un idiota por andar siempre solo – captó su atención, sus ojos verdes se posaron con sutileza en su rostro -, pero en realidad eres muy valiente por sostener semejante discurso.

James asintió, extrañamente hechizado, extrañamente confundido, nadie nunca antes le había dicho que era valiente… Salvo su abuela, se perdió en el mar azul.

“Uno de mis maltratadores me está devolviendo la calidez” pensó con tristeza antes de centrar su atención en la enfermera que traía los almuerzos de ambos “Voy a echarlo de menos cuando le den el alta”.

Notas finales:

Les dije que iba a actualizar luego, es que me han leído tanto y me han dejado tantos comentarios lindos que esta es mi manera de agradecerles... Ya saben, para que les queden uñas hasta la nueva actualización C:

Muchos saludos, esperaré nuevamente los comentarios que siempre les pido, me divierte un mundo contestarlos <3


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