Sostuvo el cuadro en sus manos y le miro durante un largo tiempo pasando las yemas de sus dedos sobre el vidrio. Sus ojos se cristalizaban al ver a la hermosa mujer vestida de blanco de mirada baja y sonrisa tan solo insinuada.
No noto que él estaba ahí detrás suyo, mirándole desde la puerta. Nunca lo notaba, su mente siempre tendía a irse demasiado lejos y esa era la principal razón de que estuviera ahí.
_ Buenos días- dijo golpeando la puerta abierta a pesar de que llevaba un buen rato ahí.
_ Buenos días, doctor- respondió el joven dejando el portarretrato sobre el velador.
_ Es un hermoso día el de hoy.
_ Lo es.
_ ¿Tienes ganas de pasear hoy?
_ No.
_ ¿Qué quieres hacer?
_ Nada.
_ ¿Nada?
_ Estaría bien para mí, tan solo abrir las cortinas para dejar entrar algo de luz.
_ ¿Solo eso? El sol afuera esta hermoso.
_ Solo eso…
_ ¿Qué harás hoy?
_ Descansare.
_ Bien, hasta mañana, Tao.
_ Hasta mañana doctor Kim.
Cerró la puerta y salió por el pasillo en dirección a su oficina. Allí dejo su informe de la jornada, se sacó el delantal y tomo su portafolio para irse. Paso por el parque para llegar al estacionamiento de la clínica, su expresión calma lucía muy agradable en él. Subió al auto y encendió la radio de inmediato. Jamás había escuchado un solo tema de esos que pasaban en la estación de la cual no sabía el nombre pero siempre sintonizaba. Tenía la necesidad de poner música siempre que estaba solo, necesitaba algún ruido de fondo que le distrajera de sus pensamientos.
Estacionó frente a un restaurant, apagó la radio y bajo con una sonrisa. Para los que lo conocían era habitual que sonriera, para él un hábito, un ensayo. Fue directamente a la mesa donde le esperaban su prometida y su cuñado.
_ ¿Llego tarde?
_ Acabamos de llegar- respondió ella.
_ Bien- sonrió y tomo asiento dedicándole una mirada a ella y una mirada fugaz a él.
Habían pactado ese encuentro para cumplir con la formalidad de anunciar su compromiso al único familiar de la joven. Sin mucho formalismo y de una manera amigable, pensaron que sería la mejor manera.
_ ¿Cómo estuvo el trabajo?- pregunto Junmyeon.
_ Muy bien ¿tú? ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no te veo.
A Junmyeon pareció agradarle las palabras de Jongdae y solo sonrió.
_ Mi hermano no deja de trabajar- dijo Sunah- tu tampoco, no sé qué voy a hacer con ustedes dos.
Jongdae rio al oírla, mientras que Junmyeon sonrió tenuemente mirándo al prometido simuladamente.
_ ¿Ya ordenaron?
_ No, ordena Sunah- respondió Junmyeon mientras miraba la hora en su celular.
_ ¿Estas ocupado? Pregunto Jongdae.
_ No, solo miraba la hora por costumbre.
_ Pidamos filete ya que es una ocasión especial- dijo ella.
_ ¿Ocasión especial?- replicó Junmyeon.
Ella sonrió ampliamente y levanto su mano para enseñarle el anillo, mientras que Jongdae sostenía su otra mano.
Junmyeon los miro contrariado sin decir nada.
_ Nos vamos a casar- agregó Sunah esperando por su reacción.
_ Ah… ah! ¡Qué bueno!- sonrió ampliamente mientras sus ojos se humedecía ligeramente.
_ Cuidare bien de ella- dijo.
_ ¡Me voy a casar hermano!- decía ella entusiasmada.
_ Felicidades… muchas felicidades- sus ojos enrojecían y su voz se quebraba a pesar de la sonrisa que se esforzaba por sostener. Sentía que su corazón se aceleraba y que un dolor comenzaba a agobiarlo en su pecho.
_ ¿Te emocionaste?- pregunto ella.
_ Un poco…- era realmente intolerable para él aquella sensación que casi no entendía el motivo de ser.
Sunah se le arrimó y le abrazó- soy tan feliz, hermano- dijo.
Junmyeon de repente se quebró llevó su mano al celular y apretó el botón del reproductor para que sonara.
_ Me llaman- dijo.
_ ¿Desde cuándo usas un tono así?
