En todo lo que llevaba de su corta vida Jonh Hamish Watson nunca se había sentido tan impresionado como en ese momento, su madre había insistido en llevarlo a conocer a una amiga suya del colegio, que tenia un hijo, y según ella podrían llegar a llevarse bien, por eso lo arrastro un perfecto sábado a una casa desconocida, con lo que consideraba su mejor traje (lo hacia sentirse ridículo, pero eso nunca se lo diría, era su mamá, y no le gustaría hacerla sentir mal) y lo metió a un cuarto en donde estuvo encerrado durante lo que le parecieron años. Aunque viéndolo bien ese cuarto era todo lo que un niño de siete años querría, muchos juguetes ordenados perfectamente, un par de videojuegos, y muchos, pero muchos dulces, para que quejarse si podría divertirse un rato con todo aquello, sin embrago debía admitir que aquel niño del que hablo su madre le causo un poco de curiosidad, no era muy común verla tan emocionada por algo que no fuera una nueva receta de cocina. Suspiro y tomo uno de los controles, encendió la televisión y se perdió durante un rato en el mundo del videojuego, justo cuando se canso se dio la vuelta dispuesto a tomar uno de los dulces, el hambre ya le había llegado, pero cual fue su sorpresa al ver a un niño, tal ves un poco menor que él sentado en uno de los sofás, con un libro en manos y pasando rápidamente su mirada por aquellas hojas, como si estuviera enfrente de una cosa realmente interesante.
Durante un momento no supo que hacer, ¿aquel seria el niño del que hablaba su mamá? No lo creía, si así fuera lo mas probable era que se le hubiera acercado a hablarle, o al menos así le decía su ma que debía comportarse. Decidió que lo mejor era no hablarle hasta que él lo hiciera, por lo tanto volvió su vista al videojuego, y siguió apretando los controles para poder pasar al siguiente nivel, pero no lo lograba, por mas que lo intentara el control no respondía a como se supone que debería de hacerlo, enojado intento moverlo con un poco mas de fuerza, y al ver que no funcionaba estuvo a punto de lanzarlo contra la pared, pero una mano delicada lo detuvo, agarrándolo. Levanto su vista y se encontró con unos increíbles ojos, hasta ese momento nunca vio unos que tuvieran aquel color tan imposible, entre gris, azul, verde… no sabia que color eran, pero si que lo miraba con molestia.
-si quieres pasar ese nivel lo único que tienes que hacer es derrotar a Sephiroth con su propia espada, ni que fuera la gran cosa – comento él, viendo a la pantalla y con unos pocos movimientos del control logro lo que le habría costado mucho esfuerzo a John.
John lo veía entre enojado y sorprendido, ninguno de sus amigos lograría hacer eso, y lo más probable era que se pusieran celosos en cuanto supieran que ese niño lo había hecho. Pero no sabía su nombre, y si no decía uno lo tildarían de mentiroso. Volteo su vista de nuevo a aquel chico, que ya estaba de nuevo en el sillón, devorando el libro que tenía entre manos.
-si tienes algo que decir más te vale decirlo pronto, no sé tú, pero no es cómodo leer mientras te observan - dijo con un asomo de enojo en su voz aquel chico, sin despegar la mirada del libro que tenía enfrente. La verdad no sabía cómo podría preguntarle su nombre a aquel niño, nunca fue tímido, pero había algo en aquellos ojos que le causaba ¿incomodidad? No, no sabía lo que era, pero no le permitía ser él mismo, se concentró de nuevo en el juego, ya había visto el pequeño truco que utilizo el otro para pasar el nivel, los demás no debían de ser un problema, y de hecho, no lo fueron, los paso en menos de lo que tenía pensado, busco la mirada de aquel chico y le dedico una sonrisa socarrona, que claramente decia “a ver si me superas” y eso si que no, cuando acordó el otro ya estaba al lado suyo, sosteniendo un control, y retándolo con la mirada a ganarle, por alguna extraña razón eso hizo sonreír a John, esa tarde se iba a divertir mucho.
