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¿Quién se queda con Deidara? por AkasunaNoJasmine_SD

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, fueron creados por el maravilloso M.Kishimoto *w*

Contiene escenas de sexo explícito, relativamente "hard", pero nada para mayores de edad.

Ten en cuenta que aparecen muchas escenas tristes, después de todo es algo así como un "Drama".

 

Notas del capitulo:

Hi! :) Aquí Akasuna No Jasmine <3 Con un nuevo proyecto que la tiene muy, muy emocionada y enganchada :) -¿Por qué estoy hablando en tercera persona?-

Me inspiré en la canción: Simarik, de Tarkan, mejor conocida como "La canción del Beso".

Aún no sé con quién acabará mi hermoso Deidara-Kun... Así que se aceptan sugerencias nwn

(Sí, hay SasuDei, no es muy típico, pero...Yo leí algunos OneShots de ellos y me quedé enamorada con la pareja, claro, no será la "gran cosa". Soy consiente de que no es muy típico)

Me dejo de hablar... ¡Espero que les guste! ¡Y que puedan dejarme un review para ver que les parece! :3

Metió las últimas maletas repletas de ropa en el maletero del auto que se supone, lo llevaría a la estación de trenes.

El asiento trasero iba también, repleto de cosas suyas que no sabía dónde iba a meter cuando llegara a su nuevo hogar.

Había vivido junto a su madre en Iwagakure desde los diez años, cuando sus padres se separaron y le dejaron escoger con cuál de los dos prefería quedarse. Deidara, más maduro de lo que debería ser a esa edad, decidió quedarse con su madre. La mujer necesitaba compañía, padecía de cáncer de pulmón, ya bastante avanzado debido al tabaco que consumía a diario y a cada hora.

En Konohagakure –su antiguo hogar- había dejado a su padre y hermana menor, con quienes tenía una bonita relación que luego se vio desgastada por las contantes peleas entre los cuatro.

Su padre peleaba con su madre y Deidara la defendía y, al pasar esto, Ino salía en defensa de su padre, lo que terminó por lograr que padre e hija cortaran lazos con madre e hijo. Y, sin embargo, su padre lo llamó poco después para decirle que a pesar de todo, podía contar con él cuando lo necesitara.

Y no pensaba pedirle ayuda de nada, hasta que a los dieciséis, su madre falleció. No tuvo nada que ver con el cáncer. La causa de su muerte fue Suicidio. Dejando una carta de tres hojas a su hijo sobre la mesa de entrada de la humilde y pequeña casa que tenían, se dirigió al baño, se metió en la tina y comenzó a cortarse, mientras que ingería pastillas para rematar.

No fue Deidara quien la encontró, sino su vecina, que siempre iba a echarle una miradita a la mujer, mientras que Deidara trabajaba para lograr mantenerse a sí mismo y a su madre.

El cuerpo fue retirado y las investigaciones fueron hechas y finalmente, los médicos llegaron a la conclusión de que lo que la había matado había sigo la hemorragia.

Se había tomado dos frascos completos de sedantes, luego se tomó uno de analgésicos y luego algunos antibióticos que encontró por ahí. Sus muñecas tenían cortes superficiales que habían sido hechos con una trincheta, pero luego habían otros más profundos, que eran de un cuchillo de cocina.

Justo sobre las venas.

Deidara había limpiado el desastre que había en el baño mientras que el cuerpo de su madre era examinado por segunda vez, bañado en lágrimas. Finalmente, tomó el teléfono y decidió que lo mejor era avisarles a su padre y a su hermana lo que había pasado.

Con tono tembloroso le contó a su padre por teléfono lo sucedido y le pidió que por favor, le ayudara a organizar el funeral, debido a que no tenía dinero para pagarlo.

El hombre no tuvo problemas, pagó todo desde su aldea y todo fue organizado para enterrarla, Deidara no quería un velatorio…No hacía falta.

Su hermana asistió, más su padre no. La había consolado y luego la había llevado a la estación de trenes. La chica no quería pasar ni un segundo en la casa donde su madre se había matado. A pesar de no quererla demasiado, era la mujer que le había traído a la vida y eso le hacía sentir la pérdida.

Deidara decidió quedarse en Iwagakure solo, aunque luego tuvo que vender la casa por falta de dinero y tuvo la suerte de que su novia de ese momento, Konan, le ofreciera mudarse con ella.