_ Lo cambie hace poco… Hola- dijo fingiendo responder a la vez que apagaba el reproductor- entiendo, enseguida iré para allá- fingió cortar.
_ ¿Te vas?
_ Lo siento. Mi paciente se puso grave, luego tendremos tiempo de festejar- beso su frente y salió tan rápido como pudo.
Jongdae le siguió con la mirada hasta que este salió y lo perdió de vista.
Junmyeon subió a su auto y condujo de vuelta a casa, el día estaba soleado, la luz del sol rebotaba en las hojas de los árboles y los vidrios de las casas y autos. Al llegar a su edificio estacionó y subió casi corriendo a su departamento. Al entrar tiro las llaves sobre el sofá, fue a cada ventana y cerró las cortinas para que no entrara la luz del sol. Dio varias vueltas casi perdido, yendo de una ventana a otra para obstruir cualquier entrada de luz. Finalmente fue a su habitación y se sentó sobre la cama, llevó ambas manos hacia su cabeza y comenzó a llorar desconsoladamente.
Apretaba sus labios intentando no hacer ruidos con sus sollozos, quizá tenía miedo que los vecinos pudieran oírlo. Quizás el que haya cerrado las cortinas se debía a su miedo de ser descubierto. Incluso si no terminaba de entender a que se debía aquel enorme dolor, o quizás si lo sabía y no quería admitirlo. No importaba lo que fuera, él se sentía morir en ese instante.
Mientras caminaba por los pasillos de la clínica tenía pocas cosas en mente más que una que no se atrevía a pensar. Se preguntaba porque había tantos días de sol, extrañaba mucho la lluvia.
La vida para él debía seguir sin cambios, después de todo no existía nada que pudiera alterarla. Se paró y se miró en el pobre reflejo de una ventana y acomodo su ropa esbozando una sonrisa todo está bien se dijo así mismo como buscando convencerse de algo. Entonces fue a hacer su ronda matutina.
En el área de internación vio a un joven parado junto al ventanal, le reconoció de inmediato; ya le había visto y había hablado con él muchas veces. Era el único que visitaba al paciente de la 205, otro joven de su edad.
Al llegar al umbral de la 205 el joven junto al ventanal le hizo una cordial reverencia que él respondió de la misma manera. Luego entro a la habitación para dar su visita de rutina.
_ Buenos días Luhan- dijo al entrar.
Este estaba entre dormido, abrió un ojo y sonrió- buenos días doctor Kim.
_ ¿Has dormido bien?
_ Sí, un poco de toz por las noches nada más.
_ ¿Cómo te sientes?
_ Bien ¿Cuándo saldré de alta?
_ Pronto… - se sentó al borde de su cama y abrió su camisa para inspeccionar su pecho- estas un poco congestionado, llamaré a la enfermera para que te nebulice.
Luhan asintió.
Junmyeon escribió sus anotaciones sobre él del día y luego se salió de la habitación, en el pasillo Yixing le abordó.
_ ¿Cómo está?- preguntó.
_ Estable.
_ Doctor… necesito que usted me diga que va a pasar con Luhan- su mirada estaba fijamente puesta en los ojos del doctor.
_ Hay que ver como evoluciona.
_ Eso ya me lo dijo antes, necesito saber si vivirá.
_ Te he dicho lo que se- Junmyeon se crispó por aquella pregunta y se alejó rápidamente.
Volvió rápidamente a la sala de enfermeras donde dejo su reporte del recorrido. Una enfermera se acercó para hablar con él.
_ Hubo un accidente múltiple en la autopista sur, hay muchos heridos y los médicos de la guardia de emergencia no dan abasto. Necesitamos que usted vaya a colaborar también.
_ Está bien, en seguida bajaré- necesitaba sacarse de la mente muchas cosas, hacía mucho tiempo que no estaba entre el ajetreo de la sala de emergencias. Aquel era el lugar indicado para olvidar aquello que corrompía su mente y ocuparla en algo más.
Un total de veinticinco autos habían chocado a raíz de un autobús que había perdido el control y había colisionado de frente contra un camión. Los más de ciento treinta heridos habían sido enviados a los cuatro hospitales más cercanos.
Como médico clínico cirujano podía colaborar en la sala de emergencia y así se dispuso a hacerlo. Al llegar a aquella zona del hospital se encontró con un caos de gente yendo y viniendo, con las sala llenas de heridos y familiares buscando a sus seres queridos.