Estaba tan concentrado en evitar que ese niño ganara que no se dio cuenta de que su madre le estaba llamando desde hace rato, inclusive todavía se resistió un poco a dejar de jugar, iban empatados, y ya estaban en el nivel final del modo experto, un poco y terminarían el juego, volteo a ver a su madre con sus mejores ojos de cachorrito a medio morir, pero esta no le prestó atención y simplemente le señalo el reloj, aun no lo leía con claridad, sin embargo por la expresión de su madre podía decir que era realmente tarde; y si se hacía más tarde su madre no iba a alcanzar a pagarle a la niñera, aun con gesto molesto en la cara dejo el control, realmente se estaba divirtiendo, en especial al notar como pequeñas expresiones de sorpresa salían de la boca de su compañero al ver como lo alcanzaba en puntaje. Volteo a ver a aquel niño, y noto que su mirada estaba clavada en él, como si lo estuviera estudiando, solo fue durante un segundo, pero sintió algo de miedo, nunca nadie lo observo con tanta intensidad, se despidió con una simple sonrisa, acercándose a la puerta.
-mi nombre es Sherlock – dijo el otro niño en la habitación, sin voltearlo a ver. Y por alguna extraña razón eso hizo feliz a Jonh, consiguió saber el nombre del poseedor de esos ojos tan increíbles, se quedó unos momentos en la puerta, no sabiendo muy bien que hacer - ¿y bien? No me vas a decir tu nombre – y por fin sus miradas se volvieron a encontrar.
-oh, si mi nombre es John Watson, es un placer conocerte Sherlock – contesto él, con una sonrisa aún más grande de la que antes tenía.
Al ver que Sherlock no volvería a hablar Jonh salió de la habitación, sin borrar aquella sonrisa de su rostro, no sabía porque pero sospechaba, con ese instinto que tienen todos los niños cuando se trata de diversión, que su vida se iba a volver mucho más interesante.
Mientras Jonh bajaba las escaleras para llegar a donde su madre, en el cuarto que momentos antes dejo el pequeño rubio, un chico de cabello entre rubio y castaño entra y le dedicaba una mueca de disgusto al niño que estaba frente a la televisión.
-vaya, vaya, nunca pensé que te rebajarías tanto Sherlock, mira que hablarle a un niño como ese – comento el mayor, con burla en su voz, deteniéndose justo al lado del video jugador.
-no es algo que te importe Mycroft – contesto cortantemente Sherlock sin moverse ni un poco de su posición frente a la televisión.
-ya estamos al defensiva hermanito, ¿Qué te he hecho yo para que te pongas así tan rápido? – y mientras hablaba se dirigía a la puerta, sin importarle de verdad una repuesta; nunca le importaba lo que le contestaba el menor, se conformaba con saber que aún no se olvidaba de él, aunque la razón fuera un odio muy mal disimulado.
Sherlock soltó un suspiro y se dirigió a la ventana de aquel cuarto, que daba directo al exterior, pudo ver como su madre acompañaba a los invitados hasta la puerta, y ahí los despedía con una de esas sonrisas que tanto odiaba. Inconscientemente siguió con la mirada a aquel chico hasta que lo perdió de vista, John, que nombre mas común, si, demasiado, entonces ¿Por qué le había hablado en primer lugar? Por miedo a que rompiera el control, claro que no, era tan sencillo para él pedirle a su madre otro, y esta se lo compraría apenas las palabras salieran de su boca. Entonces, que lo orillo a hablarle, y mas importante a jugar con él, aunque le doliera debía de admitir que aquel chico tenia un no sé qué, ¡logro alcanzarlo en una partida! Eso ni Mycroft lo lograba en sus mejores momentos, su hermano como siempre estaba equivocado, aquel niño no era ni la mitad de lo que aparentaba, tal ves no seria mala idea tratar con Jonh Watson.
No se dio cuenta, pero mientras lo pensaba una pequeña sonrisa se había perfilado en los delicados labios de Sherlock Holmes.