“Hay alguien a quien amo desde que era pequeño. Una persona tan hermosa y deslumbrante, que fue inevitable fijarme en él. Su rostro, su voz, todo su ser, me cautiva y me atrapa sin poder escapar…”
Mientras pensaba, miraba el perfecto perfil de su amigo que estaba sentado a su lado. Los seis chicos se encontraban en la casa del chico de cabello negro, donde dormirían esta noche. Celebraban entre zumo y comida, la gran amistad que los unía y que esperaban, no se volviera a romper.
-Dime Ai-chan…- le hablaba el chico de cabello rubio al chico de cabello gris -… ¿Cómo es vivir con Rin-chan?-
-¡Ah! ¡Vivir con Matsuoka-sempai es genial!...- contestaba emocionado el más pequeño de los seis -… Todos los días aprendo algo nuevo sobre él y me ayuda a mejorar en mi forma de nadar-
-¡Oooh! ¡Rin-chan! Eres todo un sempai- se burlaba el rubio.
-Ya cállate, Nagisa- el chico de cabello rojo, bebía de su vaso mientras los demás se reían.
“…Al comienzo, no sabía que era este sentimiento. Cada vez que pensaba en él, mi corazón y mi pulso se aceleraban. Deseaba verlo y pasar todo el día junto. Yo solo era un niño que no podía entender aquellas extrañas sensaciones, pero mientras fui creciendo, comprendi que esto se llamaba amor…”
-¿Juguemos a verdad o castigo?- preguntaba alegremente el rubio mientras sostenía una botella de vidrio en la mano.
-¡Ooooh! Qué buena idea Nagisa-san…- hablaba el chico de cabello azul -… será tan divertido como cuando nos quedamos un la isla-
-¿Y como serán las reglas?- preguntaba el chico de cabello castaño.
-El que gira la botella, hace la pregunta, y al que apunte, la responde…- dejo la botella al medio de todos -… y si no quiere contestar…- saco un marcador negro de su bolso -… se tiene que rayar la cara-
-Sí, será divertido- hablaba con su inexpresivo timbre de voz, el pelinegro -¿Quién empieza?-
-Yo empiezo- el rubio giró la botella y apunto al peliazul -¿A cuál de nosotros quieres mas, Rei-chan?-
-¿Eh?- todos lo miraban poniéndolo nervioso –No… no contestare eso- tomó el marcador y se dibujo un circulo en la mejilla. Los cinco chicos rieron mientras el peliazul giraba la botella que apunto al castaño –Makoto-sempai ¿Le gusta alguien?-
El castaño sonrió –Sí, estoy enamorado de alguien-
“… ¿Cuál es la diferencia entre el amor y la amistad? Aquella pregunta rondaba mi cabeza hasta que supe la respuesta… es el deseo… El deseo de tocarlo, de besarlo, de tenerlo, iba creciendo y creciendo cada vez que lo recordaba ¿Cuan suaves serán sus labios? ¿Qué sabor tendrá su piel? ¿Sabrá salada si nada en el mar? ¿Su dulce aroma cambiara si se mezcla con el sudor? ¿Su voz gimiendo… cuan erótica sería?...”
Todos se sorprendieron ante la respuesta -¿De verdad? ¿Cómo se llama? ¿De dónde es?- le preguntó curioso el rubio acercándosele.
-No lo diré-
-¿Por qué no, Mako-chan?-
-Porque es mi turno de hacer una pregunta- el rubio volvió a su lugar y el castaño giro la botella que se detuvo, apuntando al pelinegro –Haru, qué te gusta más: comer caballa o nadar-
El pelinegro cruzo los brazos mostrándose pensativo y, después de unos segundos, tomó el marcado y se dibujo unas líneas en la mejilla –No puedo escoger- los demás (a excepción del peligris), suspiraron derrotados mientras el pelinegro giraba la botella que se detuvo frente al castaño. Las cinco miradas fueron directo al chico que bebía zumo -¿Cuál es el nombre de la persona que te gusta?-
“… ¿Cuántas veces he querido gritar que lo amo? Son tantas que no podría contarlas. Confesarme, ser correspondido, besarnos, ser novios… ¡Que feliz seria si eso pasara! Pero la realidad es totalmente distinta a mis fantasías… su mirada, ya persigue a alguien más…”
El castaño se puso cabizbajo –Su nombre es…- los cinco chicos tragaron saliva -… un secreto- tomó el marcador y se hizo dos líneas horizontales en la nariz mientras subía el rostro, sonriendo como siempre.
-¡Que malo eres, Mako-chan!- se quejaba el rubio inflando tiernamente las mejillas -¡Queremos saber quién es!-
-Eso es verdad…- el castaño dirigió la mirada al chico pelirrojo, que se recargaba en su propia mano –…Me gustaría conocer a la persona que te pudo conquistar-
-A mi también…- ahora observo al chico pelinegro que miraba hacia el frente -… me gustaría conocerla-
El castaño rió un poco y cuando se detuvo, bajo la mirada y susurro –Ustedes ya la conocen- solo los dos chicos sentados a su lado (uno al lado izquierdo y el otro al lado derecho), pudieron escucharlo y, le dirigieron sus sorprendidas miradas –Ahora me toca a mí de nuevo- giró la botella pretendiendo ignorar a sus interrogantes amigos y se detuvo apuntando al pelirrojo -¿Cuántas personas se te han declarado este año? Di cuantos hombres y cuantas mujeres-
El pelirrojo se sonrojó violentamente y todos lo miraron. Cerró los ojos y suspiró –Veinte mujeres y treintaicinco hombres-
-Rin-chan siempre ha sido muy popular…- hablaba el rubio -… en primaria se le confesaban una vez a la semana-
El pelirrojo giró la botella –Haru también era popular, pero daban por seguro que serian rechazados- se detuvo en el rubio -¿Cuándo fue…?-
“… ¿Alguna vez tendré el valor de confesarme? Creo que no. Soy feliz con verlo y tenerlo cerca, no quiero que se aleje o me odie, por eso, guardo celosamente este hermoso y odioso sentimiento…”
El castaño entraba al cuarto donde todos estaban profundamente dormidos. Se había levantado para ir al baño –“Se siente bien que estemos todos juntos de nuevo y también que haya uno más”- sonreía mirando a los cinco chicos acotados y tapados con cobertores. Al recorrerlos con la mirada, se detuvo en el bello rostro de aquel ser que le robaba el aliento. Se acerco sigilosamente y, aprovechando que dormía boca arriba, lo besó suavemente en los labios. El contacto solo duró escasos segundos y, al separarse, susurro con un hilillo imperceptible de voz –Te amo- y se fue a acostar a su lugar designado.
“… ¿Estos deseos explotaran algún día?...”
Mientras se cubría, una sorprendida mirada se posaba en su espalda. La ausencia de luz en la tenue oscuridad de la noche, escondía el carmesí que tiño sus mejillas y, después de un momento, rozo sus labios mientras en su mente daba vueltas una sola pregunta –“¿Qué demonios fue eso?”-
Fin