Fueron dos años, pero igualmente fue una bonita convivencia, por más de que la relación se hubiera acabado medio año antes de que Deidara decidiera marcharse.

¿Qué sucedió? Deidara descubrió que era homosexual.

Fue de a poco, empezando por sospechas, luego con hechos y finalmente ya no pudo negarlo más. Debido a que acabó engañándola con Daichi, un amigo suyo del cual estaba bastante enamorado y con el cual había mantenido una relación de amantes que duró poco más de tres meses.

Konan se enteró y todo se derrumbó. No le echaba de su casa debido a que conocía la situación del muchacho, pero había dejado en claro que ya no tenían nada y a partir de ahí, comenzó a salir con muchos chicos, como desahogo.

Finalmente, Deidara llamó a su padre, con mucho temor a lo que él pudiera decirle y le pidió para mudarse junto a él, debido a que no tenía adónde ir y porque su relación con Konan había acabado.

Inoichi, amablemente aceptó, pero sin embargo notó de inmediato que su hijo no sentía muchas ganas de volver a verlo luego de tanto.

“Debes de estar gritando de la emoción” Comentó con sarcasmo en la voz.

Deidara lo ignoró y le cortó tras decirle que estaría en Konohagakure a más tardar, unos dos días después.

Y ahora se disponía a esperar a que su exnovia le dejara en la estación de trenes.

_Bueno…He cerrado la puerta del patio y también las ventanas. Vamos, Dei…Te llevaré.

Konan era una muchacha increíblemente bonita, que podía gustarle a cualquier hombre que quisiera. Su cabello era azul, corto por los hombros. Tenía ojos dorados y un cuerpo estructural.

Y a pesar de que el rubio la había engañado, seguía llevándose de maravilla con él.

_De verdad…Gracias, Koni…-le dijo él, utilizando su apodo.

_No hay porqué-aseguró ella.

Se subieron al auto y ella le llevó hasta la estación, ambos bajaron y la chica tuvo la amabilidad de ayudarlo con sus cosas también.

_No tienes que irte si no quieres…-le dijo ella, seriamente, cuando estuvieron frente al tren que él debía tomar.

_Ya te he estorbado bastante. Además conmigo en tu casa creo que no puedes continuar con tu vida. Deberías estar con alguien que te sepa valorar…No lo sé, casarte, como quieres hacerlo y ya. No puedo seguir estando metido ahí como un impostor.

Ella tenía veintiocho años y quería casarse antes de los treinta y el plan de ambos era casarse en cuanto Deidara tuviera los diecinueve, pero ahora que el rubio los tenía, las cosas no se pudieron dar.

Ella debía seguir adelante.

_Deidara…-intentó replicar.

_De verdad…Búscate a alguien que te quiera, Konan. Nosotros no podríamos estar juntos, tú misma lo dijiste: Lo único que hacemos es lastimarnos y mentirnos.

A pesar de ya no ser nada, Deidara sentía que le debía algo y por ese motivo, algunas veces terminaban en la cama, manteniendo relaciones sexuales que no hacían más que empeorar todo.

Porque ella sabía que el rubio lo hacía únicamente por esa sensación de estarle debiendo alguna cosa. Y luego de que todo acababa, el desorden era limpiado, se duchaban por separado, se vestían y hacían de cuenta que nada había pasado.

¿Cómo podía ser que continuaran de esa manera? No podían, era injusto para los dos.

La noche previa a su partida incluso, habían vuelto a hacer lo mismo y luego Deidara terminó encerrado en el pequeño ático que le servía de habitación desde que se habían dejado.

_Eres muy bueno, Dei…-murmuró ella, con una sonrisa dulce sobre sus labios.

_ ¿Bueno? ¿Cómo podría parecerte bueno tras haberte engañado de esa manera, Koni?-preguntó Deidara, con un deje de ironía en la voz.

_Estabas confundido…Yo creo que lo comprendo ahora y sé que no puedo cambiarte pero…Me gustaría que supieras que si cambias de opinión…

_Créeme, lo primero que haría sería buscarte a ti, Konan…Pero no ahora, necesito alejarme. Este lugar me tiene atrapado, no me deja salir adelante.

La chica sabía que el rubio no lo estaba diciendo únicamente por el hecho de vivir con ella. También se debía a su madre fallecida y a los fantasmas del pasado que dejaba ahí.