Las ambulancias continuaban trayendo a los heridos, él se dispuso a recibir a los que llegaban cuando vio un rostro familiar llegar sobre una camilla. Jongdae… murmuró para sus adentros y fue de inmediato a su lado.
_ Yo lo atenderé- dijo al enfermero y llevo su camilla hasta una de las salas de atención. Él estaba inconsciente y tenía un golpe en la cabeza que perdía sangre.
Lo primero que hizo fue evaluar sus signos vitales, estaba estable aunque con presión baja. Una enfermera le conecto un suero al brazo.
_ Vaya con los demás, yo me ocuparé solo- le dijo a la enfermera quien por todo los paciente que habían accedió sin decir nada.
Junmyeon cerró las cortinas que rodeaban la camilla y quedo a solas con Jongdae. Tomo algodón y yodo para limpiar la herida, la saturo y le puso cinco puntos. Era un corte importante pero no profundo sobre el lado izquierdo a la altura de los ojos. Tenía que verificar que no tuviera más herida por lo que comenzó a desabotonar su camisa para así revisar su tórax y abdomen. Mientras lo hacía sus manos comenzaron a temblarle ligeramente, se detuvo un momento para inspirar profundo y continuar. Debía tocar sus costillas para comprobar que no estaban rotas, sintió como su respiración se acompasaba mientras tocaba su piel con sus manos presionando sobre ella suavemente. El cuerpo delgado de Jongdae era hermoso, su piel era tersa y suave. Pensó que probablemente su hermana disfrutaba mucho estando con él. Pensó que probablemente el también disfrutaría si pudiera hacerlo y casi lo imagino. Su piel desnuda rozando la de él.
Torpemente pudo acabar con el sondeo en esa zona, pero todavía quedaba la zona debajo de la cadera. Pensaba que no podía presentar heridas en sus piernas, pero era su deber comprobarlo.
Tenerle de esa manera, tan cerca, pudiendo tocarlo de esa manera mientras Jongdae permanecía inconsciente le generaba tal nerviosismo que apenas lograba continuar. Un terrible sentimiento de culpa le hacía morderse los labios. Prefirió mirar por encima del pantalón, sus manos se deslizaron por lo largo de sus piernas intentado hallar algo. En la pierna izquierda sobre la rodilla encontró sangre, supo que no le quedaba otra opción que quitarle el pantalón. Temblando llevo sus manos hacia sus caderas para desabotonar el pantalón negro que usaba. Trató de hacerlo con mucho cuidado para tocarlo lo menos posible, pero en aquel instante Jongdae gimió.
No estaba despierto todavía, pero casi como un espasmo había soltado un débil gemido que estremeció a Junmyeon profundamente. Se quedó inmóvil viéndole como se mojaba los labios dormido. Él sentía que sus fuerzas disminuían abruptamente y le era difícil controlarse.
Sin poder controlarla, su mano se posó sobre la parte baja del abdomen de Jongdae. Suavemente deslizó sus dedos hasta llegar a la altura de su pecho. Jongdae soltó un gemido nuevamente, lo que parecía incentivar a Junmyeon cada vez más en caer en esos deseos prohibidos que tanto esfuerzo ponía en mantener oculto.
Se inclinó sobre él dirigiéndose a sus labios pero no rozó los suyo con los de él. Se limitó a frotar su nariz sobre las mejillas de Jongdae, manteniendo los ojos cerrados e imaginando cosas que no podían ser. Sus labios iban y venían sobre los de Jongdae pero no se atrevían a rozarlos.
De repente abrió sus ojos, miro lo que estaba haciendo y se echó hacia atrás golpeándose contra la pared. Se tomó la cabeza entre las manos y salió de ahí.
_ ¿Qué sucede doctor?- preguntó una enfermera.
_ No me siento bien, iré a descansar a mi casa.
Nuevamente corrió huyendo hacia su departamento, cerró todas las ventanas, pero esta vez hizo algo más. Tomo cada uno de portarretratos con fotos de su hermano y los volteó. Como si estuviese avergonzado, como si la culpa no lo dejara estar frente a su hermana, incluso si esta estaba en fotografía. Se quitó toda la ropa y se metió a la ducha, cerró el agua caliente y solo abrió la fría.
Debajo de aquella lluvia fría se sentó para hundir su cabeza entre sus brazos y forzarse a sí mismo a pensar en otra cosa.