Ella conocía muy bien a Deidara, podría jurar que incluso más que nadie sobre el planeta. Se sabía de memoria cada reacción del muchacho, toda su historia, sus pensamientos, su forma de ser…Era imposible no saberlo todo sobre la única persona que había podido amar alguna vez.

Una lágrima solitaria corrió por su mejilla. Luego de tanto tiempo…Le seguía amando.

Reprimiendo las ganas de largarse a llorar frente al rubio e impulsada por algo extraño, lo jaló de su remera y le plantó un beso sobre los labios.

Nada…Era como estar besando a una pared.

Sabía que si abría los ojos y continuaba besándole se toparía conque los ojos de su amado rubio continuaban abiertos. Él no la quería de esa manera.

Su boca se movía sobre la de él, pero el rubio no correspondía.

Konan sonrió con tristeza y dejó de besarlo, miró hacia abajo, para luego volver a mirarlo a los ojos y decirle:

_Quiero que seas muy feliz.

Le abrazó fugazmente y sin esperar respuesta alguna de parte del rubio, se dio la vuelta y se marchó, dejándole muy aturdido.

Deidara se sorprendió de que no le pidieran boleto. Preguntó porqué y el hombre que recogía los mismos le comunicó que Inoichi había llamado hace poco y había explicado que no debían cobrarle nada.

Claro. Debió suponerlo, después de todo, su padre manejaba la empresa de trenes y también una línea de aviones muy famosa. Como quien dice, su padre era uno de esos típicos ricachones que lo tienen todo.

El viaje duró lo suficiente como para que el rubio lograra sentirse completamente vacío. Y no se sintió en lo absoluto emocionado cuando bajó del tren.

No es que Konoha le desagradara, todo lo contrario, era un bonito lugar para vivir, pero Deidara no se sentía conectado con ese sitio. Y para colmo, alguien se había encargado de bajarle las cosas y no se pudo negar debido a que el hombre había insistido notablemente.

Ahora, acababa de dejar la última de sus maletas a su lado y acababa de levantar la mano en dirección a alguien que se mantenía de pie justo enfrente a Deidara.

_ ¡Señor Yamanaka!-saludó el hombre.

Deidara sintió un escalofrío recorrerle la espalda, tenía la piel de gallina.

_Gra-gracias por la amabilidad…-dijo Deidara al hombre, en cuanto oyó que su padre le devolvía el saludo.

_No ha sido nada, que disfrute su nueva vida-le deseó el muchacho antes de desaparecer.

Deidara suspiró y con lentitud levantó su mirada hacia su padre. Ahí estaba: Vestido de traje negro, camisa blanca y corbata perfectamente anudada. Zapatos de marca, formales…Sus ojos celestes, su cabello largo y rubio sujetado en una coleta alta…Definitivamente, más cambiado que antes.

Se esforzó por sonreír aunque fuera un poco y esperó a que el hombre se le acercara.

Inoichi le echó una mirada rápida a su hijo mayor: Estaba muy alto, mucho más que la última vez que lo había visto hace nueve años atrás. Era sin dudas parecido a su madre, pero seguía teniendo rastros suyos.

Le echó una miradita a sus pintas: El cabello larguísimo, de color rubio más oscuro que el suyo y el de Ino, atado en un peinado muy similar al de su hija. Tapaba su ojo izquierdo con el largo flequillo que llevaba y podía notar cansancio y ojeras en la mirada profunda que el ojo derecho, de color azul oscuro connotaba.

Vestía sudadera verde pastel, jeans oscuros y zapatillas Converse negras, nada complicado o formal.

Comenzó a caminar hacia él con una sonrisa amplia dibujada sobre sus labios.

_Deidara…-dijo, cuando estuvo frente a él.

_Padre…-saludó el muchacho.

¿Por qué le miraba así? No era como si fuera gran cosa. Inoichi lo atrajo a su cuerpo y le dio un fuerte abrazo.  Deidara se sintió atrapado, confundido y débil.

Más no correspondió a la muestra de afecto, tal cual como había pasado con Konan. Inoichi sonrió con ironía y lo soltó.

_Vamos, tu hermana está muy ansiosa de verte, pero como estaba intentando hacer su tarea de Arte no pudo acompañarme.

_ ¿Arte? Yo puedo ayudarla con eso…-sugirió Deidara.

Algo que todos los que lo conocían sabían era que Deidara sentía algo muy especial hacia el arte. Era como una parte de él.

_Lo sé, creo que por eso también estaba emocionada por verte, no le está yendo bien con Arte, sin embargo en Matemáticas está excelente.

_Espera… ¿Qué no se supone debería estar en la Universidad?-preguntó Deidara, extrañado.

¿Qué había seguido para que le juntaran Metemáticas y Arte?

_Claro, de hecho lo está, pero se quedó debiendo dos exámenes de sexto grado en la secundaria y tiene que pasarlos. Arte, Matemáticas e Historia.

Vaya problema… ¿Tres exámenes?

_Historia ya logró pasarla y en matemáticas me asegura que le fue bastante bien. La cosa es Arte, no creo que sepa con exactitud lo que debe hacer.

Parecía preocupado por su hija.

_La ayudaré, no hay problemas-aseguró Deidara.

Inoichi le sonrió a su hijo mayor y comenzaron a caminar hacia su auto, que estaba estacionado enfrente a la estación.

_Te he inscripto en la mejor Universidad de Konoha: La Universidad Akatsuki, a la que va tu hermana, por cierto. De hecho, ya te han aceptado en el programa de artes. ¿Recuerdas las obras de guía que le enviaste a Ino hace ya algún tiempo?

Deidara asintió con la cabeza. Recordaba haberle enviado por e-mail dos obras suyas, para que su hermana pudiera tener una idea sobre lo que era el género barroco.

_Bueno, tu hermana ha tenido la maravillosa idea de mostrárselas al director de Artes y… ¡Adivina! Te quiere en su clase cuanto antes. Te ve mucho potencial.

Deidara sonrió ampliamente por primera vez en ya un largo tiempo. ¿Sería enserio malo haber vuelto a su ciudad natal? Porque hasta ahora, iba mejor de lo que él hubiera pensado.

Se sorprendió al ver el Mercedes Benz de su padre estacionado frente a la estación de trenes. Usualmente, no estaba acostumbrado a todo ese lujo.

Y más sorprendido estaba cuando llegaron a la casa donde iba a vivir.

_Bienvenido a casa, hijo.

No era una casa pequeña, no era una casa grande… ¡Era una casa extra grande!

Y eso era solo el comienzo, ya que tras traspasar las rejas que daban entrada a una pequeña calle que conducía a una casa realmente grande. De dos pisos, era el centro de aquel sitio y estaba rodeada por esa calle que conducía a ella y por un gigantesco jardín.

Pisó el porche de piso de mármol y se sintió avergonzado de entrar a semejante sitio. No se sentía a tanta altura.

_Es mejor que te acostumbres, Deidara…-aconsejó su padre, como si hubiera adivinado su actitud incómoda- Ésta es tu nueva vida ahora. Se terminó el sufrimiento, ¿vale?

Deidara sonrió levemente y asintió con la cabeza. Inoichi tocó un botón que estaba en la puerta y dijo:

_Kurenai… ¿Tendrías la amabilidad de venir a buscar el equipaje de mi hijo?

Unos pocos segundos más tarde una voz respondió: “De inmediato, señor”.

Entonces Inoichi metió la llave en la cerradura, la giró y ambos entraron a la casa, se quitaron los zapatos, dejándolos a un costado de la puerta y entonces Deidara se quedó completamente embelesado por el lugar al que estaba entrando.

Una sala realmente excepcional se extendía ante sus ojos: Sofás blancos bastante grandes, el suelo estaba alfombrado por un material que de seguro sería carísimo, una mesa ratona en el centro, donde habían además algunos adornos. Cuadros por todas partes, una chimenea genial…

Deidara se acercó casi con timidez a la chimenea y posó sus ojos azules sobre una fotografía enorme de dos chiquillos de diez y nueve años, que se abrazaban.

Eran un niño y una niña. El niño estaba delante, embadurnado de lo que parecía ser arcilla para moldear, sonreía felizmente y sacaba la lengua para la cámara, mientras que con sus manos formaba el clásico símbolo de “Amor y Paz”. Su cabello era largo, de color rubio y se veía muy desordenado, cayéndole juguetonamente sobre sus ojos, dificultándole la visión.

Detrás de él, subido sobre su espalda, se hallaba una bonita chica, un año más pequeña, también rubia y de ojos claros, que también le sacaba la lengua a la cámara.

Con la excepción de que ella se le prendía al cuello con sus brazos y de que estaba embadurnada de algo que parecía ser brillantina.

Eran Ino y Deidara de niños.

Deidara recordaba esa fotografía.

¿Su padre había ordenado ampliar la foto para colgarla en el centro de la sala?

Se volvió hacia su padre y descubrió que aquel hombre sonreía amablemente.

_No podía faltarme esa fotografía. Sin ustedes mi casa no estaría completa, por eso siempre quise que te quedaras aquí. Junto a mí y a tu hermana, pero…Respeto tu decisión e incluso la admiro. Sabías cómo eran las cosas de complicadas y te marchaste con tu mamá. Ansiaba volver a verte, Deidara…

Deidara se mordió el labio inferior y luego sintió que alguien se le colgaba en la espalda.

_ ¡No sabes cómo me has salvado la vida!-gritaba una voz femenina.

Deidara hizo un esfuerzo por descolgar a la chica de sus hombros y cuando lo consiguió se dio la vuelta para verla directo a los ojos.

_ ¿Ino?-atinó a preguntar.

_Ni que estuviera tan cambiada como para que necesitaras preguntar: “¿Ino?” con voz de tontuelo…

Le echó la lengua juguetonamente y Deidara sintió que se sonrojaba. ¿Cambiada? En tan solo tres años su hermana había cambiado por completo. Su cuerpo estaba muchísimo más formado, era realmente preciosa, eso siempre lo había dicho.

_ ¿No vas a hablarme?-preguntó Ino, haciéndose la ofendida.

Él pensó que todo estaba mal entre ellos. Entre él y su padre y hermana. Pero no era así en lo absoluto, no parecían guardarle rencor por haber discutido con ellos cientos de veces en el pasado.

El rubio sonrió ampliamente y la acercó a su cuerpo, dándole un fuerte abrazo.

_Pensé que ustedes me odiaban…-le comentó a su hermana, en un susurro.

_ ¿Odiarte? Pe-pero… ¿Qué idioteces estás diciendo, Dei?-lo reprendió Ino-No te odiamos, te amamos. Discutimos, sí…pero ya es pasado. Me alegra que estés aquí.

Deidara sonrió y se dejaron de abrazar. Ino miró a su padre y dijo atropelladamente:

_Padre…iré a mostrarle la casa a Dei y luego… ¿Dejarías que me ayudara en Arte? Soy un completo desastre en ella…

_Vale cariño, pero que no te haga todo el trabajo. Los veré en un rato, me necesitan en la empresa.

_ ¿E-empresa?-preguntó Deidara, confundido.

_Olvidé decírtelo-afirmó el hombre, meneando la cabeza-Manejo una empresa ahora.

_ ¿A que es genial?-preguntó Ino, sonriente-Papá está muy ilusionado porque a pesar de ser nueva, ya es bastante conocida y cada día crece más.

Inoichi asintió con la cabeza sonriente, se acercó a sus hijos y los saludó de maneras diferentes: A Deidara con un abrazo que sí fue correspondido y a Ino con un beso en la frente.

_Estaré de vuelta para la cena, lo prometo.

Ino le tomó de la mano y lo arrastró por toda la casa, mostrándole cada rincón. Finalmente, se pusieron a hacer la tarea del examen de Ino, para que ella pudiera pasarlo.

Sabía que empezaría la Universidad a más tardar el lunes y ya era sábado, pero en lugar de ver todo de forma pesimista, ahora estaba más animado.

Todo parecía ir de maravilla. Claro que aún no les decía a su padre y hermana que era homosexual y tampoco tenía idea de los líos en los que se metería cuando conociera a un amigo de su pequeña hermanita y a otros dos chicos.

Y cuando entre los tres…Comenzaran a hacerle perder la cabeza.

Notas finales:

Deidara: T-T ¡Que historia! Waahhh! D: ¿Por todo eso tuve que pasar?

Ino: T-T ¿Hermana de esta bestia? ¿De verdad?

SabakuNoJasmine: Sí, mi vidita...Por todo eso haz pasado! T-T ¬_¬ Y tú shh, Ino...Verás que te encantará ser la hermana de Dei-Dei ;'D

Bien...¡Espero que les guste! Y que me dejen sugerencias... ¿Con quién les gustaría que se quedara Dei? Lo tendré en cuenta, pero yo decidiré al final....

¡Es todo! ;) Sayönara!


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